John Saul - Ciega como la Furia
Здесь есть возможность читать онлайн «John Saul - Ciega como la Furia» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Ciega como la Furia
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Ciega como la Furia: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ciega como la Furia»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Ciega como la Furia — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ciega como la Furia», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Todavía la tengo. Aunque no es verdaderamente mía. En realidad era de Mandy, pero ahora la compartimos.
– Entiendo.
– Me alegro de que alguien entienda.
– ¿Quieres decir que algunas personas no entienden?
– Mi madre no. Ella cree que yo inventé a Amanda.
Supongo que lo cree así porque se llaman igual. Quiero decir, la niña y la muñeca.
– Bueno, eso podría causar confusiones.
– Tal vez -admitió Michelle-. A decir verdad, al principio también yo creía que eran iguales. Pero no lo son, Amanda es real, la muñeca no.
– ¿Qué hacen juntas tú y Amanda?
– Principalmente hablar, pero a veces vamos a caminar juntas.
– ¿De qué hablan?
– De toda clase de cosas.
Tim decidió hacer un intento a ciegas.
– ¿Estaba Amanda contigo el día en que Susan Peterson ‹,iyó del risco?
– Sí -respondió Michelle.
– ¿Estaban en el cementerio?
– Sí -repitió la niña-. Susan me estaba diciendo maldades, pero Mandy la hizo callar.
– ¿Cómo lo consiguió?
– La echó de allí.
– ¿Quieres decir que la echó del risco?
– No lo sé -respondió Michelle con lentitud. Jamás se le había ocurrido pensarlo.- Es posible. No pude ver… ese día había niebla… mamá dijo que no, pero la había.
Tim se inclinó hacia adelante poniéndose serio.
– Michelle, ¿siempre hay niebla cuando Amanda está contigo?
Michelle pensó un momento: luego sacudió la cabeza.
– No. A veces sí, pero no siempre.
– ¿Y qué me dices de tus otros amigos? ¿Conocen ellos a Amanda?
– No tengo ningún otro amigo.
– ¿Ninguno?
Michelle bajó la voz. Sus ojos parecieron nublarse.
– Desde que me caí del risaco, nadie quiere ser mi amigo.
– ¿Y tu hermana, qué? -preguntó Hartwick-. ¿Acaso tu hermanita no es tu amiga?
– Es muy pequeña -respondió Michelle. Hubo un largo silencio, pero el psicólogo no quería interrumpirlo, seguro de que la niña estaba por decir algo. Tenía razón.
– Además -agregó Michelle con voz un poco más fuerte que un susurro-, ella no es mi hermana, en realidad.
– ¿No lo es?
– Soy adoptada. Jenny no lo es.
– ¿Te molesta eso?
– No lo se -respondió Michelle evasiva-. Amanda dice…
– ¿Qué dice Amanda? -la apremió Tim.
– Amanda dice que desde que Jenny nació, mamá y papá ya no me quieren.
– ¿Y tú le crees?
Michelle adoptó una expresión belicosa.
– Bueno, ¿y por qué no? Papá ya casi no me habla, mamá se pasa todo el tiempo ocupándose de Jenny y… y…
Se le apagó la voz, y una lágrima resbaló por la mejilla.
– Michelle -preguntó Tini con suavidad-. ¿Quisieras que Jenny nunca hubiera nacido?
– No… no lo sé.
– Si es así, no te preocupes -le dijo Tim -. Sé lo enojado que estaba yo cuando nació mi hermanita. Simplemente parecía injusto. Había tenido a mis padres para mí solo durante tanto tiempo y entonces, de repente, aparecía alguien más. Pero luego comprobé que mis padres me querían tanto como antes.
– Pero usted no era adoptado – objetó Michelle-. No es lo mismo. ¿Puedo irme ahora? -agregó incorporándose.
– ¿Ya no quieres hablar más conmigo?
No. Al menos ahora. Y sobre Jenny no. menos ahora. Y sobre Jenny no. ¡Odio a Jenny!
– Está bien -repuso Hartwick tratando de calmarla-. No hablaremos más de Jenny.
– ¡No quiero hablar más de nada! -exclamó Michelle mirándolo ceñuda, con expresión empecinada.
– ¿Y qué quieres hacer?
– Quiero irme a casa -dijo Michelle-. ¡Quiero irme a casa y encontrar a Amanda!
– Está bien -replicó Tim-. Te propongo algo… debo hablar unos minutos con tus padres. Te conseguiré gaseosa, y cuando la hayas terminado, ya habré concluido con tu padre y con tu madre. ¿Qué te parece eso?
