– Jock dice que Reilly no se preocupará por él -dijo Jane.
– No apostaré por eso. Jock interrumpió su adiestramiento para escapar de Reilly. Reilly tendría que ser un auténtico egomaníaco para estar absolutamente seguro de que el chico nunca ignoraría esa orden de autodestrucción.
– ¡Joder!, eso no puede ocurrir, ¿verdad? -Jane meneó la cabeza-. Va en contra de todas las leyes del instinto de conservación.
– He oído hablar de experimentos suicidas llevados a cabo por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial supuestamente exitosos. La mente puede ser un arma poderosa. De todas maneras, Jock lo cree.
– Y está dispuesto a arriesgar su vida por salvar a MacDuff. -Jane guardó silencio durante un instante-. Y vamos a dejar que lo haga.
– Para salvar, si es posible, a varios miles de personas, además de al señor de Jock.
– Ya lo sé. ¿Para qué crees que estoy aquí? Pero no tiene por qué gustarme. -Sus manos se cerraron sobre los brazos del sillón-. Así que ¿cómo lo hacemos? ¿Cómo conseguimos salir de aquí sin dejar que Grozak sepa que nos hemos ido?
– Con gran dificultad.
– ¿Cómo?
– Tengo que pensar en ello. Y luego está Venable, que lo tenemos prácticamente apostado en nuestra puerta. No podemos meterlo en esto o no tendríamos ninguna esperanza de que nuestra marcha se mantuviera en secreto. No podemos permitir que haya ninguna filtración.
– Es la CIA, ¡Por Dios! Deberían ser capaces de manejar una operación clandestina.
Él la miró sin contestar.
No, Jock había confiado en ella, y Jane tampoco quería pasarle esa responsabilidad a unos extraños.
– De acuerdo, ¿ninguna idea?
– Tengo algún atisbo. -Se recostó en el sillón-. Déjame pensar en ello.
– ¿Podemos utilizar a MacDuff?
Trevor sonrió.
– Se negaría a que alguien pudiera utilizarlo. Pero, casi con absoluta certeza, no tendremos más remedio que meterlo en el lío. Tendríamos que secuestrar a Jock para alejarlo de su señor.
– No estoy tan segura de eso. Jock no quiere que MacDuff se acerque a Reilly.
– ¿Y crees que MacDuff no montaría en cólera y nos seguiría, si intentáramos abusar de Jock sin su supervisión?
– No, supongo que no.
– Y además hice un trato con MacDuff acerca de Reilly.
– ¿Servirle la cabeza de Reilly en una bandeja?
– Podemos decirlo así. Le prometí que si encontraba a Reilly, tendría su oportunidad con él. -Ladeó la cabeza-. Fue un trato que no tuve ningún reparo en hacer, teniendo en cuenta el carácter de Reilly. -Alargó la mano hacia el teléfono-. Lamento despertarte, Bartlett. Tenemos que resolver una situación. ¿Te importa venir a la biblioteca? -Colgó-. No hables con Eve ni Quinn por el momento, Jane.
– ¿Por qué no?
– Cuando llamé a Venable esta noche, me dijo que su equipo técnico interceptó ayer una señal electrónica desconocida en la zona. Puede que Grozak se haya hecho con un teléfono fijo para intervenir la línea telefónica.
– ¡Fantástico! -dijo ella con indignación. -Es justo lo que necesitábamos ahora.
– Lo sortearemos. Puede incluso que podamos sacarle provecho. -Se dirigió a Bartlett cuando éste entró en la habitación-. Nos vamos a Estados Unidos.
– ¿Quieres que solucione el transporte?
– Todavía no. Ya te lo comunicaré. No nos pueden ver salir de aquí, así que tal vez tengamos que reunimos con el piloto en algún lugar lejos de la Pista. Esta vez tendremos que utilizar un piloto distinto. Puede que Kimbrough. Actúa desde París.
– ¿Cuándo partimos?
– Tú no vienes. Te quedas aquí.
Bartlett frunció el entrecejo.
– ¿Por qué he de quedarme? No estoy haciendo nada aquí. Me he aburrido mucho últimamente.
– Tengo la impresión de que eso va a cambiar. -Se volvió a Jane-. Deberías irte a la cama.
¿Estaba intentando deshacerse de ella?
