Robert Harris - El hijo de Stalin

Здесь есть возможность читать онлайн «Robert Harris - El hijo de Stalin» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1999, ISBN: 1999, Издательство: Plaza & Janés Editores, Жанр: Исторический детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El hijo de Stalin: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El hijo de Stalin»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Rusia zozobra en el caos y muchos añoran un nuevo Stalin, alguien capaz de poner orden con mano dura e implacable. ¿Puede existir en la actualidad un personaje así? ¿Tal vez alguien por cuyas venas corra la misma sangre del dictador? Esta espeluznante hipótesis parece cobrar consistencia cuando Kelso, un profesor de Oxford, visita Moscú invitado a un congreso del gobierno y tiene noticia de dos hechos que podrían cambiar el curso de la historia: en algún lugar se oculta su hijo bastardo. Kelso emprende una peligrosa investigación a lo largo de cuatro días de pesadilla que le llevarán al centro de una verdad casi inimaginable… Obra maestra de su género,
es un vibrante y descarnado thriller político. Su inquietante trama da lugar a la reflexión y su fuerza narrativa cautiva desde la primera página.

El hijo de Stalin — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El hijo de Stalin», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Nadie volvió a verla hasta casi una hora más tarde, a la una, cuando apareció en la parte de atrás de Robotnik. Una mujer de la limpieza, Vera Yanukova, la reconoció y la dejó entrar, y Zinaida fue al guardarropa y retiró una bolsa de cuero (enseñó el ticket; no había error). La mujer le abrió la entrada principal para que saliera, pero Zinaida prefirió marcharse por donde había venido, evitando así los detectores de metales que se ponían automáticamente en marcha cuando se abría la puerta.

De acuerdo con la mujer de la limpieza, estaba nerviosa cuando llegó, pero una vez tuvo la bolsa en su poder parecía de buen humor, tranquila y dueña de sí misma.

34

¿Se quedó dormido Kelso? Más tarde él mismo se preguntó si era posible, pues no tenía ningún recuerdo real de esa larga tarde hasta que oyó pasos en el pasillo y el sonido de alguien que llamaba despacio a la puerta. Y para entonces ya estaban en la periferia norte de Moscú, bañada por la baja luz de octubre que ya caía sobre las interminables hileras de hierro y hormigón de la ciudad.

Viktor bajó despreocupadamente el pie del banco, se levantó y se subió los pantalones. Después quitó la navaja del mecanismo de la cerradura y entreabrió la puerta unos centímetros, y luego por completo. El guardaespaldas se puso rígido, en posición de firmes, y de repente Vladimir Mamantov atravesó el umbral y entró en el compartimiento, trayendo consigo el mismo extraño olor a alcanfor y ácido fénico que Kelso recordaba de su apartamento. Y el mismo puñado de cerdas oscuras en el hoyuelo del mentón.

Era todo sonrisas falsas y disculpas: que cuánto lamentaba que a Kelso le hubieran causado molestias, y qué pena no haber podido encontrarse antes durante el viaje, pero había tenido que atender asuntos más apremiantes. Estaba seguro de que Kelso lo entendía.

Tenía el abrigo desabrochado, la cara lustrosa por el sudor. Mamantov arrojó el sombrero al banco de enfrente de Kelso y se sentó junto a él. Cogió la cartera, sacó los documentos y le hizo señas a Viktor de que se sentara al lado de Kelso; después, llamó al segundo guardaespaldas, que se había quedado en el pasillo, para que cerrara la puerta y no dejara entrar a nadie.

Éste no era el Mamantov que Kelso había conocido siete años antes al salir de la cárcel. Este tampoco era el Mamantov que había visto unos días antes esa misma semana. Éste era Mamantov en su mejor momento otra vez. Mamantov rejuvenecido. Mamantov redux.

Kelso lo miró mientras los gruesos dedos de Mamantov hojeaban el cuaderno y los informes del NKVD.

—Bien —dijo con brusquedad—, excelente. Todo está aquí, creo. Dígame, ¿en serio pensaba destruir todo esto?

—Sí.

—¿Todo?

—Sí.

Miró a Kelso asombrado y sacudió la cabeza.

—Y sin embargo usted anda siempre quejándose y diciendo que hay que desclasificar todos los documentos históricos y estudiarlos.

—A pesar de todo lo habría destruido. Para frenarlo a usted.

Kelso sintió la creciente presión del codo de Viktor en sus costillas; sabía que el joven estaba deseando una ocasión para hacerle daño.

—¡Ah! ¿Entonces hay que dar vía libre a la historia sólo cuando se adecúa a los intereses personales de los que dirigen los archivos? — Mamantov volvió a sonreír—. ¿Ha quedado alguna vez más al descubierto el mito de la «objetividad» de Occidente? Ya veo que tendré que volver a guardarme estos documentos para que estén a buen recaudo.

