Patrick Süskind - El Perfume – Historia De Un Asesino

Здесь есть возможность читать онлайн «Patrick Süskind - El Perfume – Historia De Un Asesino» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Perfume – Historia De Un Asesino: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Perfume – Historia De Un Asesino»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Quizá los olores evoquen el privilegio de la invisibilidad. Antes del tacto, sucede el olor, como mensajero de una esencia que sabe desaparecer en el aire y ser agente de un gran poder. La seducción que despliega el olor es implacable: se instala en nosotros y sella su poderío en los tejidos de la memoria. Jean-Baptiste Grenouille tiene su marca de nacimiento: no despide ningún olor y por ello hace temer la presencia de algún demonio. Al mismo tiempo posee un don excepcional: un olfato prodigioso que le permite percibir todos los olores del mundo. Desde la miseria en que nace, abandonado al cuidado de unos monjes, Jean-Baptiste Grenouille lucha contra su condición y escala posiciones sociales convirtiéndose en un afamado perfumista. Crea perfumes capaces de hacerle pasar inadvertido o inspirar simpatía, amor, compasión… Para obtener estas fórmulas magistrales debe asesinar a jóvenes muchachas vírgenes, obtener sus fluidos corporales y licuar sus olores íntimos. Su arte se convierte en una suprema e inquietante prestidigitacion. Patrick Süskind, convertido en maestro del naturalismo irónico, nos transmite una visión ácida y desengañada del hombre en un libro repleto de sabiduría olfativa, imaginación y enorme amenidad. Su persuasión iguala la de su personaje y nos propone una inmersión literaria en el arco iris natural de los olores y en los turbadores abismos del espíritu humano.

El Perfume – Historia De Un Asesino — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Perfume – Historia De Un Asesino», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Este pensamiento fue en extremo desagradable para Grenouille. Le aterraba que la fragancia que aún no poseía, dejara de ser suya irremisiblemente cuando la poseyera. ¿Cuánto tiempo podría conservarla? ¿Unos días? ¿Unas semanas? ¿Tal vez un mes, si se perfumaba con suma parquedad? ¿Y después? Se vio a sí mismo agitando el frasco para aprovechar las últimas gotas, enjuagándolo con alcohol a fin de no desperdiciar el menor resto y vio, olió cómo se evaporaba para siempre y sin remedio su adorado perfume. Sería como una muerte lenta, una especie de asfixia interna, una dolorosa y gradual evaporación de sí mismo en el repugnante mundo.

Se estremeció. Le asaltó el deseo de renunciar a sus planes, de perderse en la noche y alejarse de allí. Cruzaría las montañas nevadas, sin descanso, recorrería cien millas hasta Auvernia y allí volvería a rastras a su vieja caverna y dormiría hasta que le sorprendiera la muerte. Pero no lo hizo. Permaneció sentado y no cedió al deseo, pese a que era muy fuerte. No cedió a él porque siempre había sentido el deseo de alejarse de todo y esconderse en una caverna. Ya lo conocía. En cambio, no conocía la posesión de una fragancia humana, una fragancia tan maravillosa como la de la muchacha que vivía detrás de la muralla. Y aunque sabía que debería pagar un precio terriblemente caro por la posesión de aquella fragancia y su pérdida inevitable, tanto la posesión como la pérdida se le antojaron más apetecibles que la lapidaria renuncia a ambas. Porque durante toda su vida no había hecho más que renunciar, pero nunca había poseído y perdido.

Poco a poco se esfumaron las dudas y con ellas los estremecimientos. Sintió cómo la sangre caliente volvía a darle vida y cómo se apoderaba de él la voluntad de llevar a cabo lo que se había propuesto, incluso con más fuerza que antes, porque ahora la voluntad ya no tenía su origen en un simple anhelo, sino que había surgido de una decisión meditada. La garrapata Grenouille, colocada ante la disyuntiva de resecarse o dejarse caer, optó por esto último, sabiendo muy bien que esta caída sería la definitiva. Se acostó de nuevo en el catre, sintiéndose muy a gusto sobre la paja y bajo la manta y considerándose un héroe.

Sin embargo, Grenouille no habría sido Grenouille si un sentimiento fatalista y heroico le hubiera satisfecho durante mucho tiempo. Poseía para ello una personalidad demasiado tenaz, un temperamento demasiado retorcido y un espíritu demasiado refinado. De acuerdo… había decidido poseer la fragancia de la muchacha de detrás de la muralla. Y si al cabo de pocas semanas la perdía y la pérdida le causaba la muerte, no le importaría. Sería mejor, sin embargo, no morir y aun así continuar en posesión del perfume, o al menos aplazar todo lo posible su pérdida. Había que hacerlo durar más. Había que eliminar su volatilidad sin arrebatarle sus cualidades… un problema de perfumería.

