Le tomó al leopardo un día y una noche encontrar la pequeña choza de Rachael. Estaba sola en la cama, su corazón palpitaba, respiraba profundamente, rechazando el lado salvaje de su naturaleza, tratando de ser un cordero para atraer al monstruo que había arruinado sus vidas. Comió sola, hizo tareas sin fin, inútiles, encontró el trabajo aburrido. Comenzó en el jardín, plantando de nuevo hierbas cerca de la choza. Todo el rato sentía a Río cerca de ella. Nunca lo vio, pero sabía que estaba allí y esto la reconfortó. No temía por su propia seguridad. Confiaba en Rio, conocía sus capacidades.
Rachael estaba en el pequeño jardín cuando oyó el primer susurro de inquietud entre las aves en el dosel encima de la casa. La agitación de sus alas cuando alzaron el vuelo. El trino de alarma de los centinelas pareció una advertencia. Pretendió no oír, usando las habilidades que había adquirido durante años para parecer tranquila y relajada ante cada crisis. El espía leopardo la acechaba. Los monos divulgaron sus movimientos mientras que se acercaba a su pequeña choza. El animal buscaba signos de Elijah, de una trampa para Armando. Todo lo que iba a encontrar era a Rachael que intentaba hacer una casa de una choza de viajeros.
Se levantó y lo olió. El olor salvaje del intruso que se acercaba sigilosamente. Sintió el impacto de su mirada cuando la miro, entusiasmado. El conocimiento de que podría tomar su vida, que estaba sola, un blanco fácil para un depredador como el leopardo. El leopardo estaba seguro de que ella sería su regalo. Armando le había asegurado que ella no era un cambia-formas, que estaba atada a la forma humana y no era digna de vivir. Aunque no pudiera verlo, ella casi podía sentir como su cuerpo temblaba por la impaciencia de la caza. El pelo en la parte posterior de la nuca se erizo. La carne de gallina se elevó en su piel. Una frialdad se deslizó hacia abajo por su columna vertebral.
Rachael tarareó suavemente, deliberadamente se acerco al tronco del árbol más cercano cargado de orquídeas perfumadas y cortó varias para colocar en la losa de madera que le servia como mesa. Se quedó al aire libre, sabiendo que Rio tenía la mira de su rifle en el leopardo. Entro en la pequeña choza y arregló las flores. Sus piernas comenzaban temblar, entonces se sentó en uno de los tocones y miró fijamente la belleza del bosque, intentando mirar a gusto los alrededores.
Con asombro Tama y Kim llegaron con cuatro de los miembros de la tribu, hablando y gesticulando pidiendo agua. Kim le guiñó. Era el único modo de asegurar que el leopardo espía no tratara de llevarla al lado de Armando. Podría decirle con tranquilidad a Armando que Rachael estaba sola y Elijah no estaba cerca de ella, pero tendrían que volver a la choza una segunda vez a fin de capturarla. Sintió la presencia del leopardo la mayor parte de la noche. Los miembros de la tribu se instalaron alrededor de ella, hablaron mucho por la noche, dejándole la intimidad de la choza, pero con éxito impidieron al espía hacer cualquier movimiento contra ella. Paso mucho tiempo antes de sentir que el peligro había pasado. Permaneció de todos modos, esperando, queriendo enroscarse en una pequeña pelota y gritar.
Rio llegó al amanecer, acariciándola con sus manos, besando su cara. Elijah estaba con él, real y sólido, abrazándola, diciéndole lo valiente era.
– ¿Resulto? ¿Volvió con Armando y le dijo que yo vivía aquí sola y tú no sabías sobre esto? -La voz de Ráchael se oía amortiguada contra la camisa de Río. Inhaló su aroma, lo tocó, tenía que sentir su enorme fuerza, se sentía tan frágil.
– Resulto, Rachael -aseguró Elijah- volvió a Armando como buen espía y relató todo lo que vio.
– Sentí su impaciencia, que deseaba matarme -dijo ella- No sé lo que habría hecho si Kim y Tama no hubieran llegado.
– Lo sé -reconoció Rio- no le quite la vista en ningún momento. No tenía ninguna posibilidad.
– ¿Ahora qué hacemos? -preguntó Rachael.
