La expresión de Blatt era un poema.
– ¿Está diciendo que Jillian Perry abusó de Héctor Flores cuando era niño y que por eso él la mató? Parece una locura.
– Estoy de acuerdo. Sobre todo porque, probablemente, Héctor Flores era, al menos, diez años mayor que Jillian. Pero supongamos que se está vengando por algo que le hicieron a otro. O supongamos que también abusaron de él, de una manera tan traumática que desequilibró su mente y decidió descargar su ira contra todos los abusadores. Supongamos que Flores descubrió Mapleshade, la naturaleza de su alumnado, el trabajo del doctor Ashton. ¿Es posible que apareciera en la casa de Ashton, tratara de conseguir trabajos esporádicos, de congraciarse con él y esperar una oportunidad para vengarse?
Kline habló con excitación.
– ¿Qué opinas, Becca? ¿Es posible?
Holdenfield abrió más los ojos.
– Es posible, sí. Jillian podría haber sido escogida como objetivo específico para su venganza por sus acciones contra un individuo al que Flores conocía, o como un objetivo vicario que representaba a las víctimas de abuso en general. ¿Hay alguna prueba que señale en una u otra dirección?
Kline miró a Gurney.
– Las detalles dramáticos del asesinato (la decapitación, colocar la cabeza como se hizo, la elección del día de la boda) parecen relacionarse con un ritual. Eso encajaría con lo de la venganza. Pero sin duda todavía no sabemos lo suficiente para determinar si era un objetivo individual o secundario.
Kline terminó su café y se dirigió a rellenarlo, hablando a la sala en general por el camino.
– Si tomamos en serio la hipótesis de la venganza, ¿qué acciones de investigación se requieren? ¿Dave?
Lo que Gurney creía que se requería, para empezar, era conocer de manera mucho más detallada los problemas del pasado de Jillian y los contactos de su infancia, que hasta el momento su madre o Simon Kale no habían querido proporcionar, y para lo que necesitaba urdir una forma de lograrlo.
– Puedo dar una recomendación por escrito de eso dentro de un par de días.
Kline pareció satisfecho con la respuesta y continuó.
– Entonces, ¿qué más? El investigador Hardwick le atribuye un montón de descubrimientos.
– Puede que sea una exageración, pero hay una cosa que pondría en lo alto de la lista. Parece que varias chicas de Mapleshade han desaparecido.
Los tres detectives del DIC prestaron atención más o menos al mismo tiempo, como hombres despertados por un estruendo.
Gurney continuó.
– Scott Ashton y otra persona relacionada con la escuela han tratado de contactar con ciertas graduadas recientes y no han podido hacerlo.
– Eso no significa necesariamente…-empezó el teniente Anderson.
– En sí mismo no significa gran cosa-lo interrumpió Gurney-, pero hay una extraña similitud entre los casos individuales. Las chicas en cuestión empezaron la misma discusión con sus padres, exigiendo un coche caro y luego usando la negativa de sus padres como excusa para irse de casa.
– ¿De cuántas chicas estamos hablando?-preguntó Blatt.
– Una antigua estudiante que ha estado tratando de contactar con compañeras de curso me habló de dos casos en los que los padres no tenían ni idea de dónde estaba su hija. Luego Scott Ashton me habló de otras tres chicas que estaba tratando de localizar. Descubrió que se habían marchado de casa después de una discusión con sus padres, la misma clase de discusión en los tres casos.
Kline negó con la cabeza.
– No lo entiendo. ¿De qué se trata? ¿Y qué tiene que ver con encontrar al asesino de Jillian Perry?
– Las chicas desaparecidas tenían al menos una cosa en común, además de la discusión con sus padres. Todas conocían a Flores.
Anderson tenía un aspecto más congestionado a cada minuto que pasaba.
– ¿Cómo?
