Tomás Martínez - El Vuelo De La Reina

Здесь есть возможность читать онлайн «Tomás Martínez - El Vuelo De La Reina» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Vuelo De La Reina: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Vuelo De La Reina»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

G. M. Camargo, el todopoderoso director de un diario de Buenos Aires, se obsesiona por Reina Remis, una periodista de talento a la que dobla en edad. Su soberbia le impide ver que los sentimientos ajenos no están bajo su dominio, y esa ceguera lo sume en una historia de amor de la que saldrá transfigurado. A partir de esa intriga clásica, Tomás Eloy Martínez construye una novela irresistible sobre el deseo, el poder y la identidad. Casi todo lo que sucede, sucede dos veces, de un modo siempre más oscuro y desconcertante.La corrupción política y la impunidad en un país que se va viniendo abajo, y el creciente delirio erótico, van dibujando un friso cuyo final, imprevisible, arrastra a los lectores otra vez a la primera línea del libro, atrapados por una historia que se parece tanto a la vida.

El Vuelo De La Reina — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Vuelo De La Reina», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Te quiero, Germán. Por eso. Te quiero sin preguntas y sin condiciones. Nada sería tan fácil como decirte lo que ha pasado, pero tenés que confiar en mí. Si te pido que vengas es porque tiene que ser así, ni más ni menos.

– Yo también te quiero, Reina, pero nunca he dependido de los deseos de nadie. Nunca, desde que me fui de mi casa a los diecinueve años.

– En este caso no es un deseo. Es una necesidad, una urgencia. O si querés que sea más clara, es una fatalidad.

– Pero soy yo el que decide. Y decido que no voy a ir a Buenos Aires. Si me quieres como has dicho, te espero mañana en Río. Y si no es así, ya nos cruzaremos en otra parte. Tenemos la vida entera por delante.

– La vida entera, decís.

– Sí. Mañana. Otro día.

– Mañana? Siempre me ha parecido ridícula esa palabra. Mañana es nunca.

Le sorprende, al cortar, que dentro de ella sólo haya vacío y cansancio: una planicie sin fin más allá de la cual se termina el mundo. Tiene el espíritu exhausto: eso que los mesías gemelos llamaban espíritu quizás ha llegado al límite, al precipicio donde todas las formas y todas las experiencias se niegan y se afirman. Dos negaciones bastan para construir una afirmación, escribió Nietzsche. Y tres negaciones, ¿qué construyen? ¿Qué fuerza puede derivar de un ser que ha sido violado, expulsado del trabajo y expulsado del amor en d viento de unas pocas horas?

Tiene la cara bañada en lágrimas pero qué importa: el temple, la fuente del fuego, nada de eso ha sido tocado por la desdicha. Toma el teléfono y, ahora sí, siente que empieza el día. Llamará al jefe de redacción de El Heraldo y al director del semanario Época. Alguna vez le han dicho que, cuando ella lo desee, le tenderán una alfombra dorada y le abrirán el paso para que escriba lo que quiera.

Nunca ha sido difícil domar a una mujer salvaje, se ha repetido Camargo durante toda la semana que sucedió a la violación. Shakespeare da una lección ejemplar del arte de la doma en una de sus comedias tempranas, representada en 1592 o tal vez antes, pero Camargo ha perfeccionado el método. En las representaciones de The Taming of the Shrew durante los siglos XVIII y XIX, el personaje de Petruccio se paseaba por el escenario con un látigo de varias puntas: el símbolo del amansador. Y Katherine, la mujer vencida, se complacía en defender las ferocidades disciplinarias del marido: Lo que me enoja más de toda lo que él me pide / es que lo hace bajo el nombre de amor perfecto. Para someter a Reina, Camargo no ha necesitado azotarla ni rendirla por hambre, como Petruccio a Katherine. Le ha bastado con enfrentarla a su fragilidad, a su pequeñez, a su insalvable dependencia del hombre que aún la ama.

Camargo ha seguido paso a paso la decepción que el editor bogotano provocó en la mujer. A juzgar por sus emails, ese hombre jamás la valoró ni la entendió. Uno de los enigmas que hacen más atractiva la naturaleza femenina de Reina es la tenacidad con que fue inventándose un amante ideal, al que confirió atributos que sólo estaban en su imaginación. O quizá -piensa Camargo-, lo que hizo fue adornarlo con la fuerza, el poder y el talento que eran propios de otro hombre de quién, sino del propio Camargo?-, tal como los evangelistas sinópticos hicieron con los mesías gemelos.

El editor, Germán, ha enviado a la mujer, desde Río, un email de inconcebible torpeza: «Si me quieres como dices, todavía estaré aquí dos días más, esperándote. ¿Cómo puedes olvidar tan rápido el amor eterno que me juraste en Temuco?,,. Quizás ella se ha explicado mal y no le ha contado el horror de la vejación. Si lo ha hecho, el editor es una bestia narcisista. Debería haber recurrido a él, a Camargo. Ala primera llamada habría corrido a su lado, sin vacilar. Pero la mujer no se ha dignado siquiera a contestar el telegrama de Sicardi: no se defiende, no discute la justicia de la expulsión. El orgullo la pierde, como de costumbre. El peor orgullo es el que se clava contra uno mismo, y Reina había usado una perversa destilación de ese veneno en su breve email de respuesta al editor: «El amor, por desgracia, no es eterno. Ya no me escribas.

