Fred Vargas - Huye rápido, vete lejos

Здесь есть возможность читать онлайн «Fred Vargas - Huye rápido, vete lejos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Huye rápido, vete lejos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Huye rápido, vete lejos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Alguien ha pintado un cuatro negro, invertido, con la base ancha, sobre cada una de las trece puertas de un edificio del distrito 18 de París. Debajo aparecen tres letras: CLT. El comisario Adamsberg las fotografía y titubea: ¿es una simple pintada o una amenaza?
En el otro extremo de la ciudad, Joss, el viejo marino bretón que se ha convertido en pregonero de noticias, está perplejo. Desde hace tres semanas, en cuanto cae la noche, una mano desliza incomprensibles misivas en su buzón. ¿Se trata de un bromista? ¿Es un loco? Su bisabuelo le murmura al oído: «Ten cuidado Joss, no sólo hay cosas bonitas en la cabeza del hombre».

Huye rápido, vete lejos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Huye rápido, vete lejos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Adamsberg se había situado contra un árbol, bastante cerca del estrado, y Decambrais le comentaba cuáles eran los rostros familiares. Ya había consignado en la lista unas cuarenta personas que había separado en tres columnas, los asiduos, los fieles y los inconstantes, con las descripciones físicas aferentes , como decía Le Guern. Había señalado en rojo los nombres de aquellos que aprovechaban la Página de la Historia de Francia para lanzar apuestas sobre las consecuencias de los naufragios de Finisterre, en azul los rápidos que se marchaban a trabajar en cuanto concluía el pregón, en amarillo los remolones que se quedaban discutiendo en la plaza o en El Vikingo, en violeta los habituales sometidos a las horas de mercado. Era un trabajo limpio y claro. Con el papel en la mano, Decambrais le señaló discretamente al comisario con el dedo los rostros correspondientes para que los memorizase.

– Carmella, tres mástiles , austríaco de 405 toneladas que zarpó sin carga de Burdeos con destino a Cardiff, vino a perderse alrededor de Gazck-ar-Vilers. Tripulación , catorce hombres , salvados -terminó Joss bajando de un salto de su estrado.

– Mire rápido -dijo Decambrais-. Todos los que tienen aire estupefacto, todos los que fruncen las cejas, todos lo que no entienden nada, son nuevos.

– Novatos -dijo Adamsberg.

– Exactamente. Todos los que discuten, hacen movimientos de cabeza, gestos, son los habituales.

Decambrais dejó a Adamsberg y fue a ayudar a Lizbeth a pelar las judías verdes que había adquirido a bajo precio por cajas enteras y Adamsberg entró en El Vikingo, deslizándose bajo la proa del barco pirata para ocupar la mesa que ya consideraba como suya. Los apostadores del naufragio se habían reunido en la barra y el dinero pasaba de mano en mano ruidosamente. Era Bertin quien tenía la lista de las apuestas para que nadie hiciese trampa. Debido a sus orígenes divinos, se estimaba que Bertin era un hombre seguro, inaccesible a los sobornos.

Adamsberg pidió un café y se detuvo en el perfil de Marie-Belle, que escribía una carta en la mesa vecina, con mucha aplicación. Era una chica delicada que habría resultado casi encantadora si sus labios estuviesen más marcados. Como su hermano, tenía el cabello espeso y rizado y le caía sobre los hombros, pero el suyo estaba limpio y era rubio. Le sonrió y siguió trabajando. A su lado, la joven llamada Éva se esforzaba en ayudarla en su tarea. Era menos bonita porque era menos libre, indudablemente, tenía el rostro liso y grave, con los ojos aureolados de violeta, Adamsberg se imaginaba así a cualquier heroína del siglo XIX, enclaustrada en su casa de provincias con revestimiento de madera.

– ¿Está bien así? ¿Tú crees que va a entenderlo? -preguntaba Marie-Belle.

– Está bien -dijo Éva-, pero es algo corto.

– ¿Le digo qué tiempo hace?

– Por ejemplo.

Marie-Belle continuó trabajando, con su bolígrafo muy apretado entre los dedos.

– «Coger» -dijo Éva- se escribe con ge.

– ¿Estás segura?

– Eso creo. Déjame probar.

Éva hizo varios intentos sobre un borrador y después frunció las cejas, indecisa.

– Ya no lo sé, me confundo.

Marie-Belle giró la cabeza hacia Adamsberg.

– Comisario -preguntó con un poco de timidez-. ¿«Coger» se escribe con jota o con ge?

