– ¡Ay, Dios!
– ¿Qué pasa? -preguntó Joe, con los ojos clavados en ella.
Eve sentía un nudo en el estómago que no le permitía respirar.
– Da la vuelta. Tenemos que volver al hotel.
─¿Qué?
– Fiske… y Gary. Sé que era Gary.
– No puedes estar segura. Quizá no sea él. Podría tratarse de una trampa.
– ¡Sé que era Gary, carajo! Me llamó Duncan.
– Es una trampa, Eve.
– ¡No me importa! Tenemos que volver.
– Lo haré no bien pueda. Encenderé las luces de emergencia para hacerle señas a Logan.
– Vamos, date prisa. -Eve trató de pensar. Tenía el maletín con los informes de ADN, pero Logan tenía el cráneo. Si era una trampa, tenía que asegurarse de que… -No, detente. Tengo que darle el maletín a Logan.
Salieron de la autopista y Logan se detuvo junto a ellos.
Joe descendió del coche y empujó el maletín hacia Logan.
– Volvemos al hotel, Kessler llamó a Eve. Está en manos de Fiske.
– Sube aquí conmigo, Quinn -ordenó Logan-. Eve, tú espera aquí.
– Ni loca. Vamos, Joe.
Joe encendió el motor.
– Los sigo -dijo Logan.
– ¡Ni se te ocurra! -exclamó Eve con ferocidad-. Ella quiere el cráneo. Si tengo que negociar con el cráneo para salvar a Gary, lo haré. Pero no voy a tener poder para negociar nada si Fiske te lo saca.
– Fiske no me lo va a…
Joe ya había salido como un rayo a la carretera, en dirección al hotel.
Ella quiere el cráneo, Eve.
Dáselo.
Gary.
La puerta de la habitación de Kessler estaba entreabierta y salía luz a través de la estrecha abertura.
– Quédate aquí. -Joe descendió del coche.
– Voy a…
– No me discutas. Mira, esto es lo que voy a hacer. -Sacó la pistola de la funda que llevaba en el hombro. -Todo saldrá bien. -Se apretó contra la pared a un lado de la puerta y la abrió de un puntapié.
No hubo disparos.
Nadie escapó por la puerta.
Nada.
Joe esperó un momento y luego se agazapó y entró.
Eve no soportaba más. Descendió del coche y corrió hacia la puerta.
De pronto, Joe apareció delante de ella y le bloqueó la entrada.
– No, Eve.
– ¿Qué te…? ¡No! -Lo empujó hacia un costado y entró corriendo en la habitación.
Gary estaba tendido en el suelo, en un charco de sangre. Un cuchillo le asomaba por la garganta.
Eve cayó de rodillas junto a él.
– ¿Gary?
– Vamos. -Joe trató de hacerla levantar, pero ella lo apartó. -Tenemos que salir de aquí.
– No podemos dejarlo. -De pronto vio los otros dos cuchillos que tenían clavadas las manos de Gary contra el piso. -Ay, Joe, mira lo que le hizo.
– Ya está, Eve, no hay nada que hacer. Tengo que sacarte de aquí.
Las lágrimas corrían por las mejillas de Eve.
– Lo lastimó. Lo hizo a propósito. Quería que supiera que lo hizo sufrir. Ella quería que yo lo supiera.
– Ahora ya no sufre más.
Eve se balanceaba hacia delante y hacia atrás, presa de un inmenso dolor.
– No es justo. Quería pelear contra ellos. Quería…
– Eve, mírame.
Levantó la vista hacia Joe, pero no lo vio.
Sus ojos…
Él extendió una mano y le acarició el pelo con infinita ternura.
– Perdóname -dijo con suavidad.
Su puño se estrelló contra el mentón de Eve.
Oscuridad.
– ¿Está lastimada? -Logan estaba bajando del coche cuando salió Joe del hotel con Eve en brazos.
– No, ábreme la puerta, por favor.
Logan abrió la puerta del lado del pasajero del automóvil de Joe.
– ¿Qué le pasó? ¿Fue Fiske?
– No, fui yo. -La colocó sobre al asiento y cerró la puerta.
– No quería dejar a Kessler.
La mirada de Logan se clavó sobre la puerta abierta.
– ¿Pero qué…?
– Está muerto.
– ¿Y Fiske?
