Nora Roberts - Sinfonía Inacabada

Здесь есть возможность читать онлайн «Nora Roberts - Sinfonía Inacabada» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Sinfonía Inacabada: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Sinfonía Inacabada»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La joven pianista Vanessa Sexton había vuelto a su ciudad natal tratando de obtener algunas respuestas de su madre, de la que se había separado hacía doce años. Pero en aquel viaje de reencuentro con su pasado también tenía que enfrentarse a Brady Tucker, el único hombre al que había amado y que ya le había roto el corazón en una ocasión. Vanessa creía que aquel enamoramiento era algo que ya no le podría afectar, pero cada vez que veía a Brady sentía unas emociones que no sabía si estaba dispuesta a aceptar…

Sinfonía Inacabada — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Sinfonía Inacabada», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

No iba a preguntarle si pensaba quedarse. No quena saberlo. No debía importarle. Sin embargo, sabía que había muchas conversaciones inacabadas entre ellos, conversaciones que debían tener lugar al menos para su propia tranquilidad.

Se acercó a ella lentamente. Vio que ella se tensaba al verle dar el primer paso. Si hubiera tenido sitio, habría dado un paso atrás.

– No… -susurró ella, cuando Brady le agarró los brazos.

– Esto va a dolerme tanto como te va a doler a ti.

Le rozó suavemente los labios con los suyos. Sintió que ella se estremecía. Sólo aquel breve contacto le hacía arder de deseo. Volvió a besarla, demorándose unos segundos más. Aquella vez, oyó que ella gemía. Brady levantó los brazos para enmarcarle el rostro y, cuando volvió a adueñarse de sus labios, las vacilaciones se desvanecieron.

Vanessa maldijo a Brady por el placer que sintió, un placer sin el que había vivido durante mucho tiempo. Ansiosa, lo estrechó contra su cuerpo y se dejó llevar. Ya no estaba besando a un muchacho, por muy hábil y apasionado que aquel muchacho hubiera sido. Ya no estaba besando a un recuerdo, por muy nítido que éste hubiera sido. En aquellos momentos, tenía a un hombre entre sus brazos. Un hombre fuerte y lleno de deseo que la conocía demasiado bien.

Cuando Vanessa separó los labios, supo perfectamente cómo sabría Brady. Cuando le agarró los hombros con fuerza, supo perfectamente cómo sería la firmeza de aquellos músculos. Con la suave luz que entraba a través de los cristales, se sintió completamente atrapada entre el pasado y el presente.

Vanessa era todo lo que él recordaba y mucho más. Él siempre había sido generoso y apasionado, pero parecía haber mucha más inocencia en aquellos momentos que en el pasado. Estaba allí, hirviendo bajo el deseo. El cuerpo de la joven temblaba contra el suyo.

Los sueños que Brady había creído olvidados regresaron de golpe y, con ellos, las necesidades, las frustraciones y las esperanzas de su juventud. Era Vanessa. Siempre había sido Vanessa, a pesar de que nunca había podido tenerla.

Atónito por lo que había hecho, la separó de su cuerpo. Ella tenía un ligero rubor en las mejillas. Los ojos se le habían oscurecido del modo que a él lo hacía vibrar. Tenía los labios entreabiertos, suaves, sin maquillar. Las manos de Brady se habían perdido, como le había ocurrido cientos de veces antes, en el cabello de la joven. Doce años no habían podido borrar los sentimientos que ella" podía hacerle experimentar con una mirada.

– Me lo temía -murmuró él. Tenía que mantener la cordura. Necesitaba pensar-. Siempre fuiste capaz de hacer que se me detuviera el corazón,Vanessa.

– Esto es una estupidez…Ya no somos unos niños… -susurró ella, dando un paso atrás.

– Exactamente.

– Brady, lo nuestro terminó hace mucho tiempo.

– Aparentemente no. Podría ser que simplemente tenemos que sacárnoslo de dentro.

– Yo no tengo que sacarme nada de dentro -mintió-. Sólo tienes que preocuparte de ti. A mí no me interesa volver a meterme en el asiento trasero de tu coche.

– Eso podría resultar bastante interesante -comentó el, con una sonrisa-, pero yo tenía en mente un lugar mucho más cómodo.

– Sea cual sea el lugar, la respuesta sigue siendo no.

Vanessa se dirigió hacia la escalera. Él la agarró rápidamente por el brazo antes de que pudiera bajar.

– La última vez que me dijiste no, tenías dieciséis años. Por mucho que yo lo lamente, tengo que decirte que tenías razón. Los tiempos han cambiado y, ahora, los dos somos personas adultas.

– Que seamos adultos no significa que yo me voy a meter de un salto en tu cama -le espetó ella.

