Juan Bolea - Los hermanos de la costa

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Bolea - Los hermanos de la costa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los hermanos de la costa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los hermanos de la costa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La subinspectora Martina de Santo debe descubrir al autor de unos terribles asesinatos cometidos en la remota costa de Portosanto, un pueblecito del norte, reducto en el pasado de los últimos cazadores de ballenas. En el transcurso de su búsqueda, Martina de Santo conocerá a los «Hermanos de la Costa», una misteriosa asociación en la que se fusionan creación artística y ritos macabros. Los crímenes, que vienen cometiéndose desde tiempo atrás, tienen su origen en acontecimientos del pasado que la subinspectora va desvelando poco a poco, enfrentándose, al mismo tiempo, a delitos actuales relacionados con el narcotráfico. Juan Bolea combina lo ancestral y lo presente de manera inteligente y sutil para crear una trama apasionante que interesa desde la primera hasta la última página.

Los hermanos de la costa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los hermanos de la costa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Me pareció verla al subir.

– Delegue el asunto en ella. Comuníquele novedades, si es que se han producido mientras despachaba conmigo. Antes de abandonar la comisaría, no olvide insistir en la transmisión de las fotografías forenses. Después de la dura labor que ha realizado esta noche, le deseo un gratificante descanso. Preséntese ante mí al entrar de servicio.

A los ojos de Ortega afloró algo parecido al miedo.

– ¿He cometido algún error, señor comisario?

En la mirada de Conrado Satrústegui no había amistad.

– Lo sabrá a su debido momento, en cuanto le haya asignado un nuevo destino. Es todo. Retírese.

4

Cuando el agente Ortega hubo salido, el comisario se encerró en el cuarto de baño para lavarse los dientes. Había olvidado hacerlo en su apartamento, y notaba un desagradable gusto en el paladar. Su despacho y el del jefe superior eran los únicos que disponían de aseo privado. Se enjuagó la boca y llamó a su secretaria, que acababa de llegar.

– Necesito que me haga un favor, Adela. Consígame un mapa de la costa oriental, lo más detallado posible. E intente localizar al juez de Portocristo, señor… Cambruno, Antonio Cambruno. Llámelo por teléfono y pásemelo. Y dígale a la subinspectora De Santo que la estoy esperando.

El comisario no ignoraba que las relaciones entre Adela, su ayudante personal, en la que confiaba plenamente, y Martina de Santo, la joven subinspectora a la que había pronosticado un notable futuro profesional, no estaban regidas por la cordialidad.

La personalidad de Martina resultaba a Satrústegui hasta cierto punto fascinadora. Era una mujer culta, elegante, que cultivaba un aire de alejamiento o misterio. En la medida en que había podido llegar a conocerla, el comisario había establecido que poseía un temperamento dócil y fuerte a la vez. Era en exceso puntillosa, y jamás daba un paso atrás. Satrústegui solía pensar en ella como en una especie de pura sangre capaz de rebasar cualquier clase de obstáculo si alguien no se decidía a frenar su ímpetu. Por eso mismo, en el trato con sus colegas masculinos, su pundonor y sentido de la competitividad hacían saltar frecuentes chispas. En diversas ocasiones, el comisario se había visto obligado a mediar para impedir que los enfrentamientos entre la subinspectora De Santo y otros mandos derivasen en conflictos internos.

Aunque, en un principio, albergó dudas sobre su preparación y valor, el comisario juzgaba positivamente la capacidad demostrada por la subinspectora desde que, avalada por la mejor nota en el examen de promoción, había ingresado en el Cuerpo. Su rapidez mental y la fría resolución con que había encarado circunstancias adversas en la Unidad de Vigilancia Nocturna y en la Brigada de Estupefacientes la habían elevado a su criterio. Sin la menor duda, era uno de los mejores agentes con que la Policía de Bolscan contaba en la actualidad.

Al trasladarla a Homicidios, grupo en el que jamás había prestado servicio una mujer, Satrústegui había arriesgado lo suyo. Por otra parte, tenía poco donde elegir. En la mayoría de las secciones faltaba personal. Los inspectores estaban sobrecargados de trabajo, o se aproximaban a marchas forzadas a la edad de jubilación. A la hora de movilizarse en un caso de relieve, Martina de Santo partía con ciertas ventajas: se ofrecía voluntaria, no discutía las órdenes y solía aportar resultados con relativa rapidez. En cuatro años de disciplinada entrega a las distintas unidades por las que había transcurrido, Satrústegui nunca le había oído pronunciar el adverbio «no».

– Sí -dijo también en esta ocasión.

