– No como tú. -Como si él hubiera dicho las palabras en voz alta y ella las hubiera oído-. Tú no eres quién crees que eres.
Él sabía exactamente quién y qué era. Nunca malgastaba tiempo tratando de blanquear su carácter. Había abrazado al monstruo frío, negándose a caer víctima otra vez. Sería más fuerte, más astuto, más rápido, más despiadado, que cada enemigo que tenía. Y nunca sería vulnerable otra vez -no ante nadie. Ellos se encontrarían ante enemigo implacable que lanzaba puñetazos y no tenía misericordia cuando les golpeaba- a ninguno de ellos. Y esta joven y frágil mujer que miraba el mundo a través de unas gafas de cristal rosa, iba a pertenecerle y él la iba a tomar, tanto si ella quería como si no. No, él era exactamente como sus enemigos, sólo que peor.
Se alejó de la cama, lejos de su atenta mirada. Él era el que tenía el control, no ella. Él no caía presa de su dulzor, ni del modo en que ella le hacía sentirse culpable. Él controlaba a todos en su mundo. No necesitaba a otros. Ellos le necesitaban. Ella no iba a darle la vuelta mirando dentro de su alma y viendo algo que él mantenía oculto del mundo.
Vulnerable. Por un momento ella le hizo sentirse así, como si pudiera herirle, como si tuviera algún poder sobre él que no comprendía. Jake rechazó el sentimiento inmediatamente. Él nunca sería vulnerable otra vez. Ni tampoco su hijo. Miró al bebé en los brazos de ella. No deseaba ni amaba al niño, pero iba a hacer lo correcto por él. Vería que Kyle tuviera todas las ventajas, y mirando al bebé en brazos de Emma, supo que esta mujer era la única que deseaba para su hijo.
Al infierno con todo. Tenía un plan y lo iba a llevar a cabo. Emma y su hijo se beneficiarían. Jake sería justo con ello. Finalmente ella le amaría, incluso si él no pudiera amarla a su vez. Infierno, incluso él podría serle fiel si tenía que hacerlo. Le daría un hogar, Kyle tendría a alguien que sería bueno con él, y ella sería bien cuidada. Estaba seguro de que podría satisfacerla en la cama y enseñarle a satisfacer sus necesidades. Funcionaría para ambos, para todos. Aplastó cualquier humanidad que todavía yaciera dentro de él y endureció el corazón.
Se haría cargo de ella. Un pequeño pedazo a la vez, comenzando aquí, comenzando ahora, justo del modo en que perseguía a las compañías que deseaba. Estudiando a su presa, valorando las debilidades y las vulnerabilidades. Emma necesitaba una casa y dinero mientras estuviera embarazada. Sus abogados serían los únicos que trabajarían en un arreglo, y al igual que los contratos para negocios podían extraviarse, «perderse» o sobornarse, sus abogados podrían demorar cada procedimiento para asegurarse de que ella le necesitaba. Sí, era un bastardo, frío, cruel y calculador, pero se permitió soltar el anzuelo al recordarse que la cuidaría bien, como hacía con todas sus posesiones.
Y no te equivoques, Emma Reynolds. Serás mi posesión.
Emma no sería diferente de Kyle. Él vería todo por ellos y se mantendría emocionalmente lejano. Nadie jamás tomaría lo que él poseía.
Mientras alimentaba al bebé, Emma miró a Jake paseándose por toda el cuarto. Los ojos le brillaban con un poder que la aterrorizaba y la intrigaba. Su cuerpo se movía con una gracia fluida que sugería peligro. Ella sabía que estaba hipnotizada por su fuerza y confianza, por su arrogancia, pero había algo que la eludía, algo sobre él que le era tan familiar que la atraía más que su necesidad de que alguien se hiciera cargo. Y en este momento a ella no le importaba mucho vivir, sólo salvar a su bebé. Si Jake Bannaconni quería encargarse, ella iba a permitírselo -por lo menos un rato.
