Umberto Eco - El nombre de la rosa
Здесь есть возможность читать онлайн «Umberto Eco - El nombre de la rosa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1982, ISBN: 1982, Издательство: Lumen, Жанр: Исторический детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El nombre de la rosa
- Автор:
- Издательство:Lumen
- Жанр:
- Год:1982
- Город:Barcelona
- ISBN:978-84-264-1437-3
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El nombre de la rosa: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El nombre de la rosa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Valiéndose de características propias de la novela gótica, la crónica medieval, la novela policíaca, el relato ideológico en clave y la alegoría narrativa,
narra las actividades detectivescas de Guillermo de Baskerville para esclarecer los crímenes cometidos en una abadía benedictina… Y a esta apasionante trama debe sumarse la admirable reconstrucción de una época especialmente conflictiva, reconstrucción que no se detiene en lo exterior sino que ahonda en las formas de pensar y sentir del siglo XVI.
El nombre de la rosa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El nombre de la rosa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
—No te entiendo —dijo Jorge—. Estás orgulloso de poder mostrarme cómo siguiendo tu razón has podido llegar hasta mí, y, sin embargo, me demuestras que has llegado siguiendo una razón equivocada. ¿Qué quieres decirme?
—A ti, nada. Sencillamente, estoy desconcertado. Pero no importa. El hecho es que estoy aquí.
—El Señor tocaba las siete trompetas. Y, a pesar de tu error, has oído un eco confuso de ese sonido.
—Eso ya lo dijiste en tu sermón de ayer noche. Tratas de convencerte de que toda esta historia se ajusta a un plan divino, para no tener que verte como un asesino.
—No he matado a nadie. Cada uno ha caído siguiendo su destino de pecador. Yo sólo he sido un instrumento.
—Ayer dijiste que también Judas fue un instrumento. Sin embargo, se condenó.
—Acepto el riesgo de la condenación. El Señor me absolverá, porque sabe que he obrado por su gloria. Mi deber era custodiar la biblioteca.
—Hace apenas un momento estabas dispuesto a matarme también a mí, e incluso a este muchacho…
—Eres más sutil, pero no mejor que los otros.
—¿Y ahora qué sucederá? Ahora que he deshecho tu trampa.
—Veremos. No quiero necesariamente que mueras. Quizá logre convencerte. Pero antes dime cómo adivinaste que se trataba del segundo libro de Aristóteles.
—Sin duda, no me habrían bastado tus anatemas contra la risa, ni lo poco que pude averiguar sobre la discusión que tuviste con los otros. Me han ayudado algunas notas que dejó Venancio. Al principio, no entendí lo que quería decir. Pero contenían ciertas alusiones a una piedra desvergonzada que rueda por la llanura, a las cigarras que cantarán debajo de la tierra, a las venerables higueras. Yo había leído antes algo así: lo he verificado en estos días. Son ejemplos que Aristóteles ya daba en el primer libro de la Poética, y en la Retórica. Después recordé que para Isidoro de Sevilla la comedia era algo que cuesta stupra virginum et amores meretricum… [157] «violaciones de doncellas y amores de meretrices».
Poco a poco fue dibujándose en mi mente este segundo libro, tal como habría debido ser. Podría contártelo casi todo, sin tener que leer las páginas envenenadas. La comedia nace en las komai, o sea en las aldeas de campesinos: era una celebración burlesca al final de una comida o de una fiesta. No habla de hombres famosos ni de gente de poder, sino de seres viles y ridículos, aunque no malos. Y tampoco termina con la muerte de los protagonistas. Logra producir el ridículo mostrando los defectos y los vicios de los hombres comunes. Aquí Aristóteles ve la disposición a la risa como una fuerza buena, que puede tener incluso un valor cognoscitivo, cuando, a través de enigmas ingeniosos y metáforas sorprendentes, y aunque nos muestre las cosas distintas de lo que son, como si mintiese, de hecho nos obliga a mirarlas mejor, y nos hace decir: Pues mira, las cosas eran así y yo no me había dado cuenta. La verdad alcanzada a través de la representación de los hombres, y del mundo, peor de lo que son o de lo que creemos que son, en todo caso, peor de como nos los muestran los poemas heroicos, las tragedias y las vidas de los santos. ¿Estoy en lo cierto?
—Casi. ¿Lo has reconstruido leyendo otros libros?
—Con la mayoría de los cuales estaba trabajando Venancio. Creo que hacía tiempo que iba detrás de este libro. Debe de haber leído en el catálogo la misma referencia que después leí yo, y debe de haber comprendido que aquel era el libro que estaba buscando. Pero no sabía cómo entrar en el finis Africae. Cuando oyó que Berengario se lo mencionaba a Adelmo, se lanzó como el perro que sigue el rastro de una liebre.
—Así fue. Me di cuenta en seguida. Comprendí que había llegado el momento de defender la biblioteca con uñas y dientes…
—Y pusiste el ungüento. Debe de haberte costado bastante… en la oscuridad.
