Andrea Camilleri - Las Alas De La Esfinge

Здесь есть возможность читать онлайн «Andrea Camilleri - Las Alas De La Esfinge» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las Alas De La Esfinge: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las Alas De La Esfinge»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Montalvano se encuentra sumido en un mar de dudas. Su relación con Livia (se entenderá mejor si se ha leído Ardores de Agosto) es… compleja.
Entonces aparece el cadáver de una joven, de quien por toda identidad se tiene el tatuaje de una esfinge (mariposa nocturna) en su espalda. Y esta pista le lleva a investigar una asociación benéfica (La Buena Voluntad) dedicada a redimir chicas de la calle. La asociación está respaldada por gente importante… pero a Montalvano el tema le huele mal…

Las Alas De La Esfinge — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las Alas De La Esfinge», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Irrupción? ¡Pero si fue él quien me citó!

– ¿Puedo saber por lo menos por qué fue a molestar a monseñor Pisicchio y su asociación?

Con más paciencia que un santo, Montalbano le explicó de qué manera había llegado hasta allí.

El tono del jefe superior, cuando tomó de nuevo la palabra, había cambiado ligeramente.

– Es un verdadero engorro, ¿sabe, Montalbano?

– Estoy de acuerdo. Pero aquí, en cuanto te mueves para llevar a cabo cualquier investigación, siempre te tropiezas con un honorable diputado, con un cura, con un político o un mafioso que forma una cadena de san Antonio para proteger al probable investigado.

– ¡Montalbano, se lo ruego! ¡Ahórreme sus teorías, por el amor de Dios! Concretamente, ¿usted cree que entre la asociación benéfica y la chica asesinada puede haber una relación?

– Yo me atengo a los hechos. Tenía que acudir a la fuerza a los de La Buena Voluntad porque otras dos chicas, con el mismo tatuaje que la asesinada, fueron atendidas por la asociación. ¡Más relación que ésa imposible!

– Pero ¿cree que puede haber algo más?

– Sí, pero todavía no alcanzo a distinguir si hay verdaderamente algo más y en qué consiste.

– Ese «todavía» suyo es lo que más me preocupa.

– ¿En qué sentido?

– ¿Cuánto tiempo investigará «todavía» sobre la asociación?

Pero ¿cómo iba a establecer una duración exacta?

– No puedo decirlo con seguridad.

– Pues entonces se lo digo yo. Le doy cuatro días, ni uno más.

– ¿Y si no son suficientes?

– Se arregla. Y en esos cuatro días, le ruego encarecidamente que actúe con la máxima prudencia.

– ¡No lo dude, derrocharé vaselina! -¡Mecachis la mar, se le había escapado!

– No se haga el gracioso, porque a la primera queja que reciba, el que irá a tomar por ese sitio, y sin vaselina, ¡será usted! Si vienen a protestar por su manera de actuar, le quito inmediatamente el caso. Y aunque usted se me ponga a llorar como una Magdalena, yo me haré el sueco y le diré: «¡Se te ve el plumero!»

Montalbano experimentó una sensación de vértigo al oír aquella retahíla de frases hechas y lugares comunes. Le provocaba mareos. ¿Cómo reaccionar dignamente?

– En resumen, señor jefe superior, el que la hace la paga.

– Veo que me ha comprendido perfectamente.

En la antesala estaba Lattes hablando con alguien. Pero en cuanto vio salir a Montalbano, fue corriendo hacia la primera puerta que encontró abierta y desapareció.

Estaba claro que no quería mantener contactos con Montalbano, el repudiado, el excomulgado, un repugnante anticlerical que no se merecía la preciosa familia que tenía, gracias a la Virgen.

Se había hecho tarde y Montalbano tenía un apetito de lobo. A lo mejor le había entrado por el esfuerzo realizado para mantener la calma en su entrevista con Bonetti-Alderighi.

– ¡Hoy ha llegado pescado fresco! -le dijo Enzo en cuanto entró en la trattoria.

No sólo se lo zampó sino que, al terminar, dio el habitual paseo hasta el faro. El pescador se encontraba en su sitio de costumbre.

– Me equivoqué -admitió el hombre-. No ha durado una semana.

– Mejor así. Pero ¿volverá a llover?

– No tan pronto.

En cuanto Montalbano llegó a la roca aplanada, a saber por qué, pensó que jamás se había sentado allí con Livia. Pero ¿Livia habría querido sentarse? Hoy, por ejemplo, seguro que no.

«¿No ves que todavía está mojada?»

Era cierto. Los pequeños recovecos de la roca brillaban aún por el agua caída del cielo. Como se sentara, el fondillo de los pantalones se le convertiría en una enorme mancha oscura y mojada. Permaneció de pie, indeciso.

