• Пожаловаться

Diane Setterfield: El cuento número trece

Здесь есть возможность читать онлайн «Diane Setterfield: El cuento número trece» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Diane Setterfield El cuento número trece

El cuento número trece: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El cuento número trece»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Entre mentiras, recuerdos e imaginación se teje la vida de la señora Winter, una famosa novelista ya muy entrada en años que pide ayuda a Margaret, una mujer joven y amante de los libros, para contar por fin la historia de su misterioso pasado. «Cuénteme la verdad», pide Margaret, pero la verdad duele, y solo el día en que Vida Winter muera sabremos qué secretos encerraba Él cuento número trece, una historia que nadie se había atrevido a escribir. Después de cinco años de intenso trabajo;, Diane Setterfield ha logrado el aplauso de los lectores y el respeto de los críticos con una primera novela que pronto sé convertirá en un clásico.

Diane Setterfield: другие книги автора


Кто написал El cuento número trece? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El cuento número trece — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El cuento número trece», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Más adelante, cuando me hice famosa, entrevistar a Vida Winter se convirtió en una suerte de rito de iniciación para los periodistas. Como ya sabían más o menos qué podían esperar, les habría decepcionado marcharse sin una historia. Un recorrido rápido por las preguntas de rigor («¿Cuál es su fuente de inspiración?», «¿Basa sus personajes en gente real?», «¿Qué hay de usted en el personaje principal?»), y cuanto más breves eran mis respuestas, más me lo agradecían. («Mi cabeza», «No», «Nada».) Luego les daba un poco de lo que estaban esperando, aquello que habían venido a buscar en realidad. Una expresión soñadora, expectante, se apoderaba de sus rostros. Como niños a la hora de acostarse. «Y ahora usted, señorita Winter -decían-, cuénteme cosas de usted.»

Y yo contaba historias; historias breves y sencillas, nada del otro mundo. Unos pocos hilos entretejidos en un bonito patrón, un adorno memorable aquí, un par de lentejuelas allá. Meras migajas sacadas del fondo de mi bolsa de retales. Hay muchas más en ella, centenares. Restos de relatos y novelas, tramas que no llegué a terminar, personajes malogrados, escenarios pintorescos a los que nunca encontré una utilidad narrativa. Piezas sueltas que descartaba cuando revisaba el texto. Luego solo es cuestión de limar las orillas, rematar los cabos y ya está. Otra biografía completamente nueva.

Y se marchaban contentos. Apretando la libreta con sus manazas como niños cargados de caramelos al final de una fiesta de cumpleaños. Ya tenían algo que contar a sus nietos. Un día conocí a Vida Winter y me contó una historia.

En fin, el muchacho del Banbury Herald . Me dijo: «Señorita Winter, cuénteme la verdad». ¿Qué clase de petición es esa? He visto a tantas personas tramar toda suerte de estratagemas para hacerme hablar que puedo reconocerlas a un kilómetro de distancia, pero ¿qué era eso? Era ridículo. ¿Qué esperaba ese muchacho?

Una buena pregunta. ¿Qué esperaba? En sus ojos había un brillo febril. Me observaba con detenimiento. Buscando. Explorando. Perseguía algo muy concreto, estaba segura. Tenía la frente húmeda de sudor. Quizá estuviera incubando algo. «Cuénteme la verdad», dijo.

Tuve una sensación extraña por dentro, como si el pasado estuviese cobrando vida. El remolino de una vida anterior revolviendo en mi estómago, generando una marea que crecía dentro de mis venas y lanzaba pequeñas olas frías para lamerme las sienes. Una agitación desagradable. «Cuénteme la verdad.»

Consideré su petición. Le di vueltas en mi cabeza, sopesé las posibles consecuencias. Me inquietaba ese muchacho, con su rostro pálido y sus ojos ardientes.

«De acuerdo», dije.

Una hora más tarde se marchó. Un adiós apagado, distraído, sin una sola mirada atrás.

No le conté la verdad. ¿Cómo iba a hacerlo? Le conté una historia. Una cosita pobre, desnutrida. Sin brillo, sin lentejuelas, únicamente unos pocos retales insulsos y descoloridos toscamente hilvanados y con los bordes deshilachados. La clase de historia que parece extraída de la vida real. O, mejor dicho, de lo que la gente supone que es la vida real, lo cual es muy diferente. No es fácil para alguien de mi talento crear esa clase de historias.

Lo contemplé desde la ventana. Se alejaba por la calle arrastrando los pies, los hombros caídos, la cabeza gacha, y cada paso le suponía un esfuerzo fatigoso. Nada quedaba de su energía, de su empuje, de su brío. Yo había acabado con ellos, pero no tengo toda la culpa. Debería haber sabido que no debía creerme.

No volví a verle.

