Sintió la mirada de él sobre ella, pero no se volvió. Mantuvo los ojos sobre el sol poniente detrás de los árboles.
Logan no volvió a hablar hasta que estacionó frente a la habitación de Eve.
– Tengo que hablar con Kessler. ¿Cuándo crees que volverá del laboratorio?
Eve miró su reloj. Eran las ocho menos cuarto.
– Tal vez ya esté en su habitación. Teníamos que encontrarnos allí a las ocho para pedir que nos enviaran la cena. -Hizo una mueca. -Bubba Blue's Barbecue. Gary dijo que se imaginaba un lugar con una víbora cascabel dentro de una caja de vidrio, aserrín en el suelo y un cantante de música country gimiendo… ¡Ay, no! -Se le llenaron los ojos de lágrimas. Había estado tan ocupada consolando a Logan que la muerte de Gil no la había golpeado hasta ese momento. ¿Volvería a escuchar alguna vez música country sin recordar a Gil Price?
– Sí. -Logan también tenía los ojos brillosos. -Le dije que le encantaría esta ciudad. Lo único que pasaban por la radio era música country como… -Abrió la puerta abruptamente. -Tengo que ir a mi habitación a darme una ducha y cambiarme. -Tanteó el asiento trasero y sacó la caja con el cráneo. -Me ocuparé de Ben por un rato. Nos encontraremos en la habitación de Kessler dentro de veinte minutos
Eve asintió, aturdida, mientras se disponía a descender por el otro lado. Gil Price, humor, gentileza y un vibrante amor por la vida. Todo eso se había ido. La muerte acechante se había llevado a Gil. ¿Quién sería el siguiente? Logan podría haber muerto con Gil.
La otra cara de una moneda.
Entró en la habitación y sacudió la cabeza al ver la ropa desparramada sobre la cama. Ordenaría ese lío y trataría de…
Al diablo con todo.
Estaba asustada y preocupada. Sintió un escalofrío al ver caer las sombras. No había hablado con su madre desde la noche anterior y necesitaba establecer contacto. Buscó el teléfono en la cartera.
Nadie respondió.
¿Qué diablos pasaba?
Volvió a marcar.
Nada.
La otra cara de una moneda.
Tu posición no es tan firme como crees.
Mamá.
Con mano temblorosa, marcó el número de la habitación de Logan.
– No puedo hablar con mamá. No atiende el teléfono.
– No te asustes. Tal vez…
– No me digas que no me asuste. ¡No puedo hablar con ella!
– Tal vez no sea nada. Hablaré con Pilton y…
– ¿Qué probabilidades hay de que…?
– Hablaré con Pilton -la interrumpió Logan-. Te volveré a llamar -dijo y cortó.
No pasaba nada.
Fiske no la había encontrado.
No pasaba nada.
Sonó el teléfono.
Eve se lanzó a atenderlo.
– Está perfectamente bien -le anunció Logan-. Hablé con ella. Margaret y ella estaban por sentarse a cenar. Su teléfono tenía poca batería.
Estaba bien. Eve sintió un alivio tan intenso que casi se descompuso.
– ¿Cómo está?
– Preocupada por ti. Le gustaría estrangularme, pero está bien. Por un instante Eve no pudo hablar.
– ¿Recuerdas ese buque con destino a la Cochinchina, Logan? -dijo por fin.
– Sí.
– Quiero a mi madre en él.
– Me ocuparé de eso de inmediato. ¿Irás con ella?
Caray, sí, sácame de aquí.
– No, te veré en la habitación de Kessler dentro de quince minutos.
– Tengo una copia del informe de ADN -anunció Gary en cuanto abrió la puerta-. ¿Cuándo llega Quinn con esas muestras para comparar?
– Tendría que llegar pronto. -Eve miró a Logan, que estaba sentado en el sillón del otro lado de la habitación. -¿Logan te contó lo de Gil Price?
Gary asintió.
– Qué desastre.
– Sí. Hiciste todo lo que pudiste, Gary. Nos conseguiste el informe. ¿Por el amor de Dios, ¿quieres irte ya?
– Cuando termine. Cuando tenga las muestras de Quinn.
