Penny Vincenzi - Reencuentro

Здесь есть возможность читать онлайн «Penny Vincenzi - Reencuentro» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Reencuentro: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Reencuentro»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una noche de 1987, alguien abandona a una niña recién nacida en el aeropuerto de Heathrow. Un año antes, tres chicas, Martha, Clio y Jocasta, se habían conocido por casualidad en un viaje y habían prometido volver a encontrarse, aunque pasará mucho tiempo antes de que cumplan la promesa. Para entonces, Kate, la niña abandonada, ya será una adolescente. Vive con una familia adoptiva que la quiere, aunque ahora Kate desea conocer a su madre biológica. Es decir, una de aquellas tres jóvenes, ahora mujeres acomodadas. Pero ¿qué la llevó a una situación tan desesperada?
La trama que desgrana este libro se sitúa allí donde confluyen entre estas cuatro vidas. Y es que Kate verá cumplido su deseo aunque, como enseñan algunas fábulas, a veces sea mejor no desear ciertas cosas…

Reencuentro — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Reencuentro», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Abuela, venga. Por favor. Tu novio lo hace de maravilla. Es un tío enrollado.

– Un momento, cielo. Vamos a salir un momento.

– No hace falta que venga -dijo Martha-. Ya me encuentro mejor. En serio.

– Ya tienes mejor cara -dijo Clio-, mucho mejor. Salgamos fuera a tomar el aire.

Cogió a Martha del brazo y empezó a guiarla hacia fuera.

– Cielo, ve a buscar un vaso de agua, por favor -dijo Jilly a Kate-. La señorita Hartley no se encuentra bien.

– Sí, claro -dijo la chica.

Cogió un vaso y las siguió fuera.

– Gracias, cariño. Toma, Martha, bebe un poco. A sorbitos. Así, muy bien. Respira hondo.

– Ya estás mejor, Martha -dijo Clio-. Tienes mejor color. Bien. Ahí dentro hacía un calor espantoso.

– Espantoso -dijo Jilly Bradford-. Claro que tú ni te das cuenta -añadió hablando con la chica de los cabellos ondulados. La chica llamada Kate. Sentada tan cerca que podría tocarla-. Martha, bebe un poco más de agua. Así. No te he presentado a mi nieta. Es Kate. Kate Bianca Tarrant, como le gusta que la llamen últimamente. Kate, cielo, te presento a… ¡Dios mío, Clio, se ha desmayado!

Capítulo 30

¿Cómo había podido pasar? Estaba en una cama de la casa de Jocasta, sin ninguna posibilidad de irse a casa. A menos que caminara. Y no podía caminar. ¿Qué podía hacer? ¿Cómo podía escapar?

Después de que Martha se desmayara, Bob la había llevado a una mesa, y ella les había convencido de que ya estaba mejor, de que podía marcharse en su coche; ya lo tenía allí, esperándola. Sólo estaba agotada, y había pasado un calor espantoso en la disco. Era temprano para que la gente empezara a marcharse, no quería estropear la fiesta. Estaba bien. Estaba perfectamente.

Se defendió con calma, pero le castañeteaban los dientes, a pesar del calor. Sabía lo que era: el shock. Era difícil disimularlo. Vio que Janet Frean la observaba con atención, con los ojos oscuros pensativos. Al cabo de un rato, se puso de pie y dijo:

– Martha, te acompañaremos a casa. Ven, cogeré tus cosas, a menos que prefieras quedarte un rato más y recuperarte.

– No -dijo ella-, no quiero quedarme.

Mantuvo los ojos fijos en la cara de Janet. Tenía miedo de que si apartaba los ojos y miraba a su alrededor vería a la chica otra vez. No podía permitírselo, de ninguna manera.

Se levantó como pudo, pero las piernas la obedecieron sólo hasta ese punto. No podía andar. A continuación, descubrió que no podía respirar con normalidad, que tenía que esforzarse para coger aire. De repente se sintió muy enferma: le dolía el pecho, y su corazón retumbaba, con un latido tan fuerte que no podía soportarlo. Estaba sufriendo un infarto, pensó, iba a morir, y su último pensamiento fue que no estaba tan mal, si se moría en ese momento, nadie se enteraría.

Empezó a temblar con violencia, todo su cuerpo se estremecía, y oyó que alguien decía:

– ¡Que venga la otra chica, la doctora, rápido!

Volvió a recuperarse, muy lentamente. Estaba sentada en una silla, y alguien, no sabía quién, sostenía una bolsa de papel sobre su cara.

– Intenta respirar con normalidad -dijo una voz, una voz femenina, vagamente familiar-. Estás bien. Estoy casi segura de que sólo sufres un ataque de pánico. Así está bien. Bien. Venga, respira hondo.

Martha había oído hablar de personas que sufrían ataques de pánico. Siempre los había visto con desprecio y los atribuía a la histeria.

Intentó apartar la bolsa de papel.