Era la primera vez en su vida que alguien le consultaba a Adamsberg una duda ortográfica y fue incapaz de responder.

– En la frase «Pero Damas no ha cogido frío» -precisó Marie-Belle.

– La frase da igual -dijo Éva en voz baja, inclinada todavía sobre su borrador.

Adamsberg explicó que no sabía nada de ortografía y Marie-Belle pareció afectada por esta noticia.

– Pero usted es policía -objetó ella.

– Así es, Marie-Belle.

– Me largo -dijo Éva rozando el brazo de Marie-Belle-. Le he prometido a Damas que le ayudaría a hacer caja.

– Gracias -dijo Marie-Belle-, eres muy amable en reemplazarme. Porque con toda esta carta que tengo que escribir no voy a poder acercarme.

– Qué va -dijo Éva-, así me distraigo.

Desapareció sin hacer ruido y Marie-Belle se volvió enseguida hacia Adamsberg.

– Comisario, tengo que hablar con usted de esta… de esa… ¿plaga? ¿O hay que hablar lo menos posible?

Adamsberg sacudió la cabeza lentamente.

– No hay plaga.

– ¿Pero y los cuatros?, ¿y los cuerpos negros?

Adamsberg repitió su movimiento.

– Un asesino, Marie-Belle, ya es más que suficiente. Pero no hay peste, ni sombra de ella.

– ¿Debo creerle?

– Ciegamente.

Marie-Belle sonrió de nuevo y esta vez se distendió por completo.

– Tengo miedo de que Éva esté enamorada de Damas -dijo arrugando la frente, como si Adamsberg, puesto que había resuelto su problema de peste, fuese a solucionar después todas las otras complicaciones de su vida-. El consejero dijo que está bien así, que es la vida que continúa, que hay que dejarla. Pero yo, por una vez, no estoy de acuerdo con el consejero.

– ¿Por qué? -preguntó Adamsberg.

– Porque Damas está enamorado de la gorda Lizbeth, por eso.

– ¿No le gusta Lizbeth?

Marie-Belle hizo una mueca y luego se repuso.

– Es buena -dijo-, pero grita mucho. Además, me da un poco de miedo. De todas formas, Lizbeth aquí es intocable. El consejero dice que es como un árbol que da abrigo a centenares de pájaros. Puede que sea verdad pero es un árbol que te rompe tremendamente los tímpanos. Y además Lizbeth dicta un poco su ley por todas partes. Todos los hombres se arrastran detrás de ella. Es automático, con su experiencia.

– ¿Está celosa? -preguntó Adamsberg sonriendo.

– El consejero dice que sí pero yo ni me doy cuenta. Lo que me molesta es que Damas está metido allí todas las noches. Hay que reconocer que, automáticamente, cuando uno escucha cantar a Lizbeth, cae bajo su encanto. Damas está verdaderamente atrapado y no ve a Éva porque ella no hace ruido. Claro que Éva es más aburrida automáticamente, con todo lo que ha vivido.

Marie-Belle le echó una mirada inquisitiva a Adamsberg para saber si sabía o no lo de Éva. Nada, visiblemente.

– Su marido le ha pegado durante años -explicó ella- sin poder resistir la tentación. Ella se escapó pero él la busca para matarla, ¿se imagina? ¿Cómo es posible que la policía no mate a su marido antes? Nadie debe saber el nombre de Éva, es una orden del consejero y cuidado con el que quiera meter la nariz. Él conoce su nombre pero tiene derecho puesto que es el consejero.

Adamsberg se dejó llevar por la conversación, mientras echaba una mirada de vez en cuando a las actividades que languidecían en la plaza. Le Guern volvía a sujetar la urna al plátano para la noche. El ruido de los teléfonos que había parecido perseguirlo hasta fuera de la brigada se diluía poco a poco. Cuanto más sencilla era la conversación, más relajado se sentía. Ya había tenido su paliza de reflexiones intensas.

– De acuerdo -dijo Marie-Belle volviéndose francamente hacia él-, es por el bien de Éva, porque ya no podía ver a los hombres ni en pintura después de eso. Esto la despierta. Con Damas descubre que existen hombres mejores que el cabrón que la apaleaba. Y eso está bien porque una vida de mujer sin hombre, yo digo automáticamente que no rima con nada. Lizbeth no lo cree, dice que el amor es un chiste para que el mundo siga girando. Dice incluso que es una chorrada, imagínese entonces.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Huye rápido, vete lejos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Huye rápido, vete lejos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Huye rápido, vete lejos»

Обсуждение, отзывы о книге «Huye rápido, vete lejos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x