David Grann - La ciudad perdida de Z
Здесь есть возможность читать онлайн «David Grann - La ciudad perdida de Z» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:La ciudad perdida de Z
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
La ciudad perdida de Z: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La ciudad perdida de Z»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
La ciudad perdida de Z — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La ciudad perdida de Z», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Elsie Rimell insistía en que «jamás dejaría» 56de creer que su hijo regresaría. En privado, no obstante, se mostraba desesperada. Una amiga le escribió una carta diciéndole que era natural que se sintiera tan «deprimida», pero le suplicaba: «No pierdas la esperanza». 57La amiga le aseguraba que pronto se conocería el verdadero sino de los exploradores.
El 12 de marzo de 1932, un hombre de ojos siniestros y bigote oscuro se presentó ante la embajada británica en Sao Paulo exigiendo ver al cónsul general. Llevaba una chaqueta informal, corbata de rayas, pantalones holgados, y unas botas de montar que le llegaban hasta la rodilla. Dijo que se trataba de un asunto urgente relativo al coronel Fawcett.
El hombre fue llevado en presencia del cónsul general, Arthur Abbott, que había sido amigo de Fawcett. Durante años, Abbott había confiado en que los exploradores aparecieran, pero tan solo unas semanas antes había destruido las últimas cartas que había recibido de Fawcett: creía que «toda esperanza de volver a verle se había desvanecido». 58
En una declaración jurada posterior, el visitante dijo: «Me llamo Stefan Rattin. Soy ciudadano suizo. Llegué a Sudamérica hace veintiún años». 59 Explicó que, unos cinco meses antes, él y dos acompañantes habían ido a cazar cerca del río Tapajós, en el extremo noroccidental del Mato Grosso, cuando toparon con una tribu que tenía preso a un hombre blanco de edad avanzada con el pelo largo y amarillento. Más tarde, cuando muchos de los indios estaban borrachos, según afirmó Rattin, el hombre blanco, que iba vestido con pieles de animales, se acercó a él en silencio.
– ¿Eres amigo? -le preguntó.
– Sí -contestó Rattin.
– Soy un coronel inglés -repuso el anciano, e imploró a Rattin que fuera al consulado británico y le dijera al «mayor Paget» que estaba preso.
Abbot sabía que el antiguo embajador británico en Brasil, sir Ralph Paget, había sido confidente de Fawcett. De hecho, había sido Paget quien había presionado al gobierno brasileño para que financiara la expedición de Fawcett de 1920. Estos hechos, señaló Abbot en una carta dirigida a la Royal Geographical Society, «solo los conozco yo y varios amigos íntimos». 60
Cuando Nina Fawcett y Elsie Rimell oyeron por primera vez el relato de Rattin, consideraron que era verosímil. Nina dijo: «No me atrevo a alimentar en exceso mis esperanzas»; 61no obstante, envió un telegrama a una agencia de noticias de Brasil diciendo que ahora estaba convencida de que su esposo seguía «vivo».
Otros se mostraron escépticos. El general Rondón, tras entrevistarse con Rattin durante tres horas, comentó en un informe que el lugar donde el trampero suizo afirmaba haber encontrado a Fawcett estaba a unos ochocientos kilómetros del punto en el que la expedición fue vista por última vez. El propio Paget, al preguntarle al respecto, se cuestionó por qué la tribu habría dejado marchar a Rattin si seguía reteniendo a Fawcett.
Abbot, sin embargo, estaba convencido de la sinceridad de Rattin, especialmente porque el suizo prometió rescatar a Fawcett sin ánimo de recompensa alguna. «Prometí al coronel Fawcett que llevaría ayuda y esa promesa será cumplida», 62dijo Rattin. El trampero pronto partió con dos hombres, uno de ellos un reportero que escribía artículos para la agencia United Press. Tras caminar por la selva durante semanas, los tres hombres llegaron al río Arinos, donde construyeron varias canoas con corteza de árbol. En un despacho con fecha del 24 de mayo de 1932, cuando la expedición estaba a punto de penetrar en territorio indígena hostil, el reportero informó: «Rattin está ansioso por salir. Grita: "¡Todos a bordo!". Allá vamos». 63Nunca volvió a saberse de ellos.
