– Me dio la impresión de que me odia. -Se humedeció los labios. -¿Y quién puede culparla? La culpa es mía. Nunca debí dejar que Joe…
– En ningún momento noté que pidiera permiso. Dudo de que hubieras podido impedirle algo.
– Lo conozco. Le vi la cara antes de entrar en la casa. Debí darme cuenta de que estaba pensando que algo no estaba bien.
– ¿Me permites recordarte que estabas un poco alterada?
– No. -Apoyó la cabeza contra la ventana. -Se va a morir, Logan.
– Eso no lo sabemos.
– Yo sí lo sé. -Yo… Lo quiero, sabes.
Logan desvió la mirada.
– ¿De veras?
– Sí. Es como el padre y el hermano que nunca tuve. No imagino cómo sería la vida sin Joe. Lo curioso es que nunca antes me puse a pensarlo. Siempre estuvo ahí y para mí siempre iba a estar.
– Todavía no está muerto.
Si Joe moría, ¿iría con Bonnie?
– No llores -exclamó Logan con voz ronca. La tomó entre sus brazos. -Shh… Shh, todo va a salir bien -murmuró, mientras la acunaba-. Déjame ayudarte.
Y la estaba ayudando. Sintió que el calor y el consuelo que brotaban del cuerpo de él comenzaban a rodearla. No podía curar la herida, pero la estaba acariciando y con eso impedía que la soledad se adueñara de ella. Y por el momento, con eso bastaba.
Sandra tenía el entrecejo fruncido cuando volvió al automóvil dos horas más tarde.
Eve se puso tensa.
─¿Y Joe?
– Está mal. No saben si saldrá de ésta. -Sandra subió al asiento trasero. -Lo operaron y está en terapia intensiva.
– Quiero verlo.
– Ni lo sueñes. Solamente dejan entrar a los familiares más cercanos.
– No es justo. Él querría que yo estuviera allí. Necesito… -Eve respiró hondo. Lo importante no era lo que necesitaba ella sino lo que necesitaba Joe. -¿Llegó Diane?
– Sí, justo cuando lo estaban sacando del quirófano. -Sandra hizo una mueca. -Me trató con una frialdad asombrosa. Cualquiera diría que la que le disparó fui yo.
– No es por ti. Está realmente furiosa conmigo. Tú eres mi madre. Seguramente te culpa por haberme traído al mundo.
– Puede ser. Pero creía que me tenía simpatía. Estuve tomando un café con ella hace unas pocas semanas. Creía que las dos le caíamos bien.
– Está alterada. Será distinto cuando Joe se recupere. -Si es que se recuperaba. Si no moría, claro está. -¿Cuándo lo sabrán?
– Quizá mañana. -Sandra vaciló. -Pero no puedo volver allí adentro, Eve. Justo antes de que me fuera, llegó un policía a terapia intensiva, a ver cómo estaba Joe.
Por supuesto. Joe era policía y los policías se cuidaban entre ellos. El hospital pronto estaría lleno de oficiales.
Logan ya estaba arrancando el automóvil.
– Entonces tenemos que salir de aquí. Ya.
– ¿Y Adónde vamos? -preguntó Sandra.
– Les dije a Margaret y a Pilton que se encontraran con nosotros en ese Hardee's cerca de Emory, donde nos encontramos con Quinn. -Logan salió del estacionamiento. -Te llevará a Sanibel y luego hará arreglos para sacarte del país.
– No -objetó Sandra.
Eve se puso rígida.
– Es lo único seguro, mamá. Tienes que hacerlo.
– No tengo por qué hacer nada. -Sandra apretó los labios. -¿Y quién dijo que era lo más seguro? ¿Tú? ¿Logan? A ninguno de los dos les ha ido demasiado bien con esto de mantenerse a salvo y Joe está tendido en una cama de ese hospital. ¿Por qué iba a creer que van a lograr que no me maten a mí también?
Eve sintió una oleada de pánico.
– Mamá, por favor. Tienes que hacerme caso.
– Tonterías. -Sandra la miró a los ojos. -Hice todo lo que Margaret y tú me dijeron que hiciera. Todos me han tratado como si fuera una criatura con retardo mental. Se acabó, Eve.
– Quiero mantenerte a salvo.
– Es lo que pienso hacer. -Se volvió hacia Logan. -Lléveme al Edificio Peachtree Arms. Está a unos metros de Piedmont.