Camargo ha acentuado su vigilancia, porque la mujer puede necesitarlo más que nunca. Pasa buena parte de las noches despierto, junto al telescopio Bushnell, a la espera del momento en que ella retome los hábitos del pasado. Por ahora, no se desviste con morosidad, ni regresa del baño envuelta en toallas, como sucedía antes. Pasa la mayor parte del día recostada, leyendo o mirando la televisión. El teléfono no suena, o al menos ella no lo atiende. Ha debido visitar tres veces al ginecólogo esa semana y, por lo que Sicardi ha conseguido averiguar, los medicamentos que toma están haciendo estragos en su cuerpo: la han hinchado, le provocan ataques de tos y le arruinan el pelo, que era brillante y esponjoso.

Desde hace días, Camargo ha prescindido del chofer que lo llevaba de un lado a otro. Ahora maneja él mismo los automóviles del diario, para disimular sus visitas a la calle Reconquista. En verdad, podría caminar las pocas cuadras que separan su despacho del departamento. Pero, yendo a pie, no podría darse cuenta de quién lo sigue.

El sábado, distraído, ha cruzado una de las esquinas más trajinadas de la calle Corrientes cuando el semáforo estaba en rojo. Un colectivo a toda velocidad golpeó su auto de costado y estuvo a punto de volcarlo. El vehículo quedó inútil pero él ha salido ileso. Es un signo de que la suerte sopla otra vez a su favor. El domingo al amanecer, cuando está ya por abandonar la vigilancia y cabecear un sueño ligero, advierte que la mujer, levantándose con inesperada agilidad, vuelve a vestir las ropas de montar: los breeches, las botas altas, la cazadora y el sombrero de fieltro. Antes de las siete, parte en un taxi con rumbo desconocido. Todo sucede tan rápido que Camargo no tiene tiempo de salir a la calle y seguirla en otro taxi. Lo consuela la novedad de que la mujer está regresando a sus costumbres. Ahora tiene la certeza de que las cosas volverán a ser como antes.

Es la primera vez en semanas que puede relajarse y conciliar el sueño. A eso de las cuatro de la tarde, cuando se despierta, lo invade una resolución inquebrantable: llamará a Reina por teléfono esa misma noche e intentará recuperarla. Va a ser difícil que lo rechace, porque no existe más el obstáculo que los separaba: el editor (leva casi cuatro días sin dar señales de vida y parece haber aceptado el fin de la relación. Además, ella no tiene nada que perder y él, sin embargo, estaría arriesgando mucho. Un hombre que no teme al escarnio ni al contagio es porque está por encima de todo, al di sopra di ogni sospetro. Vuela tan alto que nada puede mancharlo. Lleva en sí tanta luz que todo lo que toca se enciende y se salva.

Como sucedía en los domingos del pasado, la mujer regresa de su cabalgata ya muy tarde, a eso de las diez. La acompaña una pareja de viejos rústicos, tan en desarmonía con esa zona impersonal y solemne de la ciudad, que no saben qué actitud tomar después de haber estacionado una destartalada camioneta Ford ante el edificio de Reina. Durante tres a cuatro minutos permanecen en la cabina del vehículo, sin moverse. Tal vez discuten si visitar el departamento de la hija -Camargo no duda del parentesco: el parecido con la mujer es inequívoco- o regresar hacia Adrogué. Cada vez que mencionaba a los padres, Reina eludía entrar en detalles, y ahora Camargo entiende por qué: son idénticos a la hija y, También, demasiado diferentes, como si, al reproducirse, hubiera brotado de ellos una especie que desconocen. El hombre es calvo, de boca pequeña y barbilla pronunciada. La madre tiene los mismos movimientos ondulantes y, cuando se ríe, exhibe las encías con desparpajo. Desde lejos, parecen tener la dentadura estropeada, pero la precisión del telescopio no es tanta como para comprobarlo. De lo que Camargo está seguro es de que Reina se avergüenza de ellos: se la nota dividida entre instarlos a entrar y mostrarles la impersonalidad de su departamento, o dejarlos marcharse porque es demasiado tarde y han pasado todo el día juntos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Vuelo De La Reina»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Vuelo De La Reina» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Tomás Eloy Martínez - Purgatory
Tomás Eloy Martínez
Tomás Martínez - La Mano Del Amo
Tomás Martínez
Tomás Martínez - El Cantor De Tango
Tomás Martínez
Tomás Martínez - Santa Evita
Tomás Martínez
Rosario De Vicente Martínez - Delitos contra la seguridad vial
Rosario De Vicente Martínez
Estrella de Belén Jiménez Martínez - Shambala. Escuela de dioses
Estrella de Belén Jiménez Martínez
Ángela Vivanco Martínez - Curso de Derecho Constitucional. Tomo I
Ángela Vivanco Martínez
José Javier Ávila Martínez - Cincuenta maneras de mejorar a tu familia
José Javier Ávila Martínez
Отзывы о книге «El Vuelo De La Reina»

Обсуждение, отзывы о книге «El Vuelo De La Reina» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x