En aquel entonces me pregunté por qué Peter me lo había contado, un capítulo de la historia de la Jauría que nunca aparecería en el Legado. Más tarde comprendí que pensó que al hacerme conocer un secreto inofensivo de la Jauría, me haría sentir más integrada y me ayudaría a entender mejor a mis hermanos de la Jauría. Peter hacía eso seguido. No es que los demás me excluyeran o me hicieran sentir rechazada. Nada por el estilo. Del único que llegué a dudar al respecto era de Jeremy y quizás eso fuera más problema mío que suyo. Conocí a Logan y a Nick, a través de Clay, antes de convertirme en licántropo. Luego de que me mordieran, los dos estuvieron a mi lado, y cuando estuve dispuesta a aceptar su ayuda hicieron todo lo que estaba a su alcance para levantarme el ánimo. Todo lo que se puede levantar el ánimo a alguien que acaba de enterarse de que se acabó sin remedio la vida que llevó hasta entonces. Cuando conocí a Antonio en mi primera reunión de la Jauría, me lisonjeó y bromeó conmigo y conversó conmigo con tanta facilidad como si me conociera desde hacía años. Pero Peter fue diferente. A él no le bastaba con la aceptación. Siempre hacia un esfuerzo más. Fue el primero que me contó de sus antecedentes, como un tío recién descubierto que me informara cosas de la familia.
Peter fue criado en la Jauría, pero a los veintidós decidió dejarla. No fue por una pelea o por rebelión. Simplemente decidió probar la vida fuera de la Jauría, más bien un ejercicio en el conocimiento de otros estilos de vida que una rebelión contra la Jauría. Como decía Peter, Dominic no lo consideraba ni peligroso fuera de la Jauría ni necesario dentro de ella, de modo que dejó que se fuera. Habiendo obtenido su título universitario en tecnología audiovisual, Peter tomó el trabajo más apasionante que pudo imaginar: técnico de sonido de bandas de rock. Comenzó con bandas que tocaban en bares y, en cinco años, llegó a trabajar en grandes conciertos. Ahí fue que se volvió peligroso su deseo de nuevas experiencias, porque asimiló todo el estilo de vida de las bandas de rock: drogas, alcohol y fiestas interminables. Entonces sucedió algo, algo malo. Peter no me lo explicó, pero dijo que fue algo lo suficientemente malo como para justificar que la Jauría lo matara si llegaba a descubrirlo. Pudo haber corrido a ocultarse con la esperanza de que la cosa pasara. Pero no lo hizo. En vez de eso se puso a analizar su vida y lo que había hecho y advirtió que la cosa no se pondría mejor si escapaba. Simplemente volvería a hacer 1o mismo. Decidió pedir clemencia a la Jauría. Si Dominic ordenaba su ejecución, al menos su primer error sería el último. Sin embargo, esperaba que Dominic lo absolviera, permitiéndole regresar a la Jauría, donde podrían ayudarlo a recuperar el control de su vida. Para tener mayores probabilidades de éxito, apeló al hermano de la Jauría en el que más confiaba. Llamó a Jeremy. En vez de llevar el asunto a Dominic, Jeremy file a Los Ángeles llevando consigo a Clay, que por entonces ya tenía diez años. Mientras Peter cuidaba de Clay, Jeremy pasó una semana borrando todos los rastros del error cometido por Peter. Luego llevó a Peter de regreso a Nueva York y organizó su vuelta a la Jauría sin decir palabra de su mal paso en California. Hoy nadie podría adivinar que Peter hubiese cometido un error de tal magnitud, ni siquiera que hubiese dejado la Jauría. Quería con tanta devoción a Jeremy como Clay y Antonio, aunque a su manera, silenciosa. Jamás discutía ni disentía. Lo único que quedaba del pasado de Peter era su trabajo. Seguía trabajando de técnico en sonido y era uno de los mejores. Habitualmente se iba de gira, pero Jeremy nunca se preocupaba por él ni dudaba de que actuara con absoluta circunspección en el mundo exterior. Jeremy incluso me permitió irme con Peter unas semanas cuando recién comenzaba a orientarme como licántropo. Peter me invitó a acompañarlo en una gira de U2 por Canadá. Fue la mejor experiencia de mi vida, me hizo olvidar los problemas que enfrentaba, lo que era precisamente la intención de Peter.
Mientras pensaba en todo eso, un par de manos me tomaron de las axilas y me levantaron de la silla.