Estilizada, alta, Martina de Santo vestía como un hombre. Trajes y corbatas oscuros, por lo común. No usaba perfumes ni joyas. Tenía una piel pálida, casi marmórea, la frente ancha y unos gélidos ojos grises. Su cintura estrecha, de las que antiguamente se llamaban de avispa, le dibujaba un torso trapezoidal, al estilo de las mujeres fatales de los años cincuenta. Un delgado cinturón de piel y zapatos de medio tacón resumían los detalles femeninos de su atuendo.

Después de llamar a la puerta, la subinspectora había entrado al despacho del comisario con aire resuelto. Mientras Satrústegui la ponía en antecedentes, mantuvo sin parpadear una mirada despierta. Y, una vez el comisario hubo acabado de exponer las líneas sumariales del crimen de Portocristo, había dicho:

– Me haré cargo del asunto, señor, ya que me hace el honor de confiármelo. Concédame un par de horas para dejarme los deberes hechos y reunir información y estaré lista para partir.

Satrústegui asintió, complacido.

– Tal vez tenga que permanecer fuera varios días. Tómese el tiempo necesario. En cuanto ponga un pie en Portocristo, y se haya entrevistado con el sargento, localice al juez y examine el cuerpo de la víctima.

– Será lo primero que haga al llegar.

– ¿Quiere que le asigne un compañero?

– Preferiría desplazarme sola, si no ve inconveniente.

El comisario la envolvió en una mirada crítica, para reafirmarse en su juicio: era extraña, distante, pero muy atractiva. Algo en ella le recordaba a su mujer, Antonia, pero esa vaga semejanza nada tenía que ver con sus rasgos. ¿Sería la manera de mover las manos, de sonreír? ¿O quizá aquella actitud alerta e independiente, desconfiada e intuitiva a la vez?

Mientras la esperaba en su despacho, el comisario había sido informado por su secretaria de que el juez Cambruno, aunque figuraba empadronado en una dirección de Portocristo, carecía de número telefónico. En el Juzgado, probablemente debido, apuntó Adela, a lo temprano de la hora, no respondía nadie. Su secretaria le había entregado las fotografías del cadáver, que acababan de recibirse. Satrústegui, ocupado al teléfono con otras cuestiones urgentes, apenas tuvo tiempo para echarles una ojeada. Cuando, unos minutos más tarde, entró la subinspectora, las revisó con mayor detenimiento y se las fue mostrando una por una.

No la había invitado a sentarse, pero no por descortesía, sino por el inveterado hábito de su colaboradora de permanecer en pie. En el departamento de Homicidios, donde disponía de una sencilla mesa de trabajo, Martina de Santo no solía ocupar su silla. En pie leía, redactaba o hablaba por teléfono. Cuando tenía que utilizar la máquina de escribir, o el recién instalado ordenador, lo hacía inclinándose hacia los teclados, los tobillos juntos, sus largas piernas firmemente asentadas sobre el piso cubierto con un linóleo de color plátano arruinado por marcas de cigarrillos.

La subinspectora le devolvió las fotos.

– No parece impresionada -comentó Satrústegui, prendiendo un cigarrillo.

– Me gustaría decirle que se me ha revuelto el estómago, pero a estas alturas ya debo estar bastante curtida. Quien haya cometido semejante carnicería sabe manejar un arma blanca.

El comisario afirmó, frunciendo el ceño:

– Puede quedarse las fotos, le serán de utilidad. Necesitará un mapa de la zona. Mi secretaria ha localizado una reproducción a pequeña escala. Observe.

Satrústegui señalaba el accidentado perfil de la costa.

– Aquí, junto a un cabo llamado Forca del Diablo. Esa playa, entre las marismas. La Piedra de la Ballena. El cadáver apareció descuartizado sobre las rocas. He solicitado datos acerca de la víctima, Dimas Golbardo. Por ahora, apenas nada sabemos de él, salvo que era paisano del delta y que ha encontrado la muerte de esta inimaginable manera.

Martina asintió y volvió a examinar las fotos. En origen debían ser bastante precarias; la transmisión no había contribuido a realzar su nitidez. El grano era grueso. Su contraste, nulo. Como si se tratase de defectuosas pruebas de imprenta, la gama de tonalidades se había simplificado en violetas y añiles, con matices anaranjados y rojo caldero para las superficies de tejido cutáneo saturado por la rotura de vasos sanguíneos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los hermanos de la costa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los hermanos de la costa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los hermanos de la costa»

Обсуждение, отзывы о книге «Los hermanos de la costa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x