Unknown - i f495d2cc80b26422

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Sacó una silla, golpeando en uno de los lados.

-¿Qué quieres, Harry?- Le llamó la Sra. Weasley. -¿Gachas?,

¿Panecillos?, ¿Salmones curados?, ¿Tocino y huevos?,

¿Tostadas?-

-Sólo... sólo tostadas, gracias-, dijo Harry.

Lupin echó un vistazo a Harry, y después dijo a Tonks, -¿qué estabas diciendo sobre Scrimgeour ?-

-Oh... sí... tenemos que ser un poco más cuidadosos, el nos ha estado haciendo a Weasley y a mi preguntas divertidas...-

Harry se sentía vagamente agradecido de que no le pidiesen que participase en la conversación.

Sus tripas se retorcían. La Sra. Weasley puso un par de tostadas y mermelada delante de él; intentó comer, pero era como masticar la alfombra. La Sra. Weasley se sentó a su lado y comenzó a quejarse de su camiseta, metiendo dentro la etiqueta y el alisando los pliegues a través de sus hombros. Él deseaba que ella no lo hiciera...

-Y tendré que decirle a Dumbledore que no podré hacer guardia mañana, estoy demasiado c - cansada-, terminó Tonks, con otro enorme bostezo.

-Yo te cubriré, dijo el Sr. Weasley. Yo estoy bien, de todas maneras tengo que terminar un informe-. El Sr. Weasley no usaba los trajes de magos, en vez de eso llevaba un par de pantalones de rayas y una chaqueta-bomber vieja. Se volvió hacia Tonks y Harry.

-¿Cómo me sienta se siente?-

Harry encogido.

-Todo terminará muy pronto-, dijo con vigor el Sr. Weasley. En unas pocas horas estarás limpio.

Harry no dijo nada.

-La audiencia es en mi piso, en la oficina de Amelia Bones. Ella es la Jefa del Departamento de Aplicación de la Ley Mágica, y quien te hará las preguntas-.

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-Amelia Bones está bien, Harry-, dijo con seriedad Tonks. -Es justa, te escuchará-.

Harry asintió con la cabeza, aún incapaz pensar en cualquier respuesta.

-No te arrugues-, dijo Sirius repentinamente. -Se cortés y céntrate en los hechos-.

Harry asintió con la cabeza otra vez.

-La ley está de tu lado-, dijo Lupin reservado. -Incluso los magos que no son mayores de edad tienen permitido utilizar la magia en situaciones en las que su vida corra peligro-.

Algo muy frío goteó en la parte posterior del cuello de Harry; por un momento pensó que alguien le ponía un encantamiento Desilusionador... luego se dio cuenta que la Sra. Weasley atacaba su pelo con un peine mojado. Ella presionó con fuerza la parte superior de su cabeza.

-¿Nunca se queda bien peinado?- dijo ella desesperada.

Harry sacudió su cabeza.

El Sr. Weasley comprobó su reloj y miró hacia arriba a Harry.

-Creo que deberíamos irnos ahora-, dijo. -Es un poco temprano pero creo que estarás mejor en el ministerio que aquí.-

-De acuerdo-, dijo Harry automáticamente, dejando su tostada y poniéndose de pie

-Te darán la razón, Harry-, dijo Tonks, acariciándole en el brazo.

-Buena suerte-, dijo Lupin, -estoy seguro de que todo irá bien-.

-Y si no es así-, dijo con severidad Sirius, -yo visitare a Amelia Bones por ti...-

Harry sonrió débilmente. La Sra. Weasley lo abrazó.

-Todos tendremos nuestros dedos cruzados-, dijo ella.

-De acuerdo-, dijo Harry. -Nos... veremos más tarde entonces-.

Siguió al Sr. Weasley escaleras arriba y a lo largo del pasillo.

Podía oír a la madre de Sirius gruñendo en sueños detrás de las cortinas. El Sr. Weasley descorrió los cerrojos de la la puerta y caminaron hacia fuera en el frío y gris amanecer.

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-Usted no va caminando normalmente al trabajo, ¿verdad?-, le preguntó Harry, cuando salieron furtivamente rodeando con rapidez la plaza.

