Sara Paretsky - Punto Muerto

Здесь есть возможность читать онлайн «Sara Paretsky - Punto Muerto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Punto Muerto: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Punto Muerto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El jugador de los halcones Negros de Chicago, Boom Boom Warshawski, fue una leyenda del hockey. Más de mil personas asisten a su funeral, consternados al enterarse de que ha resbalado en un muelle y se ha ahogado. La policía se apresura a declarar que ha sido un accidente. Y no les gusta la idea de que V.I. Warshawski, meta su nariz femenina en un caso tan evidente. Pero entre atentados contra su propia vida y tragos de scotch, la intrépida e ingeniosa detective, se abre camino a través de un mundo de silos de cereal y cargueros de mil toneladas. Se introducirá en una senda que le hará descubrir si se está tomando las cosas de un modo demasiado personal o si su adorado Boom Boom fue en realidad asesinado…

Punto Muerto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Punto Muerto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Las fotocopias de los contratos de embarque de la Eudora estaban listas a las diez de la mañana siguiente. Las metí en un bolso grande de lona. Envolví los originales en papel marrón fuerte y les puse cinta adhesiva. Al ponerme a escribir el nombre de Janet encima, me di cuenta de que no sabía su apellido. Las mujeres no tienen más que nombres en el mundo de los negocios. Lois, Janet, el señor Phillips, el señor Warshawski. Por eso uso yo mis iniciales.

Llegué al puerto antes de comer y le dejé el paquete a la recepcionista de la Eudora. Luego me fui hasta la entrada principal, donde Grafalk y Bledsoe tenían sus oficinas. El guarda me dio un poco la lata porque no tenía pase, pero le convencí de que tenía que hablar con alguien de la Pole Star, y él me dio un permiso de dos horas.

La Pole Star Line ocupaba sólo dos habitaciones en uno de los edificios de color arena que estaban al final del embarcadero. Aunque eran mucho más pequeñas que las de la Grafalk, sus oficinas tenían el mismo caos organizado de ordenadores, mapas y teléfonos. Los manipulaba todos en una sinfonía electrónica una atareada pero amistosa joven que se desprendió del teléfono el tiempo suficiente para decirme que Bledsoe estaba en el silo 9, con el Lucelia. Me dio unas someras indicaciones -estaba unas cuantas millas río Calumet abajo- y volvió a su frenética actividad telefónica.

Phillips salía del edificio de Grafalk cuando yo iba hacia mi coche. No estaba seguro de haberme reconocido, así que resolví el problema diciéndole adiós con la mano.

– ¿Qué está usted haciendo aquí? -preguntó.

– Apuntándome a una clase de ballet acuático.

Se puso rojo otra vez.

– Supongo que sigue usted haciendo preguntas sobre su primo. ¿Más cabezas de Hidra?

Me sorprendió comprobar que podía ser irónico.

– No quiero dejar cabos sueltos. Tengo que hablar aún con la tripulación del Lucelia antes de que zarpe.

– Bueno, se dará usted cuenta de que ha desperdiciado mucha energía en algo que no merece la pena. Esperemos que lo descubra pronto.

– Me muevo tan rápido como puedo. Supongo que el ballet acuático me servirá de algo.

Resopló y se encaminó a su Alfa verde. Cuando yo me subía al Lynx, le oí pasar rugiendo, escupiendo gravilla.

El silo 9 no era uno de los de la Eudora, sino que pertenecía a la Cooperativa Tri State. Una verja de malla separaba el patio del silo de la carretera. Camiones oruga entraban y salían por una abertura, y había una garita pequeña a la entrada con un hombre grueso de cara enrojecida que leía el Sunday Times. El Lynx llegó traqueteando sobre los baches hasta la garita, donde Cararroja dejó su periódico de mala gana y me preguntó qué quería.

– Necesito hablar con Martin Bledsoe o John Bemis.

Me dejó pasar. No me parecía gran cosa como sistema de seguridad. Fui sorteando los baches y entré en un patio de grava. Un par de furgones se movían lentamente por los raíles laterales y yo me quedé un instante mirando cómo la grúa los metía en el silo y los descargaba. Asombroso proceso, en verdad. Entendía por qué a mi primo le intrigaba tanto.

Rodeé el silo para llegar al muelle donde se encontraba el Lucelia.

Era un barco enorme y me embargó una sensación de misterio y temor. El gigante estaba momentáneamente tranquilo, sujeto por cables de acero de tres pulgadas de grosor: una enorme araña anfibia inmóvil atrapada en su propia tela. Pero cuando empezara a moverse, ¿qué revolvería en las profundidades tan gigantesca quilla? Miré al agua negra lamiendo el casco y me sentí mareada y algo confusa.