No mucho tiempo después, un inglés de cincuenta y dos años llamado Albert de Winton llegó a Cuiabá jurando que encontraría a Fawcett, vivo o muerto. Había participado recientemente en varias películas de Hollywood con papeles de escasa relevancia, entre ellas El rey de la selva. Según el Washington Post, Winton había «abandonado la emoción de las imitaciones en las películas por la auténtica de la selva». 64Con un impoluto uniforme de safari, una pistola sujeta al cinturón y fumando una pipa, se precipitó hacia la selva. Una mujer de Orange (New Jersey), refiriéndose a sí misma como «representante estadounidense» de Winton, fue enviando comunicados a la RGS para los que empleó un papel que llevaba repujado, a modo de membrete: «Albert de Winton, expedición a LA JUNGLA BRASILEÑA INEXPLORADA EN BUSCA DEL CORONEL p. h. fawcett». Nueve meses después de que Winton entrara en la selva, salió con la ropa hecha jirones y el rostro consumido. El 4 de febrero de 1934, los periódicos publicaron una foto de él con el pie: «Albert Winton, actor de Los Ángeles, no está caracterizado para una película dramática. El aspecto que presenta es fruto de los nueve meses en la selva sudamericana». 65Tras un breve descanso en Cuiabá, donde visitó un museo que albergaba una exposición dedicada a Fawcett, Winton volvió a la región del Xingu. Transcurrieron meses sin que se supiera de él. Pero un día, en septiembre, un corredor indígena surgió de la selva con una maltrecha nota de Winton. En ella decía que había caído prisionero de una tribu y suplicaba: «Por favor, envíen ayuda». La hija de Winton informó a la RGS de «este grave giro de los acontecimientos», 66y rogaba que alguien de la Royal Society acudiera a salvar a su padre. No obstante, nadie volvió a verle nunca. Años después, oficiales brasileños supieron por indígenas de la región que dos miembros de la tribu kamayurá habían encontrado a Winton flotando en una canoa a la deriva, desnudo y medio enloquecido. Uno de los kamayurá le aplastó la cabeza con un garrote y luego le quitó el rifle. 67
Historias como esta apenas contribuyeron a disuadir al sinfín de exploradores que volvieron a intentar encontrar a Fawcett o la Ciudad de Z. Hubo expediciones lideradas por alemanes, italianos, rusos y argentinos. Hubo una joven licenciada en antropología por la Universidad de California; un soldado estadounidense que había servido con Fawcett en el frente occidental; también Peter Fleming, hermano de Ian Fleming, el creador de James Bond, y un grupo de bandidos brasileños. En 1934, el gobierno brasileño, desbordado por el aumento incesante de las partidas de búsqueda, emitió un decreto prohibiéndolas hasta que se les concediera un permiso especial; sin embargo, los exploradores seguían internándose en la selva, con permiso o sin él.
Aunque no existen estadísticas fidedignas, un cálculo reciente eleva a un centenar el coste en muertes de estas expediciones. La licenciada por la Universidad de California, quien, en 1930, fue una de las primeras mujeres antropólogas que viajaron a la región para llevar a cabo una investigación, consiguió regresar pero murió pocos años después a consecuencia de una infección contraída en el Amazonas. En 1939, otro antropólogo estadounidense se ahorcó de un árbol en la selva. (Dejó un mensaje en el que decía: «Los indios van a quitarme mis notas […]. Son muy valiosas y pueden ser desinfectadas y enviadas al museo. Quiero que mi familia crea que fallecí por causas naturales en un poblado indígena».) 68Un buscador perdió a su hermano, víctima de las fiebres. «Intenté salvarle -dijo a Nina-, pero, desgraciadamente, no pude hacer nada, de modo que le enterré en la orilla del Araguaya.» 69
Al igual que Rattin y Winton, otros exploradores parecían evaporarse de la faz de la tierra. En 1947, según el reverendo Jonathan Wells, misionero en Brasil, una paloma mensajera salió de la selva con una nota escrita por un profesor de escuela neozelandés de treinta y dos años, Hugh McCarthy, obsesionado con encontrar Z. Wells dijo que había conocido a McCarthy en su misión cristiana, ubicada en la periferia oriental del Mato Grosso, y que le había advertido que moriría si se internaba solo en la selva. Pero McCarthy se negó a abandonar su proyecto, relató Wells, y entonces este dio al profesor siete palomas mensajeras para que fuera enviando mensajes, y McCarthy las colocó en cestas de mimbre a bordo de su canoa. La primera nota llegó seis semanas después. Decía: «Sigo bastante enfermo por el accidente, pero la inflamación de la pierna va remitiendo […]. Mañana parto para proseguir con mi misión. Me dicen que las montañas que busco están a solo cinco días de aquí. Que Dios te proteja. Hugh». Un mes y medio después, una segunda paloma llegó hasta Wells con un nuevo mensaje. «Me encuentro […] en nefastas circunstancias -escribía McCarthy-. Hace ya mucho que abandoné la canoa y el rifle, pues este resulta inútil en la selva. Se me ha acabado la comida y sobrevivo con bayas y frutos silvestres.» La última noticia sobre McCarthy llegó en una tercera nota que decía: «He concluido mi trabajo y muero feliz, sabiendo que mi creencia en Fawcett y en su Ciudad de Oro perdida no era vana». 70
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «La ciudad perdida de Z»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La ciudad perdida de Z» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «La ciudad perdida de Z» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.