David,
la
Esperanza
Perdida
Juan Moisés de la Serna
Editorial Tektime
2020
“David, la Esperanza Perdida”
Escrito por Juan Moisés de la Serna
1ª edición: marzo 2020
© Juan Moisés de la Serna, 2020
© Ediciones Tektime, 2020
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Prólogo
Esta es la vida de uno de los más grandes personajes de la antigüedad, el Rey David que, siendo un simple pastor y nada más, sin mayor futuro que la de tener su propia familia y un rebaño, llegó a ser considerado como el hombre más grande que la historia de Israel ha tenido, pero grande en cosas mundanas, que quedaron tras de sí a su fallecimiento.
Sólo superado por las riquezas que llegó a acumular su hijo Salomón que fue bendecido con la inteligencia que tenía su padre, pero mirar que esa es otra historia.
Dedicado a mis padres
Contenido
Capítulo I. En el Principio7
Capítulo II. La Visita del Rey35
Capítulo III. Cuestión de orgullo69
Capítulo IV. La mujer de la casa75
Capítulo V. La visita del joven79
Capítulo VI. El vecino rico85
Capítulo VII. El desconocido anciano89
Capítulo VIII. El Ministro de Hacienda111
Capítulo IX. La batalla con el Gigante129
Capítulo X. El atentado contra su vida161
Capítulo XI. El castigo merecido165
Capítulo XII. El premio final169
Capítulo I. En el Principio
Su nombre es David, y si bien cuando nació nadie habría esperado que destacase con respecto al resto de sus hermanos, uno más en lo que hoy puede considerarse como una familia numerosa, en cambio fue grande en su juventud y en su vejez, donde ejerció como líder y rey de uno de los pueblos más poderosos de la región, tanto que su nombre era temido por sus enemigos y respectado por sus aliados, pero David fue pequeño en sus años de hombre, y me voy a explicar; cuando era joven, daba muestras sin igual de ser persona de fiar, así el ALTÍSIMO le escogió y él mismo aceptó, cambiando con ello para siempre su futuro y el del pueblo de Israel.
Cuando fue ungido, como aún era un niño apenas tenía edad para decir sí o no, pero cuando llegaron los años mozos y se le volvió a llamar respondió afirmativamente, fijando así su futuro pero cuando se le confirmó y se le dio el puesto para el que estaba destinado, el enemigo del ALTÍSIMO, envidiando los dones y la prosperidad que se le había otorgado y que hacía destacar a su pueblo sobre los demás, le atacó con tanta fuerza que le venció en varias ocasiones, a pesar de la preparación y los avisos que había recibido al respecto; así y para enmendar estos errores se le tuvo que castigar como forma de purificación; y con él a todo un pueblo que no tenía culpa de nada más que de tenerle a él por rey.
Debido al cargo que ocupaba su responsabilidad era mucho mayor, pues al ser el representante de un pueblo y al recibir este el mismo correctivo, todos sufrían por los errores de un solo hombre. Pero cuando hizo penitencia, esta fue de tal manera que dio satisfacción, pero fijaros que se había manchado de tal forma que ya no podía ser un siervo del ALTÍSIMO, y Éste le dijo,
―Como ya no me puedes servir y sin embargo has hecho penitencia, se te dará tu premio en esta tierra a la que tanto quieres.
Así se le otorgó que tuviese un reino de paz y próspero en riquezas de tal manera que en su momento no había rey más grande, de todos los que él podía conocer, convirtiendo a la capital de su reino, Jerusalén en el centro de todo el comercio de la región, viniendo caravanas desde los lugares más alejados para comerciar, y de todas las cosas bellas de la Tierra se pobló, pero con el progreso y el desarrollo económico también llegó el vicio y la corrupción, y el mismo Rey fue siervo de ello, y esto apenó al ALTÍSIMO, así ÉSTE se dijo,
―Le dejaré para que muera en la Tierra, de forma tal que, todo serán canciones de él, más el único mérito será que uno de sus descendientes directos será el que figure como padre del Mesías. Esto se sabrá y se tendrá como tradición, pero cuando venga a Mí y sea juzgado, su destino será igual que el de otros muchos que en la Tierra han tenido lo que han querido, y así tendrá que padecer según sea su conducta, y quitaré de él la voz que le guía y que de nada le sirve, y cuando tenga algo que decirle, se lo diré a través de mis testigos que como profetas tengo.
Esta es la historia de un gran Rey, y que el pueblo de Israel tiene como él más grande ya que gracias a él se extendió y consolidó su reino, pero que sin embargo fue una persona corriente, y que no pasó de ser así, como aquí se dice, porque habéis de saber que la grandeza se mide por lo que uno puede conseguir en el otro mundo, siendo precisamente el servidor del enemigo del ALTÍSIMO quien triunfa en este mundo.
Esta historia la vamos a empezar en tiempos de la niñez de este hombre que, tenía y así se le conocía por el nombre de David que, viene a significar pequeño, pues tal era su tamaño cuando nació que su padre pensando que se moriría pronto le puso ese nombre, y no se le dio el tradicional que tendría que haberle puesto según la costumbre de su época.
Sabiendo que ya tenía otros hijos, no se preocupó mucho de este aspecto, y es de la misma manera que ahora ocurre que a los niños se les viene a llamar no por su nombre si no por lo que se le ocurre a alguien, así a él le llamaban David.
Él a pesar de su tamaño consiguió sobrevivir a los primeros años, aquellos en donde es más probable fallecer por alguna enfermedad infantil y que a tantos se llevaba por aquella época, pues hay que tener en cuenta que las condiciones de vida eran muy diferentes a las que hoy se pueden tener, máxime cuando él y su familia vivían en una zona que hoy se podría considerar como rural.
Cuando era muy pequeño era muy valiente, y lo demostró muy pronto, fijaros qué pasó que, un día cuando estaba con las ovejas, ya que su padre era pastor, y los hijos ayudaban pronto a los padres en hacer sus tareas, de esta forma adquirían responsabilidad a la vez que aprendían el oficio, el cual se solía heredar de padres a hijos, pues decía que estando un día con las ovejas del monte, aunque no era muy lejos de su casa, apareció por allí un perro que tenía la rabia.
Si bien la labor de pastoreo es bastante sencilla en cuanto a vigilar el rebaño, evitar que este se disperse demasiado y conducirlo hacia donde hay pasto por la mañana y por la tarde recogerlo lo más próximo a la vivienda, es cierto que en ocasiones surgen imprevistos e incluso situaciones de peligro, con las fieras del campo e incluso con perros salvajes.
Sabéis que esta clase de animales, en la primera fase de la enfermedad de la rabia, están como drogados, y apenas se mueven con facilidad, y únicamente muerden cuando se les ataca, y andan de un lado para otro o están tumbados, es decir no son peligrosos, aunque no es recomendable acercarse demasiado a ellos para evitar algún susto al tratar de morder de un salto.
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