Alfredo Echenique - La amigdalitis de Tarzán

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Juan Manuel Carpio, cantautor peruano probando suerte en París y María de la Trinidad del Monte Montes, joven aristócrata salvadoreña, narran la historia de su relación a través de cartas en La amigdalitis de Tarzán. Ella fracasará en su intento de llevar una vida plena en el matrimonio con un fotógrafo chileno. Él tendrá aspavientos internacionales a través de sus canciones. Pero ninguno imaginará lo indispensable que se tornará para cada cual la lectura del cariño del otro en las misivas, las cartas, que protagonizan La amigdalitis de Tarzán.

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De Inglaterra no recibo ninguna noticia. Ni de las hermanas (porque ahora la Ana Dolores también anda por allá), ni de las editoriales que visité, ni nada. ¡Qué carajada! Hasta mal hablada me estoy volviendo en esta cuesta resbaladiza en que me encuentro.

Tus cartas y tu cariño son una dicha. Así como son dicha las limpias almas de Mariana y Rodrigo que me quieren. Además, él regresó sanísimo y engordadito de Europa, y en eso, bien lo sabes, tú tuviste mucho que ver. Ahora están de vacación.

Si lograras algún dinero para mí, por favor mándamelo inmediatamente. En un papelito aparte te pongo todos los datos de mi cuenta bancaria.

Estoy segura de que tiene que haber una salida y quizás, por afligida, estoy torpe y no la veo. Siento todos los caminos inseguros.

Te abrazo como siempre, sólo que hoy yo estoy tembleque. Sé que me comprenderás. No puedo ni quiero que me veas así. Por eso tampoco puedo escribir más.

Te abrazo. Más bien me abrazo a ti.

Fernanda Tuya o Mía. Hoy qué sé yo.

Mi agente seguía sin entusiasmarse con nuestras canciones «a cuatro manos», también el productor y la firma que lanzaba y promocionaba mis discos y cassettes. Enviarle dinero a Mía era crearle una falsa ilusión, y además cómo engañarla con un giro salido de mi cuenta bancaria, puesto que inmediatamente me reclamaría copias del disco para regalárselas a todos sus familiares y amigos, aparte de la suya. O sea que yo seguía escribiéndole y machucándola con más y más abrazos.

Y cuando logré dar algunos recitales para niños en Barcelona, Madrid y Sevilla, la reacción de la crítica fue tan negativa que poco a poco se me empezaron a vaciar las salas y los teatros en los que solía cantar. Con lo cual, mi agente, mis productores y mis promotores desconfiaron más que nunca de mi proyecto. ¿De cuándo aquí canciones para niños? ¿De cuándo aquí dejar de escribir tus propias canciones? Yo les respondía siempre citando las palabras de algún intelectual o periodista, que había leído hace poco en un diario madrileño:

– «Prefiero los dúos a las arias, y la amistad a las relaciones públicas.»

Y no bien regresaba a «Canseco» corría a mi escritorio para volver a machucar a Fernanda María de la Trinidad del Monte Montes. Lástima que sólo fuera por escrito, aunque últimamente yo tenía la sensación de que ella empezaba a preferir que fuera así.

V. Bob y yo, bien

«Los recuerdos bonitos, mezclados con tristeza, saben mucho mejor. Así que, en realidad, no estoy triste, sino que soy un sibarita.»

FRANZ KAFKA

Todo me hace falta estos días, y creo que es este extraño y largo invierno el que me tiene así.

Quisiera tener cerca a todos. O sea cerca de verdad, en persona, porque en mi mente siempre están. El tío Dick tocando el arpa, mi papá con su sonriente bigote y su gran corazón, mis cinco hermanas, tú y tú y tú, Charlie Boston, recién desembarcado de Roma, Rafael Dulanto, de vuelta del cielo, su Patricia USA, que tanto lo amó, mis amigas de toda la vida y sus esposos, mis cuates, o sea Charlotte y Jean Charles, Silvia y su Richard, la Susana y su Juan Carlos, y desde luego mi mamá, que logró hasta morirse haciendo bromas con mi papá por eso de «Veinte años no es nada». La muy coqueta se murió veinte años cabales después que mi papá. «La exportación de los hijos queridos», como tú lo llamas en tu último disco en solitario, nos ha dejado bien tristes estos días a los chicos y a mí.

