– ¿Conoces el desarrollo de la historia, extranjero? Aquí, en este lugar, sobre el Palatino, Rómulo fundó una ciudad, como se lo prometieron los auspicios. Eso fue hace 767 años. Remo se mofó de su hermano y saltó por encima de la mezquina murallita que este había levantado en derredor de su fundación. Rómulo montó en cólera y lo mató. ¿Por qué, alejandrino, por qué, pregunto, Remo no mató a Rómulo, de manera tal que hoy Roma se llamaría Rema, si para ambos salió la misma estrella cuando se produjo su alumbramiento, y, no obstante, uno fue asesino y el otro víctima?
El astrólogo sonrió. – ¿Por qué no cuentas el final de la historia, César? ¿Por qué callas el final del rey de los romanos? ¿No aconteció que mientras Rómulo revistaba su ejército en el Campo de Marte, el cielo se oscureció en pleno día y el fundador de Roma fue elevado hasta los dioses?
– ¡Así sucedió, en efecto!
– Aconteció, pues, de día.
– No, era de noche, es decir, noche y día al mismo tiempo. Tan sólo parecía ser de noche, porque el sol se había ofuscado, pero en realidad era de día. ¿A qué viene este circunloquio?
– ¿Ves? -replicó el alejandrino-. ¿Quién dice que Remo sufrió una desgracia al ser matado por su hermano?
Ciertamente, la impresión era que Rómulo le había causado un terrible daño, pero quizás eso significó para él una gran dicha.
Le grité entonces, lo traté de sofista, lo llamé Protágoras, Gorgias, Hipias y Prodico por emitir dos fallos sobre una cosa. Luego otdené a los pretorianos que lo arrojaran fuera y le eché un aureus .
Canalla de astrólogos.
No hallo tiempo para continuar. Cuando expulsé al alejandrino, se dejó olvidado un legajo de escritos y desde que comencé a leerlos, no he podido dejarlos. Es la ciencia secreta de los astros. ¡Júpiter, cuánta sabiduría! ¿Seré un cautivo del círculo de animales?
Concededme otro día de meditación.
Un día no basta, por todos los dioses, nos sería necesaria una vida entera. Esto lo dice el emperador César Augusto en las nonas de junio.
Nil nisi istud.
Nil nisi istud.
Mandé buscar al alejandrino. ¿Podía sospechar que en aquel hato de escritos arrugados se ocultaban todos los enigmas del universo? Todos los albergues son inspeccionados y las puertas vigiladas. Lo buscan hasta en el puerto de Ostia. No conozco siquiera su nombre. Atrox Fortuna ¿por qué me has castigado haciéndome ignorar su sabiduría, cuando mil preguntas me acosan?
Toda una vida estuve rodeado de cabezas perfumadas y bien peinadas, que se hacían llamar astrólogos, creí ciegamente en sus vagas profecías, seguí su consejo, mandé erigir un templo al cometa y lleno de gratitud recompensé con oro toda buena nueva. Ahora, después de tomar conocimiento de los escritos del alejandrino, comprendo que fui llevado de las narices como Polifemo por Ulises y sus compañeros, pues el cometa que durante los primeros siete días de mi gobierno surcó el cielo boreal y fue visto en todas las comarcas, no tenía ningún significado halagueño (como sucede con todos los cometas que recorren el firmamento) según me vaticinaron. Los astrólogos dijeron que era mi estrella en ascenso para la salvación del mundo y para cosechar el favor de los romanos, anunciaron al pueblo que el fenómeno celeste señalaba la acogida del Divino entre los inmortales. Hoy sé que aquella luz del cielo y su cola anunciaban las terribles guerras civiles del este.
Los cometas son el anuncio de grandes desgracias, pero estas no vienen porque las precedió ese fenómeno, sino los fenómenos se anticiparon porque aquellas debían producirse.
Si he comprendido correctamente los escritos del alejandrino, intentaré explicar esta diferencia, pues detrás de ella se esconde el significado total de la astrología. ¿Dónde empezaré?… En Babilonia, en el confín oriental del Imperio.