-No, yo generalmente me aparezco-, dijo el Sr. Weasley, -pero tu obviamente no puedes, y pienso que es mejor que lleguemos de una manera no-mágica... para causar mejor impresión, dado que estás disciplinado por…- El Sr. Weasley guardó su mano dentro de su chaqueta mientras caminaban.

Harry sabía que estaba apretando su varita. Las calles que recorrían estaban casi desiertas, pero cuando llegaron a la pequeña y miserable estación de metro la encontraron lleno ya de madrugadores viajeros.

Como siempre que se encontraba cerca de Muggles que iban a sus trabajos, el Sr. Weasley pudo contener con dificultad su entusiasmo.

-Simplemente fabuloso-, susurró, indicando las máquinas automáticas de tickets. -Maravillosamente ingenioso-.

-Están fuera de servicio-, dijeron a Harry, señalando el letrero.

-Sí, pero incluso...- dijo radiante el Sr. Weasley cariñosamente hacia ellos. Por eso compraron sus tickets a un somnoliento taquillero (Harry se encargó de la compra, ya que el Sr. Weasly no se manejaba bien con el dinero Muggle) y cinco minutos más tarde estaban a bordo de un metro que les llevaba hacia el centro de Londres. El Sr. Weasly se permanecía ansioso comprobando y re-comprobando el mapa del metro sobre las ventanas.

-Cuatro paradas más, Harry… Ahora faltan tres paradas… dos paradas para llegar, Harry…- Bajaron en una estación en pleno centro de Londres, y se alejaron del tren entre una marea de hombres y mujeres cargados de carteras.

Subieron por las escaleras automáticas, pasaron por las barreras (el Sr. Weasly quedó encantado de cómo se traba su ticket), y emergieron en una amplia calle con edificios de líneas imponentes y ya llena de tráfico.

-¿Dónde estamos?- dijo inexpresivamente el Sr. Weasley y durante un instante el corazón de Harry se paró creyendo que se 137

habían equivocado de estación a pesar de las continuas comprobaciones del Sr. Weasley en el mapa. Pero un segundo después el dijo, -¡ah si…! por aquí, Harry-, y le siguió a una calle lateral.

-Lo siento-, dijo, -pero nunca vengo en tren y todo parece diferente desde la perspectiva de un Muggle. De hecho, ni siquiera he utilizado nunca antes la entrada de visitantes-.

Cuanto más lejos caminaron, los edificios se hacían menos imponentes, hasta que al final llegaron a una calle que contenía varias oficinas de aspecto lastimoso, un pub y a un llamativo skip.

Harry había esperado un lugar un poco más impresionante para el Ministerio de Magia.

-Ya estamos-, dijo el Sr. Weasley brillantemente, señalando en una vieja cabina de teléfonos roja, a la que le faltaban varios cristales del cristal y permanecía ante una pared llena de graffitis.

-Después de ti, Harry-.

Él abrió la puerta de la cabina de teléfono.

Harry entró, preguntándose que demonios significaba eso. El Sr.

Weasley se aplastó al lado de Harry y cerró la puerta. Estaban bastante apretados; Harry estaba encajado contra el aparato de teléfono, el cual colgaba torcido de la pared como si un vándalo hubiera intentado arrancarlo.

El Sr. Weasley alcanzó el receptor.

-Sr. Weasley, creo que esto puede estar fuera de servicio también-, dijo Harry.

-No, no, estoy seguro de que está en servicio-, dijo el Sr.

Weasley, sosteniendo el receptor sobre su cabeza y mirando con fijeza en el dial. -Veamos... seis...- él marcó el número, -

dos...cuatro... y otro cuatro... y otros dos...-

Mientras que el dial giró zumbando suave,nuevamente dentro de lugar, una voz femenina fresca sonaba dentro de la caja de teléfono, no del receptor en mano de Sr. Weasley, pero tan alto y claro como si una mujer invisible estuviese dentro con ellos.

-Bienvenidos al Ministerio de Magia. Por favor indiquen su nombre y ocupación-.

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-E...- dijo el Sr. Weasley, dudando si debía o no hablar al receptor. Él lo arregló colocando el micrófono en su oreja, -

Arthur Weasley, Oficina del uso incorrecto de los artefactos Muggle, acompañando a Harry Potter que tiene una audiencia disciplinaria...-

-Gracias-, dijo la voz femenina. -El visitante, tome la insignia y colóquesela en su ropa-.

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