– ¡Despierta! -dijo Antonio, haciéndome cosquillas y luego me dejó caer nuevamente en el sillón. Se inclinó por sobre mi hombro y tomó el Legado.
– Justo a tiempo, Pete. Cinco minutos más de lectura y estaría en coma.
Peter se movió delante de mí, tomó el libro de manos de Antonio e hizo una mueca.
– ¿Somos tan mala compañía que prefieres ocultarte aquí leyendo esa cosa?
Antonio sonrió.
– Creo que no es a nosotros a quien busca evitar, sino a un cierto tornado rubio. Jeremy lo envió de compras con Nicky, así que puedes salir de tu escondite.
– vinimos a decirte si quieres ir a caminar -dijo Peter-. Estirar las piernas, ponernos al día.
– En realidad…
Antonio volvió a tomarme de las axilas y esta vez me obligó a ponerme de pie.
– En realidad iba a buscarnos para decir cuánto nos extrañaba y que se moría por ponerse al día.
– Yo…
Peter me tomó de las muñecas arrastrándome hacia la puerta. Clavé los talones.
– Voy a ir -dije-. Sólo quería decir que vine a leer los archivos, pero Jeremy los debe de haber sacado de aquí. Pensé que podrían servirme para descubrir quién es el responsable de todo esto. ¿A ustedes se les ocurre algo?
– Muchas cosas. -dijo Antonio-. Ahora ven a caminar y te diremos.
Cuando dejamos el jardín y entramos en el bosque, Antonio dijo:
– Yo apuesto a que es Daniel.
– ¿Daniel? -Peter frunció el entrecejo-. ¿De dónde sacas eso?
Antonio alzó la mano y empezó a enumerar las razones.
– Uno, era de la Jauría y sabe lo peligroso que es matar así en nuestro territorio, que no podemos y no nos iremos del lugar. Dos, odia a Clay. Tres, odia a Jeremy. Cuatro, nos odia a todos. Con excepción de a nuestra querida Elena que, convenientemente, estaba fuera de Stonehaven y no se vería afectada, cosa que estoy seguro de que Daniel sabía. Cinco, realmente odia a Clay. Seis -ah, un momento, la otra mano- seis, es un hijo de puta canibal asesino. Siete, ¿dije ya que eligió hacerlo cuando Elena no estaba por aquí? Ocho, Elena podría estar buscando nueva pareja y él podría llamar su atención. Nueve, de veras, de veras, DE VERAS, odia a Clay. Diez, juró vengarse de toda la Jauría, en particular de aquellos miembros que viven actualmente en Stonehaven. Se me acabaron los dedos, amiguito. ¿Cuántos motivos más necesitas?
– ¿Qué tal alguno que tenga que ver con la estupidez suicida? No te ofendas, Tonio pero creo que te imaginas a Daniel metido en esto porque es lo que deseas. Es fácil echarle la culpa y querer voltearlo. Y no es que no me gustaría ser quien lo voltee. Pero si se abren las apuestas, pequeñas, por favor; no tengo tanto capital como tú, yo lo haría por Zachary Cain. Estúpido, bruto. Seguro que se despertó una mañana y pensó: "Ey, ¿por qué no mato a alguna chica en el territorio de la Jauría para divertirme?” Probablemente se preguntó por qué no lo había pensado antes. Porque es estúpido, estúpido.
– Puede ser alguien más insignificante -dije-. Uno de los que odian verse lejos del centro de la cuestión. ¿Algún callejero anduvo haciendo líos últimamente?
– Cosas chicas -dijo Antonio-. Ninguno de las ligas menores anduvo haciendo jugadas grandes. De los cuatro grandes, Daniel, Cain y Jimmy Koenig han estado tranquilos. Karl Marsten mató a un callejero en Miami el invierno pasado, pero no creo que eso lo haya provocado él. No es su modus operandii, a menos que además de matar humanos ahora le guste comerlos. No es probable.
– ¿A quién mató? -pregunté.
– A Ethan Ritter -dijo Peter--. Disputa por una zona. Matanza limpia. Desapareció por completo. Cosa típica de Marsten. Sólo lo supimos porque pasó por Florida en la primavera con una banda. Marsten me encontró, me invitó a cenar, me dijo que había liquidado a Ritter así que podías quitarlo de tus archivos. Tuvimos una linda charla, la cena costó una suma astronómica y él pagó en efectivo. Preguntó si habíamos sabido de ti y envió saludos.
Читать дальше