– Vaya… y la relación con Sven Israelsson es…
– Esto es lo que yo pienso: Sven Israelsson es jefe de prospecciones de Svappavaara empresa que analiza las pruebas de las que Northern Explore hace en las afueras de Svappavaara. Probablemente siente una gran lealtad hacia Kallis Mining, dado que esta empresa convirtiéndose en accionista mayoritaria de SGAV la ha salvado de que la compraran otros. Todos hubieran perdido el trabajo o hubieran tenido que irse a vivir a Estados Unidos. En un artículo que he encontrado, el presidente de Quebec Invest está indignado porque dice que los análisis de las prospecciones eran defectuosos y considera «improbable» que haya una futura colaboración entre Quebec Invest y Kallis Mining. Me pregunto por qué anda indignado.
– ¿Te lo preguntas? -replicó Alf Björnfot-. Perdieron un montón de dinero porque vendieron demasiado pronto.
– Sí, sí, pero estos inversores están aconstumbrados a correr riesgos y a cometer errores y no se enfadan cuando los llaman los periodistas. Y a Sven Israelsson lo incluyen en el consejo de administración de la empresa filial Northern Explore. Claro que se tarda un tiempo para que le autoricen la explotación y empezar a extraer pero, una vez empiezan, Northern Explore se convierte en una empresa archimillonaria. Sven Israelsson es químico en una pequeña empresa de análisis. ¿Cómo es posible que le hayan dado un puesto en el consejo de administración de Northern Explore? Hay algo que falla. Lo que pienso es lo siguiente: Sven Israelsson tenía todas las posibilidades del mundo de manipular los resultados de las prospecciones. Creo que ayudó a guardar las pruebas que demostraban un resultado positivo. Creo que Sven Israelsson ayudó a Kallis Mining a hacer salir al principal accionista de la empresa. Quizá le enviaron una señal a Quebec Invest de que el resultado iba a ser negativo y entonces Quebec Invest vendió llevado por el pánico y para salvarse de una gran pérdida cuando el mercado reaccionara. Cuando Quebec Invest vendió, las acciones bajaron. Al cabo de poco más de un mes, Northern Explore dejó salir la noticia de que los resultados eran positivos. Quizá fue por eso por lo que Quebec mostraba indignación en la prensa y decía que no veían ninguna posibilidad de una futura colaboración con Kallis Mining. Se sintieron estafados pero no podían demostrar nada. Si alguien de Kallis Mining o Sven Israelsson había comprado acciones antes de que se hicieran oficiales los resultados es delito por información privilegiada. Creo que a Sven Israelsson le dieron un puesto en el consejo de administración, con todo lo que ello significa en cuanto a remuneración, bonificación y otras prebendas, como agradecimiento por la ayuda prestada. Y además…
Rebecka hizo una pequeña pausa.
– … en noviembre se compró un Audi nuevo. En ese momento las acciones de Northern Explore AB habían subido un 300 %, contando desde la cotización anterior a que bajaran.
– Coche nuevo -exclamó Alf Björnfot mientras se levantaba del sofá sujetando el teléfono inalámbrico entre la oreja y el hombro para poder ponerse los zapatos-. Siempre se compran un coche nuevo.
– Ya lo sé.
– Entonces nos vemos dentro de un cuarto de hora -le indicó Alf Björnfot y se puso la chaqueta.
– ¿Dónde?
– En casa de Israelsson, naturalmente. ¿Tienes la dirección?
Sven Israelsson vivía en una casa de madera pintada de rojo en la calle Matojärvi. En un montón de nieve unos niños habían empezado a cavar una cueva. Las palas que había esparcidas por el suelo testificaban que el trabajo había sido interrumpido de golpe cuando empezaba el programa infantil Bolibompa y les esperaba la cena.
Sven Israelsson era un hombre de unos cuarenta años. Rebecka se sorprendió. Creía que sería mayor. Tenía un pelo grueso y castaño con bastantes canas. Parecía en buena forma, fibroso, como si nadara o corriera.