– No está. -Joe dio la vuelta al automóvil y subió detrás del volante. -Súbete a tu coche y desaparece de aquí. Eve te dijo que no volvieras.
– Pero parecería que Fiske no quiere negociar, después de todo.
– Lo que quería era asustarla. No fue algo agradable. -Sacó una toalla de papel de la guantera. -Sangre. -Comenzó a limpiar las manchas de las manos de Eve. -Mucha sangre.
– Mierda. -Logan tenía los ojos fijos en la cara pálida de Eve. -¿Qué le hiciste?
– La desmayé. -Joe puso el coche en marcha. -Estar allí arrodillada en la sangre de Kessler le iba a hacer mal. Para ella era lo mismo que estuviera Fiske de pie junto a ella con otro cuchillo de carnicero en la mano.
– ¿Cuchillo?
– Te dije que no era algo agradable.
– No le va a gustar que la hayas maltratado.
– Hice lo que tenía que hacer. ¿Estás armado?
– Sí.
– Pero no se lo dijiste a Eve. -Joe sonrió con ironía. -Sabías cuál iba a ser su reacción. Me mandaste al frente a mí, pero tú te cubriste el trasero. Bueno, ten la pistola a mano y mantente bien cerca detrás de mí. Si te asaltan, tal vez pare y te ayude. -Retrocedió el coche. -Si tienes suerte.
Sangre.
Cuchillos.
Clavado.
Oh, Dios, había crucificado a Gary.
Abrió la boca para gritar.
– Despierta. -La estaban sacudiendo. -Despierta, Eve.
Abrió los ojos.
Joe. Joe en el asiento del conductor, junto a ella. A su alrededor, oscuridad.
Un sueño. Había sido un sueño.
– Un sueño…
Joe negó con la cabeza.
– Gary… -Las lágrimas comenzaron a rodarle por las mejillas otra vez. -¿Está muerto?
Joe asintió.
Eve se acurrucó en el asiento, tratando de alejarse de la pesadilla. Pero ésta la envolvía. Sangre. Gary. La mano de Joe sobre su pelo. Oscuridad.
– Me golpeaste -dijo en tono lacónico.
– Tuve que hacerlo -respondió él sin levantar la voz.
– Pensaste que no podría soportarlo.
– Puede ser. Pero de lo que estaba seguro era de que yo no podía soportarlo.
– Ella quiere el cráneo. La otra cara de una moneda… Ni siquiera trató de negociar. Dijo que tenía que seguir adelante. Quería mostrarme que tenía el poder de estirar un brazo y matar a alguien muy cercano a mí.
– Esa parece ser la escena, sí.
– Gary ni siquiera estaba involucrado en el asunto -siguió diciendo Eve, aturdida-. Estaba fuera de esto. Fort Lauderdale… No debimos dejarlo ir solo.
– Creímos que estaría a salvo. No teníamos idea de que Fiske sabía que estábamos en Bainbridge.
Ella quiere el cráneo, Eve.
– ¿Dónde está Logan? -preguntó.
– Unos kilómetros detrás de nosotros.
– ¿Todavía tiene el cráneo?
Joe asintió.
Dale el cráneo.
Me pidió que te diga que no iba a ser el último.
Eve sintió un escalofrío.
– Mi madre.
– Estamos yendo hacia allí.
– Me advirtió que Gary no iba a ser el único. ¿Cuánto falta para llegar?
– Unas tres horas.
– Vamos, apúrate.
– Tranquila.
– No me digas eso. Ella sabe que quiero a mi madre. Es lógico que la elija como otra víctima.
– O que se asegure que vas a pensar eso e irás hacia ella. No es seguro que sepan dónde está tu madre.
– Tampoco nos dimos cuenta de que Fiske sabía que estábamos en Bainbridge. -Apretó los puños y las uñas se le clavaron en las palmas de las manos. -Pero él lo sabía, lo sabía.
– Sí.
– Y ahora podría estar yendo hacia Lanier. Podría ir delante de nosotros.
– Pero no necesariamente para matar a tu madre. Es más probable que quiera ir para allá a tender una trampa. El objetivo es el cráneo, al fin y al cabo.
Eve sacó su teléfono.
– Voy a avisarles.
– Bien. Buena idea. Pero no las asustes hasta el punto de que quieran huir. Tal vez sea mejor que se queden allí hasta que lleguemos. Dile a Pilton que esté alerta.
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