– Sólo un momentito más. Te irá bien -dijo la voz otra vez, y se dio cuenta de que era Clio, Clio, que la había atendido antes.

– Estás bien, Martha, en serio. ¿Te encuentras mejor?

Su voz era tranquila, y su sonrisa, cuando Martha la miró, muy amable. Era una buena chica, pensó Martha, no debería haber sido tan antipática con ella. Se disculparía, cuando se encontrara mejor.

– Sí, gracias. Creo que sí. Un poco.

– Fergus -dijo Clio-, podrías acompañarla a la casa, para que se eche y descanse un rato. Es lo que necesita.

– Por favor -dijo Martha en un débil susurro-, por favor, estoy bien. Sólo quiero irme a casa.

– No es una buena idea -dijo Clio-, al menos por ahora. Mira, este amable caballero va a llevarte…

– Vaya, no se puede decir que peses -dijo una voz con acento irlandés, levantándola con delicadeza-. ¿De qué vives tú? ¿O te permites un vaso de agua de vez en cuando? -Le sonrió, esmerándose por hacerla sentir cómoda, y la llevó sin esfuerzo por el jardín hasta la casa.

Allí Fergus y Clio la ayudaron a echarse en un sofá de una gran sala y Clio dijo:

– Voy a buscar un vaso de agua y una manta. Tú quédate aquí y no te preocupes por nada.

– Debería irme -dijo Martha-, unas personas se han ofrecido amablemente a acompañarme a casa. Me estarán esperando.

– No te están esperando. Les he dicho que pasarías esta noche aquí -dijo Clio con firmeza.

– No puedo quedarme aquí -dijo Martha-. Por favor, Clio, déjame ir a casa.

– No estás en condiciones -dijo Clio-, y no puedes quedarte sola porque podría volverte a pasar. Cálmate, Martha, podrás irte a casa por la mañana. Te acompañaré yo misma, si hace falta. Pero ahora mismo tienes que quedarte echada y descansar. Jocasta ha pedido que te arreglen una habitación. No tardará mucho.

Dios. Jocasta también; las dos, en la misma casa. Se sentía como si la retuvieran en una horrible trampa.

– Hola, Martha. -Era Jocasta, que le sonreía. ¿Por qué tenían que ser tan simpáticas las dos?-. Te han preparado una habitación. Fergus te ayudará a subir y nos veremos por la mañana.

Se rindió, dejó que Fergus la llevara arriba y que Clio la metiera en la cama. Y en ese momento se sentía más sola y más asustada de lo que se había sentido en toda su vida.

Se dio cuenta de que, de repente, todo había cambiado. Eso era lo más aterrador de todo. Ya no podía negarlo más tiempo. El bebé que había dejado atrás ya no era el bebé Bianca, totalmente anónimo, para siempre un bebé. Se había convertido en Kate, una preciosa chica de dieciséis años. Había estado en la misma habitación que ella, había respirado el mismo aire, la había visto, la había observado, casi la había tocado: se había convertido en una realidad.

Se sentó en la cama, derecha, sintiendo que el pánico volvía, la dificultad para respirar, el sudor.

– Dios mío -dijo en voz alta-. Dios mío, ¿qué voy a hacer?

Y entonces se abrió la puerta y entró Janet Frean.

Martha se sintió tan feliz de ver a una amiga, una persona cercana, que se echó a llorar. Janet se sentó en la cama, la abrazó como si fuera una niña y le dijo que llorara cuanto quisiera. Así lo hizo Martha, un buen rato. Janet estuvo a su lado, en completo silencio, excepto para tranquilizarla de vez en cuando, hasta que Martha dejó de llorar y se recostó otra vez en las almohadas.

– Lo siento -dijo-, lo siento mucho.

– Martha -dijo Janet, sonriéndole cariñosamente-. Martha, deja de disculparte. Por favor. No has hecho nada malo.

– Sí lo he hecho. Ése es el problema, Janet. No lo entiendes. He hecho algo terrible. ¡Oh, Dios mío!

– De acuerdo, de acuerdo -dijo Janet con calma-, has hecho algo terrible. ¿Por qué no me lo cuentas? Ya sabes que las cosas no parecen tan malas cuando se comparten con alguien. Además yo soy muy difícil de impresionar, tener cinco hijos y pasar gran parte de mi vida en Westminster me ha servido para eso, por lo menos. Ponme a prueba. Intenta hablar conmigo. Por favor, no soporto verte así. Cuéntame qué te pasa.

Y de repente, Martha se lo contó. Ya no podía más. Se sentía débil y hecha añicos, recostada en los almohadones, en aquella habitación en penumbra, con el ruido de la fiesta de fondo, la fiesta donde su hija bailaba despreocupadamente, y le contó a Janet lo que había hecho.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Reencuentro»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Reencuentro» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Reencuentro»

Обсуждение, отзывы о книге «Reencuentro» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x