Christine Feehan - Juego Mortal

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Comenzó como una misión para encontrar a un político muy conocido cuyo avión se estrelló en el Congo. Pero la riesgosa operación tomó un giro inesperado cuando Mari, un miembro físicamente mejorado del equipo de rescate, fue tomada como rehén por las fuerzas rebeldes.
Ahora, encarcelada en un recinto aislado, Mari tiene sólo una oportunidad para sobrevivir: escapar. Pero ella no contaba con Ken Norton, un experto asesino y un guerrero Fantasmas, que lucha para dejar atrás las paredes de la prisión en una misión por sí mismo… una que involucra al propio pasado de Mari y al destino misterioso de su hermana gemela… y que unirá a Ken y a Mari en una pasión embriagadora que subirá las apuestas en el juego más mortal de supervivencia que ellos hayan jugado alguna vez.

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El guardia dio tres pasos hacia delante y se paró otra vez, girando rápidamente mientras intentaba descubrir algo o a alguien. Las cejas de Ken se unieron. ¿Había hecho algún sonido? ¿El susurro de la ropa arrastrándose por el suelo? Había tenido cuidado de que su piel reflejara el follaje de su alrededor. Su ropa sobre todo estaba diseñada para reflejar los colores de su entorno.

¿Qué había avisado al guardia? Ken deslizó pulgada a pulgada la mano a lo largo de la chaqueta hasta que alcanzó el cuchillo atado con una correa en la parte de delante. Los dedos se cerraron alrededor de la empuñadura, pero lo dejó en la vaina. Podía sacarlo y lanzarlo casi antes de que pudieran apretar el gatillo. La maniobra había sido practicada durante cientos de horas durante los últimos años y era tan mortal en el lanzamiento como con el rifle.

Lo tengo.

En la voz de Jack no había emoción, era una declaración de hecho. Si el guardia tiraba mal, moriría. Y luego todo el infierno se desencadenaría rápidamente.

Lo sacaré y ocultaré el cuerpo . Ken comenzaba a sudar. Podía oír la respiración del hombre, oler su miedo, ver los nervios cuando buscaba en las laderas con cuidado. Ha sido realzado, Jack. Usa la visión o el oído, pero no te ha enganchado . No podía permitirse que el guardia diera la alarma. Algo lo ponía nervioso, pero Ken no podía entenderlo. No había ningún signo delator donde una parte del arma de Jack podía estar mostrándose a lo largo de un lado del tronco de un árbol. Ningún objeto brillante. Jack tenía la misma capacidad de camuflar su piel, la misma ropa reflexiva. Desaparecía en el entorno hasta que se hacía invisible. Ken sabía exactamente donde estaba Jack, incluso no pudiendo descubrirlo con su vista de águila, pero tenía la maldita seguridad de que el guardia tampoco podría.

Es psíquico. No siente nuestra energía mientras hablamos, pero coge algo más, advirtió a su hermano . No muevas ni un músculo.

Ambos observaban como el guardia cuarteaba el área en una búsqueda lenta y cuidadosa. No cogió los gemelos y esto les dijo a ambos que tenía realzada la vista. Ken intentó entrar en él, con cuidado de mantener el aliento suave e incluso silencioso. Todo el tiempo mantuvo la atención sobre el guardia, no atreviéndose a arriesgarse a volver a mirar a su hermano. Si el guardia descubría a Jack, Ken tendría que matarlo rápidamente y en completo silencio, antes de que el hombre tuviera la oportunidad de dar la alarma o girar el arma a Jack.

No advirtió que el miedo de Mari le llenaba la mente. Fluyó sobre él como si se hubiera abierto de par en par sin los cuidadosos escudos construidos para protegerlo. Su cuerpo se sacudió por la sobrecarga. El aire abandonó sus pulmones rápidamente, se le secó la boca y parecía que se le había parado el corazón, después comenzó a palpitar tan ruidosamente que tuvo miedo de que el guardia lo oyera por casualidad. El sudor estalló sobre su frente, nada de ello era bueno cuando estaba a los pies de un soldado realzado.

Hizo que entrara aire en sus pulmones, empujando el miedo de Mari hacia atrás, y concentrándose en su enemigo. Estaba muy cerca del hombre, sabía que podía ponerse de pie, colocar el brazo alrededor del soldado y sumergir el cuchillo en la zona mortal, todo en unos segundos, pero el hombre todavía tendría tiempo para reaccionar. El realce físico los fortalecía anormalmente y los Caminantes Fantasmas, luchaban hasta su último aliento. El guardia sólo tenía que ser lo suficientemente resistente para tener tiempo de dar la alarma. La desesperación comenzaba a instalarse. Ken obligó a su cuerpo a controlarse y permaneció quieto, pero todo el tiempo con el creciente terror por la extensión de la seguridad de Mari.

