• Пожаловаться

Salman Rushdie: Los Versos Satánicos

Здесь есть возможность читать онлайн «Salman Rushdie: Los Versos Satánicos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

libcat.ru: книга без обложки

Los Versos Satánicos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los Versos Satánicos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Salman Rushdie: другие книги автора


Кто написал Los Versos Satánicos? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Los Versos Satánicos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los Versos Satánicos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Fueron los únicos supervivientes de la catástrofe, los únicos pasajeros caídos del Bostan que conservaron la vida. Fueron depositados por la marea en una playa. Cuando los encontraron, el más expansivo de los dos, el de la camisa púrpura, deliraba frenéticamente, jurando que habían caminado sobre el agua, que las olas los habían acompañado suavemente hasta la orilla; mientras que el otro, que llevaba un empapado bombín pegado a la cabeza como por arte de magia, lo negaba. «Por Dios que tuvimos suerte -decía-. Toda la suerte del mundo.»

Yo conozco la verdad, naturalmente. Lo vi todo. Por lo que respecta a omnipresencia y omnipotencia no tengo pretensiones, por el momento, pero una cosa sí puedo afirmar, espero: Chamcha lo deseó y Farishta cumplió el deseo.

¿Quién obró el milagro?

¿De qué naturaleza -angélica o satánica- era la canción de Farishta?

¿Quién soy yo?

Digamos: ¿quién sabe los mejores cantos?

Éstas fueron las primeras palabras que Gibreel Farishta pronunció al despertar en la nevada playa inglesa, con una sorprendente estrella de mar junto a la oreja: «Hemos vuelto a nacer, compa, tú y yo. Feliz cumpleaños, paisano, feliz cumpleaños.»

Y Saladin Chamcha tosió, escupió, abrió los ojos y, como es propio de un recién nacido, se echó a llorar tontamente.

2

La reencarnación siempre fue tema de gran importancia para Gibreel, durante quince años la mayor estrella del cine indio, antes ya de que venciera «milagrosamente» al Virus Fantasma que, según empezaba a creer la gente, parecía que iba a cancelar todos sus contratos. Por lo tanto, quizás alguien hubiera podido prever, pero nadie previó, que, cuando se restableciera, podría, por así decirlo, triunfar en lo que habían fracasado los gérmenes, y abandonar para siempre su vieja vida, a menos de una semana de cumplir los cuarenta, esfumándose en el aire, ¡puf!, como por ensalmo.

Los primeros en notar su ausencia fueron los cuatro componentes del servicio de la silla de ruedas de los estudios. Mucho antes de su enfermedad, Gibreel había adquirido la costumbre de hacerse transportar de plató en plató de los grandes estudios D. W. Rama por este grupo de atletas veloces y fieles, porque un hombre que rueda hasta once películas a la vez necesita ahorrar energías. Guiándose por un complicado código de rayas, círculos y puntos que Gibreel aprendiera en su niñez de los legendarios repartidores de almuerzos de Bombay (de los que luego hablaremos más extensamente), los mozos de silla lo transportaban raudos de papel en papel, depositándolo con la misma seguridad y puntualidad con las que otrora su padre entregara los almuerzos. Y, después de cada sesión, Gibreel volvía a la silla, en la que, a marchas forzadas, era conducido al plató siguiente, donde lo vestían y maquillaban y le entregaban los diálogos. En cierta ocasión, él dijo a su equipo de leales: «La carrera de un actor de cine en Bombay se parece a una gymkhana en silla de ruedas.»

Después de la enfermedad, del Germen Fantasma, del Mal Misterioso, del Virus, Gibreel volvió al trabajo, pero con menos agobio, haciendo sólo siete películas a la vez… hasta que, ¡zas!, desapareció. La silla de ruedas quedó vacía en los mudos platós; la ausencia del actor dejó al descubierto la artificiosidad barata de los decorados. Los mozos de silla, losa cuatro a la una, no sabían qué excusas dar cuando los directivos, enfurecidos, cayeron sobre ellos: Oh, sí, debe de estar? enfermo, siempre tuvo fama de puntual, ¿no?, ¿por qué criticar, maharaj?, a los grandes artistas hay que consentirles un poco de temperamento de vez en cuando, vaya, y, por sus protestas, ellos fueron las primeras víctimas del mutis inexplicado de Farishta, siendo lanzados, cuatro, tres, dos, uno, ekdumjaldi, por las puertas de los estudios, y la silla de ruedas quedó abandonada y polvorienta bajo los cocoteros pintados en torno a una playa de serrín.

