Mario Llosa - Conversación En La Catedral

Здесь есть возможность читать онлайн «Mario Llosa - Conversación En La Catedral» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Conversación En La Catedral: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Conversación En La Catedral»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Zavalita y el zambo Ambrosio conversan en La Catedral. Estamos en Perú, durante el ochenio dictatorial del general Manuel A. Odría. Unas cuantas cervezas y un río de palabras en libertad para responder a la palabra amordazada por la dictadura.Los personajes, las historias que éstos cuentan, los fragmentos que van encajando, conforman la descripción minuciosa de un envilecimiento colectivo, el repaso de todos los caminos que hacen desembocar a un pueblo entero en la frustración.

Conversación En La Catedral — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Conversación En La Catedral», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Te llevan, te traen, te mandan -requintaba Ludovico, solo-. A ver díganme qué vida es ésta.

– ¿Y adónde te vas de viaje? -dijo Ambrosio.

– A Arequipa -murmuró Ludovico-. Los de la Coalición van a hacer allá una manifestación contra el gobierno y parece que va a haber líos. Con esos serranos nunca se sabe, las cosas comienzan en manifestación y terminan en revolución.

Estrelló una camiseta contra la maleta y suspiró, abrumado. Ambrosio miró a Amalia y le guiñó un ojo pero ella le quitó la vista.

– Tú te ríes, negro, porque estás en palco -dijo Ludovico-. Ya pasaste por aquí y no quieres ni acordarte de los que seguimos en el cuerpo. Ya quisiera verte en mi pellejo, Ambrosio.

– No lo tomes así, hermano -dijo Ambrosio.

– Que en tu día franco te llamen, el avión sale a las cinco -se volvió a mirar a Ambrosio y a Amalia con angustia-. Ni se sabe por cuánto tiempo, ni se sabe lo que pasará allá.

– No pasará nada y conocerás Arequipa -dijo Ambrosio-. Tómalo como un paseíto, Ludovico. ¿Vas con Hipólito?

– Sí -dijo Ludovico, cerrando la maleta-. Ah, negro, qué buena vida cuando trabajábamos con don Cayo, hasta que me muera me pesará que me cambiaran.

– Pero si fue tu culpa -se rió Ambrosio-. ¿No te quejabas tanto de que no tenías tiempo para nada? ¿Acaso Hipólito y tú no pidieron el traslado?

– Bueno, están en su casa -dijo Ludovico y Amalia no supo dónde mirar-. Quédate con la llavecita, negro, al irte déjasela a doña Carmen, ahí a la entrada.

Les hizo un apenado adiós desde la puerta y salió.

Amalia sintió que la cólera subía por todo su cuerpo, y Ambrosio, que se había puesto de pie y se acercaba, quedó inmóvil, al ver la cara que ella ponía.

– Sabía que yo estaba aquí, no se asombró de verme -lo amenazaban sus ojos, sus manos- mentira que lo estabas esperando, te prestaste el cuarto para…

– No se asombró porque le he dicho que eres mi mujer -dijo Ambrosio. ¿No puedo venir aquí con mi mujer cuando me parezca?

– No soy, no he sido ni soy -gritaba Amalia-. Me has hecho quedar cómo con tu amigo, te prestaste el…

– Ludovico es como mi hermano, ésta es como mi casa -dijo Ambrosio-. No seas tonta, aquí yo hago lo que quiero.

– Debe creerse que soy una sinvergüenza, ni me dio la mano siquiera, ni me miró. Debe creerse que…

– No te la daría porque sabe que soy celoso -dijo Ambrosio-. No te miraría para que yo no me enoje. No seas tonta, Amalia.

Apareció un mozo con un vaso de agua y él tuvo que callar, unos segundos. Bebió un trago, tosió: el gobierno les estaba reconocido a todos los cájamarquinos, muy en especial a los señores del Comité de Recepción, por su empeño en que la visita constituyera un acontecimiento, y alcanzó a decidir y ver bajo los tules una cadena de súbitas sustituciones: pero todo esto demandaría gastos y no sería lógico que, además de la pérdida dé tiempo, de las preocupaciones, el viaje del Presidente les ocasionara también desembolsos. El silencio se acentuó y él podía oír la suspendida respiración de los oyentes, entrever la curiosidad, la malicia de sus pupilas, fijas en él: ella y Hortensia, ella y Maclovia, ella y Carmincha, ella y la China. Tosió de nuevo, arrugó apenas la cara: de modo que tenía instrucciones del Ministerio para poner a disposición del Comité una suma destinada a aliviarlos y la figura de don Remigio Saldívar dominó bruscamente la sala, ella y Hortensia:. alto ahí, señor Bermúdez.