Por eso te dejo por hoy. Ya basta de tristezas nocturnas. El sol se volverá a instalar en su sitio y nos encontrará «Come piante novelle, rinovellate di novella fronda», o por lo menos más acostumbrados a las viejas espinas.

Otro año está corriendo como loco en la recta final, y pienso en lo poco que hemos correspondido en los últimos tiempos. Dos o tres cartas tal vez han logrado salir de mi pluma, a pesar de que todo el tiempo pienso que te estoy escribiendo. Será una de las más grandes alucinaciones, pero además también pienso que constantemente recibes mi carta, hasta la contestas, y leo tu carta de respuesta cada día. Así siempre nuestro viejo e inmenso cariño y nuestra eterna amistad siguen viento en popa, y eso es eternamente maravilloso. Siempre es una de las más grandes sorpresas del día.

O sea que todo está perfectamente bien, y tal vez no es necesario llenar los buzones de papel que va y que viene. Si las cartas te logran llegar tan bien de esta manera y tus respuestas también me llegan, mejor evitar todo ese lío de estampillas y de molestar a los carteros en todos los continentes. Aunque, desde luego, todo esto es pura mentira podrida porque es alegrísimo recibir una verdadera carta tuya, y seguramente será igual para ti.

Extractos de dos cartas de Mía, de 1995 y 1998.

Sausalito, 4 de octubre de 1988

Mi siempre querido Juan Manuel Carpio,

Cómo pasa el tiempo de repente. Después de los meses de angustia para establecerme una vez más, ya por dicha me siento mejor y más ambientada. Una hazaña, créeme. Básicamente se debe a que al fin estoy trabajando en algo más estable, y que además me gusta. El asunto de las traducciones e interpretaciones es demasiado inestable para mí en mi situación. Paga bastante bien, pero sin un respaldo seguro me siento bastante inquieta al no saber si voy a trabajar al día siguiente. Pasé todo este tiempo a puros sustos. Ahora estoy trabajando con un escritor que publica un noticiero quincenal sobre finanzas. El tema no es mi pista habitual, pero, en fin, se trata de entender algo y ponerlo en palabras, por lo menos el trabajo del editor. El mío es pulir idiomas, hacer el montaje, ayudar en la producción. No deja de ser alegre. Además, me queda bien cerca de la casa, en un pueblo vecino.

Pienso que algún día te animarás a venir de nuevo a este continente. Realmente no he tenido suerte con tus visitas, ya que siempre han sido en casa ajena, y eso es difícil para ti y para mí. Me encantaría tener el placer de recibirte en terreno propio. No pierdo la esperanza de volver a recorrer contigo esta zona, como hicimos el año pasado, disfrutando de los viñedos y las montañas que realmente son espectaculares.

¿Cómo te va por tu lado? Recibí tu carta de Menorca, contándome de tus proyectos de regreso al Perú, aunque siempre conservando tu casa isleña para pasar ahí los meses en que en Lima es invierno y allá pleno verano. Gracias por escribirme, como siempre. Los niños nunca olvidan el verano que pasamos allá. Fue una temporada linda para ellos porque ni en USA ni en El Salvador habían estado al lado del mar por tan largo tiempo. Aquí, vivimos cerca del mar, o sea de la bahía, y nuestra vista es bien linda. Pero imposible poner ni un dedo en esa agua. Para comenzar la bahía no es de lo más limpia, y además hace un frío espantoso. En cambio en Menorca se puede uno bañar todo el día. Espero que la temporada te haya hecho bien.

Yo no veo manera de pensar en visitar por tu lado por quién sabe cuánto tiempo. Aunque el viaje es mucho más barato desde aquí que desde El Salvador. Además, la moneda no nos desfavorece tantísimo. Desde San Salvador uno piensa que comprar un sorbete en el extranjero es una fortuna. Como en el Perú.

Te mando todo mi cariño. Te mando muchos abrazos. Quisiera pasar una tarde platicando contigo. Por favor, mándame recortes, ideas, trabajos que te interesen, y sobre todo tus nuevas canciones. Me hace falta platicar. Te recordamos siempre y tu puesto te espera en la mesa día tras día, por más que la vez pasada tuviste que alojarte en un hotel. Qué vergüenza, Dios mío, pero sencillamente no cabíamos en la casa de la buena amiga que nos alojaba entonces. Te besa y te abraza,

Fernanda María

Sausalito, 26 de octubre de 1989

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