Allá en la Mesopotamia, se observa desde tiempos remotos el sol, la luna y los planetas. Hombres sabios compararon su trayectoria y su constelación con los acontecimientos de su país, con catástrofes, guerras, carestía, pestes, merced e inclemencia para los humanos, y al cabo de centurias de practicar estas confrontaciones descubrieron regularidades. Desde un principio inclinaron sus testas reverentes frente al sol y la luna, dadores de luz y vida, pero a los planetas les dieron los nombres de sus máximas deidades: Istar, por la diosa del amor; Marduc, por el dios creador; Nergal por el dios de la peste y de la muerte; Ninurtu, por el dios de la guerra y de la caza, y Nabu por el dios de la sabiduría.
Nosotros, los romanos, dimos a los planetas los nombres de nuestros dioses: Venus, Júpiter, Marte, Saturno y Mercurio, de los cuales, Júpiter y Venus causan el bien, Marte y Saturno el mal., aquellos de naturaleza cálida y húmeda, estos fríos y secos, mientras Mercurio se inclina ora por el bien, ora por el mal. Sol, Júpiter, Saturno y Marte son de naturaleza masculina y, según los escritos del alejandrino, se ocupan del trabajo diurno; en cambio, Luna y Venus son del género femenino y su tiempo es la noche. Mercurio fluctúa entre ambos, un hermafrodita veleidoso y ora muestra aquí, ora allá su temperamento cambiante. De hecho, los dioses planetarios alimentan ideas de fuga, pero Sol los vigila secretamente, les permite evadirse hasta un determinado punto, y entonces los hace regresar con brazo fuerte. A diferencia de la tierra que gira por el universo hacia la derecha, el sol, la luna y los planetas lo hacen en dirección contraria, de modo que la atmósfera no se aglomera hacia un lado para formar una masa inerte, sino que es seccionada y dispersada por las órbitas de los planetas.
Todo esto se conoce desde hace más de mil años, y es irrefutable en teoría, pero, según las anotaciones de los sabios, el rastro de evasión de los planetas deja su efecto en la tierra. Así, en los escritos se sabe informar que un planeta a 15 grados de distancia del sol (el gremio de astrólogos alejandrinos llama a esta situación egkarsios , lo que en nuestro idioma significa algo así como sesgo) es particularmente eficaz por su importancia determinante para bien o para mal. Pero si se acerca más al sol, cae bajo sus rayos, se hace invisible y pierde su influencia. En general, sus escritos consideran favorables el propodismos , su avance, y el protos sterigmos , la primera detención, y desfavorables el deuteros sterigmos , segunda detención y el anapodismos , la marcha regresiva. Cuando un planeta es cercado por otros dos, el presagio puede ser benigno u ominoso, ya sea que quede en medio de los malévolos Marte y Saturno o de los auspiciosos Júpiter y Venus. Los sabios llaman agathopoioi a estos dadores de alegría y kakopoioi a los malignos.
Las órbitas que forman los astros son de proporciones diversas. ¡Cuánta sabiduría puede intuirse en la aparición de Saturno! Ocupa la posición más elevada y, sin embargo, nos parece el más pequeño. Necesita treinta años para regresar a su punto de partida. Por su naturaleza, sería frío e inerte. Júpiter necesita doce años para recorrer su trayectoria, Marte sólo la sexta parte, y Venus ni siquiera la doceava parte. De los dioses planetarios Venus es el más fascinante para mí, y no sólo para mí, pues a Venus todos los pueblos le han dado muchos nombres como madre de los dioses, Isis entre los egipcios y Juno en nuestra prehistoria. Si aparece en el cielo antes que amanezca se la llama Lucifer, pero si lo hace al ponerse el sol, recibe el nombre de Vesper. Esto ya lo dijo Pitágoras el año 42 ab urbe condita . Cuando Venus asoma, brinda rocío vivificante, fecunda con ternura el vientre de la tierra e incita a todo ser viviente a la procreación. Es como Atia, mi madre. Sí, creo que Atia es Venus.
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