– No. Ya no te necesitamos. Joe puede ir al laboratorio y…
– No, Duncan. -La voz de Gary era suave, pero firme. -Cuando empiezo algo, lo termino.
– Eso es un disparate. Terminarás como Gil Price. -Se volvió hacia Logan. -Díselo.
– Lo intenté -repuso Logan-. No quiere escuchar.
– Igual que Gil. Gil tampoco quería escuchar. -Eve respiró hondo. -Pero tienes que escuchar. Ella va a… Las dos caras de una moneda.
─¿Qué?
– Lisa Chadbourne. Me llamó por teléfono esta tarde.
Logan se irguió en la silla.
─¿Qué?
– Quería hacer un trato conmigo por el cráneo.
– ¿Por qué no me dijiste que había llamado? -preguntó Logan con brusquedad.
– Piénsalo. ¿Estabas en estado de ánimo como para escuchar? No te hubieras comportado con sensatez.
– Tampoco ahora siento deseos de comportarme con sensatez. ¿Te amenazó?
– En cierta forma.
– ¿Qué forma?
– Me pareció que estaba… triste. ¿Qué importancia tiene? -preguntó en tono impaciente. -Quiero que mi madre y Gary queden fuera de todo esto ¿de acuerdo?
– ¿Dijo algo que pudiera hacerte creer que está al tanto de Bainbridge o del paradero de tu madre?
– Por supuesto que no. Es demasiado inteligente. No va a revelar nada. -Se volvió hacia Gary. -Pero tienes que…
– Lo único que tengo que hacer es llamar a Bubba Blue's Barbecue -la interrumpió Gary-. ¿Quieres costillas o bistec?
– Quiero que te vayas.
– ¿O tal vez un sándwich de carne de cerdo?
– Gary…
El tomó el teléfono y comenzó a marcar.
– Dime qué quieres o te pediré costillas.
Eve lo miró, sintiéndose totalmente impotente. Mierda.
– Bistec.
– Has hecho una buena elección.
Joe Quinn llegó a la puerta media hora después de que el repartidor de Buba hubiera dejado la comida.
– Lo conseguí-anunció, levantando dos bolsas térmicas-. ¿Cuán pronto se puede hacer una comparación?
Eve se volvió ansiosamente hacia Gary.
– ¿Esta misma noche?
El se encogió de hombros.
– Puede ser. Llamaré a Chris para ver si puedo convencerlo de volver esta noche al laboratorio. -Se limpió los dedos y buscó el teléfono. -Váyanse de aquí. Voy a tener que hablar un buen rato. Anoche se lo pasó trabajando para mí y no creo que esto le guste.
Joe abrió la puerta.
– Cuando estés listo, te llevaré en coche hasta el laboratorio, Gary.
Gary levantó una mano.
– ¿Estás bien? -le preguntó Joe a Eve cuando salieron.
– Cómo quieres que esté. Mataron a Gil Price.
Joe miró a Logan.
– ¿Tu amigo?
Logan asintió.
– Oí el asunto de la conferencia de prensa. Todo se está yendo al demonio, ¿no es así?
– Es una buena forma de decirlo.
– ¿Qué piensas hacer con las pruebas de ADN cuando las tengas?
– Tengo algunos amigos en Washington que nos apoyarían siempre y cuando tuviéramos pruebas.
Joe sacudió la cabeza.
– Demasiado riesgoso.
– No, porque tengo a Andrew Bennett de mi lado. Es juez de la Corte Suprema.
– Mejor que un político, pero peligroso de todas maneras.
– ¿Se te ocurre algo mejor?
– Los medios de comunicación.
– Lisa Chadbourne es experta en manejar a los medios.
– Puede ser, pero nómbrame un periodista que no esté dispuesto a hacer volar un gobierno con tal de que se venda el periódico.
– La historia es demasiado extraña -dijo Eve-. Además, nos han puesto tantos obstáculos en el camino que no podremos ni siquiera acercarnos a un periódico.
– Yo podría hacerlo. -Eve negó con la cabeza. -Conozco a un hombre que trabaja en el Atlanta Journal and Constitution. Peter Brown. Ganó el premio Pulitzer hace cinco años.
– Por el amor de Dios, Joe, te arrestarían a ti por dar protección a prófugos.
– Peter mantendrá la boca cerrada.
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