—Mis manos ya son capaces de ver mejor que tus ojos. También robé un pincel del laboratorio de Severino. Y yo también me puse guantes. Fue una buena idea, ¿verdad? Tardaste mucho en descubrirla…
—Sí. Pensaba en un dispositivo más complejo, en un diente envenenado o en algo por el estilo. Debo decir que tu solución era ejemplar: la víctima se envenenaba sola, y justo en la medida en que quería leer…
Me estremecí al comprobar que en aquel momento esos dos hombres, enfrentados en una lucha mortal, se admiraban recíprocamente, como si cada uno sólo hubiese obrado para obtener el aplauso del otro. De golpe pensé que las artes que había desplegado Berengario para seducir a Adelmo, y los gestos simples y naturales con que la muchacha había suscitado mi pasión y mi deseo, no eran nada —en cuanto a la astucia y a la frenética habilidad para conquistar al otro— comparados con el acto de seducción que estaban contemplando mis ojos, y que se había desplegado a lo largo de siete días, en los que cada uno de los interlocutores había dado, por decirlo así, misteriosas citas al otro, cada uno con el secreto deseo de obtener la aprobación del otro, del otro temido y odiado.
—Pero ahora dime —estaba diciendo Guillermo—, ¿por qué? ¿Por qué quisiste proteger este libro más que tantos otros? ¿Por qué, si ocultabas tratados de nigromancia, páginas en las que se insultaba, quizá, el nombre de Dios, sólo por las páginas de este libro llegaste al crimen, condenando a tus hermanos y condenándote a ti mismo? Hay muchos otros libros que hablan de la comedia, y también muchos otros que contienen el elogio de la risa. ¿Por qué éste te infundía tanto miedo?
—Porque era del Filósofo. Cada libro escrito por ese hombre ha destruido una parte del saber que la cristiandad había acumulado a lo largo de los siglos. Los padres habían dicho lo que había que saber sobre el poder del Verbo y bastó con que Boecio comentase al Filósofo para que el misterio divino del Verbo se transformara en la parodia humana de las categorías y del silogismo. El libro del Génesis dice lo que hay que saber sobre la composición del cosmos, y bastó con que se redescubriesen los libros físicos del Filósofo para que el universo se reinterpretara en términos de materia sorda y viscosa, y para que el árabe Averroes estuviese a punto de convencer a todos de la eternidad del mundo. Sabíamos todo sobre los nombres divinos, y el dominico enterrado por Abbone, seducido por el Filósofo, los ha vuelto a enunciar siguiendo las orgullosas vías de la razón natural. De este modo, el cosmos, que para el Areopagita se manifestaba al que sabía elevar la mirada hacia la luminosa cascada de la causa primera ejemplar, se ha convertido en una reserva de indicios terrestres de los que se parte para elevarse hasta una causa eficiente abstracta. Antes mirábamos el cielo, otorgando sólo una mirada de disgusto al barro de la materia; ahora miramos la tierra, y sólo creemos en el cielo por el testimonio de la tierra. Cada palabra del Filósofo, por la que ya juran hasta los santos y los pontífices, ha trastocado la imagen del mundo. Pero aún no había llegado a trastocar la imagen de Dios. Si este libro llegara… si hubiese llegado a ser objeto de pública interpretación, habríamos dado ese último paso.
—Pero, ¿por qué temes tanto a este discurso sobre la risa? No eliminas la risa eliminando este libro.