Michelle pareció estar a punto de discutir con él, pero de pronto su cólera se disipó, y encogiéndose de hombros repuso:
– Está bien, supongo.
Tim le abrió la puerta del consultorio y sonriendo alentadoramente a June y Cal Pendleton, les dijo:
– Vamos a buscar una gaseosa para Michelle. Ustedes pueden entrar… en seguida vuelvo.
– Gracias -murmuró June. Cal no contestó nada.
Cuando él regresó, estaban esperando; June sentada nerviosamente en el sillón ocupado por Michelle pocos minutos atrás, Cal de pie junto a la ventana, muy rígido. Aunque le daba la espalda, Hartwick intuyó su enojo. Sentándose en su sillón, tocó el legajo de Michelle.
– ¿Qué pasó? -preguntó June. -Tuvimos una larga conversación.
– ¿Y está de de acuerdo con mi esposa? ¿Cree que Michelle está loca? -intervino Pendleton.
– Jamás dije eso, Cal -protestó June.
– Pero es lo que crees. -Se dirigió al psicólogo.- Mi esposa cree que tanto Michelle como yo estamos locos.
La expresión de June, donde se combinaba la exasperación y la piedad, dijo a Tim todo lo que necesitaba saber.
– Señor Hartwick -empezó June. Luego se interrumpió, confusa.
– ¿Por qué no me llama Tim? Así será todo más fácil. ¿Doctor Pendleton? ¿Me permite ofrecerle un asiento?
– Me quedaré de pie -contestó rígidamente Cal, manteniendo su posición frente a la ventana. June se encogió de hombros, levantando el rostro hacia él, y Tim Hartwick comprendió el gesto. Por el momento decidió no presionar a Pendleton.
– Hablamos acerca de esa amiga de ella… Amanda -dijo a June.
– ¿Y?
– Bueno, por cuanto puedo advertir, ella parece creer que Amanda es verdadera. No necesariamente verdadera en lo físico, pero sí indudablemente una persona que no es ella misma. Una persona que existe independientemente de ella.
– ¿Eso es… eso es normal?
– En una niña pequeña, digamos de tres años, es bastante común.
– Entiendo… -dijo June-. Pero para Michelle, no. ¿Estoy en lo cierto?
– Es posible que no sea tan grave -empezó Tim, pero Cal, que se había apartado de la ventana, lo interrumpió.
– ¡No es nada grave! -dijo con brusquedad-. Lo único que ella hizo es inventarse una amiga para sobrellevar un momento difícil. Francamente no entiendo por qué tanto alboroto.
– Ojalá pudiera estar de acuerdo con usted, doctor Pendleton -dijo Hartwick con voz queda-. Pero me temo que no pueda. Su hija está en el centro de algunos problemas muy graves, y a menos que ustedes estén dispuestos a enfrentarlos, no veo realmente cómo puedo ayudarla.
– Problemas -repitió June-. Dijo usted problemas. ¿Quiere decir, algo más que el adaptarse a su… su situación?
– En efecto -respondió el psicólogo-. Ni siquiera estoy seguro de que su pierna sea el principal problema. A decir verdad, estoy casi seguro de que no. Es su hermana.
– ¿Jenny? -preguntó Cal Pendleton.
– Dios mío, eso temía yo -gimió June, volviéndose hacia su esposo-. Te lo dije. ¡Hace semanas que te lo vengo diciendo, pero tú no quisiste creerme!
– Doctor Pendleton, Michelle piensa que ustedes ya no la quieren. Piensa que por ser adoptada, ustedes dejaron de quererla cuando tuvieron una hija propia.
– Eso es ridículo -dijo Cal.
– ¿Lo es? -preguntó June con voz hueca-. ¿Lo es en realidad?
– Parece que su amiga Amanda se lo dijo -continuó Hartwick.
June lo miró aturdida.
– No estoy segura de entender.
Tim se reclinó en su sillón.
– Bueno, en realidad no es tan difícil de reconstruir. En este momento Michelle está teniendo ciertos pensamientos y sentimientos que le son totalmente ajenos. No le agradan. En realidad, la están destrozando. Por eso ha inventado a Amanda. Amanda es esencialmente, el lado oscuro de la personalidad de Michelle, que simplemente le traslada todo sus… ¿cómo puedo decirlo? ¿Más feos? Supongo que esa palabra es bastante útil… traslada a Amanda todo sus pensamientos e impulsos más feos… aquellos por los cuales no soporta tomar responsabilidades.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Ciega como la Furia»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ciega como la Furia» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Ciega como la Furia» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.