Unknown - i c40a5069f5c85ef3

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Cada poro de su cuerpo gritó en protesta. El mismo aire de sus pulmones pareció con-gelarse y volverse sólido cuando se sumergió hasta los hombros en agua congelada. A penas pod´ıa respirar; temblaba tan violentamente que el agua lam´ıa los bordes de la charca, tanteó la hoja con su pie entumecido. Quer´ıa sumergirse solo una vez.

Calculó el momento de la inmersión total segundo a segundo, jadeando y temblando, hasta que se dijo a s´ı mismo que deb´ıa hacerse, reunió todo su coraje, y se sumergió. El fr´ıo era una agon´ıa. Le atacaba como fuego. Su mismo cerebro parec´ıa haberse congelado mientras empujaba a través del agua oscura hacia el fondo y extend´ıa la mano, buscando la espada. Sus dedos se cerraron sobre la empu˜nadura, tiró hacia arriba.

Entonces algo se cerró firmemente alrededor de su cuello. Pensó que eran algas aunque nada le hab´ıa rozado cuando se sumergió, y alzó la mano vac´ıa para liberarse. No eran algas. La cadena del Horrocrux se hab´ıa apretado y estaba apretando lentamente su tráquea.

Harry pateó salvajemente, intentando impulsarse de vuelta a la superficie, pero solo consiguió impulsarse contra el lado rocoso de la charca. Agitándose, ahogándose, asió la CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA

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cadena estranguladora, sus dedos congelados fueron incapaces de soltarla, y ahora hab´ıa luces estallando en su cabeza, e iba a ahogarse, no hab´ıa nada, nada que pudiera hacer, y los brazos que se cerraban alrdedor de su pecho seguramente eran de motigafos...

Tosiendo y vomitando, empapado y más fr´ıo de lo que hab´ıa estado nunca en su vida, se derrumbó bocabajo en la nieve. En alguna parte, cerca, otra persona jadeaba, tos´ıa y se tambaleaba. Hermione hab´ıa venido de nuevo al rescate, como hab´ıa hecho cuando el ataque... Aunque no parec´ıa ella, no con esas toses profundas, ni a juzgar por el peso de las pisadas.

Harry no ten´ıa fuerzas para alzar la cabeza y averiguar la identidad de su salvador.

Todo lo que pudo alzar fue una mano temblorosa hasta su garganta y palpar el lugar donde el guardapelo hab´ıa cortado firmemente su carne. Hab´ıa desaparecido. Alguien se lo hab´ıa cortado. Entonces una voz jadeande habló sobre su cabeza.

“¿Estas... loco?”

Nada excepto la sorpresa de oir esa voz podr´ıa haber dado a Harry las fuerzas necesarias para levantarse. Temblando violentamente, se puso en pie tambaleante. All´ı ante él estaba Ron, completamente vestido pero empapado del todo, con el pelo aplastado sobre la cara, la espada de Gryffindor en una mano y el Horrocrux colgando de su cadera rota en la otra.

“¿Por qué demonios” jadeó Ron, sujetando en alto el Horrocrux, que se balanceaba adelante y atrás en la corta cadena en una especie de parodia de hipnosis “no te quitaste esta cosa antes de sumergirte”

Harry no pod´ıa responder. La cierva plateada no hab´ıa sido nada, nada, comparado con la aparición de Ron, no pod´ıa creérselo. Temblando de fr´ıo, cogió la pila de ropa que todav´ıa yac´ıa al borde del agua y empezó a ponérsela. Mientras se pasaba jersey tras jersey sobre la cabeza, Harry miraba a Ron, medio esperando que hubiera desaparecido cada vez que le perd´ıa de vista, aunque ten´ıa que ser real. Acababa de tirarse a la charca, hab´ıa salvado la vida de Harry.

“¿Eras t-tú?” dijo Harry al fin, sus dientes casta˜neteaban, su voz era más débil de lo habitual dada su casi-estrangulación.

“Bueno, si” dijo Ron, ligeramente confuso.

“¿Tú lanzaste esa cierva?”

“¿Qué? ¡No, por supuesto que no! ¡Yo cre´ıa que hab´ıas sido tú!”

“Mi patronus es un ciervo.”

“Oh, si. Pensé que parec´ıa diferente. Sin cornamenta.”

Harry se puso la bolsita de Hagrid alrededor del cuello, poniéndose un último jersey, acercándose a recoger la varita de Hermione, y enfrentándose de nuevo a Ron.

“¿Cómo es que estás aqu´ı?”

Aparentemente Ron hab´ıa esperado que ese punto se tocara más adelante, si es que se tocaba.