¿Dónde estaba Gibreel? Los productores, dejados en siete estacadas, fueron presa de pánico por onerosa desaparición. Vean ahí, en el golf del Willingdon Club -sólo nueve hoyos quedan, porque, de los otros nueve, han brotado rascacielos como hierbajos gigantes o, digamos, como lápidas funerarias que marcan los lugares en los que yace el cadáver despedazado de la ciudad vieja-, ahí, mismamente ahí, altos directivos fallan los putts más fáciles; y, si levantan la mirada, verán evolucionar en el aire mechones de cabello arrancado de principales cabezas angustiadas y arrojado desde las ventanas de los últimos pisos. La agitación de los productores era comprensible, porque, en aquellos tiempos de deserción de espectadores cinematográficos, nacimiento de los folletones históricos y reivindicación del televisor por las amas de casa, no quedaba más que un hombre que, colocado encima del título de una película, ofreciera garantía total de Superéxito y Sensación, y ahora el dueño del nombre había partido, no se sabía si hacia arriba, hacia abajo o hacia un lado, pero lo cierto era que se había esfumado…

Por toda la ciudad, después de que los teléfonos, los motoristas, los guardias, los hombres-rana y las dragas del puerto hubieran trabajado infructuosamente, empezaron a pronunciarse epitafios por la estrella apagada. En uno de los siete impotentes platós de los estudios Rama, Miss Pimple Billimoria, el último explosivo descubrimiento de la industria -no una tierna y pálida azucena, sino un despampanante barril de dinamita-, ataviada con gasas de danzarina sagrada y colocada bajo sinuosas reproducciones en cartón de las figuras tántricas del período Chandela sorprendidas en el acto de la cópula -al tener noticia de que su escena cumbre no se rodaría y su gran oportunidad estaba malograda-, hizo el número del desdén ante un público de técnicos de sonido y electricistas que sostenían beedis entre cínicos labios. Pimple, acompañada por un ayah muda de dolor, toda codos, trataba de simular alivio. «¡Caray, qué suerte! -exclamó-. Hoy teníamos la escena de amor, chhi, chhi, y yo estaba desesperada pensando en cómo acercarme a ese bocazas que huele a guano de cucaracha putrefacta. -Dio una patada en el suelo, haciendo sonar los cascabeles del tobillo-. Suerte ha tenido de que las películas no huelan, o no hubiera encontrado papel ni de leproso.» Aquí el soliloquio de Pimple subió de tono, trocándose en un torrente de obscenidades de un calibre tal que los fumadores de beedis se irguieron en sus asientos por primera vez y empezaron a comparar animadamente el vocabulario de Pimple con el de Phoolan Davi, la famosa reina de bandidos, cuyos juramentos fundían los cañones de los fusiles y convertían en goma los lápices de los periodistas.

Mutis de Pimple, llorosa, censurada, una tira de celuloide en el suelo de una sala de montaje. Mientras se alejaba, de su ombligo iban cayendo ágatas que reflejaban sus lágrimas…, aunque en lo de la halitosis de Farishta algo de razón tenía; incluso quizá se quedara corta. Las exhalaciones de Gibreel, nubes ocre de sulfuro y azufre, siempre le dieron -conjuntamente con el pico que la línea del nacimiento del pelo le trazaba en la frente y su melena negra como ala de cuervo-, le dieron, decía, un aire más saturnino que celestial, a pesar de las arcangélicas resonancias de su nombre. A raíz de su desaparición, se dijo que no tenía que ser difícil encontrarlo, que lo único que se necesitaba era una nariz medianamente sensible… y, una semana después de su desaparición, un mutis más trágico que el de Pimple Billimoria acrecentó el tufo diabólico que empezaba a adherirse al nombre que tan dulces fragancias evocara antaño. Digamos que se había salido de la pantalla y entrado en el mundo, y en la vida real, a diferencia del cine, la gente nota si hueles.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los Versos Satánicos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los Versos Satánicos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Salman Rushdie: Fury
Fury
Salman Rushdie
libcat.ru: книга без обложки
libcat.ru: книга без обложки
Salman Rushdie
Salman Rushdie: Grimus
Grimus
Salman Rushdie
Salman Rushdie: The Jaguar Smile
The Jaguar Smile
Salman Rushdie
Отзывы о книге «Los Versos Satánicos»

Обсуждение, отзывы о книге «Los Versos Satánicos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.