– La respuesta es obvia, mi querido Jaime, lo que significa que tu pregunta es tonta.
– ¿Vas a resolver tú solito la crisis del ser humano?
– El ser humano no está en crisis. Es únicamente el hombre occidental quien lo está. Se lo ha ganado a pulso.
– Tú y yo somos hombres occidentales.
– Yo, no, Jaime. Bórrame. He dimitido.
– ¿Ya no te asusta la reacción de los lectores?
– Si van por libre y de a uno, no. Lo peligroso es el rebaño. Pero me preocupa lo que pueda pensar mi madre.
– ¿Y la Iglesia?
– Más de un católico y más de un judío querrán cortarme los cojones. ¡Qué le vamos a hacer!
Pero, pase lo que pase, no aceptaré ninguna declaración de guerra.
– ¿Has descubierto muchas cosas?
– Sí.
– ¿Vas a tirar de la manta?
– Todo lo que pueda.
– ¿Sigues considerándote cristiano?
– Más que nunca.
– ¿Necesitas dinero?
– No. Y basta de preguntas, Jaime. Pareces un sabueso de la brigada político-social en sus mejores tiempos.
– Una todavía… ¿Has llegado al centro del laberinto?
– Sí. Y he salido de él. Pero, como dice Mircea Eliade, la vida no está hecha de un solo laberinto. La prueba se repite una y otra vez. Ahora empieza lo bueno.
– ¿La prueba?
– Sí, Jaime, la prueba… Pero dejémoslo por ahora. Quiero empezar a escribir esta misma mañana.
– ¿Tan tarde? Siempre has dicho que la literatura exige madrugar.
– Ya no tengo manías ni costumbres ni apegos ni condicionamientos. Jesús me ha curado.
El centro del laberinto se alcanza desde cualquier punto de su periferia. Todos valen. Y, por lo mismo, cualquier hora del día sirve para empezar un libro. O tres. Para ir a Roma basta con caminar.
– ¿De qué tratará la primera novela?
– De un novelista en crisis consigo mismo, con su familia, con su país, con la sociedad y con el mundo al que le encargan que escriba las memorias apócrifas de Jesús de Galilea.
Se rió.
– ¿Y la segunda?-dijo.
– En la segunda novela contaré lo que le sucede a ese personaje en Israel, en Egipto y en la India. La búsqueda de Jesús le lleva a esos tres países. Será un libro de viajes y de aventuras.
Iniciáticas, naturalmente.
– ¿Y la tercera?
– La tercera se llamará, con tu permiso, Yo, Jesús de Galilea. ¿Necesitas más aclaraciones?
– No. Ponte al trabajo y no desaparezcas. Da de vez en cuando señales de vida.
– Así lo haré.
– Bienvenido, Dionisio.
– Bien hallado, Jaime.
Y colgué.
Eran las diez y dieciocho minutos de la mañana del lunes veinticuatro de septiembre de mil novecientos noventa y uno. Salí del cuarto de estar, me encerré en mi guarida, eché la llave, preparé dos mesas supletorias a derecha e izquierda de la principal, coloqué una máquina de escribir encima de cada una de ellas, metí sendos folios en sus respetivos carros, abrí la urna de la rosa amarilla, la dejé destapada, toqué la cruz de los cátaros, recé un padrenuestro, respiré abdominalmente en ocho tiempos, exhalé un silencioso y prolongado auuuummmm, me santigüé y puse manos a la obra.
En el folio de la primera máquina (y de la primera novela) escribí: El laberinto es la defensa mágica de un centro, de un tesoro, de una significación.
En el de la segunda tecleé: No podía apartar los ojos del culo de la azafata.
Y en el de la tercera-parafraseando al apóstol Juan, que tanto amó a Cristo- dije: En el principio fue el big bang y el big bang era Dios.
Yo, Jesús de Galilea, vine al mundo para que el Verbo se encarnase y…
La suerte estaba echada.
