Dueñas, María - El tiempo entre costuras

Здесь есть возможность читать онлайн «Dueñas, María - El tiempo entre costuras» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Старинная литература, spa. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El tiempo entre costuras: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El tiempo entre costuras»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El tiempo entre costuras — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El tiempo entre costuras», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

–El agente Logan y yo nos conocemos desde hace años, capitán, pero llevábamos bastante tiempo sin vernos y aún estamos terminando de ponernos al día sobre las actividades de cada uno de nosotros -aclaré entonces-. Yo ya estoy al tanto de sus circunstancias y responsabilidades; usted me ayudó enormemente hace muy poco. Por eso he pensado que tal vez tendría la amabilidad de colaborar también para informarle a él sobre las mías. Y de paso, también podrá así enterarse de ello mi padre. ¡Ah, perdón! Había olvidado decírselo: Gonzalo Alvarado es mi padre. Pierda cuidado: intentaremos dejarnos ver juntos en público lo menos posible, pero entienda que me resultará imposible romper mi relación con él.

Hillgarth no contestó: antes, desde debajo de sus cejas pobladas, volvió a observarnos a los dos con mirada de granito.

Imaginé el desconcierto de Gonzalo; probablemente fuera tan intenso como el de Marcus, pero ninguno de los dos pronunció siquiera una sílaba. Tan sólo, al igual que yo, se limitaron a esperar a que Hillgarth lograra digerir mi osadía. Su mujer, desconcertada, recurrió a un cigarrillo abriendo la pitillera con dedos nerviosos. Pasaron unos segundos incómodos en los que sólo se oyó el chasqueo repetido de su encendedor. Hasta que el agregado naval por fin habló.

–Si no lo aclaro yo, intuyo que lo hará usted de todas maneras…

–Me temo que no me dejará otra opción -dije regalándole la mejor de mis sonrisas. Una sonrisa nueva: plena, segura y levemente desafiante.

Sólo rompió el silencio el tintineo de los hielos contra el cristal al llevarse el whisky a la boca. Su mujer escondió la desorientación tras una potente calada a su Craven A.

–Imagino que éste es el precio que hay que pagar por lo que nos ha traído de Lisboa -dijo finalmente.

Por eso y por todas las misiones venideras en las que volveré a dejarme la piel, le doy mi palabra. Mi palabra de modista y mi palabra de espía.

69

Lo que recibí esta vez no fue un sobrio ramo de rosas atadas con una cinta llena de trazos codificados como acostumbraba a enviarme Hillgarth cuando quería transmitirme algún mensaje. Tampoco se trató de flores exóticas como las que me hizo llegar Manuel da Silva antes de decidir que lo más conveniente para él era matarme. Lo que Marcus trajo a mi casa aquella noche fue tan sólo algo pequeño y casi insignificante, apenas un brote arrancado de cualquier rosal crecido como un milagro contra una tapia en aquella primavera que siguió al invierno atroz. Una flor menuda, escuálida casi. Digna en su simplicidad, sin subterfugios.

No le esperaba y sí le esperaba a la vez. Se había marchado de casa de mi padre junto con los Hillgarth unas horas antes, el agregado naval le invitó a acompañarle, probablemente quería hablar con él lejos de mi presencia. Yo regresé sola, sin saber en qué momento volvería a aparecer. Si es que volvía.

–Para ti -fue su saludo.

Cogí la pequeña rosa y le dejé entrar. Traía el lazo de la corbata flojo, como si voluntariamente hubiera decidido destensarse. Avanzó con paso lento hasta el centro del salón; parecía que con cada zancada enhebrara un pensamiento y calculara las palabras que tenía que decir. Por fin se giró y esperó a que me acercara hasta él.

–Sabes a lo que nos enfrentamos ¿verdad?

Lo sabía. Claro que lo sabía. Nos movíamos en pantanos de aguas turbias, en una jungla de mentiras y engranajes clandestinos con aristas capaces de cortar como el cristal. Un amor encubierto en tiempo de odios, carencia y traiciones, eso era lo que teníamos por delante.

–Sé a lo que nos enfrentamos, sí.

–No va a ser fácil -añadió.

–Nada es ya fácil -añadí.

–Puede ser duro.

–Quizá.

–Y peligroso.

–También.

Burlando trampas, sorteando riesgos. Sin planes, a contratiempo, entre las sombras: así habríamos de vivir. Aunando ganas y audacia. Con entereza, coraje y la fuerza de sabernos juntos frente a una causa común.

Nos miramos fijamente y me volvió el recuerdo de la tierra africana en donde todo empezó. Su mundo y mi mundo -tan lejanos antes, tan cercanos ya- por fin habían encajado. Y entonces me abrazó y, en el calor y la ternura de nuestra cercanía, tuve la certeza rotunda de que tampoco en esa misión íbamos a fracasar.