La sensación, la marea en el estómago, en las sienes, en las yemas de los dedos, me acompañó durante mucho tiempo. Subía y bajaba al recordar las palabras del muchacho. «Cuénteme la verdad.» «No», decía yo una y otra vez. No. Pero la marea se negaba a aquietarse. Me aturdía; peor aún, era un peligro. Al final le propuse un trato. «Todavía no.» Suspiró, se retorció, pero poco a poco se fue calmando. Tanto que prácticamente me olvidé de ella.

Hace tanto tiempo de eso. ¿Treinta años? ¿Cuarenta? Tal vez más. El tiempo pasa más deprisa de lo que creemos.

Últimamente el muchacho me ha estado rondando por la cabeza. «Cuénteme la verdad.» Y estos días he vuelto a sentir ese extraño remolino interno. Algo está creciendo dentro de mí, dividiéndose y multiplicándose. Puedo notarlo en el estómago, algo redondo y duro, del tamaño de un pomelo. Me roba el aire de los pulmones y me roe la médula de los huesos. El largo letargo lo ha cambiado; de dócil y manejable ha pasado a ser peleón. Rechaza toda negociación, paraliza los debates, exige sus derechos. No acepta un no por respuesta. La verdad, repite una y otra vez, llamando al muchacho, contemplando su espalda mientras se aleja. Luego se vuelve hacia mí, me estruja las tripas, las retuerce. ¿Hicimos un trato, recuerdas?

Ha llegado el momento.

Venga el lunes. Enviaré un coche a la estación de Harrogate para que la recoja del tren que llega a las cuatro y media.

Vida Winter

¿Cuánto tiempo permanecí sentada en la escalera después de leer la carta? No lo sé, porque estaba hechizada. Las palabras tienen algo especial. En manos expertas, manipuladas con destreza, nos convierten en sus prisioneros. Se enredan en nuestros brazos como tela de araña y en cuanto estamos tan embelesados que no podemos movernos, nos perforan la piel, se infiltran en la sangre, adormecen el pensamiento. Y ya dentro de nosotros ejercen su magia. Cuando, transcurrido un buen rato, finalmente desperté, tan solo pude suponer qué había estado sucediendo en las profundidades de mi inconsciencia. ¿Qué me había hecho la carta?

Yo sabía muy poco de Vida Winter. Lógicamente estaba al corriente del surtido de epítetos que solían acompañar su nombre: la escritora más leída de Gran Bretaña; la Dickens de nuestro siglo; la autora viva más famosa del mundo, etcétera. Sabía, desde luego, que era popular, pero aun así, cuando más adelante hice algunas indagaciones, las cifras representaron para mí toda una sorpresa. Cincuenta y seis libros publicados en cincuenta y seis años; sus libros habían sido traducidos a cuarenta y nueve idiomas; la señorita Winter había sido nombrada en veintisiete ocasiones la autora más solicitada en las bibliotecas británicas; existían diecinueve películas basadas en sus novelas. Desde el punto de vista estadístico, la pregunta que generaba más controversia era esta: ¿había vendido o no más ejemplares que la Biblia? La dificultad no radicaba tanto en calcular los libros que había vendido la señorita Winter (una cifra millonaria siempre variable), sino en obtener cifras fidedignas con respecto a la Biblia: independientemente de las creencias de cada cual en la palabra de Dios, los datos relativos a sus ventas eran muy poco fiables. El número que más me había interesado mientras continuaba sentada en la escalera era el veintidós. Era el número de biógrafos que, bien por falta de información o de ánimo, bien por estímulos o amenazas procedentes de la propia señorita Winter, habían arrojado la toalla en su intento de descubrir la verdad sobre ella. Pero aquella tarde yo no sabía nada de eso. Solo conocía una cifra, una cifra que parecía pertinente: ¿cuántos libros de Vida Winter había leído yo, Margaret Lea? Ninguno.

Sentada en la escalera, me estremecí, bostecé y me desperecé. Después de volver en mí, me di cuenta de que mientras estaba abstraída, mis pensamientos habían cambiado de fecha. Rescaté dos detalles en concreto del desatendido limbo de mi memoria.

El primero era una breve escena con mi padre que había tenido lugar en la tienda. Una caja de libros que estamos desembalando, procedente de una liquidación de una biblioteca privada, contiene algunos ejemplares de Vida Winter. En la librería no nos dedicamos a la novela contemporánea.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El cuento número trece»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El cuento número trece» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Diane Setterfield: The Thirteenth Tale
The Thirteenth Tale
Diane Setterfield
libcat.ru: книга без обложки
libcat.ru: книга без обложки
Diane Liang
Diane Liang: El Ojo De Jade
El Ojo De Jade
Diane Liang
Kate Hoffmann: Secretos en el tiempo
Secretos en el tiempo
Kate Hoffmann
Отзывы о книге «El cuento número trece»

Обсуждение, отзывы о книге «El cuento número trece» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.