Estará bien. Tienes que confiar en ella.

La tranquila voz de Jack ayudaba a impedir que Ken se levantara y se arriesgara a eliminar al guardia sólo entonces podría ir tras Mari tan rápido como le fuera posible. Esperó, dispuesto a que el hombre siguiera adelante. Si usara el control de la mente para conseguir que el hombre se alejara, la efusión de energía podría informar a cualquier otro psíquico del recinto. Respiró profundamente y la sintió. Mari. Su miedo era por alguien más. Podría vivir con esto.

El guardia se relajó después de otro largo y lento vistazo a los alrededores y se desvió rumbo a la esquina de la pequeña casa. Ken esperó otros tres minutos para asegurarse de que el hombre no se giraría y regresaría.

Está despejado , dijo Jack.

Ken avanzó lentamente hacia delante, deslizándose por el bien cuidado jardín de flores, una capa más bien extraña y remilgada de color en medio de ninguna parte. Las ventanas de la casa estaban pintadas de negro y donde había un pequeño trocito de veta, pudo ver que las pesadas cortinas bloqueaban cualquier vista del interior.

El doctor no quiere a nadie metiéndose en sus asuntos. ¿Por qué además todas las ventanas estarían sin luz?

Probablemente es un paranoico. ¿No lo estarías, viviendo aquí con Whitney como jefe?

Ken no contestó. La ventana aparentaba estar libre de alarmas, pero no lo convencía. El doctor tenía algo que ocultar y él iba a averiguar que era. Escuchó, buscando el zumbido bajo de una alarma electrónica. Sus dedos barrieron el alféizar, buscando cables ocultos. Ah, sí, el lugar estaba cerrado rigurosamente.

Ken colocó la mano justo sobre el cristal. Era mucho más difícil descubrir las corrientes de energía con su cuerpo tan lleno de cicatrices, en particular las manos. A veces no lograba sentir las cosas como debería. Esperó, contando los segundos, concentrándose, disponiéndose a sentir la corriente si estuviera allí. Si no la encontraba, deduciría que era debido a la falta de habilidad en las yemas de los dedos y procedería sobre la premisa de que hubiera una allí, pero si sólo pudiese descubrir la corriente atravesando el cable metálico en el cristal, las cosas irían mucho más rápidas.

Ken maldijo las cicatrices que le dejaban tan poca sensibilidad. No podía descubrir la débil corriente, pero cuando la escuchó, estuvo absolutamente seguro de que el doctor tenía una alarma en el perímetro exterior. Pero el doctor no confiaría sólo en esto. Tendría algo más sofisticado dentro. Un sistema de sensores que descubrirían la temperatura del cuerpo humano. Delante de cada puerta había una alfombrilla en el suelo que se veían inofensivas, pero Ken estaba seguro de que tenían un gatillo disparador.

El doc protege algo. Voy a buscar la caja de controles. Tiene que estar oculta por aquí en algún sitio.

Tal vez no sea una buena idea, dijo Jack con inquietud. Entrarás allí y posiblemente matarás al bastardo ¿Cómo lo vamos a ocultar?

Desde luego que iba a matar al doctor. El hombre había tocado a Mari. La había humillado, avergonzado y había disfrutado con ello. Tal vez Ken no debería haber compartido sus pensamientos, pero era demasiado tarde, la información había sido intercambiada y había permitido que pasara. Se odiaba por ello. Ella merecía mucho más. Debería haber entrado, armas echando chispas y sacado, pero no había sido así. Se había quedado parado y les había dejado que la atormentaran. ¿Qué maldita clase de hombre era?

Ken. ¿Me estás escuchando? Tenemos un equipo para entrar. Vamos a sacar a las mujeres de allí.

¿Qué diablos harías si fuera Briony? Le preguntó Ken.

Hubo un pequeño silencio. Sabes lo que haría.

Entonces cierra el infierno y mantenlos fuera de mi trasero.

Ken encontró la caja del control pulcramente guardada debajo del alero cerca del ático. Había descubierto un pequeño cable oculto a lo largo de un tubo y lo había seguido hasta que descubrió la caja. Los mandos tenían que haber sido puestos por alguien asomado a la ventana del ático o por la azotea misma. El doctor había pensado que era inteligente, pero a no ser que la azotea estuviera alambrada también, esto sólo hacía que las cosas fueran más fáciles.

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