– Pero sí significa que yo me tomaré el tiempo y las molestias necesarias para hacer que cambies de opinión.

– Sigues siendo un estúpido egoísta, Brady.

– Y tú sigues dedicándome esa clase de apelativos cuando sabes que tengo razón -replicó él. Tiró de ella y le dio un beso duro y breve-. Sigo deseándote, Van, y te juro que esta vez voy a tenerte.

Ella vio la sinceridad que Brady tenía reflejada en los ojos justo antes de apartarse de él.

– Vete al infierno.

Se dio la vuelta y bajó corriendo la escalera. Brady observó desde la ventana cómo cruzaba el puente a toda prisa y se dirigía a su coche. A pesar de la distancia, oyó que cerraba la puerta con fuerza. Sonrió. Vanessa siempre había tenido muy mal genio. Se alegraba de ver que seguía siendo así.

Capítulo IV

Vanessa aporreaba las teclas del piano. Tocaba una pieza de Tchaikovsky, el primer movimiento de un concierto para piano. Estaba realizando una apasionada interpretación de una composición muy romántica. Gracias a la música conseguía sacar la violencia que le bullía en su interior.

Brady no había tenido derecho alguno a hacerla volver atrás, a obligarla a enfrentarse a sentimientos que deseaba olvidar. Lo peor era que le había demostrado que eran mucho más intensos y profundos al ser una mujer.

El no significaba nada para ella. No era más que un viejo conocido, un amigo de la infancia. No permitiría que volviera a hacerle daño. Nunca jamás volvería a permitir que nadie ejerciera sobre ella el poder que Brady había disfrutado una vez.

Se olvidaría de aquellos sentimientos. Si había algo que había aprendido a lo largo de todos aquellos años de viajes y trabajo era que ella era la única responsable de sus sentimientos.

Dejó de tocar y permitió que los dedos le descansaran sobre las teclas. Aunque no podía decir que se sintiera serena, estaba agradecida por, al menos, haber podido exorcizar con la música la mayor parte de su ira y frustración.

– Vanessa -le dijo su madre desde la puerta.

– No sabía que estabas en casa -respondió ella.

– Entré mientras estabas tocando. ¿Te encuentras bien? -le preguntó, algo preocupada.

– Sí, claro que sí. Lo siento. He perdido toda noción del tiempo.

– No importa. La señora Driscoll pasó por la tienda antes de que cerrara. Me dijo que te vio yendo a la casa de Ham Tucker.

– Ya veo que aún tiene vista de lince.

– Y sigue siendo bastante entrometida. Entonces, fuiste a visitar a Ham -dedujo Loretta, con una ansiosa sonrisa en los labios.

– Sí -respondió Vanessa, sin levantarse del taburete del piano-. Tiene un aspecto maravilloso. Casi no ha cambiado. Nos tomamos un trozo de pastel y un té en la cocina.

– Me alegro de que hayas ido a visitarlo. Siempre te ha querido mucho.

– Lo sé. ¿Por qué no me dijiste que tenías una relación con él? -preguntó, tras armarse de valor.

Loretta se llevó la mano al collar de perlas y se lo retorció con gesto nervioso.

– Supongo que no estaba segura de cómo decírtelo. De cómo explicártelo. Pensé que te pondrías… que te sentirías extraña al volver a verlo si sabías que nosotros…

– Tal vez pensaste que no era asunto mío -replicó Vanessa.

– No, claro que no. Oh, Van… -susurró Loretta. Rápidamente se acercó a su hija.

– Bueno, después de todo no lo es. Mi padre y tú llevabais divorciados muchos años antes de que él muriera. Eres muy libre de escoger nuevo acompañante.

La censura que notó en la voz de Vanessa hizo que Loretta sintiera una profunda tristeza. Había muchas cosas de las que se lamentaba, pero su relación con Abraham Tucker no era una de ellas.

– Tienes razón -dijo, cuando hubo recuperado la compostura-. No me siento avergonzada ni culpable por estar saliendo con Ham. Somos adultos y los dos estamos libres. Tal vez al principio me pareció extraño lo que empezó entre nosotros, por Emily. Ella fue mi mejor y más querida amiga, pero ya había muerto y tanto Ham como yo estábamos solos. Tal vez el hecho de que los dos adoráramos a Emily tuvo que ver con que empezáramos nuestra relación. Me siento muy orgullosa de lo que él siente por mí. Durante los últimos años, me ha dado algo que nunca he tenido de otro hombre. Comprensión.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Sinfonía Inacabada»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Sinfonía Inacabada» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Sinfonía Inacabada»

Обсуждение, отзывы о книге «Sinfonía Inacabada» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x