• Пожаловаться

Liza Marklund: Paraíso

Здесь есть возможность читать онлайн «Liza Marklund: Paraíso» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Детектив / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Liza Marklund Paraíso

Paraíso: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Paraíso»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un huracán barre el sur de Suecia sembrando el caos a su paso. Dos hombres yacen muertos en el puerto de Estocolmo, con sendos disparos a bocajarro en la cabeza. Una muchacha trata de salvar su vida. Encuentra refugio en Paradise, una fundación dedicada a las personas cuyas vidas están en peligro. Annika Bengtzon, redactora de un periódico, está tratando de reconstruir su vida tras la violenta muerte de su prometido. Cubrir la historia de Paradise es la oportunidad que necesita para volver a encaminar su vida personal y profesional. Pero, como está a punto de descubrir, ni Paradise ni la muchacha, Aida, son lo que aparentan. La búsqueda de Annika de la verdad la obligará a ella misma y a Aida a enfrentarse a sus turbulentos pasados, y al final Annika se verá ante la decisión más difícil de su vida.

Liza Marklund: другие книги автора


Кто написал Paraíso? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Paraíso — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Paraíso», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Además, y esto le preocupaba un poco más de lo que estaba dispuesto a reconocer, Torstensson había insinuado algo sobre un nuevo trabajo, un bonito puesto en Bruselas. Quizá por eso tenía tanta prisa por reorganizar el periódico. Torstensson quería dejar huella, pero bien sabe Dios que no había conseguido ningún logro periodístico.

Schyman gruñó e, impaciente, cerró la lista.

Algo tenía que suceder pronto.

La oscuridad acechaba por los rincones cuando despertó. El corto día había pasado mientras ella sudaba y se revolvía en la cama. No debería haber tomado esa última taza de café. Inspiró profundamente varias veces y se obligó a quedarse tranquila en la cama, examinándose a sí misma. No le dolía nada. Sentía la cabeza algo pesada, pero se debía al trabajo nocturno de los últimos días. Miró al techo, manchado y gris. El anterior inquilino había pintado con pintura plástica sobre la anterior, al temple, y el resultado era que la nueva capa se iba desconchando para dejar el techo con manchones irregulares de diversos tonos. Siguió las grietas con la mirada, descubriendo formas irregulares. Encontró mariposas, coches, calaveras. En el oído izquierdo empezó a repicarle un tono solitario: era el tono de la soledad, subiendo y bajando la escala.

Al notar que tenía que hacer pis, suspiró; qué fastidio. Se levantó de la cama; áspero el suelo de madera bajo sus pies y en ocasiones con astillas. Se estremeció al ponerse la bata, sedosa y fría la tela al contacto con su piel. Abrió la puerta principal y escuchó los sonidos provenientes de la escalera. Salvo por el tono que le sonaba en el oído, el silencio era absoluto. Bajó rápidamente medio tramo de escaleras hasta el baño que compartía con otros vecinos, y enseguida notó los pies fríos y arenosos, pero no tenía fuerzas para preocuparse por ello.

Notó la corriente de aire en cuanto regresó a su apartamento. Las finas cortinas se abombaban contra las paredes, a pesar de que estaba ventilando la habitación. El tejido se posó cuando cerró la puerta tras de sí y se hubo sacudido los pies en la alfombra antes de entrar en la sala de estar.

Uno de los cristales de las ventanas se había roto durante la noche, ya fuera por una ráfaga de viento o por algún cascote llevado por el aire. El cristal exterior parecía haber desaparecido por completo, mientras que algunos fragmentos del cristal interior seguían sujetos en el marco. En el suelo, bajo las ventanas, se habían amontonado yeso y cristales. Miró aquel desastre, cerró los ojos y se frotó la frente.

¡Qué novedad!, pensó. Ni siquiera tenía fuerzas para evocar la palabra «cristalero».

Le pesaban las piernas. Salió de la sala de estar y entró en la cocina. Se hundió en una silla y miró por la ventana al apartamento de enfrente, al otro lado del patio, el del tercer piso del edificio que daba a la calle. Una constructora lo utilizaba para alojar a sus invitados, y las ventanas del baño tenían cristales esmerilados. Las personas que pasaban una o dos noches allí nunca parecieron darse cuenta de que podían verles cada vez que iban al baño. En cuanto encendían la luz, sus contornos ondulados se reflejaban a través de la ventana. Durante dos años, había visto a los clientes de la constructora hacer el amor, defecar o cambiarse tampones. Al comienzo se sintió un poco violenta con la situación, pero al cabo de un tiempo incluso llegó a encontrarlo divertido. Luego comenzó a irritarle: no tenía por qué aguantar ver a la gente orinando mientras ella cenaba. Ahora ya le daba igual. Cada vez había menos visitantes, el edificio estaba tan deteriorado que no había mucho que mostrar. A esas horas la ventana se veía gris y sin movimiento. Vacía.