– Flores se presentó voluntario para hacer algún trabajo para Ashton en Mapleshade. Es un hombre bien parecido, aparentemente. Atrajo la atención de algunas chicas de Mapleshade. Resulta que las que mostraron interés, las que estaban hablando con él, son las que han desaparecido.
– ¿Las han puesto en la lista de personas desaparecidas del NCIC?-preguntó Anderson, con el tono esperanzado de un hombre que intenta deshacerse de una patata caliente.
– Ninguno de los casos-dijo Gurney-. El problema es que todas tienen más de dieciocho años y son libres de ir adonde quieran. Cada una anunció su plan de irse de casa, su intención de mantener en secreto su paradero, su deseo de que las dejaran en paz. Todo ello impide que entren en las bases de datos de personas desaparecidas.
Kline estaba paseando de un lado a otro.
– Esto da un nuevo giro al caso. ¿Qué te parece, Rod?
El capitán parecía triste.
– Me gustaría saber qué demonios nos está diciendo Gurney en realidad.
– Creo que nos está diciendo que podría haber más que Jillian Perry en el caso Jillian Perry-respondió Kline.
– Y que Héctor Flores podría ser más que un jardinero mexicano-añadió Hardwick, mirando fijamente a Rodriguez-. Una posibilidad que recuerdo haber mencionado hace algún tiempo.
Kline levantó las cejas.
– ¿Cuándo?
– Cuando yo todavía tenía asignado el caso. La hipótesis original de Flores no me cuadraba.
Si las mandíbulas de Rodriguez hubieran estado más apretadas, caviló Gurney, su cabeza habría empezado a desintegrarse.
– ¿Cómo que no cuadraba?
– preguntó Kline.
– No cuadraba en el sentido de que estaba demasiado bien.
Gurney sabía que Rodriguez estaría sintiendo el deleite de Hardwick como un picahielos en las costillas, por no mencionar la delicada cuestión de airear un desacuerdo interno delante del fiscal.
– ¿Qué significa?
– Significa que todo iba demasiado fino. El trabajador analfabeto que es educado demasiado deprisa por el doctor arrogante, demasiado progreso, demasiado pronto; la aventura con la mujer del vecino rico; quizás una aventura con Jillian Perry; sentimientos que no podía manejar, que se agrietaron por la tensión. Suena como un culebrón, como una mentira absoluta. -Mientras habló se centró en Rodriguez, para que quedara bien claro de dónde provenía esa teoría.
Por lo que Gurney sabía de Kline a partir del caso Mellery, estaba seguro de que el fiscal estaba disfrutando de la confrontación, aunque lo escondía bajo un ceño reflexivo.
– ¿Cuál era su teoría sobre Flores?-le instó Kline.
Hardwick se recostó en la silla como un viento que va amainando.
– Es más fácil decir lo que no es lógico que lo que sí lo es. Cuando combinas todos los hechos conocidos, es difícil que la conducta de Flores tenga sentido.
Kline se volvió hacia Gurney.
– ¿También es así como lo ve usted?
Gurney respiró hondo.
– Algunos hechos parecen contradictorios. Pero en realidad no es así, lo cual significa que hay una pieza que nos falta, la pieza que al final hará que todas las demás encajen. No espero que sea algo simple. Como Jack dijo en cierta ocasión: sin duda hay capas ocultas en este caso.
Por un momento le preocupó que su comentario pudiera revelar el papel de Hardwick en la decisión de Val de contratarlo, pero nadie pareció captarlo. Blatt parecía una rata olisqueando para identificar algo, pero es que siempre tenía ese aspecto.
Kline tomó un sorbo de café reflexivamente.
– ¿Qué hechos le inquietan?
– Para empezar, la rápida transición de Flores de recoger hojas a controlar la casa.
– ¿Cree que Ashton miente al respecto?
– Quizá se miente a sí mismo. Lo explica como una especie de ilusión, algo que sostiene el concepto de un libro que estaba escribiendo.
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