Khaled Hosseini - Mil Soles Espléndidos

Здесь есть возможность читать онлайн «Khaled Hosseini - Mil Soles Espléndidos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Mil Soles Espléndidos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Mil Soles Espléndidos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Hija ilegítima de un rico hombre de negocios, Mariam se cría con su madre en una modesta vivienda a las afueras de Herat. A los quince años, su vida cambia drásticamente cuando su padre la envía a Kabul a casarse con Rashid, un hosco zapatero treinta años mayor que ella. Casi dos décadas más tarde, Rashid encuentra en las calles de Kabul a Laila, una joven de quince años sin hogar. Cuando el zapatero le ofrece cobijo en su casa, que deberá compartir con Mariam, entre las dos mujeres se inicia una relación que acabará siendo tan profunda como la de dos hermanas, tan fuerte como la de madre e hija. Pese a la diferencia de edad y las distintas experiencias que la vida les ha deparado, la necesidad de afrontar las terribles circunstancias que las rodean -tanto de puertas adentro como en la calle, donde la violencia política asola el país-, hará que Mariam y Laila vayan forjando un vínculo indestructible que les otorgará la fuerza necesaria para superar el miedo y dar cabida a la esperanza.

Mil Soles Espléndidos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Mil Soles Espléndidos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Mi hija ha roto aguas y el bebé no sale -exclamó Mariam.

– ¡Estoy hablando yo con ella! -gritó la joven ensangrentada-. ¡Espera tu turno!

Toda la masa de mujeres se agitaba de un lado a otro, como la hierba alta alrededor del kolba cuando la brisa barría el claro. Detrás de Mariam, una mujer gritaba que su hija se había caído de un árbol y se había roto el codo. Otra vociferaba que sangraba al hacer sus necesidades.

– ¿Tiene fiebre? -preguntó la enfermera. Mariam tardó unos instantes en entender que hablaba con ella.

– No -contestó.

– ¿Sangra?

– No.

– ¿Dónde está?

Mariam señaló por encima de las demás cabezas hacia donde estaba Laila sentada con Rashid.

– La visitaremos -dijo la enfermera.

– ¿Cuándo? -gritó Mariam. Alguien la había agarrado por los hombros y tiraba de ella.

– No lo sé -replicó la enfermera. Explicó que sólo tenían dos doctoras y que en ese momento ambas estaban operando.

– Tiene dolores -insistió Mariam.

– ¡Y yo también! -exclamó la mujer de la cabeza ensangrentada-. ¡Espera tu turno!

Finalmente la sacaron a rastras. Los hombros y cabezas de las demás mujeres le impedían ver a la enfermera. Le llegó el olor lechoso del eructo de un bebé.

– Llévala a dar un paseo -gritó la empleada del hospital-. Y esperad.

Ya había anochecido cuando por fin las llamaron. La sala de partos tenía ocho camas, que no estaban separadas por cortinas. Unas enfermeras vestidas con burka atendían a las pacientes, entre ellas dos que estaban pariendo. A Laila le asignaron un lecho en el extremo más alejado, bajo una ventana que habían pintado de negro. Cerca había un fregadero agrietado y seco, y sobre él una cuerda tendida, de la que colgaban guantes quirúrgicos plagados de manchas. En el centro de la habitación, Mariam vio una mesa de aluminio. En la parte de arriba había una manta de color negro, la de abajo estaba vacía.

Una de las mujeres observó que Mariam miraba la mesa.

– A los bebés vivos los ponen arriba -dijo con tono cansado.

La doctora era una mujer menuda y atribulada, que se movía como un pájaro envuelta en un burka azul oscuro. Todo lo que decía tenía un tono impaciente, apremiante.

– Primer bebé. -Lo soltó así, no como una pregunta, sino como una afirmación.

– Segundo -apuntó Mariam.

Laila soltó un grito y se puso de lado. Apretó la mano de Mariam.

– ¿Algún problema con el primer parto?

– No.

– ¿Es usted su madre?

– Sí -dijo Mariam.

La médica sacó un instrumento metálico en forma de cono que llevaba bajo el burka. Luego levantó el de Laila y colocó la parte más ancha del instrumento sobre el vientre, aplicándose la parte estrecha a la oreja. Estuvo escuchando durante unos minutos, cambiando el aparato de lugar cada tanto.

– Ahora tengo que palpar al bebé, hamshira.

Se puso uno de los guantes que colgaban sujetos con pinzas sobre el fregadero. Con una mano apretó el vientre de Laila e introdujo la otra para palpar el bebé. Laila gimió. Cuando la médica terminó, le entregó el guante a una enfermera, que lo lavó y volvió a colgarlo de la cuerda.

– Su hija necesita una cesárea. ¿Sabe lo que es? Tenemos que abrirle el vientre y sacar al bebé, porque viene de nalgas.

– No entiendo -murmuró Mariam.

La doctora dijo que el bebé no estaba bien colocado y no podía salir solo.

– Y ya ha pasado demasiado tiempo. Tenemos que operarla ahora mismo.

Laila asintió con el rostro crispado por el dolor y dejó caer la cabeza hacia un lado.