Trevor meneó la cabeza cuando vio su expresión.
– Mañana la cosa puede ser muy dura. Te puedes quedar, si lo deseas, pero sólo voy a inspeccionar el funcionamiento rutinario de la seguridad del castillo y a tratar de mis asuntos de negocios con Bartlett. -Sonrió débilmente-. Te prometo que no voy a ir a ninguna parte sin ti.
Jane se levantó.
– Puedes apostar a que no. -Se dirigió a la puerta-. ¿Cuándo vas a hablar con MacDuff? Quiero estar presente.
– ¿Qué tal a las ocho?
Ella asintió con la cabeza.
– A las ocho.
Pero apenas eran poco más de las seis de la mañana cuando Bartlett llamó a la puerta de Jane.
– Siento despertarte -dijo disculpándose-. Pero MacDuff acaba de irrumpir como un vendaval en la biblioteca, y Trevor me ha enviado a buscarte.
– Estaré allí enseguida. -Saltó de la cama y cogió su bata-. Dame un minuto para que me lave la cara.
– Esperaré. -Bartlett la observó mientras se dirigía corriendo al baño, y le gritó-: Aunque MacDuff parece muy impaciente. No está esperando por nadie para desahogarse. Creo que Jock debe haber decidido contarle la noticia.
– No me sorprende. -Se estaba secando la cara mojada con una toalla cuando salió del baño, y se dirigió a la puerta-. No sé lo imprevisible que era Jock antes, pero ahora es condenadamente voluble.
– No más que MacDuff -murmuró Bartlett mientras echaba a correr detrás de ella.
Jane vio a qué se refería Bartlett cuando entró en la biblioteca. MacDuff estaba de pie, cerniéndose sobre Trevor como la ira de Dios. Tenía los labios apretados, y sus ojos relampaguearon cuando se volvió hacia ella.
– ¿Por qué tuve que enterarme por Jock? ¿Estaban intentando dejarme fuera?
– Lo pensé. En realidad Jock no quería que viniera -dijo Jane secamente-. Pero Trevor dijo que había hecho un trato.
– ¡Qué honorable! -dijo MacDuff con sarcasmo-. ¿Se supone que he de mostrarme agradecido? Nuestro trato era que encontrara a Reilly. Y resulta que Jock va a ir a buscar a Reilly para mí. No los necesito.
– Pero Jock no va a buscar a Reilly para usted -dijo Jane-. Teme por usted. Y quiere que nosotros lo acompañemos.
– Eso es lo que me dijo -gruñó-. Yo podría presionarlo.
– ¿Y quiere hacer eso? -preguntó Trevor-. El equilibrio mental del chico parece tener bastante delicado. Podría desmoronarse o perder la chaveta.
MacDuff no dijo nada durante un momento.
– ¡Maldita sea!, no quiero que se entrometan.
– Eso es difícil -dijo Jane-. Usted no es el único afectado por ese cerdo. Jock nos quiere, y vamos a ir. -Jane le sostuvo la mirada-. Y me trae sin cuidado su trato con Trevor. Según parece, está dispuesto a ignorarlo con tal de deshacerse de nosotros.
– Cierto -murmuró Trevor.
MacDuff siguió mirándola con ira durante otro rato antes de decir entre dientes:
– Muy bien. Vamos juntos. Pero no prometo que esto vaya a quedar así. Si Jock me dice dónde puedo encontrar a Reilly, los perderé de vista.
– Entonces creo que sería justo que tuviéramos la misma oportunidad -dijo Trevor-. Aunque me parece que deberíamos concentrarnos en salir de aquí sin ser vistos, en lugar de en lo que ocurrirá después de que nos centremos en Reilly.
– Nada de CIA -dijo MacDuff con rotundidad-. Nada que pueda alertar a Reilly y lo asuste y provoque que haga algún movimiento para detenernos.
– Eso no hay ni que discutirlo -dijo Trevor-. Y Grozak está vigilando el castillo… y hay muchas posibilidades de que tenga intervenido ya nuestro teléfono. No podemos llamar sin más a un helicóptero para que venga a recogernos.
– No, no podemos. -MacDuff giró sobre sus talones-. Recojan lo que tengan que llevarse y reúnanse conmigo en el establo dentro de una hora.
– ¿Qué?
Читать дальше