Orhan Pamuk - Me Llamo Rojo
Здесь есть возможность читать онлайн «Orhan Pamuk - Me Llamo Rojo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Me Llamo Rojo
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Me Llamo Rojo: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Me Llamo Rojo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Me Llamo Rojo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Me Llamo Rojo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Al principio Mariposa había comenzado a golpear mi armadura como un niño que quisiera comprender si era auténtica o no, luego empezó a hacerlo como un amigo que quisiera comprobar su resistencia y por fin, además de las dos excusas anteriores, acabó golpeando como un envidioso incorregible que quisiera perforarla y hacerme daño. En realidad, debía de haber comprendido que yo tenía más talento que él y, lo que era peor, debía de notar amargamente que el Maestro Osman también lo sabía. Como Mariposa era un maestro incomparable gracias al talento que Dios le había dado, su envidia me hacía sentir aún más orgulloso: como yo me había convertido en maestro gracias a la fuerza de mi propio cálamo y no agarrándome al de mi mentor, sentía que podría hacerle aceptar mi superioridad.
Alcé la voz y les expliqué que era una lástima que hubiera quienes querían sabotear aquel libro maravilloso de Nuestro Sultán y del difunto Tío. El Maestro Osman era nuestro padre, nuestro maestro; ¡todo lo habíamos aprendido de él! Pero después de seguir su pista en el Tesoro de Nuestro Sultán y comprender que Aceituna era el miserable asesino, había intentado ocultarlo por alguna razón desconocida. Les dije que estaba seguro de que si no habían podido encontrar a Aceituna en su casa era porque se escondía en el monasterio abandonado de los kalenderis que había cerca de la Puerta de Fener. Aquel monasterio había sido clausurado en tiempos del abuelo de Nuestro Sultán, no por ser un nido de degradación e inmoralidad, que lo era, sino a causa de las interminables guerras con los persas, y recordaba que Aceituna había presumido en tiempos de ser el «guardián» del monasterio cerrado. Si no confiaban en mí o si pensaban que en todo lo que decía acechaba una conspiración, ellos eran quienes tenían la daga y podrían darme mi castigo allí mismo.
Mariposa me dio otros dos fuertes golpes con la daga que muy pocas armaduras habrían resistido. Se volvió hacia Negro, que me daba la razón, y le gritó de manera infantil. Me acerqué a él por detrás, rodeé el cuello de Mariposa con mi brazo armado y tiré hacia mí. Con la otra mano le doblé el brazo e hice caer la daga. En realidad ni estábamos luchando del todo ni estábamos jugando. Les conté la historia de una escena parecida que hay en el Libro de los reyes . Es poco conocida:
– El tercer día del enfrentamiento entre los ejércitos de Irán y Turan, dispuestos los unos frente a los otros perfectamente armados y equipados en las faldas del monte Hamaran, los turaníes enviaron al campo de batalla al hábil Sengil para que averiguara quién era el misterioso guerrero iraní que en cada uno de los días precedentes había matado a un gran guerrero de Turan -así comencé el relato-. Cuando Sengil desafió al misterioso guerrero, el otro aceptó: los ejércitos de ambos bandos los contemplaban conteniendo el aliento con sus armaduras brillando al sol de mediodía cuando los caballos armados de los dos héroes se lanzaron el uno contra el otro a tal velocidad que las chispas que brotaron de las armaduras quemaron la piel de los animales. La lucha duró largo rato. El turaní lanzaba flechas y el iraní manejaba con habilidad su espada y su montura y por fin el misterioso iraní sujetó por la cola el caballo de Sengil el turaní y lo derribó; lo alcanzó mientras trataba de huir, lo agarró por detrás de la armadura y le apresó el cuello. Mientras aceptaba su derrota, el turaní, curioso por saber la identidad del misterioso guerrero, le preguntó desesperado lo que todos querían saber desde hacía días: «¿Quién eres?». «Para ti, me llamo Muerte», le contestó el misterioso guerrero. ¿Quién era?
– El legendario Rüstem -contestó Mariposa alegre como un niño.
Le besé en el cuello.
