• Пожаловаться

Diane Setterfield: El cuento número trece

Здесь есть возможность читать онлайн «Diane Setterfield: El cuento número trece» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Diane Setterfield El cuento número trece

El cuento número trece: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El cuento número trece»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Entre mentiras, recuerdos e imaginación se teje la vida de la señora Winter, una famosa novelista ya muy entrada en años que pide ayuda a Margaret, una mujer joven y amante de los libros, para contar por fin la historia de su misterioso pasado. «Cuénteme la verdad», pide Margaret, pero la verdad duele, y solo el día en que Vida Winter muera sabremos qué secretos encerraba Él cuento número trece, una historia que nadie se había atrevido a escribir. Después de cinco años de intenso trabajo;, Diane Setterfield ha logrado el aplauso de los lectores y el respeto de los críticos con una primera novela que pronto sé convertirá en un clásico.

Diane Setterfield: другие книги автора


Кто написал El cuento número trece? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El cuento número trece — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El cuento número trece», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Los llevaré al centro de beneficencia a la hora de comer -digo, dejándolos en un extremo del mostrador.

Pero antes de que termine la mañana tres de los cuatro libros ya no están. Se han vendido. Uno a un sacerdote, otro a un cartógrafo, el tercero a un historiador militar. Los rostros de nuestros clientes -con el aspecto grisáceo y la aureola de satisfacción características del bibliófilo- parecen iluminarse cuando vislumbran los vivos colores de las cubiertas en rústica. Después de comer, cuando ya hemos terminado de desembalar, catalogar y colocar los libros en los estantes, y no tenemos clientes, nos sentamos a leer, como de costumbre. Estamos a finales de otoño, llueve y las ventanas se han empañado. A lo lejos suena el silbido de la estufa de gas; mi padre y yo lo oímos sin oírlo, sentados uno junto al otro pero a kilómetros de distancia, pues estamos enfrascados en nuestros respectivos libros.

– ¿Preparo el té? -le pregunto regresando a la superficie.

No responde.

De todos modos preparo el té y le dejo una taza cerca sobre el mostrador.

Una hora más tarde el té, intacto, ya está frío. Preparo otra tetera y coloco otra taza humeante junto a él, sobre el mostrador. Papá no percibe mis movimientos.

Con delicadeza levanto el libro que sostiene en las manos para ver la cubierta. Es el cuarto libro de Vida Winter. Lo vuelvo a colocar en su posición original y estudio el rostro de mi padre. No me oye. No me ve. Está en otro mundo y yo soy un fantasma.

Ese es el primer recuerdo.

El segundo es una imagen. De medio perfil, tallada a gran escala jugando con las luces y las sombras, una cara se eleva por encima de los viajeros que, empequeñecidos, aguardan debajo. Es solo una fotografía publicitaria pegada a una valla en una estación de tren, pero para mí posee la grandeza imperturbable de las reinas y deidades esculpidas en paredes rocosas por antiguas civilizaciones, olvidadas hace mucho tiempo. Al contemplar el exquisito arco de las cejas, la curva despejada y suave de los pómulos, la línea y las proporciones impecables de la nariz, no puedo dejar de admirar el hecho de que la combinación aleatoria de unos genes humanos llegue a producir algo tan sobrenaturalmente perfecto. Si los arqueólogos del futuro hallaran esos huesos, les parecerían una escultura, un producto de la máxima expresión del empeño artístico y no de las herramientas romas de la naturaleza. La piel que cubre esos extraordinarios huesos posee la luminosidad opaca del alabastro, y parece aún más pálida en contraste con los cuidados rizos y tirabuzones cobrizos dispuestos con suma precisión en torno a las delicadas sienes y por debajo del cuello fuerte y elegante.

Como si este derroche de belleza no fuera suficiente, ahí están los ojos. Intensificados por algún acto de prestidigitación fotográfica hasta un verde nada natural, como el verde de la vidriera de una iglesia, de las esmeraldas o de los caramelos, miran, totalmente inexpresivos, por encima de las cabezas de los viajeros. No sé si ese día el resto de la gente sintió lo mismo que yo al ver la fotografía; ellos habían leído sus libros, de modo que es posible que tuvieran una perspectiva diferente de las cosas. Pero en mi caso, la contemplación de esos enormes ojos verdes enseguida me trajo a la memoria la popular expresión de que los ojos son el espejo del alma. «Esta mujer -recuerdo que pensé mientras miraba fijamente sus ojos verdes y su mirada perdida- no tiene alma.»

La noche en que leí la carta no tenía más información sobre Vida Winter. No era mucho; aunque, pensándolo bien, quizá fuera cuanto se podía saber de ella, pues si bien todo el mundo conocía a Vida Winter -conocía su nombre, conocía su cara, conocía sus libros-, al mismo tiempo nadie la conocía. Tan famosa por sus secretos como por sus historias, Vida Winter era un completo misterio.

