Colleen Mccullough - On, Off
Здесь есть возможность читать онлайн «Colleen Mccullough - On, Off» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:On, Off
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
On, Off: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «On, Off»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
On, Off — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «On, Off», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Lo uso como anestésico cuando descerebro gatos.
– ¿Cuando les saca el cerebro, quiere decir?
– Va aprendiendo, teniente. Sí.
– ¿Cómo les administra el éter, señora?
Como respuesta, ella levantó en la mano un recipiente hecho de plexiglás transparente que sacó de una esquina; medía unos treinta centímetros de base por unos setenta y cinco de alto, y tenía una tapa hermética ajustada con abrazaderas.
– Esto es una antigua cámara de cromatografía -dijo-. Pongo una toalla gruesa en el fondo, vacío una lata entera de éter sobre la toalla, dejo caer dentro al gato y cierro la tapa. De hecho, lo hago en las escaleras, están mejor ventiladas. El animal queda inconsciente muy rápido, pero no puede hacerse daño antes de que ocurra, en estas paredes tan lisas.
– ¿Qué importancia tiene que se haga daño, cuando está a punto de perder su cerebro para no despertarse jamás? -preguntó Carmine.
Ella se echó hacia atrás como una cobra a punto de atacar.
– ¡Sí, zoquete, claro que importa! -le espetó-. ¡En mi quirófano no se somete a ningún animal a sufrimientos ni malos tratos! ¿Qué se cree que es esto, la industria cosmética? ¡Conozco a veterinarios que tratan a los animales peor que aquí!
– Disculpe, señora Liebman, no pretendía ofenderla. Acháquelo a mi ignorancia -dijo Carmine, implorando de modo abyecto-. ¿Cómo abre usted la lata? -preguntó, por cambiar de tema.
– Debe de haber un instrumento específico -dijo ella, algo aplacada-, pero yo no lo tengo, así que utilizo un viejo fórceps.
Éste se asemejaba a unas pinzas enormes, salvo que sus dos extremos acababan en pala, se juntaban en oposición y mordisqueaban cualquier cosa que se pusiera entre ellos, por ejemplo la blanda perilla metálica de una lata de éter, como Sonia Liebman procedió a demostrar. Carmine se apartó del olor que brotó de la lata más rápido que un genio de su lámpara.
– ¿No le gusta? -preguntó ella, sorprendida-. A mí me encanta.
– ¿Sabe cuánto éter tiene almacenado?
– No llevo la cuenta precisa… no es ni valioso ni importante. Cuando veo que queda poco en el estante, encargo más y ya está. Lo uso para las descerebraciones, pero también se utiliza para limpiar recipientes de cristal si un investigador va a hacer una prueba que exija que no haya residuos de ningún tipo.
– ¿Por qué éter?
– Porque tenemos mucho, pero hay investigadores que prefieren el cloroformo. -Frunció el entrecejo, y de pronto pareció iluminarse-. ¡Ah, ya sé adónde quiere ir a parar! El éter no permanece mucho tiempo en el cuerpo, teniente, no más de lo que permanece en el cristal. Unas pocas respiraciones lo hacen evaporarse, desaparecer tanto de los pulmones como del torrente sanguíneo. No puedo usar Pentotal ni Nembutal para anestesiar a un sujeto de descerebración, porque permanecen en el cerebro durante horas. El éter se desvanece… ¡puf!
– ¿No podría usar un gas anestésico?
Sonia Liebman parpadeó, como asombrada ante su cortedad.
– Claro que podría, pero ¿para qué? Los humanos pueden cooperar, y no tienen colmillos ni garras. Con los animales es o una inyección parenteral de Nembutal o la cámara de éter.
– ¿Es habitual que haya una cámara de éter en los laboratorios de investigación?
Aquello fue la gota que colmó el vaso. Sonia Liebman se dio la vuelta y empezó a ordenar una pila de instrumental quirúrgico.
– No tengo ni idea -elijo, con voz tan gélida como el aire exterior-. Desarrollé la técnica yo misma, y eso es todo lo que importa por lo que a mí respecta.
Carmine dejó a la señora Liebman para que despotricara a gusto de la absoluta estupidez de los polis, con la sensación de que debía retirarse caminando de espaldas sin dejar de hacer profundas reverencias.
– Mercedes y Francine fueron brutalmente violadas con una serie de instrumentos, y no puedo sino suponer que el tipo hizo lo mismo con Margaretta para abrir boca -dijo Patrick a Carmine, Silvestri, Corey y Abe-. Luego pasó a mayores con algún ingenio nuevo en el que debió de incrustar púas y pinchos, y tal vez remató con una cuchilla en la punta. La hizo trizas por dentro: los intestinos, la vejiga, los riñones… llegó incluso hasta el hígado. Laceraciones múltiples, masivas. Murió de la conmoción antes de poder desangrarse por la hemorragia interna. Había un poco de Demerol en su torrente sanguíneo, de modo que dondequiera que se llevara a Margaretta después de raptarla, estaba demasiado lejos de Groton como para confiar en el éter, pasados los primeros minutos. No encontré rastros de éter en la funda de la almohada, por cierto.