Muchos años antes, en la hermosa capital de una hermosa isla del Caribe, un poeta cubano que vivió siempre en el exilio interior -se llamaba José Lezama Lima- había escrito, sin saberlo, la última frase de mi primera novela sobre Jesús.
Escúchala, lector…
Sensación final del rocío: alguien está detrás.
Soria y Cadaqués, 1992.
***
( [1] ) Pipas verticales de barro que se utilizan para fumar marihuana y hachís en algunos países de Asia. (N. del e.)
( [2] ) Batín japonés de algodón vagamente parecido a un quimono. (N. del e.)
( [3] ) Dionisio alude al banquero y científico Gordon Watson y a las sustancias alucinógenas utilizadas por los chamanes asiáticos y americanos. (N. del e.)
([4] ) Nombre científico de la planta que proporciona el hachís y la marihuana. (N. del e.)
( [5] ) Vid. F. Sánchez Dragó, El camino del corazón, pp. 266
y 267, Ed. Planeta, Barcelona, 1990. (N. del e.)
[6] Versos del poeta Alceo. (N. del e.)
[7] Título de la primera novela que escribió Dionisio entre 1969 y 1970, al regresar de un largo viaje por el continente asiático. (N. del e.)
[8]Rudyard Kipling, Rewards and fairies. (N. del e.)
[9]Creo, en el fondo de mi corazón, que algún día venceremos (fragmento de una célebre canción de los años sesenta que acompañó el movimiento de desobediencia civil de
los jipis y de los estudiantes en todo el mundo). (N. del e.)
[10] La Baghavad Gita o Canto del Señor es un fragmento del Mahabharata escrito en forma de diálogo entre el dios Krishna y el príncipe Arjuna. Éste, obligado por las circunstancias a enfrentarse a un ejército en el que militan sus parientes, sus allegados y sus amigos, vacila antes de entrar en combate, resistiéndose a la idea de cometer lo que a él le parece un fratricidio. Entonces interviene Krishna, que le desvela los grandes secretos del universo, le explica lo que es el yoga y le convence de que lo mejor para él, y para la evolución del cosmos, es lanzarse a la batalla sin escrúpulos ni titubeos, acatando así los mandamientos de su karma y de su dharma. Ya hemos dicho lo que es el primero (vid. nota de la página 43). En cuanto al segundo, sepa el lector de estos pagos que los hindúes llaman dharma a la ley, en líneas generales y-en particular-al sentido del deber y al dócil y meticuloso cumplimiento por parte de cada persona de la misión que se le asignó (o que ella misma eligió) en el momento de venir o de volver al mundo. Entre todas las sagradas escrituras de la historia de las religiones la Baghavad Gita es, seguramente, el texto que mejor responde a las viejas y eternas preguntas de quiénes somos, adónde vamos y de dónde venimos. El mensaje de este evangelio mayor del hinduismo, como lo llama Dionisio, podría resumirse así: lo que no existe nunca podrá existir y lo que existe nunca podrá dejar de existir. (N. del e.)
[11] Vid. nota de la página 87. (N. del e.)
[12] El tantra, que es una variante gnóstica y heterodoxa del hinduismo y del budismo, forma parte de lo que en Oriente denominan senderos de la mano izquierda por contraposición a los de la mano derecha, que son los ortodoxos y reservados al común de los mortales. (N. del e.)
[13] Libro oracular del taoísmo y de la cultura china. Es uno de los grandes textos sagrados de la historia de la humanidad. (N. del e.)
[14] F. Sánchez Dragó, op. cit., pp. 262 a 268. (N. del e.)
[15] Autor del célebre libro Vida después de la vida. El lector interesado lo encontrará, junto al resto de su obra traducida al español, en las publicaciones de la Editorial Edaf. Los libros de Elisabeth Kubler-Ross han sido publicados por la Editorial Luciérnaga. (Generosa nota del e.)
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