Durante un largo tiempo, a este hermanastro se le prohibió permanecer en el municipio donde vivía nuestro consultante. Las angustias volvieron durante una visita ilegal que aquél hizo a su familia, encubierto por el padre. Comprendimos que el trauma vivido volvía a florecer, y sobre todo el sentimiento de desamparo en relación a sus padres.
Como el niño en cuestión, durante el tratamiento, comenzaba a manifestar un gran interés por la botánica y la germinación de plantas en general, le propusimos el siguiente acto a sus padres y a él: debía pedir al padre que le regalara una semilla de una planta que diera frutos y que la madre preparara la tierra que sembrar en un macetero. El niño debía confeccionar con plastilina el monstruo que lo perseguía en sueños. Luego, la madre debía acompañar al niño mientras éste enterraba el monstruo insultándolo y colocar sobre él la planta.
Inmediatamente después del acto las angustias desaparecieron y el niño ha ido desarrollando una gran capacidad cognitiva, destacando su excelencia en todas las ramas, especialmente en ciencias naturales. Ha recuperado la confianza y ya no necesita dormir con su madre. El uso de la plastilina le ha permitido modelar y dar cuerpo a las imágenes que lo aterrorizaban, y eso ha apaciguado su angustia. La transmisión de la capacidad de reproducción, por parte del padre, al hacerle entrega de la semilla (los frutos representan los ojos), y el hecho de enterrar el monstruo perseguidor -una representación del hermanastro que abusó-, han hecho que la cólera contenida se transforme en una corriente creativa, despertando la curiosidad intelectual y la capacidad de creación en nuestro consultante.
Encontré a Alejandro Jodorowsky en el año 1996, durante un taller sobre psicomagia y psicogenealogía que él impartía en Chile para psiquiatras y psicólogos. Yo lo seguía y admiraba desde hacía tiempo por su fascinante carrera como creador y artista de vanguardia. En ese tiempo yo tenía dudas en torno a optar por ser poeta o terapeuta, ya que los dos eran caminos vitales para mí. Buscaba un camino que pudiera conciliar las dos vías. Jodorowsky había ido desde el arte a la terapia con toda la capacidad de invención que eso implica. Cuando llegó mi turno en el taller, le planteé mi dilema y me dijo: «Tú ya estás iniciado, ahora necesitas que alguien te confirme». Inmediatamente escribió en mi pecho con su dedo lo que para mí se convirtió en un tatuaje indeleble: «Poeta y psicoterapeuta». Desde ese momento me di cuenta de que podía seguir los dos caminos sin necesidad de renunciar a ninguno de mis deseos, como había hecho mi padre dejando la música para dedicarse completamente a la ingeniería. Si los dos caminos eran importantes para mí, podía seguir ambos y que se retroalimentaran entre sí.
Luego me sugirió: «Ya has leído muchos libros, ahora tienes que ir a buscar las fuentes vivas…». Entonces le prometí ir a trabajar con él. «Pero antes publica tu libro de poesía», me dijo. Publiqué mi libro Vía Láctea, que fue editado un día antes de mi partida a Francia. Llegué con él a París, y se lo dejé a Alejandro en su casa. Unos días después llamé a su secretaría, quien me puso en contacto directamente con él: «¿Dónde estás?», me preguntó. «Aquí en la tierra», le contesté. Me leyó el tarot unos días después en un café donde él comenzaba su nueva temporada. Sacó tres cartas: el Carro, la Torre [o Maison Dieu] y el Juicio… Yo tenía en mis manos el libro Arcano 17 de André Bretón.
Desde entonces fuimos estableciendo poco a poco una relación de confianza, de enseñanza y de amistad. Él me ha mostrado infinitas cosas, entre otras el tarot y la psicomagia; yo he aportado humildemente mi pasión por la poesía y la terapia de la locura. Poco a poco he ido aplicando las leyes de la psicomagia a la terapia de los locos. Un camino que comienza y que empieza a rendir sus primeros frutos.
Martín Bakero
[1]Desde hace muchos años, y sin ninguna publicidad, Jodorowsky anima cada miércoles en París una conferencia-happening donde aborda temas terapéuticos. La entrada es libre, quinientos espectadores asisten cada semana. Al final de la sesión del Cabaret Místico, unos voluntarios hacen una colecta, lo que permite pagar el alquiler de la sala. Tres días antes del comienzo de la conferencia, y siempre gratuitamente, Jodorowsky lee el tarot a unas treinta personas. Estas, una vez concluida la lectura, y a modo de pago, deben trazar con su índice la palabra «gracias» sobre las manos de Alejandro.
[2]Arte marcial de origen japonés utilizado como defensa personal. Consiste en usar la energía del atacante para así vencerlo. (N. del E.)
[3]Los comentarios de Alejandro Jodorowsky están intercalados en el texto entre corchetes. Para facilitar su lectura, se han hecho en las cartas pequeñas modificaciones gramaticales o de estilo. La mayoría de los originales están en poder de Jodorowsky, pudiéndose comprobar su autenticidad.