Había caído una gran cantidad de revoque de la fachada, que se mezcló hasta formar una pasta sucia con la nieve pisoteada del patio. Se veían dos ventanas rotas en el primer piso. Se levantó, se acercó a la ventana, observó los agujeros negros allí abajo y los sintió como propios. El radiador eléctrico de la cocina le calentaba las piernas, y se quedó allí hasta que comenzó a notar que se quemaba. No tenía hambre, aunque debería tenerla, y bebió agua directamente del grifo.

Va todo bien, pensó. Tengo todo lo que quiero.

Inquieta, volvió a la sala de estar, se sentó en el sofá, con los pies sobre los cojines, abrazándose las rodillas, y se balanceó ligeramente. Respiró hondo, inspiró y espiró varias veces, hacía bastante frío. El edificio no contaba con calefacción central, y los calefactores que ella había comprado no llegaban ni a caldear el apartamento, ni siquiera cuando todas las ventanas estaban intactas. La corriente de aire se paseaba sin obstáculos por el suelo vacío. Las pocas cosas que había las había comprado en Myrorna o Ikea; no había nada que tuviera alguna historia en común con ella.

Paseó la mirada por la sala sin dejar de balancearse, y vio cómo se perseguían las sombras. La luz pura que tanto le gustó al principio, hacía tiempo que había dejado de ser blanca. El brillo mate de la superficie mate de las paredes, que solía absorber y reflejar la luz a la vez, se había apagado, se había vuelto opaco. La luz del día ya no lograba entrar en las habitaciones. Todo era gris, independientemente de las estaciones. El aire era pesado y frío como el barro.

El sofá era áspero, el tosco tejido le dejó marcas en los glúteos, que ella se frotó ligeramente con las uñas mientras regresaba a la habitación y se metía bajo las sudadas sábanas. Se echó el edredón por encima de la cabeza, y notó que las sábanas estaban húmedas. Se templaron enseguida, pero despedían un ligero olor ácido. El fanático de rock duro del piso de abajo encendió el equipo de música, y el estrépito del bajo se propagaba tan bien a través de las paredes que hasta tembló su cama. Volvió a notar el tono, esta vez irritantemente alto, en el oído izquierdo, y se obligó a permanecer en la cama. Aún le quedaban unas horas antes de que empezara su turno.

Se volvió hacia la pared, contemplando el empapelado. A través de la fina capa de pintura se distinguía el motivo original: medallones. Los vecinos del otro lado de la escalera habían llegado a casa; ella los oía caminar pesadamente y reír. Se puso la almohada en la cabeza: las risas se acallaron, el zumbido aumentó.

Quiero dormir un poco, pensó. Dejadme dormir un rato más y quizá pueda seguir adelante.

El hombre encendió un cigarrillo, le dio una profunda calada y trató de acallar su caos mental. No sabía qué sentimiento era más fuerte: si la rabia por la traición, el temor por sus consecuencias, el fastidio por haber sido engañado o el odio contra los culpables.

Él tendría su venganza, esos cabrones pagarían por ello.

Tardó dos minutos en terminarse el cigarrillo, que se le convirtió en una larga columna de ceniza y brasa que al final le colgaba entre los labios como una salchicha de mierda. Lo apagó en el suelo del bar e hizo una seña para pedir otro trago. Sólo uno más, sólo éste, tenía que pensar con claridad, tenía que moverse. Se tomó la bebida y notó la pistolera rozándole la axila, lo que le tranquilizaba. Caray, sí que era peligroso.

Una buena explicación, pensó. Tengo que pensar en una puta explicación de por qué todo ha salido tan mal.

Estaba a punto de pedir otro trago, pero se detuvo a mitad de camino.

– Café. Solo.

No podía entenderlo. No llegaba a comprender qué demonios había pasado, y no se le ocurría cómo podría explicárselo a sus superiores. Le exigirían una total reparación por lo sucedido. Los cadáveres no eran el problema, aunque la eliminación tenía ciertos inconvenientes. Los asesinatos atraían la atención de la policía, y había que actuar con cautela al menos durante un tiempo. El problema era el camión. No bastaría con localizar el envío y devolverlo, él personalmente tendría que limpiar todos los cabos sueltos después de la metedura de pata. Alguien había cantado. Tenía que encontrar la mercancía y tenía que hallar a la persona que la había hecho desaparecer.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Paraíso»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Paraíso» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «Paraíso»

Обсуждение, отзывы о книге «Paraíso» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.