—No, sin duda. La risa es la debilidad, la corrupción, la insipidez de nuestra carne. Es la distracción del campesino, la licencia del borracho. Incluso la iglesia, en su sabiduría, ha permitido el momento de la fiesta, del carnaval, de la feria, esa polución diurna que permite descargar los humores y evita que se ceda a otros deseos y a otras ambiciones… Pero de esta manera la risa sigue siendo algo inferior, amparo de los simples, misterio vaciado de sacralidad para la plebe. Ya lo decía el apóstol: en vez de arder, casaos. En vez de rebelaros contra el orden querido por Dios, reíd y divertíos con vuestras inmundas parodias del orden… al final de la comida, después de haber vaciado las jarras y botellas. Elegid al rey de los tontos, perdeos en la liturgia del asno y del cerdo, jugad a representar vuestras saturnales cabeza abajo… Pero aquí, aquí… —y Jorge golpeaba la mesa con el dedo, cerca del libro que Guillermo había estado hojeando—, aquí se invierte la función de la risa, se la eleva a arte, se le abren las puertas del mundo de los doctos, se la convierte en objeto de filosofía, y de pérfida teología… Ayer pudiste comprobar cómo los simples pueden concebir, y realizar, las herejías más indecentes, haciendo caso omiso tanto de las leyes de Dios como de las de la naturaleza. Pero la iglesia puede soportar la herejía de los simples, que se condenan por sí solos, destruidos por su propia ignorancia. La inculta locura de Dulcino y de sus pares nunca podrá hacer tambalearse el orden divino. Predicará la violencia y morirá por la violencia, no dejará huella alguna, se consumirá como se consume el carnaval, y no importa que durante la fiesta se haya producido en la tierra, y por breve tiempo, la epifanía del mundo al revés. Basta con que el gesto no se transforme en designio, con que esa lengua vulgar no encuentre una traducción latina. La risa libera al aldeano del miedo al diablo, porque en la fiesta de los tontos también el diablo parece pobre y tonto, y, por tanto, controlable. Pero este libro podría enseñar que liberarse del miedo al diablo es un acto de sabiduría. Cuando ríe, mientras el vino gorgotea en su garganta, el aldeano se siente amo, porque ha invertido las relaciones de dominación: pero este libro podría enseñar a los doctos los artificios ingeniosos, y a partir de entonces ilustres, con los que legitimar esa inversión. Entonces se transformaría en operación del intelecto aquello que en el gesto impensado del aldeano aún, y afortunadamente, es operación del vientre. Que la risa sea propia del hombre es signo de nuestra limitación como pecadores. ¡Pero cuántas mentes corruptas como la tuya extraerían de este libro la conclusión extrema, según la cual la risa sería el fin del hombre! La risa distrae, por algunos instantes, al aldeano del miedo. Pero la ley se impone a través del miedo, cuyo verdadero nombre es temor de Dios. Y de este libro podría saltar la chispa luciferina que encendería un nuevo incendio en todo el mundo; y la risa sería el nuevo arte, ignorado incluso por Prometeo, capaz de aniquilar el miedo. Al aldeano que ríe, mientras ríe, no le importa morir, pero después, concluida su licencia, la liturgia vuelve a imponerle, según el designio divino, el miedo a la muerte. Y de este libro podría surgir la nueva y destructiva aspiración a destruir la muerte a través de la emancipación del miedo. ¿Y qué seríamos nosotros, criaturas pecadoras, sin el miedo, tal vez el más propicio y afectuoso de los dones divinos? Durante siglos, los doctores y los padres han secretado perfumadas esencias de santo saber para redimir, a través del pensamiento dirigido hacia lo alto, la miseria y la tentación de todo lo bajo. Y este libro, que presenta como milagrosa medicina a la comedia, a la sátira y al mimo, afirmando que pueden producir la purificación de las pasiones a través de la representación del defecto, del vicio, de la debilidad, induciría a los falsos sabios a tratar de redimir (diabólica inversión) lo alto a través de la aceptación de lo bajo. De este libro podría deducirse la idea de que el hombre puede querer en la tierra (como sugería tu Bacon a propósito de la magia natural) la abundancia del país de Jauja. Pero eso es lo que no debemos ni podremos tener. Mira cómo los monjecillos pierden toda vergüenza en esa parodia burlesca que es la Coena Cypriani . ¡Qué diabólica transfiguración de la escritura sagrada! Sin embargo, lo hacen sabiendo que está mal. Pero si algún día la palabra del Filósofo justificase los juegos marginales de la imaginación desordenada, ¡oh, entonces sí que lo que está en el margen saltaría al centro, y el centro desaparecería por completo! El pueblo de Dios se transformaría en una asamblea de monstruos eructados desde los abismos de la terra incognita, y entonces la periferia de la tierra conocida se convertiría en el corazón del imperio cristiano, los arimaspos estarían en el trono de Pedro, los blemos en los monasterios, los enanos barrigones y cabezudos en la biblioteca, ¡custodiándola! Los servidores dictarían las leyes y nosotros (pero entonces tú también) tendríamos que obedecer en ausencia de toda ley. Dijo un filósofo griego (que tu Aristóteles cita aquí, cómplice e inmunda auctoritas) que hay que valerse de la risa para desarmar la seriedad de los oponentes, y a la risa, en cambio, oponer la seriedad. La prudencia de nuestros padres ha guiado su elección: si la risa es la distracción de la plebe, la licencia de la plebe debe ser refrenada y humillada y atemorizada mediante la severidad. Y la plebe carece de armas para afinar su risa hasta convertirla en un instrumento contra la seriedad de los pastores que deben conducirla hacia la vida eterna y sustraerla a las seducciones del vientre, de las partes pudendas, de la comida, de sus sórdidos deseos. Pero si algún día alguien, esgrimiendo las palabras del Filósofo y hablando, por tanto, como filósofo, elevase el arte de la risa al rango de arma sutil, si la retórica de la convicción es reemplazada por la retórica de la irrisión, si la tópica de la construcción paciente y salvadora de las imágenes de la redención es reemplazada por la tópica de la destrucción impaciente y del desbarajuste de todas las imágenes más santas y venerables… ¡Oh, ese día también tú, Guillermo, y todo tu saber, quedaríais destruidos!
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El nombre de la rosa»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El nombre de la rosa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El nombre de la rosa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.