Ahora, si debía dar crédito a lo que decía la carta, Vida Winter quería contar la verdad sobre sí misma. Si eso ya era de por sí curioso, más curiosa fue la pregunta que me hice de inmediato: ¿por qué quería contármela a mí?

La historia de Margaret

Me levanté de la escalera y me interné en la oscuridad de la librería. No necesitaba encender la luz para orientarme. Conozco la tienda como se conocen los lugares de la infancia. Al instante el olor a cuero y papel viejo me calmó. Deslicé las yemas de los dedos por los lomos de los libros, como un pianista por su teclado. Cada libro tiene su particularidad: el lomo granulado, forrado de lino, de la Historyof Map Making de Daniels; el cuero agrietado de las actas de Lakunin de las reuniones de la Academia Cartográfica de San Petersburgo; una carpeta muy gastada que contiene sus mapas trazados y coloreados a mano. Si me vendarais los ojos y me situarais en un lugar cualquiera de las tres plantas que conforman la librería, podría deciros dónde estoy por el tacto de los libros bajo las yemas de mis dedos.

Tenemos pocos clientes en Libros de Viejo Lea, apenas media docena al día como promedio. La actividad aumenta en septiembre, cuando los estudiantes vienen a buscar ejemplares de los textos que necesitarán ese curso, y en mayo, cuando los devuelven después de los exámenes. Mi padre los llama libros migratorios. En otras épocas del año podemos pasarnos días sin ver a un solo cliente. Los veranos traen algún que otro turista que, habiéndose desviado de la ruta habitual empujado por la curiosidad, decide abandonar la luz del sol y entrar en la tienda, donde se detiene un instante, parpadeando mientras sus ojos se adaptan a la oscuridad. Según lo harto que esté de comer helado y contemplar las bateas del río, se quedará o no un rato a disfrutar de un poco de sombra y tranquilidad. Casi siempre, quienes visitan la librería han oído hablar de nosotros a un amigo de un amigo, y como están cerca de Cambridge se desvían de su camino a propósito. Entran en la tienda con la expectación dibujada en el rostro, y no es raro que se disculpen por molestarnos. Son buena gente, tan silenciosos y amables como los libros. Pero la mayor parte del tiempo solo estamos papá, los libros y yo.

¿Cómo consiguen llegar a final de mes?, os preguntaríais si vierais los pocos clientes que entran y salen. El caso es que la tienda, económicamente, es solo un complemento. El verdadero negocio transcurre en otro lugar. Vivimos de aproximadamente una media docena de transacciones al año. Papá conoce a todos los grandes coleccionistas y todas las grandes colecciones del mundo. Si os dedicarais a observarlo en las subastas y ferias de libros a las que suele asistir, os percataríais de la frecuencia con que se le acercan individuos que, discretos tanto en su forma de hablar como de vestir, se lo llevan a un rincón para mantener con él una conversación también discreta. La mirada de esos individuos podría calificarse de todo menos de discreta. «¿Ha oído hablar de…?», preguntan, y «¿Tiene idea de si…?». Y mencionan el título de un libro. Papá responde en términos muy vagos. No conviene crearles demasiadas esperanzas. Estas cosas, por lo general, no conducen a nada. En cambio, en el caso de que oyera algo… Y si no la tiene ya, anota la dirección de la persona en cuestión en una libretita verde. No sucede nada durante una buena temporada. Entonces -unos meses después, o muchos, es imposible saberlo- en otra subasta o feria de libros papá ve a otra persona y le pregunta con suma cautela si… y vuelven a mencionar el título del libro. Y ahí suele terminar el asunto. Pero a veces, después de las conversaciones comienza un carteo. Papá dedica mucho tiempo a redactar cartas. En francés, en alemán, en italiano, incluso alguna en latín. Nueve de cada diez veces la respuesta es una amable negativa en dos líneas. Pero a veces -media docena de veces al año- la respuesta es el preludio de un viaje. Un viaje en el que papá recoge un libro aquí y lo entrega allá. En contadas ocasiones se ausenta más de cuarenta y ocho horas. Seis veces al año. Así nos ganamos la vida.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El cuento número trece»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El cuento número trece» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Diane Setterfield: The Thirteenth Tale
The Thirteenth Tale
Diane Setterfield
libcat.ru: книга без обложки
libcat.ru: книга без обложки
Diane Liang
Diane Liang: El Ojo De Jade
El Ojo De Jade
Diane Liang
Kate Hoffmann: Secretos en el tiempo
Secretos en el tiempo
Kate Hoffmann
Отзывы о книге «El cuento número trece»

Обсуждение, отзывы о книге «El cuento número trece» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.