Partículas de polvo de cereal flotaban en el aire y me alcanzaron cuando estaba contemplándolo. Nadie sabía que estaba allí. Empecé a comprender cómo Boom Boom pudo haberse caído sin que nadie se diera cuenta. Me estremecí y me dirigí al escenario de la acción.

Una escalera extensible estaba adosada a la parte alta del barco, con las patas en el muelle. Parecía robusta y olvidé el agua oscura de debajo mientras trepaba por ella.

Excepto por un débil sonido que venía del silo y las pajitas que se me metían en los ojos, no advertí ninguna actividad en el muelle. En cubierta era otra cosa. No hacen falta más que unas veinte personas para llenar un carguero, pero éstas están sumamente ocupadas.

Cinco enormes tolvas estaban dirigidas a unas aberturas en la cubierta. Guiadas por tres hombres que tiraban de ellas con cuerdas, derramaban el grano en las bodegas en una serie de cascadas. No veía el final del barco de mil pies. Una nube de polvo de grano subía y me impedía ver la proa.

Me puse en el extremo de una máquina gigantesca que parecía ser una gran cinta transportadora sobre una especie de pivote, como la torreta de un tanque, y me quedé mirando. Más allá había un cartel en el que decía: PROHIBIDO EL PASO SIN CASCO.

Nadie advirtió mi presencia durante unos minutos. Luego, una figura blanquecina con mono azul se acercó a mí. Se quitó el casco y reconocí al piloto, Keith Winstein. Su pelo negro rizado estaba blanqueado por el polvo del cereal hasta una línea que marcaba el casco.

– Hola, señor Winstein. Soy V. I. Warshawski. Nos conocimos el otro día. Estoy buscando al señor Bledsoe.

– Sí, ya la recuerdo. Bledsoe está arriba con el capitán, en el puente. ¿Quiere que la acompañe? ¿O quiere ver todo esto antes?

Sacó un casco viejo de un cuarto de herramientas que estaba tras la torreta del tanque: «descargador automático», me explicó. Estaba unido a una serie de cintas transportadoras que había en las bodegas y podía descargar el barco entero en menos de veinticuatro horas.

Winstein me condujo a lo largo del puerto, lejos de la actividad de las tolvas. Las bodegas estaban medio llenas, dijo; estarían llenas del todo dentro de unas doce horas más o menos.

– Llevamos esta carga hasta la entrada del canal de Welland y la descargamos allí en barcos que cruzan el océano. Somas demasiado grandes para el Welland. Los barcos más grandes son los de setecientos cuarenta pies.

El Lucelia tenía cinco bodegas de carga en la parte de abajo, con unas treinta y cinco escotillas abiertas en ellas. Las tolvas se movían entre las escotillas, distribuyendo la carga de manera regular. Además de los hombres que guiaban las tolvas, otro hombre vigilaba el flujo de grano en cada bodega y dirigía a los de las cuerdas hacia las diferentes aberturas. Winstein se dio una vuelta comprobando cómo iba el trabajo y luego me acompañó al puente.

Bledsoe y el capitán estaban de pie en la parte delantera de la cabina de cristales que dominaba la cubierta. Bemis se apoyaba sobre el timón, una pieza de caoba tan alta como yo. Ninguno de los dos se volvió hasta que Winstein anunció al capitán que traía a una visita.

– Hola, señorita Warshawski -el capitán se acercó tranquilamente-. ¿Viene a ver el aspecto de un carguero en acción?

– Es impresionante… Tengo que hacerle un par de preguntas, señor Bledsoe, si tiene tiempo.

La mano derecha de Bledsoe estaba cubierta de vendas. Le pregunté qué tal estaba. Me aseguró que se estaba curando bien.

– No hay tendones cortados… ¿Qué quiere de mí?

Bemis se llevó a Winstein a un rincón para preguntarle qué tal iban las cosas abajo. Bledsoe y yo nos sentamos en un par de taburetes altos de madera detrás de una mesa de trabajo cubierta con planos de navegación. Saqué las fotocopias de los formularios de mi bolso de lona, sacudiendo unos trocitos de paja que se les habían pegado. Colocando los papeles sobre la mesa, los hojeé hasta encontrar el del 17 de julio, una de las fechas marcadas por Boom Boom.

Bledsoe cogió el montón de papeles y lo agitó.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Punto Muerto»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Punto Muerto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Sara Paretsky - Body Work
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Golpe de Sangre
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Marcas de Fuego
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Indemnity Only
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Deadlock
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Sin previo Aviso
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Medicina amarga
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Sisters on the Case
Sara Paretsky
Sara Paretsky - A Woman’s Eye
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Windy City Blues
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Fire Sale
Sara Paretsky
Sandra Brown - Punto Muerto
Sandra Brown
Отзывы о книге «Punto Muerto»

Обсуждение, отзывы о книге «Punto Muerto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x