Donna Leon - Muerte en un país extraño

Здесь есть возможность читать онлайн «Donna Leon - Muerte en un país extraño» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Muerte en un país extraño: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Muerte en un país extraño»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Muerte en un país extraño, segunda novela de Donna Leon protagonizada por el comisario Brunetti después de Muerte en La Fenice, arranca con la aparición de un cuerpo en un canal veneciano. El cadáver es el de un ciudadano americano, y Brunetti, resistiendo a presiones superiores debidas a razones políticas, llega a relacionar esta muerte con una trama controlada por el gobierno italiano, el ejército americano y la mafia. Muerte en un país extraño ha sido muy favorablemente acogida en el extranjero por el público y la crítica, dando forma a esta serie traducida a veintitrés idiomas que ha convertido a Donna Leon en una de las más interesantes «damas del crimen».
«Las novelas policíacas de Donna Leon lo tienen todo. Venecia como un hermoso telón de fondo, un estilo deslumbrante y penetrante, y el carisma del comisario Brunetti, que merece ser tan famoso como Maigret.» Bookshelf
«Donna Leon evoca Venecia de un modo tan brillante que los canales respiran en cada página, pero es el calor humano universal el que persiste al cerrar el libro.» The Express on Sunday
«Donna Leon nos pasea por Venecia como James Ellroy por Los Ángeles o Manuel Vázquez Montalbán por Barcelona: con un ojo acostumbrado a detectar lo que pasa al otro lado del espejo.» Le Figaro Magazine
«Un relato fino, matizado y espectacularmente cínico.»

Muerte en un país extraño — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Muerte en un país extraño», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Sí, « un' ombra ». Encantado.

Entraron en un bar que encontraron al paso, y Viscardi pidió dos copas de vino blanco. Cuando se las sirvieron, dio una a Brunetti, levantó la otra y dijo:

Cin, cin . -Brunetti respondió moviendo la cabeza de arriba abajo.

Era un vino áspero, nada bueno. De haber estado solo, Brunetti lo hubiera dejado. Tomó otro sorbo, su mirada tropezó con la de Viscardi y sonrió.

– La semana pasada hablé con su suegro -dijo Viscardi.

Brunetti estaba preguntándose cuánto tardaría aquel hombre en abordar el tema. Tomó otro sorbo.

– Ah, ¿sí?

– Teníamos varios asuntos que tratar.

– ¿Sí?

– Cuando acabamos de hablar de negocios, el conde mencionó su parentesco. Reconozco que, en un principio, me sorprendió. -El tono de Viscardi daba a entender que le había sorprendido que el conde hubiera permitido que su hija se casara con un policía, y más, con este policía.

– Por la coincidencia, ¿comprende? -agregó Viscardi, un poco tarde, y volvió a sonreír.

– Por supuesto.

– Francamente, fue una grata sorpresa saber que estaba emparentado con el conde. -Brunetti le miró interrogativamente-. Y es que ello me brinda la posibilidad de hablarle con franqueza. Es decir, si me lo permite.

– Se lo ruego.

– Entonces le diré que hay en esta investigación varias cosas que me molestan.

– ¿Qué cosas, signor Viscardi?

– Por ejemplo -dijo mirando a Brunetti con una sonrisa de cándida cordialidad-, la forma en que me trataron sus policías. -Hizo una pausa, bebió y esbozó otra sonrisa, ésta, de franca incertidumbre-. Supongo que puedo hablar sin tapujos, comisario.

– No deseo otra cosa, signor Viscardi.

– Entonces permita que le diga que me dio la impresión de que sus policías me trataban más como sospechoso que como víctima. -En vista de que Brunetti no hacía ningún comentario, Viscardi agregó-: Verá, al hospital fueron a hablar conmigo dos hombres, y los dos me hicieron preguntas que tenían muy poco que ver con el robo.

– ¿Qué preguntas le hicieron? -inquirió Brunetti.

– Uno, que si sabía qué cuadros eran. Como si yo pudiera no saber eso. Y, el otro, que si reconocía al hombre de la foto, y cuando le dije que no, pareció que no acababa de creerme.

– Pero eso ya está aclarado -dijo Brunetti-. Ese chico no tuvo nada que ver con el robo.

– ¿Y no hay más sospechosos?

– Desgraciadamente, no -respondió Brunetti, preguntándose por qué Viscardi estaría tan deseoso de descartar al joven de la foto-. Ha dicho usted que le han disgustado varias cosas, signor Viscardi, y ésa es sólo una. ¿Cuáles son las otras, si me permite la pregunta?

Viscardi se llevó la copa a los labios, la bajó sin beber y dijo:

– Me he enterado de que se han hecho ciertas preguntas acerca de mi persona y mis negocios.

Brunetti abrió mucho los ojos fingiendo sorpresa:

– Confío que no sospechará que yo haya estado indagando en su vida privada, signor Viscardi.