Pieles que se confundían entre ellas y con las sábanas y tules, pelos tan negros que sé enredaban y desenredaban y sintió en la boca una masa de saliva tibia y espesa como semen. Ya cuando se instaló el Comité el Prefecto había indicado que gestionaría una ayuda para los gastos de recepción; y don Remigio Saldívar hizo un ademán majestuoso y soberbio; y ya entonces rechazamos la oferta categóricamente. Murmullos aprobatorios, un orgullo provinciano y desafiante en las caras y él abrió la boca y arrugó los ojos: pero movilizar a la gente del campo iba a costarles dinero, señor Saldívar, muy bien que costearan el banquete, las recepciones, pero no los otros gastos y oyó rumores ofendidos, movimientos recriminatorios y don Remigio Saldívar había abierto los brazos con arrogancia: no aceptaban un centavo, no faltaba más. Iban a agasajar al Presidente de su propio bolsillo, lo habían decidido por unanimidad, con el fondo reunido alcanzaría de sobra, Cajamarca no necesitaba ayuda para homenajear a Odría, alto ahí. Él se paró, asintiendo y las siluetas se desvanecieron como hechas de humo: no insistía, no quería ofenderlos, en nombre del Presidente agradecía esa caballerosidad, esa generosidad. Pero aún no pudo salir porque los mozos se habían precipitado al salón con bocaditos y bebidas. Se mezcló con la gente, bebió una naranjada, festejó bromas arrugando la cara. Para que conozca a los cajamarquinos, señor Bermúdez, y don Remigio Saldívar lo enfrentó a un hombre canoso de nariz enorme: el doctor Lanusa, había mandado hacer quince mil banderines de su propio bolsillo, además de cotizar igual que los otros para el fondo del Comité, señor Bermúdez. Y no crea que tuvo ese gesto porque consiguió que la carretera pase justo delante de su hacienda, se rió el diputado Azpilcueta. Lo celebraron, hasta el doctor Lanusa se rió, ah esas lenguas cajamarquinas. No cabe duda que ustedes hacen las cosas en grande, se oía decir él.

Y usted vaya preparando el hígado, señor Bermúdez, entrevió los ojos titilantes del diputado Mendieta detrás de un vaso de cerveza, verá cómo lo atenderán.

Miró su reloj, ¿tan tarde ya?, lo sentía pero debía irse. Caras, manos, hasta pronto, tanto gusto. El senador Heredia y el diputado Mendieta lo acompañaron hasta la escalera, ahí aguardaba un morenito chaposo de ojos respetuosos. El ingeniero Lama, don Cayo, y él pensó ¿un puesto, una recomendación, un negocio?: miembro del Comité de Recepción y el primer agrónomo del departamento, señor Bermúdez. Encantado, en qué podía servirlo. Un sobrinito, perdonaría que en estos momentos, la madre estaba como una loca y había insistido tanto que. Lo alentó sonriendo, sacó una libreta del bolsillo, ¿qué había hecho el joven? Lo habían mandado a la universidad de Trujillo con mucho sacrificio, señor, allá lo aconsejarían mal, las malas juntas, antes nunca se había metido en política. Muy bien, ingeniero, se ocuparía personalmente, ¿cómo se llamaba el joven, estaba detenido en Trujillo o en Lima? Bajó las escaleras y las luces del paseo Colón ya estaban encendidas. Ambrosio y Ludovico conversaban fumando junto a la puerta. Arrojaron los cigarrillos al verlo: a San Miguel.

– DOBLA por la primera a la derecha -dijo Santiago, señalando-. Esa casa amarilla, la vieja. Si, aquí.

Tocó el timbre, metió la cabeza y vio en lo alto de la escalera a Carlitos, en pantalón de pijama, con una toalla al hombro: bajaba volando, Zavalita. Regresó al automóvil.

– Si estás apurado, déjame aquí Chispas. Iremos hasta el Callao en un taxi. “La Crónica” nos paga la movilidad.

– Yo los llevo -dijo el Chispas-. Supongo que ahora nos veremos seguido ¿no? La Teté quiere verte también. Supongo que puedo traerla, ¿o estás enojado con la Teté también?

– Claro que no -dijo. Santiago-. No estoy enojado con nadie, ni con los viejos. Pronto voy a ir a verlos. Sólo quiero que se acostumbren a la idea de que seguiré viviendo solo.

– No se van a acostumbrar nunca y lo sabes muy bien -dijo el Chispas-. Les estás amargando la vida. No sigas en ese plan tan absurdo, supersabio.

Pero se calló porque ahí estaba Carlitos, mirando desconcertado el auto, la cara del Chispas. Santiago le abrió la puerta: pasa, pasa, te presento a mi hermano, nos va a llevar. Adelante, dijo el Chispas, aquí cabían los tres de sobra. Arrancó, siguiendo la línea del tranvía, y durante un buen rato no hablaron. El Chispas ofreció cigarrillos y Carlitos nos miraba de reojo, piensa, y exploraba el tablero niquelado, el flamante tapiz, y la elegancia del Chispas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Conversación En La Catedral»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Conversación En La Catedral» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Conversación En La Catedral»

Обсуждение, отзывы о книге «Conversación En La Catedral» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x