Existen fragancias que se conservan durante décadas. Un armario frotado con almizcle, un trozo de cuero empapado de esencia de canela, un bulbo de ámbar, un cofre de madera de cedro poseen una vida olfativa casi eterna. En cambio otros -el aceite de lima, la bergamota, los extractos de narciso y nardo y muchos perfumes florales- se evaporan al cabo de pocas horas al ser expuestos al aire. El perfumista lucha contra esta circunstancia fatal ligando las fragancias demasiado volátiles a otras más perennes, como si las maniatara para frenar sus ansias de libertad, un arte que consiste en dejar las ataduras lo más sueltas posible a fin de dar al aroma prisionero una semblanza de libertad y en anudarlas con fuerza para que no pueda huir.

Grenouille había realizado a la perfección esta muestra de habilidad con la esencia de nardo, cuya efímera fragancia retuvo con minúsculas cantidades de algalia, vainilla, láudano y ciprés, prestándole así un auténtico valor. ¿Por qué no hacer algo parecido con la fragancia de la muchacha? ¿Por qué usar y derrochar en estado puro el aroma más valioso y frágil de todos? Qué torpeza. Qué grave falta de refinamiento. ¿Acaso se dejaban los diamantes en bruto? ¿Se llevaba el oro en pedruscos alrededor del cuello? ¿Era él, Grenouille, un primitivo ladrón de perfumes como Druot y demás maceradores, destiladores y exprimidores de pétalos? ¿Acaso no era el mayor perfumista del mundo? Se asestó un manotazo en la cabeza, horrorizado porque no se le había ocurrido antes: aquella singular fragancia no podía usarse en bruto. Debía tratarla como la piedra preciosa de más valor. Debía forjar una diadema fragante en cuya parte más elevada refulgiera "su" aroma, mezclado con otros pero dominándolos a todos. Elaboraría un perfume según todas las reglas del arte y la fragancia de la muchacha de detrás de la muralla, sería la nota central.

Como auxiliares, como nota básica, mediana y alta, como aroma de punta y como fijador no eran apropiados ni el almizcle ni la algalia, ni el neroli ni la esencia de rosas; esto por descontado. Para un perfume como aquél, para un perfume humano, se requerían otros ingredientes.

40

En mayo del mismo año se encontró en un campo de rosas, a medio camino entre Grasse y el pueblo de Opio, situado al este de dicha ciudad, el cuerpo desnudo de una muchacha de quince años. Había sido golpeada en la nuca con un garrote. El campesino que lo descubrió quedó tan trastornado por el macabro hallazgo que casi atrajo hacia su persona las sospechas de la policía declarando al teniente con voz trémula que nunca había visto nada tan bello, cuando lo que quiso decir era que nunca había visto nada tan espantoso.

En realidad, la joven era de una belleza exquisita. Pertenecía a aquel tipo de mujeres plácidas que parecen hechas de miel oscura, tersas, dulces y melosas, que con un gesto apacible, un movimiento de la cabellera, un solo y lento destello de la mirada dominan el espacio y permanecen tranquilas como en el centro de un ciclón, al parecer ignorantes de la propia fuerza de atracción, que arrastra hacia ellas de modo irresistible los anhelos y las almas tanto de hombres como de mujeres. Y era joven, muy joven, aún no había perdido en la madurez incipiente el encanto de su tipo.

Sus miembros mórbidos eran todavía tersos y firmes, los pechos como recién moldeados, y el rostro ancho, enmarcado por cabellos negros y fuertes, aún poseía los contornos más delicados y los lugares más secretos. La cabellera faltaba sin embargo. El asesino la había cortado y robado, así como la ropa.

Se sospechó de los gitanos; a los gitanos se les podía atribuir todo. Era bien sabido que tejían alfombras con retales viejos, rellenaban almohadas con cabello humano y hacían muñecas con piel y dientes de los condenados a la horca. En el caso de crímenes tan perversos, sólo podía sospecharse de los gitanos. Pero por aquel entonces no había ninguno en muchas millas a la redonda, no habían sido vistos en la región desde el mes de diciembre.

A falta de gitanos, se sospechó de los jornaleros italianos, pero tampoco había ninguno por los alrededores; era demasiado pronto para ellos, pues no iban por allí hasta junio, al tiempo de la cosecha del jazmín, así que tampoco podían haber sido los italianos. A continuación, las sospechas recayeron en los fabricantes de pelucas, a quienes acusaba la melena cortada de la víctima. En vano. Después se pensó en los judíos, después en los monjes del convento de benedictinos, supuestamente lascivos -aunque todos pasaban de los setenta-, después en los cistercienses, en los masones, en los alienados de la Charitè, en los carboneros, en los mendigos y, por último, en los nobles disolutos, en particular el marqués de Cabris, que se había casado tres veces y organizaba, según se decía, misas orgiásticas en sus bodegas, en cuyo transcurso bebía sangre de doncella para aumentar su potencia sexual. Sin embargo, no pudo probarse nada concreto. Nadie había sido testigo del asesinato ni pudieron encontrarse ropas o cabellos de la víctima. Al cabo de unas semanas, el teniente de policía dio por terminadas las investigaciones.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Perfume – Historia De Un Asesino»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Perfume – Historia De Un Asesino» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Perfume – Historia De Un Asesino»

Обсуждение, отзывы о книге «El Perfume – Historia De Un Asesino» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x