“Bueno, yo... ya sabes... he vuelto. Si...” Se aclaró la garganta. “Ya sabes. Si todav´ıa me queréis aqu´ı.”

Hubo una pausa, en la cual el tema de la partida de Ron pareció alzarse como una pared entre ellos. Aunque estaba aqu´ı. Hab´ıa vuelto. Acababa de salvar la vida de Harry.

CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA

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Ron bajó la mirada a sus manos. Pareció momentáneamente sorprendido al ver las cosas que sujetada.

“Oh, si, saqué esto,” dijo, bastante innecesariamente, alzando la espada para que Harry la inspeccionara. “¿Saltaste por esto... verdad?”

“Si” dijo Harry. “Pero no lo entiendo. ¿Cómo llegaste aqu´ı? ¿Cómo nos encontraste?”

“Es una larga historia” dijo Ron. “Os he estado buscando durante horas, es un bosque grande, ¿verdad? Y justo estaba pensando en que iba a tener que dormir bajo un árbol y esperar a la ma˜nana cuando vi a la cierva y la segu´ı.”

“¿No viste a nadie más?”

“No” dijo Ron “Yo...”

Pero vaciló, mirando a dos árboles que crec´ıan cerca el uno del otro a algunas yardas de distancia.

“Creo que vi algo moverse all´ı, pero estaba corriendo hacia la charca en ese momento, porque hab´ıas entrado pero no sal´ıas, as´ı que no iba a hacer un desv´ıo para... ¡ey!”

Harry ya estaba corriendo hacia el lugar que Ron hab´ıa se˜nalado. Los dos robles crec´ıan bastante juntos, hab´ıa un hueco de solo unos cent´ımetros entre los troncos al nivel de los ojos, un lugar ideal para ver sin ser visto. La tierra alrededor de las ra´ıces, sin embargo,estaba libre de nieve, y Harry pudo ver que no hab´ıa ninguna se˜nal de pisadas.

Volvió adonde estaba Ron esperando, todav´ıa sujetando la espada y el Horrocrux.

“¿Hay algo?” preguntó Ron.

“No” dijo Harry.

“¿Entonces, que hac´ıa la espada en esa charca?”

“Quien quiera que lanzara el Patronus debe haberla puesto ah´ı.”

Ambos miraron a la ornamentada espada de plata, su empu˜nadura de rub´ıes brillaba un poco a la luz de la varita de Hermione.

“¿Crees que es la auténtica?” preguntó Ron.

“Hay una forma de averiguarlo, ¿verdad?” dijo Harry.

El Horrocrux todav´ıa se balanceaba en la mano de Ron. El guardapelo se sacud´ıa ligeramente. Harry sab´ıa que la cosa de dentro estaba de nuevo agitada. Hab´ıa sentido la presencia de la espada y hab´ıa intentado matar a Harry antes que dejarle poseerla. Ahora no hab´ıa tiempo para largas discusiones; era el momento de destruir al guardapelo de una vez y para siempre. Harry miró alrededor, sujetando en alto la varita de Hermione, y vio el lugar; una roca plana que yac´ıa a la sombra de un sicomoro.

“Vamos” dijo, y abrió el camino, limpiando la nieve de la superficie de la roca, y extendiendo la mano pidiendo el Horrocrux. Cuando Ron ofreció la espada, sin embargo, Harry sacudió la cabeza.

“No, debes hacerlo tú.”

“¿Yo?” dijo Ron, sorprendido. “¿Por qué?”

“Porque tú sacaste la espada de la charca, creo que se supone que debes ser tú.”

No estaba siendo para nada amable o generoso. Tan indudablemente como hab´ıa sabido que la cierva era benigna, sab´ıa que ten´ıa que ser Ron quien esgrimiera la espada.

Dumbledore le hab´ıa ense˜nado al menos algo sobre cierto tipo de magia, y el incalcu-CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA

213

lable poder de ciertos actos.

“Lo voy a abrir” dijo Harry “y tú lo golpeas. Directamente, ¿vale? Por si lo que sea que haya dentro ofrece resistencia. El pedazo de Riddle del diario intentó matarme.”

“¿Cómo vas a abrirlo?” preguntó Ron. Parec´ıa aterrado.

“Voy a pedirle que se abra, en parsel” dijo Harry. La respuesta llegó tan fácilmente a sus labios que pensó que en el fondo siempre lo hab´ıa sabido. Quizás hab´ıa sido su reciente encuentro con Nagini lo que le hab´ıa hecho comprenderlo. Miró a la serpentina S dibujada con brillantes piedras. Era fácil visualizarla como una minúscula serpiente, enroscada sobre la fr´ıa piedra.

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