«Haz lo que te aconsejaría Livia», dijo Montalbano primero.

«Haz lo que tú quieras», dijo Montalbano segundo.

Se sentó en la roca.

«¿Lo has hecho para desairar a Livia?», preguntó Montalbano primero.

«Pues claro», contestó Montalbano segundo.

«¿Y qué clase de desaire es ése? Sería un desaire si Livia estuviera presente, pero así…»

«Da igual que Livia esté presente o ausente. Lo importante es la toma de posición, el hecho en concreto.»

«¿Me permitís una palabra? -terció Montalbano al llegar a ese punto-. El único hecho concreto es que ahora tengo los pantalones empapados.»

– ¡Ah, dottori ! Ha tilifoniado el siñor Gracezza.

– ¿Qué quería?

– Quería hablar urgentemente con usía personalmente en persona. Dice que a ver si usía lo llama; total, él está en la casa.

– Lo llamo más tarde.

Augello y Fazio ya estaban esperándolo en su despacho.

– ¿Qué me cuentas, Mimì?

– ¿Qué te voy a contar? La segunda fábrica de muebles también hace mobiliario moderno y no utiliza purpurina.

– ¿Y tú, Fazio?

– ¿Puedo usar los apuntes?

– Basta con que no me sueltes datos del registro civil.

– La sociedad Mirabilis de Montelusa, que desarrolla su actividad desde hace unos diez años, está debidamente registrada. Se encarga de comprar, y de revender o alquilar posteriormente, grandes inmuebles tipo hoteles, edificios destinados a uso exclusivamente comercial, palacetes para congresos, naves industriales y cosas por el estilo.

– ¿Entonces la Mirabilis no es la propietaria del chalet, tal como me dijo Piro?

– Piro le dijo la verdad. El chalet es de la Mirabilis y se trata de una excepción; no tienen ningún otro. Se lo compraron hace menos de cinco años a la agencia de Guglielmo Piro, que a su vez se lo había comprado a los marqueses de Torretta por una miseria porque estaba medio en ruinas.

– ¡Qué curiosa coincidencia! -exclamó Montalbano.

– ¿Cuál?

– La Buena Voluntad se constituye hace cinco años, y la Mirabilis encuentra inmediatamente un chalet a la medida en la agencia de Piro, lo compra y se lo alquila a la asociación. ¿Has conseguido averiguar lo que cobran?

– Siete mil euros mensuales.

– Una bonita suma, el doble que el precio corriente en Montelusa. ¿Tienes el nombre de los miembros del consejo de administración?

– Pues claro -contestó Fazio riendo.

– ¿Por qué te ríes?

– Usted también se reirá en cuanto oiga un nombre. Bueno, actualmente están el presidente y administrador delegado Carlo Guarnera y los consejeros Musumeci, Terranova, Blandino y Piro.

– ¿Cómo Piro?

– Emanuele Piro, dottore.

– ¿Es pariente de…?

– Es el hermano menor de Guglielmo. Emanuele entró en el consejo de administración dos meses antes de que la Mirabilis adquiriera el chalet. ¿Qué pasa? ¿No se ríe?

– No.

– ¿Ni siquiera si le digo que Emanuele Piro está considerado un idiota que se pasa todo el día jugando con cometas y se echa a llorar cuando el viento se le lleva alguna?

– ¡Coño! -exclamó Mimì.

– Está claro por tanto que Emanuele es un testaferro de su hermano el cavaliere -dijo Montalbano echándose a reír.

– ¿Por qué se ríe ahora?

– Porque me ha acudido a la memoria, aunque no tiene nada que ver con nuestra investigación, que otros cavalieri utilizan a los hermanos menores como testaferros. A estas alturas, ya es una costumbre muy arraigada.

– ¿Y qué podemos hacer? -preguntó Augello.

– ¿Qué quieres hacer, Mimì? No tiene nada de ilegal. Es más, de penalmente relevante, tal como se suele decir ahora. E incluso un homicidio, con estas nuevas leyes, puede ser irrelevante desde el punto de vista penal. Dejémoslo correr. Me di cuenta enseguida de que esa asociación debe de ser toda ella un chollo de no te menees. Y no sólo eso. Tenemos que andar con cuidado en cómo nos movemos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las Alas De La Esfinge»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las Alas De La Esfinge» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Andrea Camilleri - The Age Of Doubt
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Zapach Nocy
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Złodziej Kanapek
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - La Excursión A Tindari
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - La Forma Del Agua
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Il cane di terracotta
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Il medaglione
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - The Track of Sand
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Der unschickliche Antrag
Andrea Camilleri
Отзывы о книге «Las Alas De La Esfinge»

Обсуждение, отзывы о книге «Las Alas De La Esfinge» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x