Alf Björnfot se presentó a sí mismo y a Rebecka con el nombre y cargo. Fiscal jefe y fiscal de refuerzo era suficiente para asustar a la gente. Sven Israelsson no parecía tener miedo. Más bien era algo que muy rápido apareció en su mirada. Algo parecido a la resignación. Como si esperara que la ley llamara a su puerta. Después se recuperó.
– Adelante -les dijo-. No os quitéis los zapatos si no queréis. Fuera sólo hay nieve limpia.
– Trabajas para Skandinaviska Grundämnesanalys AB -afirmó para empezar Alf Björnfot cuando se sentaron a la mesa de la cocina.
– Cierto
– De la que Kallis Mining es propietaria al 50%.
– Sí.
– Y el pasado invierno te nombraron miembro del Consejo de Administración de Northern Explore AB, una filial de Kallis Mining.
Sven Israelsson asintió con la cabeza.
– El pasado otoño, Quebec Invest vendió un gran paquete de acciones de Northern Explore. ¿Por qué lo hizo?
– No lo sé. Se enfriarían. No se atreverían a esperar al último resultado de la prospección. Igual pensaron que las acciones caerían como una piedra si el resultado era negativo.
– El presidente de Quebec Invest dijo en una entrevista que era impensable una futura colaboración con Kallis Mining -dijo Rebecka-. ¿Por qué crees que lo dijo?
– No lo sé.
– En noviembre te compraste un Audi nuevo -dijo Alf Björnfot-. ¿De dónde salió el dinero?
– ¿Soy sospechoso de haber cometido algún delito? -inquirió Sven Israelsson.
– De momento y formalmente, no -informó Alf Björnfot.
– Hay circunstancias en torno a esta historia que indican un grave delito por información privilegiada o de colaboración en ese delito -informó Rebecka.
Hizo un gesto con el pulgar y el índice como midiendo cinco centímetros y continuó:
– Estoy a esta distancia de saber quién compró acciones en el corto período desde la venta de Quebec hasta que se hicieron oficiales los resultados positivos. A menudo, las compras delictivas con ayuda de información privilegiada se hacen en pequeñas cantidades con diversos intermediarios y administradores. Así no lo ven los inspectores de Hacienda en un control rutinario, pero yo voy a hacer un seguimiento de cada una de las ventas durante ese período. Y si te encuentro a ti o a Kallis Mining entre los compradores, te va a caer una buena denuncia.
Sven Israelsson cambió de postura en la silla donde estaba sentado con el gesto de estar buscando algo que decir.
– Es más que eso -añadió Alf Björnfot-. Te tengo que preguntar una cosa. Por favor, no mientas y piensa que este dato lo podemos comprobar por otras fuentes. ¿Se puso en contacto contigo el periodista Örjan Bylund y te hizo preguntas respecto a esta historia?
Sven Israelsson lo pensó un momento.
– Sí -dijo luego.
– ¿Qué le dijiste?
– Nada. Que le fuera a preguntar a Kallis Mining.
«Inna Wattrang era la jefa de información de Kallis Mining», pensó Rebecka Martinsson.
– A Örjan Bylund lo asesinaron -informó Alf Björnfot sin rodeos.
– ¿Qué cojones dices? -exclamó Sven Israelsson desconfiado-. Murió de un infarto al corazón.
– Lo siento pero no -replicó Alf Björnfot-. Lo mataron cuando empezó a investigar esta historia.
Sven Israelsson palideció y se cogió al borde de la mesa con las dos manos.
– Bueno -continuó Alf Björnfot-. No creo que tuvieras nada que ver con eso, pero ahora te das cuenta de que es un asunto serio. ¿Por qué no nos lo explicas todo? Así verás cómo se alivia esa presión que sientes en el pecho.
Sven Israelsson asintió de nuevo con la cabeza.
– Teníamos a un chico en el laboratorio -dijo al cabo de un instante-. Y nos enteramos de que le pasaba información a Quebec Invest.
– ¿Cómo os enterasteis? -le inquirió Alf Björnfot.
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