– Todos hemos traicionado al Maestro Osman -dije-. Ahora, antes de que nos proporcione nuestro castigo, tenemos que encontrar a Aceituna, deshacernos de ese veneno que nos corrompe y llegar a un acuerdo firme de manera que podamos enfrentarnos con entereza a los enemigos eternos de la pintura y a aquellos que quieren entregarnos directamente a los torturadores. Quizá cuando lleguemos al monasterio abandonado de Aceituna comprendamos que el despiadado asesino no es uno de los nuestros.
El pobre Mariposa no abrió la boca. Por mucho talento que tuviera, por muy arrogante que fuera o por bien guardadas que tuviera las espaldas, en el fondo, como todos los ilustradores que buscan la compañía de sus iguales a pesar de envidiarlos con un odio profundo, le aterrorizaba ir al Infierno o quedarse completamente solo en este mundo.
En el camino a la Puerta de Fener brillaba en todo lo alto una luz amarilla de un extraño tono verdoso, pero no era la luz de la luna. Sólo a causa de dicha luz desaparecía la imagen de ese Estambul inmutable que formaban por la noche los cipreses, las cúpulas, los muros de piedra, las casas de madera y los solares provocados por los incendios, y en su lugar aparecía otra que daba la impresión de extrañeza que habría provocado una fortaleza enemiga. Cuando llegamos a lo alto de la colina vimos a lo lejos un incendio que había en algún lugar por detrás de la mezquita de Beyazit.
En la ciega oscuridad nos encontramos con un carro de bueyes medio cargado de sacos de harina que, como nosotros, se dirigía a las murallas, y nos montamos en él a cambio de un par de ásperos. Negro llevaba consigo las pinturas, así que se sentó con cuidado. Estaba tumbado observando las nubes bajas iluminadas por el incendio cuando me cayó en el casco la primera gota de lluvia.
Tras el largo trayecto, mientras buscábamos el monasterio abandonado, despertamos a todos los perros del barrio, que, en realidad, parecía todo él desierto a aquellas horas de la noche. Por mucho que viéramos las llamas de las lámparas encendidas por nuestra causa en algunas casas de piedra, sólo se abrió la cuarta puerta a la que llamamos y un abuelete con un gorro de lana, que nos miraba a la luz de la lámpara como si viera un fantasma, nos indicó dónde se encontraba el monasterio abandonado sin sacar la nariz a la lluvia que iba arreciando, pero añadió complacido que los duendes, los trasgos y los espectros malignos nos harían sufrir lo nuestro.
En el jardín del monasterio nos recibieron con tranquilidad unos orgullosos cipreses a los que no afectaban el olor a hojas podridas ni la lluvia. Acerqué el ojo primero a las grietas de las cubiertas de madera de los muros del monasterio y luego al postigo de una pequeña ventana y vi a la luz de un candil la sombra amenazadora de alguien que rezaba o que aparentaba rezar sólo para que nosotros lo viéramos.
57. Me llaman Aceituna
¿Qué era lo más correcto? ¿Interrumpir mi oración, levantarme y abrirles la puerta? ¿O hacerles esperar bajo la lluvia hasta que terminara? Cuando comprendí que estaba siendo observado, opté por terminar mis oraciones aunque sin entregarme por completo a lo que estaba haciendo. Cuando por fin abrí la puerta y vi ante mí a los nuestros, a Mariposa, a Cigüeña y a Negro, me brotó de la garganta un grito de alegría. Abracé a Mariposa emocionado.
– ¡Qué no nos ha pasado! -gemí enterrando la cabeza en su hombro-. ¿Qué quieren de nosotros? ¿Por qué nos están matando?
Tenían esa preocupación por no apartarse del rebaño que he visto en cada uno de los maestros ilustradores que he conocido a lo largo de mi carrera pictórica. No se separaban unos de otros ni siquiera dentro del monasterio.
– No tengáis miedo -les dije-. Aquí podemos ocultarnos durante días.
– Tenemos miedo de que la persona a la que debemos temer quizá esté entre nosotros -dijo Negro.
– A mí también me da miedo pensarlo -respondí-. Porque yo también he oído esas habladurías.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Me Llamo Rojo»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Me Llamo Rojo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Me Llamo Rojo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.