– Tama y Kim van a escoltarte a su pueblo. Estarás segura con ellos. Armando volverá con sus hombres a la choza y encontrarán que esta vacía. Pensaran que vas a volver. Mientras tanto, tenemos que deshacernos de sus cazadores. Parece como si Armando los instruyera en la captura de leopardos. Sabe que no puede tomar a Elijah en su campo con todos los guardias allí, pero cree que Elijah cambia por la noche y busca información sobre ti.
Elijah le sonrió abiertamente. Sin embargo su mirada permaneció llana y fría.
– Trajo consigo cazadores profesionales. No puede decirles que soy un cambia-formas. Le quitaría uno de sus grandes secretos.
– Los cazadores estacaron una cabra en espera de capturar un leopardo. Fue puesta para atrapar a cualquier leopardo que este por aquí, no sólo al leopardo nublado o a los gatos más pequeños. No queremos que tengan posibilidad de matar a cualquier otro leopardo que merodee alrededor. Enviamos la alerta, pero debemos tener cuidado.
– ¿Cuatro cazadores profesionales? -Resopló Rachael- ¿Quiere decir que son hombres que han cazado felinos toda su vida? Esto es propio de Armando. Yo debería haber adivinado que haría algo así.
Elijah tocó su hombro suavemente.
– Yo lo sabía. Estamos listos para esto. Tú estarás segura con Tama y Kim.
– ¿No piensas que el leopardo espía volverá para vigilarme? Debo estar aquí, donde puede dar sus pequeños informes diarios a Armando.
– Te matara no lo podrá resistir -dijo Rio- Tú sentiste la necesidad que tiene de matar. No podemos arriesgarte otra vez -Rio tomo su cara entre sus manos- No te arriesgaré. Es peligroso, y tengo que ayudar a Elijah con los cazadores. No podemos permitirnos darles la espalda. En cualquier caso, Armando enviaría a sus hombres aquí para agarrarte. Tienes que ir a un lugar seguro.
Inmediatamente su corazón saltó. Rio podría hacer esto con un toque, con una mirada. Rachael forzó una sonrisa cuando encontró su mirada.
– ¿Sabes lo que me estas pidiendo, verdad? Yo tuve que soportar y mirar a Armando arruinar la vida de Elijah, torturándolo y atormentando por mí. Me usó para hacerle daño a mi hermano. No puede pasar por lo mismo con ustedes. Nunca sobreviviría. Ambos tienen que volver -no miró a su hermano, pero su voz fue ahogada por las lagrimas- Elijah va a tratar de sacrificarse porque piensa que no puede haber ninguna salvación para él. Rio, tienes que encontrar un modo de traerlo a salvo.
Rio beso su boca.
– Prometiste casarte conmigo, sestrilla . Necesitamos a Elijah para una ceremonia apropiada. Puedes estar segura que lo traeré.
– Gracias -Rachael se fue con los miembros de la tribu. Sólo miró atrás una vez, y tanto Elijah como Rio la miraron hasta que estuvo fuera de su vista.
Los dos hombres se miraron, desnudándose a toda prisa, y sin una palabra cambiaron a su forma animal. Era tiempo de cazar.
La primera noche Rio y Elijah tomaron al primer cazador. Tenía el dedo en el gatillo del rifle. Debajo de él, en el suelo, una pequeña cabra lanzó un grito de miedo. Rio sabía que el leopardo espía estaba cerca, un vigilante para los cazadores, pero ya estaba en la trampa del cazador.
La segunda noche el leopardo espía esperaba en los árboles encima de su caza. Sus ojos amarillos brillaron amenazantes. Lo habían hecho parecer inepto, una criatura que se sentía superior a todos y que había fallado en su trabajo, no quería fallar una segunda vez. Fue Elijah quien hizo la segunda caza bajo la nariz del leopardo espía, matando al segundo cazador donde estaba al acecho.
El leopardo descubrió la caza en uno de sus barridos por el área y se volvió loco, rugiendo con rabia, con una promesa de venganza. Corrió por el bosque en dirección de la pequeña choza desierta de Rachael. Rio estaba agradecido que no estuviera allí desde hacia tiempo. El leopardo estaba de mal humor y quería desesperadamente rasgar algo o a alguien en pedazos. Rio lo siguió sin prisa, dejando al intruso gastar su energía. Miró desde la distancia cuando el leopardo destrozó la pequeña choza, estaba tan enfurecido, que deshizo el mobiliario en pequeños palos y rompió el pequeño tazón de orquídeas.
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