– Hay algo que debo decirle -añadió la médica. Se acercó a Mariam, se inclinó hacia ella y le habló en tono más bajo y confidencial. Su voz denotaba cierto bochorno.

– ¿Qué dice? -gimió Laila-. ¿Le ocurre algo malo al bebé?

– Pero ¿cómo va a soportarlo? -preguntó Mariam.

La doctora debió de detectar un tono de acusación en la pregunta, a juzgar por el cambio que se produjo en su respuesta, a la defensiva.

– ¿Cree que esto es cosa mía? -replicó-. ¿Qué quiere que haga? No me dan lo que necesito. No tengo aparato de rayos X, ni de succión, ni oxígeno, ni los antibióticos más sencillos. Cuando las ONG ofrecen ayudas monetarias, los talibanes las rechazan. O desvían el dinero a los lugares donde se atiende a los hombres.

– Pero, doctora sahib, ¿no podría darle alguna cosa? -preguntó Mariam.

– ¿Qué pasa? -volvió a gemir Laila.

– Puede comprar el medicamento usted misma, pero…

– Escríbame el nombre -dijo Mariam-. Escríbalo y yo iré a buscarlo.

La médica sacudió la cabeza con gesto cortante bajo el burka.

– No hay tiempo -afirmó-. Porque ninguna farmacia cercana lo tiene. Así que tendría que sortear el tráfico e ir de un lugar a otro, quizá hasta el otro extremo de la ciudad, con escasas probabilidades de encontrarlo. Son casi las ocho y media, así que seguramente la arrestarían por no respetar el toque de queda. Y aunque encontrara la medicina, seguramente no tendría dinero suficiente para pagarla. O tendría que pujar por el producto con otra persona igual de desesperada. No hay tiempo. Hay que sacar al bebé ahora mismo.

– ¡Dígame qué está pasando! -exigió Laila, incorporándose.

La doctora respiró hondo y luego le explicó que no tenían anestesia.

– Pero si lo retrasamos, perderá al bebé.

– Entonces, hágalo -dijo. Se tumbó de nuevo y levantó las rodillas-. Ábrame y déme a mi bebé.

Dentro del viejo y sucio quirófano, Laila yacía temblando sobre una camilla mientras la doctora se lavaba las manos. Aspiraba el aire entre los dientes cada vez que la enfermera le pasaba por el vientre un paño empapado en un líquido amarillento tirando a marrón. Otra enfermera que estaba junto a la puerta no paraba de entreabrirla para echar un vistazo al exterior.

La médica se había quitado el burka y Mariam vio que tenía los cabellos plateados, los párpados caídos y pequeñas bolsas de cansancio alrededor de la boca.

– Quieren que operemos con el burka -explicó la doctora, señalando con la cabeza a la enfermera de la puerta-. Por eso tiene que vigilar. Cuando vienen, me tapo.

Lo dijo en un tono pragmático, casi indiferente, y Mariam comprendió que esa mujer ya había superado la etapa de la indignación. Vio en ella a una persona que se sabía afortunada por el mero hecho de seguir trabajando, porque era consciente de que aún podrían arrebatarle muchas más cosas.

A ambos lados de Laila, a la altura de los hombros, había dos varas metálicas verticales. La enfermera que le había desinfectado el vientre sujetó una sábana entre ambas varas con unas pinzas, formando así una cortina entre Laila y la doctora.

Mariam se colocó detrás de la cabeza de la parturienta y se inclinó hasta que sus mejillas se tocaron. Notó que a Laila le castañeteaban los dientes. Enlazaron las manos.

A través de la cortina, Mariam vio la sombra de la médica desplazándose hacia la izquierda de la futura madre y la de la enfermera hacia la derecha. Laila separó los labios todo lo que daban de sí, hasta que se formaron burbujas de saliva que reventaron sobre los dientes apretados. Al respirar se le escapaban unos pequeños y rápidos silbidos.

– Ánimo, hermanita -la alentó la médica, inclinándose sobre ella.

Laila abrió los ojos de golpe. Luego la boca. Se quedó así, temblando, con los tendones del cuello completamente tensos, estrujando los dedos de Mariam entre los suyos mientras el sudor le corría por la cara.

Ésta siempre la admiraría por lo mucho que tardó en gritar.

40

Laila

Otoño de 1999

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Mil Soles Espléndidos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Mil Soles Espléndidos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Khaled Khalifa - In Praise of Hatred
Khaled Khalifa
Khaled Hosseini - Y las montañas hablaron
Khaled Hosseini
Khaled Hosseini - Drachenläufer
Khaled Hosseini
Khaled Hosseini - Cometas en el Cielo
Khaled Hosseini
Khaled Hosseini - A Thousand Splendid Suns
Khaled Hosseini
Khaled Hosseini - The Kite Runner
Khaled Hosseini
Khaled Khalifa - Death Is Hard Work
Khaled Khalifa
José Güich Rodríguez - Espléndida iracundia
José Güich Rodríguez
Mechita Daneri Montoya - Los Soles de mi abuela Gloria
Mechita Daneri Montoya
László Benedek - Khaled tanzt
László Benedek
Отзывы о книге «Mil Soles Espléndidos»

Обсуждение, отзывы о книге «Mil Soles Espléndidos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x