"Porque él era un Gen Uno".
Renata hizo una inclinación de asentimiento con la cabeza. "Él me lo explicó más tarde, después de aquel combate inicial las repercusiones me habían dejado inconsciente durante tres días completos y me desperté para encontrarme presionada a trabajar como guardaespaldas personal de un vampiro. "
"Tu nunca trataste de marcharte?"
"Al principio, lo intenté. Más de una vez. Eso nunca le tomo demasiado tiempo para localizarme." Ella golpeó ligeramente su dedo índice contra la vena situada al lado de su cuello. "Difícil de llegar muy lejos cuando tu propia sangre es mejor que un GPS para tu perseguidor. Él utilizaba mi sangre para asegurarse de mi lealtad. Era un grillete que no podía romper. Yo nunca pude estar libre de él."
"Tu ahora eres libre, Renata."
"Sí, supongo que yo lo estoy", dijo ella, la respuesta sonando tan hueca como ella la sentía. "¿Pero qué hay con respecto a Mira?"
Nikolai la contemplo a ella durante un largo momento sin decir nada. Ella no quería ver la duda en sus ojos, no más de lo que ella quería alguna vana garantía de que allí había algo que cualquiera de ellos dos podría hacer por Mira ahora que ella estaba en manos del enemigo. Tanto peor cuando ella actualmente estaba debilitada por la herida.
Nikolai se giró hacia la bañera antigua con patas en forma de garras color blanca y les dio a las llaves gemelas una vuelta. Cuando el agua se precipitó en la bañera, él se volvió hacia donde ella estaba sentada. "Un refrescante baño debería rebajar tu temperatura. Vamos, yo te ayudare a lavarte."
"No, yo puedo manejar mi propio…-"
Él le dijo a ella que no – al levantar en respuesta una de sus cejas. "La camisa, Renata. Déjame ayudarte con ella así puedo tener una mejor visión de lo que está pasando con esa herida."
Obviamente, él no estaba dispuesto a dejarla. Renata se quedó muy quieta todavía cuando Nikolai desabrochó los últimos pocos botones de la gigantesca carpa tipo Oxford y gentilmente con cuidado la removió de ella. El algodón cayó en una aglomeración suave sobre su regazo y alrededor de sus caderas. A pesar de que ella llevaba un sujetador, la modestia arraigada en ella desde sus primeros años en el orfelinato de la iglesia la hizo levantar sus manos para resguardar sus pechos de sus ojos.
Pero él no la estaba mirando en una manera sexual en ese momento. Toda su atención estaba centrada sobre su hombro ahora mismo. El era tierno, cuidadoso, sus dedos exploraban ligeramente alrededor de la zona. Él siguió la curva de su hombro por encima y alrededor de donde la bala le había abandonado su carne. "¿Te duele cuando te toco aquí?"
A pesar de que su toque era apenas un contacto que la pasaba rozando, el dolor irradiaba a través de ella. Ella hizo una mueca, succionando hacia adentro su aliento. "Lo siento. Hay demasiado enrojecimiento e hinchazón alrededor de la herida de salida", dijo él, con su profunda voz que vibro por sus huesos mientras que su toque se seguia movía ligeramente sobre ella. "Esto no se ve muy bien, pero creo que si lo lavamos con agua por fuera y…"
A medida que su voz se apagaba, ella sabía lo que él estaba viendo ahora. No el abierto cañonazo de la herida, sino las otras dos marcas hechas de forma diferente en la suave piel de su espalda. Ella sentía las marcas arder tan encendidamente como lo habían hecho la noche en que ellas habían sido puesto allí.
"Infierno Santo." El aliento de Nikolai lo dejo salir en un suspiro lento. "¿Qué te pasó? ¿Son estas marcas de quemaduras? ¿Jesús… son ellas marcas?"
Renata cerró sus ojos. Parte de ella quería nada más que encogerse allí y desvanecerse en los azulejos, pero ella se obligó a permanecer quieta, su columna vertebral rígidamente erguida. "Ellas no son nada".
"Mentira". Él se puso de pie ante ella y le levantó el mentón con el borde de su mano. Ella dejó que su mirada elevara hacia arriba hasta encontrarse con la de él y fundirse en sus agudos pálidos ojos llenos de intensidad. No había ningún rastro de compasión en esos ojos, solo una fría indignación que la desconcertó. "Cuéntame. ¿Quién te hizo esto- fue Yakut?"