– ¿Es que esperabas encontrarlos? -preguntó Marciano.
– No, pero lo olí en un pliegue bien doblado de la funda cuando llegamos a casa de los Bewlee.
– ¿Perdió sangre la chica cuando le cortaron la cabeza? -preguntó Abe.
– Muy poca. Llevaba horas muerta cuando le hizo eso. Debido a lo alta que era, parece haber usado una venda en torno a cada pierna además de la del pecho para inmovilizarla.
– Si murió prematuramente, ¿por qué esperó trece días para tirar el cadáver? ¿Qué hizo con ella? -preguntó Corey.
– La metió en un congelador lo bastante grande para que cupiera tendida a lo largo.
– ¿La han identificado? -preguntó Carmine.
Patrick torció el gesto.
– Sí, su padre. ¡Cómo conservó la calma! Tiene una pequeña cicatriz en la mano izquierda; una mordedura de perro. En cuanto la encontró, dijo que era su hija, nos dio las gracias y se marchó.
Se hizo el silencio en la habitación. «¿Cómo habría reaccionado yo en esa situación de tratarse de Sophia? -se preguntó Carmine-. No hay duda de que el resto de los aquí presentes sienten más en sus carnes la cuchilla, todos tienen hijas que no se fueron a California antes de haber podido forjar el vínculo como es debido. El infierno es poco para lo que esta bestia se merece.» -Patsy -dijo Carmine, interrumpiendo sus pensamientos-, ¿es posible que fueran dos?
– ¿Dos? -preguntó Patrick, sin comprender-. ¿Dos asesinos, quieres decir?
– Sí.
Silvestri masticó su cigarro, puso una mueca y lo dejó caer en su papelera.
– ¿Dos como él? ¡Estás de broma!
– No, John, lo digo en serio. Cuanto más pienso en esta serie de secuestros, más me convenzo de que hicieron falta dos personas para llevarlos a cabo. De ahí a concluir que hay dos asesinos, sólo hay un paso, y es obvio.
– Un paso con un desnivel de treinta metros, Carmine -dijo Silvestri-. ¿Dos monstruos? ¿Cómo pudieron encontrarse?
– No lo sé, quizás algo tan corriente como un anuncio en la sección de contactos del National Enquirer. Cauteloso, pero claro como el agua para alguien con los mismos gustos. O tal vez se conocen desde hace años, puede incluso que crecieran juntos. O quizá se conocieron en una fiesta.
Abe miró a Corey y dejó los ojos en blanco; los dos estaban pensando que iban a pasarse varios días sentados en los archivos del National Enquirer tratando de localizar un anuncio que tendría como mínimo dos años.
– Estás escupiendo contra el viento, Carmine -dijo Marciano.
– ¡Ya lo sé, ya lo sé! Pero olvidaos por un momento de cómo se conocieron y concentraos en lo que les ocurre a las víctimas. Comprendí que tenía que haber un señuelo. Estas no son la clase de chicas que se dejarían engatusar por la invitación de un desconocido, o picarían ante la oferta de una prueba de pantalla, o cualquiera de las artimañas que funcionan con chicas con una educación menos esmerada. ¡Pero pensad en lo difícil que sería para un hombre solo llevar a cabo el secuestro sin un señuelo! -Carmine se inclinó hacia delante y pareció coger arrestos-. Pensad en Mercedes -prosiguió-, que cierra la tapa del piano, se despide de la hermana Teresa y sale por la puerta del aula de música. En un lugar tranquilo, sin gente alrededor, Mercedes ve algo tan irresistible que no puede sino acercarse. Algo que su corazón no puede ignorar, como un gatito o un cachorro medio muertos de hambre. Pero como ha de situarse en el sitio exacto, hay alguien más doliéndose también por el animal. Mientras Mercedes está absorta, el otro hombre ataca. Uno para esgrimir el señuelo, otro para agarrarla. O Francine, que anda por el bloque de los servicios, o bien está directamente dentro. Ve el señuelo, se queda conmovida, la agarran. Queda demasiada gente en la escuela para arriesgarse a sacarla del Travis, así que la meten en una de las taquillas del gimnasio. ¡Cuánto más fácil resulta hacerlo deprisa si son dos! Es miércoles, el gimnasio está desierto, y la clase de química está justo junto al bloque de los servicios. Con Margaretta, hay una hermana durmiendo a menos de tres pasos. No hay señuelo, pero ¿se arriesgaría este asesino a que Linda se despierte, cuando planea las cosas tan meticulosamente? El socio del señuelo tiene un papel nuevo: vigilar a Linda y actuar si es que se despierta. Como no lo hace, para dos hombres es pan comido sacar a una chica por la ventana, situándose uno dentro y el otro fuera.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «On, Off»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «On, Off» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «On, Off» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.