Dobló la esquina y levantó la vista cuando alguien chocó con su hombro. Una mujer vestida con un impermeable amarillo iba a toda prisa delante de él. El cabello castaño y rizado, revuelto y mojado en torno a la cabeza, el bolso balanceándose al ritmo de sus pasos.
Kincaid aceleró para llegar a su lado con el corazón latiendo con fuerza. Le tocó el hombro.
– ¿Anne?
La mujer se volvió, sobresaltada. Tenía un rostro desconocido.
* * *
Gemma se asomó a la puerta del despacho de Kincaid.
– ¿Ha acabado?
– Ahora mismo.
Barrió de un gesto su escritorio y lo metió todo en un cajón.
– Buen sistema de archivado -dijo Gemma, mirando la limpia superficie con aire dubitativo.
– Al menos no hay obstáculos.
Kincaid se levantó y se desperezó. Habían vuelto a Londres en coches separados y habían convenido enfrentarse a la avalancha de papeles acumulados mientras estaban de servicio.
Gemma avanzó unos pasos por el despacho y arrugó la nariz disgustada por el fuerte olor de tabaco.
– Se han reunido aquí mientras no estaba, ¿eh?
Kincaid sonrió.
– Las pruebas son irrefutables. ¿Una copa?
Gemma lo pensó.
– Una, rápida.
Evitaron el bar de jefatura, con sus inevitables conversaciones de trabajo, y se dirigieron al pub de Wilfred Street. Kincaid se abrió paso con los codos hasta la barra y volvió a su rincón habitual con las copas, vino para él y cerveza con lima para Gemma.
– Uf -dijo, con una mueca-, no sé cómo puede beber esto.
Kincaid siempre la criticaba y Gemma siempre pedía lo mismo, probablemente por puro espíritu de contradicción, pensaba él.
– Cuestión de práctica.
Gemma dio un buen trago a su bebida y sonrió. Estuvieron callados unos minutos, con el bullicio del sábado noche en torno a ellos, hasta que Gemma corrió la silla y suspiró.
– Debería irme a casa. Toby echará de menos a su mamá.
– Sí. -Kincaid se imaginó la bienvenida que esperaba a Gemma, y sintió una punzada de envidia. Se la sacudió de encima y sonrió-. Ojalá…
¿Ojalá qué? ¿Ojalá no hubiera ido a Followdale? Pero en ese caso Hannah podía haber muerto.
Gemma dejó la copa en la mesa y él levantó la mirada, encontrando una inesperada comprensión en la de ella.
– Lamentarse no conduce a nada, como decía mi abuela…
– Es verdad.
Se sonrieron, con amistad.
– La próxima vez habrá más suerte -insinuó Gemma.
Kincaid levantó la copa.
– Salud.
***
*James Herriot (1916-1995), veterinario y escritor, ejerció en Thirsk, Yorkshire, toda su vida. (N. del T.).
*Alfred John Munnings (1878-1959), pintor de caballos. John Constable (1776-1837), célebre pintor de inspiración romántica. (N. del T.)
*Protagonista de la novela de Emily Brontë, Cumbres borrascosas . (N. del T.)
*Estilo gótico inglés de los siglos xv y xvi. (N. del T.).
*La frase Lo único que quiero es un poco de mantequilla para mi panecill o procede de un poema infantil de A. A. Milne, El desayuno del rey . Se usa en el lenguaje corriente para reclamar alguna cosa muy sencilla. (N. del T.).
*Personaje en forma de huevo de una popular canción infantil, que se caracteriza por su torpeza. (N. del T.).
*Alusión al mayordomo de las célebres novelas de P. G. Wodehouse (1881-1975), que siempre soluciona los problemas de su patrón.
*Aysgarth, en el valle de Wensley, ofrece una sucesión de tres cascadas en el curso del río Ure. Descendiendo del río, hay las Upper Falls, las Middle Falls y las Lower Falls, es decir, las de más arriba, las de en medio y las de abajo. (N. del T.).