Eve reconoció la dirección.
– ¿Vas a ir a la casa de Ron?
– Por supuesto. Es lo que quise hacer desde un principio.
– ¿Crees que aceptará tenerte allí escondida?
– Pues ya me voy a enterar ¿no te parece? O tal vez lo hablemos y decidamos que es mejor que me entregue como testigo del tiroteo con Fiske. Les pediré que me tengan bajo custodia. Haga lo que hiciera, la decisión va a ser mía. -Miró a Logan. -Lléveme o déjeme bajar del coche.
Él vaciló y luego aceleró.
– Esto puede ser un error, Sandra.
– Sí lo es, no será el primero que cometa. Qué cuernos, he cometido todos los errores posibles, en todo este tiempo. -Se volvió hacia Eve. -No voy a poder ir al hospital, pero llamaré varias veces al día y te haré saber cómo está Joe.
– Mamá, no te arriesgues de esta forma. Jamás me lo perdonaría si te sucediera algo.
– No hables así. Eres mi hija, no mi madre. Tú cuida de ti misma y yo cuidaré de mí. Nada de culpas, caramba. No voy a ser otra Bonnie.
Los ojos de Eve se agrandaron.
– Oh, caray, no me mires así. -Sandra se inclinó hacia delante y le apretó el hombro. -Suéltame, Eve, déjame ir. Y suelta a Bonnie, también.
– No estamos hablando de Bonnie.
– Oh, sí, está aquí cada minuto de cada día. Está detrás de todas tus palabras y tus gestos.
– No es cierto.
Sandra sacudió la cabeza.
– Que la sueltes y la dejes ir no significa que tengas que olvidarla, mi amor. Deja que entre un poco de luz en tu vida. Estás en un lugar muy oscuro.
– Estoy… bien. Todo estará bien cuando esto termine.
– ¿Lo crees de verdad?
– Mamá, no puedo lidiar con esto ahora.
– Bueno, me callo. Sé que estás sufriendo. Pero no trates de manejar mi vida, Eve. Demasiado tiempo me llevó aprender a hacerlo sola.
– Estamos llegando a Piedmont -anunció Logan.
– El Edificio Arms está doblando la esquina.
– ¿Y si Ron no está? -preguntó Eve.
– Tengo llave. -Sandra sonrió. -La tengo desde nuestra tercera salida. Nunca te lo dije porque me intimidabas bastante.
– Nunca te…
– Ya lo sé. -Logan detuvo el automóvil adelante del edificio de departamentos. Sandra bajó del coche y sacó su maleta. -Llamaré cada tres horas al hospital. Si no te llamo es porque Joe sigue igual.
– Ten cuidado. No soporto que te arriesgues así.
– Yo, en cambio, estoy aliviadísima de poder hacer algo por mi cuenta. Me he sentido como un peón, movida de un lado a otro por ti y Logan y hasta por ese tal Fiske. Es hora de que retome el control de mi vida.
Azorada, Eve observó a su madre entrar en el edificio.
– ¿El Ave Fénix resurgiendo de las cenizas? -murmuró Logan.
– Está cometiendo un error. Estoy muerta de miedo.
– Tal vez no sea un error. Ron debe de ser un buen tipo y hará todo lo que esté a su alcance para protegerla.
– ¿Contra Lisa Chadbourne? ¿Contra Timwick?
– Bueno, Fiske ya está fuera de escena. Nuestra primera dama tendrá que contratar a otro matón y eso puede llevar algo de tiempo. Sobre todo si no se entera de inmediato que Quinn lo mató.
– No es suficiente…
– No hay nada que puedas hacer al respecto -le recordó Logan-. Tu madre hizo su elección, Eve. No puedes protegerla si no quiere aceptar tu protección.
– Ella no entiende. Gary y Joe… Ella no entiende lo que puede suceder.
– Creo que lo entiende muy bien. Vio cómo se llevaban a Joe en la ambulancia. No es tonta.
– No dije que fuera tonta.
– ¿Entonces por qué la tratas como si lo fuera?
– Solamente quiero protegerla. No la quiero perder.
– ¿Como perdiste a Bonnie?
– Cállate, Logan.
– De acuerdo, me callaré. Sandra ya te lo dijo todo. -Tomó por la rampa hacia la autopista 185. -Pero, en tu lugar, yo pensaría en lo que ella dijo. Es una mujer inteligente. Muy inteligente.
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