—¿Volver a guardárselos? —dijo Kelso, que no pudo evitar un tono de incredulidad en su voz—. ¿Me está diciendo que ya los tenía antes?

Mamantov ladeó la cabeza con elegancia.

En efecto. Mamantov había vuelto a poner los papeles en la cartera y abrochó las correas. Sin embargo, por alguna razón aún no podía marcharse. Después de todo, había esperado mucho tiempo este momento. Quería que Kelso supiera. Habían pasado quince años desde que Yepishev le hablara por primera vez de este «cuaderno de hule negro», y nunca había perdido la fe en que algún día lo encontraría. Y luego, como un milagro, en las horas más oscuras de la causa, ¿quién apareció en las listas de miembros de Aurora sino el mismísimo Papú Rapa-va, cuyo nombre había aflorado con tanta frecuencia en los archivos del KGB? Mamantov lo había mandado llamar. Y después, por fin, vacilante y de mala gana al principio, pero finalmente por lealtad a su nuevo jefe, Rapava le había contado lo ocurrido la noche del ataque de apoplejía de Stalin.

Mamantov había sido el primero en oír esa historia.

Eso había tenido lugar un año antes.

Había tardado nueve meses enteros en entrar en el jardín de la mansión de Beria, en la calle Vspolni. ¿Y sabe lo que había tenido que hacer? ¿No? Había tenido que montar una promotora inmobiliaria — Moskprop— y comprar el maldito lugar a sus propietarios, el antiguo KGB, aunque la verdad es que no había sido demasiado difícil, porque Mamantov tenía muchos amigos en la Lubianka, amigos que, por una comisión, vendían sin problemas bienes públicos por una fracción de su auténtico valor. Algunos lo llamaban corrupción, o incluso robo. Pero él prefería la palabra occidental: privatización.

En virtud de las condiciones de su contrato de arrendamiento, los tunecinos habían sido echados en agosto, y Rapava había llevado a Mamantov hasta el lugar exacto del jardín. Alguien había retirado la caja de herramientas. Mamantov había leído el cuaderno y volado a Arcángel, siguiendo exactamente la misma ruta que Kelso y O’Brian hacia el corazón del bosque. Y había visto la posibilidad en el primer momento. Pero él también tenía el don —el genio, lo llamaría él, pero dejaba que eso lo juzgaran los otros—, el ingenio, digamos, de reconocer lo que Kelso había demostrado con tanta autoridad: que la historia, al final, es una cuestión subjetiva y no objetiva.

—Supongamos que yo hubiera regresado a Moscú con nuestro común amigo, que hubiera convocado una rueda de prensa y anunciado que era el hijo de Stalin. ¿Qué habría pasado? Yo se lo diré. Nada, no me habrían hecho caso. Se habrían reído de mí. Y acusado de falsificación. ¿Y por qué? —Señaló a Kelso con el dedo índice—. Porque los medios de comunicación están en manos de fuerzas cosmopolitas que odian a Vladimir Mamantov y a todo lo que representa. Oh, pero si el doctor Kelso, el niño mimado de los cosmopolitas… sí, si Kelso le dice al mundo entero: «Mirad, os traigo al hijo de Stalin», eso es otra cosa, naturalmente.

Por eso habían convencido al hijo de que esperase unas semanas más, hasta que otros desconocidos aparecieran con el cuaderno.

(Y eso explicaba muchas cosas, pensó Kelso: la extraña sensación experimentada en Arcángel, la sensación de que, de alguna manera, lo habían estado esperando: el funcionario comunista, Vavara Safanova, el propio hijo de Stalin: «¿Sois vosotros, eh? ¿De verdad sois vosotros? Y yo soy el que andáis buscando…»)

—¿Y por qué yo? —preguntó.

—Porque me acordé de usted. Recordé cómo se ganó mi confianza para entrevistarme cuando yo acababa de salir de Lofortovo después del golpe. Recordé su jodida arrogancia, su confianza en que usted y los suyos habían ganado y que yo estaba acabado. Esa mierda que escribió sobre mí… ¿Qué fue lo que dijo Stalin? «Elegir la víctima, preparar minuciosamente los planes, consumar una venganza implacable y después irse a dormir… No hay nada más dulce en el mundo.» Dulce. Eso es. Nada más dulce en el mundo.

Zinaida Rapava llegó a la estación Yaroslavl de Moscú unos minutos después de las cuatro. (Las autoridades nunca pudieron comprobar fehacientemente qué hizo en las tres horas desde que salió de Robotnik, aunque testigos sin confirmar hablan de una mujer que responde a su descripción en el cementerio de Troekurovo, donde estaban enterrados su madre y su hermano.)

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El hijo de Stalin»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El hijo de Stalin» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El hijo de Stalin»

Обсуждение, отзывы о книге «El hijo de Stalin» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x