Él no la conocía, sólo sabía que era joven, y estaba perdida e impotente en este momento. Una vez que pudiera pensar sin que doliera, sin estar tan atemorizada de respirar, estaría bien. Actualmente, no podía tomar decisiones y estar segura de lo que estaba haciendo. Jake parecía saber exactamente que hacía. Y tanto si él se consideraba a sí mismo como un buen hombre o no, una parte de ella se estiraba hacia él, queriendo -no, necesitado- hacer lo que le había pedido. Quería alcanzar más allá del vacío en sus ojos y la vacuidad de su expresión y ver quién era él realmente. Y eso nunca había sucedido antes, ni con su amado Andrew.
Ella besó a Kyle en la frente y se inclinó para cuchichearle en la oreja.
– Todo estará bien. Ya lo verás. No tengas miedo. -Porque ella estaba allí y necesitaba al bebé para enfocar su atención, para darle algo a lo que adherirse. Miró a la cara de Jake y captó una insinuación de satisfacción allí. Lo archivó. Él quería atarla a su hijo. Quizá temía llevar al niño a casa el mismo, y no podía culparle, aunque se rumoreaba que tenía bastante dinero para contratar a un ejército de enfermeras. Cualquiera que fuera su razón, a ella no le importaba realmente, no ahora mismo.
– ¿Cuánto tiempo falta para que Kyle pueda regresar a casa contigo? -preguntó Emma, acariciando con la nariz la cabeza del bebé.
– Los médicos dicen que unos pocos días más. Quieren que engorde un poquito. ¿Qué dicen de ti?
Ella se encogió de hombros.
– Más o menos la misma cosa.
– ¿Tienes alguna familia?
Emma supo instintivamente que él ya tenía la respuesta, pero por alguna razón quería forzarla a admitir la verdad en voz alta.
– No.
En el momento en que lo dijo, comprendió. La dejaba sin nada -sin nadie- y eso la sacudió aún más. Alzó la mirada, intentando ver más allá de su pena porque alguien la cuidara, se estaba poniendo en manos de un completo extraño.
– ¿Estás bien con Kyle? Llamaré a mis abogados para que comiencen otra vez con los arreglos con la compañía de seguros por ti. Y necesito asegurarme de que tengo médicos haciendo cola para cuidarte a ti y a Kyle una vez estemos en casa. ¿Vendrás con nosotros, verdad, Emma? Porque honestamente, realmente necesito tu ayuda.
– ¿Dónde queda tu casa? -Su voz tembló un poco.
– Tengo un rancho en Texas. Poseo propiedades en bastantes lugares, pero el rancho es mi casa principal y donde me gustaría que te quedaras. Puedo contratar ayuda mientras estás en reposo en cama para cuidar de Kyle.
Ella sacudió la cabeza.
– No quiero que gastes tu dinero en mí.
Él encogió los hombros anchos.
– Creo que tengo suficiente para cuidarte sin preocuparme demasiado por pasar hambre.
Ella conocía el nombre Bannaconni. Había oído los cuchicheos por el hospital. Los jet privados, coches exóticos, hombres apresurándose para traerle papeles para firmar y rumores de una nueva ala para el hospital y mucho equipo de última generación.
– Simplemente porque tengas dinero no significa que las personas deban aprovecharse de ti. -Ella sacudió la cabeza-. No quiero eso.
Entonces era la única en el planeta. ¿Era ella realmente demasiado buena para ser verdad? Todos querían algo. Los dedos le picaron por sacudirla. Necesitaba encontrar a un investigador privado para averiguar todo lo que pudiera sobre la pequeña señora Reynolds. Cuanta más información tuviera de ella, mejor equipado estaría para controlarla.
– No te estarás aprovechando de mí. Si lo prefieres, podemos llevar la cuenta de cualquier gasto que contraiga y me puedes pagar cuando establezcamos un arreglo. Aunque no quiero que te engañes. El rancho está muy recluido, muy remoto. No tenemos ni animamos a muchos visitantes, aunque tengo peones que trabajan regularmente para mí y viven en la propiedad, así que no estarás sola cuando tenga que irme de negocios. Podemos conseguir también una ama de llaves temporal para hacerte compañía. Si quieres el trabajo cuando estés más fuerte, cuidando de la casa, de Kyle y de tu bebé, entonces por supuesto lo puedes tener.
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