Epílogo

Esta fue mi historia o al menos así la recuerdo, barnizada tal vez con la pátina que las décadas y la nostalgia dan a las cosas. Ésta fue mi historia, sí. Trabajé a las órdenes del Servicio Secreto británico y a lo largo de cuatro años recopilé y transmití información sobre los alemanes en la península Ibérica con pleno rigor y puntualidad. Nunca nadie me instruyó sobre táctica militar, topografía del terreno de combate o manejo de explosivos, pero mis trajes sentaban como ninguno y la fama de mi taller me blindó de cualquier sospecha. Lo mantuve en funcionamiento hasta el 45 y me convertí en una virtuosa del doble juego.

Lo que pasó en España tras la guerra europea y el rastro de muchas de las personas que han circulado por este recuento de aquellos años se encuentra en los libros de historia, los archivos y las hemerotecas. No obstante, lo voy a sintetizar aquí, por si a alguien interesa saber qué fue de todos ellos. Intentaré hacerlo bien; al fin y al cabo, ése fue siempre mi trabajo: casar partes y componer piezas con armonía.

Empezaré por Beigbeder, quizá el más desafortunado de todos los personajes de este relato. Desde que acabó su arresto en Ronda, supe que había estado varias veces en Madrid, que incluso se instaló de manera permanente durante varios meses. A lo largo de ellos, mantuvo contacto constante con las embajadas inglesa y americana, y les ofreció mil planes que en algunas ocasiones fueron lúcidos y, en otras, del todo extravagantes. Él mismo contó que intentaron asesinarle en dos ocasiones, aunque también aseguró, paradójicamente, que aún mantenía interesantes contactos con el poder. Los viejos amigos le atendieron con cortesía, algunos hasta con verdadero afecto. Hubo también quien se lo quitó de encima sin escucharle siquiera; de qué iba a servirles ya aquel ángel caído.

En el patio de vecinas que era la España de entonces, donde todo se transmitía de boca a oreja, corrió poco después la voz de que su errático devenir por fin tenía un destino. A pesar de que casi todos consideraran que su carrera estaba muerta y rematada, en 1943, cuando empezaba a vislumbrarse que la victoria alemana era dudosa, Franco -contra todo pronóstico y con gran secretismo- volvió a requerir de sus servicios. Sin darle puesto oficial alguno, lo ascendió a general de la noche a la mañana y, con poderes de ministro plenipotenciario, le encargó una misión un tanto difusa que tendría Washington como destino. Desde que el Caudillo le encomendó la tarea hasta que salió de España para emprenderla, pasaron meses. Alguien me contó que él mismo, extrañamente, rogó a miembros de la embajada norteamericana que se demoraran todo lo posible para concederle un visado: sospechaba que lo único que Franco quería de él era sacarle de España con la intención de que no volviera más.

Lo que hizo Beigbeder en América nunca estuvo del todo claro y sobre ello corrieron rumores dispares. Según algunos, el Generalísimo lo mandó a restaurar relaciones, tender puentes y convencer a los estadounidenses de la absoluta neutralidad de España en la guerra, como si nunca hubiera tenido él la fotografía dedicada del Führer presidiendo la mesa de su despacho. Otras voces también fiables afirmaron, en cambio, que su labor fue mucho más militar que meramente diplomática: discutir el futuro del norte de África en su calidad de antiguo alto comisario y gran conocedor de la realidad marroquí. Hubo además quien dijo que el ex ministro había ido a la capital norteamericana a convenir con el gobierno de Estados Unidos las bases para la creación de una «España libre», paralela a la «Francia libre», en previsión de una posible entrada de los alemanes en la Península. Se oyó además la versión de que, tan pronto como aterrizó, dijo a todo el que quiso escucharle que sus relaciones con la España de Franco estaban rotas y se dedicó a buscar simpatías hacia la causa monárquica. Y hubo alguna voz calenturienta que sugirió que el objetivo de aquel viaje tan sólo respondió a su deseo personal de sumergirse en una vida disoluta y pecaminosa llena de vicio desenfrenado. Fuera cual fuera la naturaleza de la misión, el hecho es que el Caudillo no debió de quedar contento con la manera en que fue realizada: años después se encargó de decir sobre Beigbeder públicamente que era un degenerado muerto de hambre dedicado a dar sablazos a todo aquel que pillaba cerca.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El tiempo entre costuras»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El tiempo entre costuras» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El tiempo entre costuras»

Обсуждение, отзывы о книге «El tiempo entre costuras» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x