Bruscamente, Viscardi dejó la copa, casi llena todavía, en el mostrador y dijo con vehemencia:

– Qué asco. -Al advertir la sorpresa de Brunetti, explicó-: El vino, por supuesto. Me parece que la elección del bar no ha sido muy afortunada.

– Muy bueno no es, desde luego -reconoció Brunetti, dejando la copa vacía en el mostrador, al lado de la de Viscardi.

– Insisto, comisario, se ha preguntado acerca de mis asuntos. Nada bueno podrá conseguirse con esas preguntas. Si siguen invadiendo mi esfera privada, lamentándolo mucho, tendré que pedir ayuda a ciertos amigos.

– ¿A qué amigos, signor Viscardi?

– Sería presunción por mi parte dar sus nombres. Sólo puedo decir que son lo bastante importantes como para impedir que se me haga víctima de acoso burocrático. Llegado el caso, estoy seguro de que intervendrían para poner coto.

– Eso suena a amenaza, signor Viscardi.

– No sea melodramático, dottor Brunetti. Mejor llamémosle sugerencia. Y es una sugerencia que apoya su suegro. Sé que hablo en su nombre cuando digo que será más prudente no hacer esas preguntas. Repito, nada bueno puede resultar para el que las haga.

– No estoy seguro de que pueda resultar algo bueno de cualquier cosa que tenga que ver con sus negocios, signor Viscardi.

Con un brusco ademán, Viscardi se sacó del bolsillo varios billetes sueltos y los dejó caer en el mostrador, sin molestarse en preguntar cuánto costaba el vino. Sin decir nada a Brunetti, dio media vuelta y fue hacia la puerta del bar. Brunetti le siguió. Había empezado a llover, el viento del otoño sacudía una cortina de agua. Viscardi se paró en la puerta, pero sólo lo justo para subirse el cuello de la gabardina. Sin decir nada ni mirar a Brunetti, salió a la lluvia y desapareció rápidamente por una esquina.

Brunetti se quedó en la puerta un momento. Por fin, se decidió a desenrollar La Repubblica mostrando todo el paraguas. Dobló el periódico de forma más manejable y echó a andar. Oprimió el botón de apertura y, al levantar la mirada, vio extenderse sobre su cabeza el círculo de plástico con los elefantes que bailaban alegremente. Con el agrio sabor del vino en la boca, se encaminó con rapidez hacia su casa y su almuerzo.

CAPÍTULO XXIV

Brunetti volvió a la questura por la tarde, no sin antes exigir a Chiara la devolución de su paraguas negro. Estuvo contestando correspondencia durante una hora aproximadamente, pero se marchó temprano, diciendo que tenía una cita, a pesar de que para la cita con Ruffolo aún faltaban más de seis horas. Cuando llegó a casa, habló a Paola de su cita de medianoche, y ella, recordando anteriores conversaciones sobre Ruffolo, coincidió con su marido en considerarlo un capricho, una pincelada melodramática claramente inspirada por la mucha televisión que había mirado durante su última estancia en la cárcel. Brunetti no había visto a Ruffolo desde la última vez que había testificado contra él, y esperaba encontrarlo como siempre: amigable, orejudo y atolondrado, con prisa por seguir quemando su vida.

A las once, salió a la terraza y se quedó mirando las estrellas. Media hora después, salía de casa después de decir a Paola que probablemente a la una ya estaría de vuelta y que no le esperase levantada. Si Ruffolo se entregaba, tendría que llevarlo a la questura , tomarle declaración y hacérsela firmar, y podría tardar horas. Dijo que, en tal caso, trataría de llamarla, pero sabía que ella estaba acostumbrada a que su marido estuviera fuera de casa a cualquier hora y probablemente dormiría tan profundamente que no oiría el teléfono. Por otra parte, no quería despertar a los niños.

El barco 5 dejaba de circular a las nueve, por lo que forzosamente tenía que ir andando. No le molestaba y, menos, en esta espléndida noche de luna. Como de costumbre, caminaba maquinalmente, dejando que sus pies, entrenados por décadas de recorrer la ciudad, buscaran el itinerario más corto. Cruzó Rialto, atravesó Campo Santa Marina y bajó hacia San Francesco della Vigna. Como era habitual a esta hora, la ciudad estaba prácticamente desierta. Se cruzó con un vigilante nocturno que metía por las rejas de ballesta de las tiendas pequeños rectángulos de papel naranja, para dejar constancia de su ronda. Al pasar por delante de un restaurante, vio a los camareros de chaqueta blanca agrupados alrededor de una mesa, tomando la última copa antes de ir a casa. Y gatos. Sentados, tumbados, enroscados junto a las fuentes, paseando. Estos gatos no iban de caza, pese a que abundaban las ratas. Ni se dignaban mirarle, ya que conocían bien el horario de los que venían a darles de comer y sabían que este desconocido no era uno de ellos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Muerte en un país extraño»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Muerte en un país extraño» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Muerte en un país extraño»

Обсуждение, отзывы о книге «Muerte en un país extraño» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x