Ella se encogió de hombros. "Justamente era una de sus formas más creativas de recordarme que no era una buena idea molestar a él."
"Ese hijo de puta", dijo Nikolai furioso. "Él se merecía su inminente muerte. Sólo por esto – por todo lo que él te hizo a ti -, el bastardo maldito muy bien que se lo merecía." Renata parpadeó, sorprendida al oír tal furia, tan feroz sentido protector, procedente de él. Particularmente cuando Nikolai era uno de los de la Raza y ella era, como se le había aclarado el hecho a ella bastante a menudo en los dos últimos años, simplemente una humana. Viviendo solamente porque ella era útil. "Tú no te pareces a él en absoluto", ella murmuró. "Pensé que tu lo serias, pero tu en nada te pareces a él, o a Lex o los otros. Tu eres… yo no se… diferente”.
"¿Diferente?" Aunque la intensidad no había abandonado sus ojos, la boca de Nikolai se arqueó en la esquina. "¿Es este casi un cumplido, o simplemente la fiebre hablando?"
Ella sonrió a pesar de su estado de miseria en general. "Ambos, creo yo."
"Bien, ambos puedo manejarlos. Vamos a refrescarte antes de que tu comiences a lanzarme alrededor palabras con A".
"¿Las palabras con A?" – preguntó ella, observándolo mientras él tomaba con la mano la botella de jabón líquido del fregadero y chorreaba un poco dentro de la alargada bañera.
"Agradable", dijo él, y le lanzó una mirada irónica sobre su denso hombro.
"¿Tu no te conformarías con agradable?"
"Esa nunca ha sido una de mis especialidades".
Su sonrisa se torció y más de un pequeño y encantador hoyuelo se formo donde aquellas mejillas se curvaban sobre ambos lados. Mirándolo así, no era difícil imaginar que él era un macho de muchas especialidades, no todas ellas de la variedad las balas-y- dagas. Ella sabía de primera mano que tenía una boca muy agradable, muy diestra. Por mucho que ella quisiera negarlo, una parte de ella aún ardía por el beso que se dieron detrás de la mansión, y el calor que ella sentía nada tenía nada que ver con su fiebre.
"Desnúdate", le dijo Nikolai, y por un podrido segundo ella se preguntó si él había sido capaz de leer sus pensamientos. Él pasó su mano de atrás hacia adelante sobre el agua espumosa de la bañera, y luego la sacudió. "Ella casi se siente perfecta. Adelante, entra dentro."
Renata lo observo poner la botella de jabón en la parte trasera del fregadero, luego comenzó a buscar en el gabinete de los neceseres que estaba abajo, del cual saco una manopla doblada y una grande toalla. Mientras él estaba de espaldas a ella y estaba distraído buscando los artículos de aseo como paquetes de jabón y champú, Renata rápidamente se quitó el sujetador y las bragas luego entró en la bañera.
El agua fría era un deleite. Ella se hundió abajo con un suspiro, su fatigado cuerpo instantáneamente se tranquilizo. Mientras ella cuidadosamente se acomodaba dentro y se sumergía ella misma hasta los pechos en la espumosa bañera, Nikolai sumergía la manopla bajo el agua fría del fregadero.
Él la dobló y la presiono suavemente contra su frente. "¿Esto se sienten bien?"
Ella asintió con la cabeza, cerrando los ojos mientras él sostenía la compresa en su frente. El impulso de apoyarse hacia atrás en la bañera era tentador, pero cuando ella lo intento en ese breve momento la presión en su hombro la hizo retroceder, protestando de dolor.
"Por aquí", dijo Nicolai, poniendo la palma de su mano libre en el centro de su espalda. "Sólo relájate. Yo te sostendré".
Renata lentamente deje que su peso fuese a descansar sobre su mano fuerte. Ella no podía recordar la última vez que alguien había cuidado de ella. Ninguna como esta. ¿Dios, había habido alguna vez en todo este tiempo? Sus ojos fueron a la deriva cerrándose en señal de gratitud silenciosa. Con las manos fuertes de Nikolai en su cuerpo cansado, una desconocida, completamente extraña sensación de seguridad se extendió sobre toda ella, tan reconfortante como una manta. “¿Mejor?”, él preguntó.
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