Andreu Martin - No pidas sardina fuera de temporada

Здесь есть возможность читать онлайн «Andreu Martin - No pidas sardina fuera de temporada» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Крутой детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

No pidas sardina fuera de temporada: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «No pidas sardina fuera de temporada»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

No pidas sardina fuera de temporada — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «No pidas sardina fuera de temporada», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Mi padre lo ha hecho -repitio ella con el corazon encogido – porque el Pantasma le obliga, ?verdad?

Bien. No me quedaba otra alternativa. Tarde o temprano tendria que afrontar la verdad.

– El Pantasma y tu padre trabajan juntos -me oi decir-. El Pantasma vende la heroina que le proporciona tu padre.

Clara abrio la boca. La cerro, la volvio a abrir. Sus ojos me odiaron.

Embustero -dijo. Y reacciono gritando-: ?Es mentira!

– Es verdad -insisti, con la sensacion de estar cavando mi propia tumba-. Heroina. Caballo, como la llaman ellos. Son socios. Los dos en el mismo caballo. -No podia callar-. Si uno va a la carcel, le seguira el otro.

– ?Es mentira, mentiroso, embustero, mentiroso!

Y yo, imbecil de mi, presa del panico, tenia que seguir escarbando en la herida. Me salia una especie de agresividad hacia ella. No podia soportar que defendiera al Lejia porque, si lo defendia, si no le odiaba tanto como yo, aquello significaba que estabamos en bandos diferentes. Por eso no podia callar, aunque Clara hubiera empezado a llorar. Creo que los dos teniamos un ataque de histeria.

– No es mentira. ?Tienen un buen negocio y no quieren perderlo, y ya han intentado matar a Elias una vez, y haran lo que haga falta con tal de conservar el chollo!

– ?No, no, no! -se tapaba los oidos para no escucharme.

Se acercaba la ambulancia.

Nos habiamos quedado frente a frente, como mudos, y ahora necesitaba un poco mas de tiempo para explicarle que yo no tenia la culpa de que las cosas fueran como eran, que tal vez la culpa no era ni de su padre, sino del barrio, de aquel estercolero donde todos nos habiamos criado… No se que queria decirle, pero ya era demasiado tarde. Ella lloraba, y la sirena se acercaba y yo no podia olvidar el peligro que corria Elias.

– No… -hice-. Lo siento.

Me miro con los ojos vacios y la expresion ausente, como si de pronto ya no le importara nada. Quizas era yo el que no le importaba, pense asustado.

La ambulancia ya aparecia por una curva, a lo lejos.

– Clara, por favor…

Ni caso.

Tuve que dejarme caer al suelo.

Haciendome el muerto sobre el barro, abriendo un poco, solo un poco, los ojos, la veia a ella de pie a mi lado, muda y tiesa como una estatua, mordiendose la lengua para no volver a llorar. Habria pagado todo lo que tenia por saber lo que estaba pensando, porque me dijera algo, aunque fuera para insultarme.

– Clara…

El estrepito de la ambulancia debia sobreponerse a mi murmullo. De pronto, el vehiculo freno a mi lado, un enfermero se acerco corriendo.

– ?Que le ha pasado? -oi que preguntaba.

Y Clara, casi mordiendo las palabras, y en voz muy alta para darme a entender que estaba hablando conmigo, dijo:

– No lo se. No le conozco de nada. Yo pasaba por aqui, y le he visto…

Me lo estaba diciendo a mi.

– ?Has sido tu quien ha llamado por telefono?

– No.

«?Clara, no me dejes ahora, por favor!»

Me tomaban el pulso. Seguro que lo notarian alterado. En todo caso, las marcas de los golpes que me habia propinado el Pantasma eran lo bastante autenticas como para que me creyeran desmayado. Y, ademas, la lluvia que me empapaba y el barro. Entre una cosa y otra, supongo que daba pena.

Me cogieron por los sobacos y los pies. Me tendieron en la camilla.

«?Un momento!», queria gritar yo. «Un momento, tengo que hablar con la chica…» Pero no podia decir nada. Ya me subian a la ambulancia. «?Es que la vendo yo, la heroina? ?Que te he hecho yo, Clara? ?Es que hubieras preferido no saberlo? ?Vivir con los ojos cerrados? ?No tener que ser la encubridora de tu padre?»

Ya cerraban las puertas y Clara no se habia sentado a mi lado.

– ?Clara! -grite, sin poder evitarlo.

El enfermero que estaba conmigo me puso la mano en el pecho.

– Eh, esta consciente…

La ambulancia salio disparada, alejandome de Clara.

– ?Me oyes, chico? ?Puedes oirme? ?Donde te duele?

Yo sabia donde me dolia. Vaya si lo sabia. Me dolia el estomago, por ejemplo, donde se me habia formado un nudo; me dolia la garganta, y la lengua de mordermela; me dolia Clara. Pero eso no podia decirselo porque no me habria entendido. En realidad, ni yo mismo entendia que una cosa asi pudiera hacer tanto dano.

De modo que, sin abrir los ojos, me concentre en mi papel y segui murmurando tonterias.

– Clara… Clara y oscura… Y grandeeeee… Y lejana…

– Corre -dijo el enfermero a mi lado-. Esta delirando el pobre chico. Creo que le han dado una buena paliza…

– … No me pegueis mas… -gemia yo-. Sere bueno… No lo hare mas…

– Tranquilo, chaval, tranquilo…

Tenia la sensacion de que la ambulancia iba demasiado despacio, de que los otros ganarian la carrera y llegarian antes a la cabecera de la cama de Elias.

– ?Corre… corre…! -delire.

– ?Corre, corre! -deliro el enfermero-. ?Corre o se nos queda!

Imagine que «quedarse» era una expresion de uso en los hospitales para indicar que un paciente estiraba la pata, de modo que lo aproveche.

– ?Que me quedo! -dije-. ?Que me quedo!

El conductor se lanzo a una carrera vertiginosa, hacia la autopista, zigzagueando para esquivar a los demas vehiculos, con la sirena a todo volumen y el pie del acelerador clavado contra la chapa del vehiculo.

Me sentia un poco culpable del ansia provocada en aquellos muchachos, y me sabia mal que arriesgasen sus vidas (y la mia, de paso), pero eso, al lado del miedo de haber perdido para siempre a Clara, era una emocion marginal.

Note que habiamos llegado a la ciudad por una serie de frenazos y acelerones salvajes.

Poco despues, mucho antes de lo que calculaba, antes de que hubiera podido preguntarme que haria a continuacion, nos colabamos en el hospital por el tunel de urgencias.

Puertas que se abrian y se cerraban, manos que tiraban de la camilla y me llevaban hasta la luz blanca. Me ponian en otra camilla, me empujaban hacia un interior que olia a medicinas y desinfectante. Tuve miedo de que me llevaran al quirofano para operarme de alguna cosa.

– ?Que tiene? -preguntaba alguien.

– Le han dado una paliza -explicaba el enfermero-. Delira.

– Posible traumatismo craneal -dijo alguien, muy profesional, como un medico de la tele-. Le haremos un scanner…

No se que dijeron que me harian, pero ya no pude soportar mas el panico. Me incorpore de un salto en la camilla y grite:

– ?Avisen a la policia! ?Unos hombres disfrazados de medicos quieren matar a Elias Gual, en la UVI!

Nadie llego a entender demasiado bien mi mensaje, porque, apenas me levante, uno de los enfermeros se puso a chillar como si hubiera visto al Conde Dracula levantandose de la tumba, y una enfermera se sumo al grito y dejo caer una bandeja llena de instrumental medico que hizo muchisimo ruido. Y yo comprendi que tendria que apanarmelas solo si no queria perder todo el tiempo ganado dando explicaciones. Salte de la camilla y eche a correr.

– ?Un delincuente juvenil…! -gritaba alguien a mis espaldas, como dando a entender que, si al menos fuera un delincuente adulto, la cosa tendria cierta categoria pero que, a mi edad, verguenza deberia darme.

Se oyo una voz que decia:

– ?Eh, tu, donde vas!

El grupo que me perseguia se hacia mas y mas numeroso por momentos. Y creo que yo no habria corrido mas si todas aquellas batas blancas que me perseguian hubieran sido sabanas de fantasmas.

Yo seguia la flecha: hacia la UVI.

Subi escaleras, esquive sillas de ruedas, resbale a lo largo de pasillos encerados, zigzaguee entre medicos que pretendian cortarme el paso, salte por encima de muletas y piernas enyesadas que pretendian ponerme la zancadilla, siempre con el objetivo de las siglas UVI.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «No pidas sardina fuera de temporada»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «No pidas sardina fuera de temporada» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «No pidas sardina fuera de temporada»

Обсуждение, отзывы о книге «No pidas sardina fuera de temporada» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x