Julia Navarro - Dime quién soy

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Navarro - Dime quién soy» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dime quién soy: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dime quién soy»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La esperada nueva novela de Julia Navarro es el magnífico retrato de quienes vivieron intensa y apasionadamente un siglo turbulento. Ideología y compromiso en estado puro, amores y desamores desgarrados, aventura e historia de un siglo hecho pedazos.
Una periodista recibe una propuesta para investigar la azarosa vida de su bisabuela, una mujer de la que sólo se sabe que huyó de España abandonando a su marido y a su hijo poco antes de que estallara la Guerra Civil. Para rescatarla del olvido deberá reconstruir su historia desde los cimientos, siguiendo los pasos de su biografía y encajando, una a una, todas las piezas del inmenso y extraordinario puzzle de su existencia.

Dime quién soy — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dime quién soy», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– No será fácil, ya sabes cuánto me odia Ulrich Jürgens. Además, temo por ti; ahora me arrepiento de haberte traído a Roma. Deberías regresar a España antes de que Jürgens decida hacer algo contra ti.

– ¿Más de lo que me hizo en Varsovia?

– Para él aquello fue una derrota, no me ha perdonado que yo te pudiera sacar de Pawiak. No quería que te ahorcaran, se regodeaba pensando en cuánto sufrías en aquella prisión. Hará cualquier cosa con tal de hacernos daño.

– ¿Sabes por qué te odia Jürgens?

– El sabe que no me gustan las SS, y que no comparto lo que está haciendo Hitler -respondió Max.

– No, no te odia por eso. Te odia porque eres todo lo que él no es. Un caballero, un aristócrata, un miembro de una familia poderosa, educado en los mejores colegios de Europa, convertido en un médico importante.

– Y también me odia porque te tengo a ti, Amelia, eso es lo que realmente me envidia, que jamás podrá tenerte. Por eso debes regresar a España, o hará lo imposible por destruirnos.

– No puedo hacerlo, Max, no antes de hacer algo por Carla.

– Me será más fácil actuar si tú no estás aquí.

– Carla ha sido como una segunda madre para mí y no puedo abandonarla. Además, Vittorio está deshecho y me necesita.

– Si te quedas, Jürgens intentará algo contra ti… Por Dios, Amelia, ¡no te pongas en peligro!

– Tengo que quedarme, Max, no puedo dejar a Carla. Ella no me abandonaría.

Max prometió indagar discretamente sobre el paradero de Carla Alessandrini.

– Aunque puedo empeorar su suerte cuando el coronel Jürgens sepa que me intereso por ella.

– ¿Sabe que estás aquí?

– Sin duda, y lo que temo es que sepa que tú también estás en Roma.

Amelia aguardó hasta el martes para acercarse a la iglesia de San Clemente. Vittorio le explicó cómo llegar, y ella optó por ir caminando.

En el interior de la iglesia había varias mujeres rezando. No se fijaron en la recién llegada y ella tampoco les prestó atención. Buscó los confesionarios; como no había nadie en ellos, se sentó a esperar intentando rezar. Pero no podía, estaba demasiado nerviosa y ansiaba ver al padre Müller.

Aún tuvo que esperar media hora más hasta que le vio aparecer conversando con otro sacerdote, que también se dirigió a uno de los confesionarios.

Iba a levantarse cuando una mujer se le adelantó arrodillándose frente el confesionario donde estaba el padre Müller. Amelia aguardó impaciente hasta que la mujer terminó su confesión.

– Ave María Purísima.

– Sin pecado concebida.

– Rudolf, soy Amelia.

– ¡Amelia! ¡Dios santo, qué haces aquí!

Ella le contó lo que había sido de su vida desde la última ocasión en que se vieron, así como el motivo de su viaje a Roma. Él le puso al tanto de la situación de Carla.

– Es una mujer extraordinaria, muy valiente, no imaginas a cuántas personas ha ayudado a salir de Roma. Sobre todo judíos.

– ¿Qué podemos hacer? Tenemos que ayudarla.

– No es posible hacer nada, la tienen presa las SS. Lo único que sé es que está viva. Las SS no dejan que los sacerdotes visiten a los presos, salvo cuando los van a ahorcar. Un amigo estuvo en la prisión la semana pasada asistiendo en sus últimos momentos a varios condenados. Por él he sabido que Carla continúa viva, aunque al parecer está en muy mal estado, la han torturado con saña.

– Tenemos que sacarla de allí.

– ¡Imposible! Ya te he dicho que la tienen las SS.

– ¿Conoces a Marchetti?

– ¿El profesor de canto de Carla? Sí, le conozco, Carla nos presentó. Nos hemos ayudado mutuamente. Yo le he conseguido algunos pasaportes y él ha colaborado sacando de Roma a pequeños grupos de judíos.

– ¿Sabes dónde puedo encontrarle?

– Siempre contactábamos a través de Carla, aunque en alguna ocasión, si se veía muy apurado, venía directamente aquí, a San Clemente. Una vez me dio una dirección donde escondió a una familia judía hasta poder sacarlos de Italia. Pero no sé si continuará siendo un lugar seguro. Allí vivía una mujer con la que ni siquiera intercambié una palabra. Nos abrió la puerta, hizo pasar a los fugitivos y casi me empujó para que me fuera. Pero ¿y Vittorio? El marido de Carla tiene que saber cómo localizar a Marchetti.

– No, no lo sabe. Marchetti no ha vuelto por su casa, ni nadie responde al teléfono de su academia de canto en Milán. Vive en la clandestinidad.

– Entonces, probemos en esa dirección de la que te he hablado, aunque no creo que ni Marchetti ni nadie pueda hacer nada por Carla.

– ¡No digas eso, Rudolf!

– ¿Crees que no siento tanto como tú lo que le pueda pasar? Yo también la quiero.

Acordaron ir juntos a la dirección donde quizá pudieran decirles algo sobre el paradero de Marchetti.

– Pero ahora, vete, vete y regresa a las siete.

La casa estaba situada en via dei Coronan, justo al lado de la piazza Navona. Subieron las escaleras con paso rápido, temiendo encontrarse con algún vecino que les preguntara adónde iban.

El padre Müller golpeó con los nudillos suavemente la puerta, tal como le habían indicado que lo hiciera la vez que acompañó a aquella familia judía. Aguardaron impacientes sin escuchar un solo ruido, y ya se iban a marchar cuando la puerta se entreabrió. Un rostro de mujer se dibujó en la penumbra.

– ¿Qué hace aquí? -preguntó al padre Müller.

– Permítanos pasar.

– No tendría que estar aquí.

– Lo sé, pero… ¡por favor, déjenos pasar y se lo explicaré!

La mujer pareció dudar, luego quitó la cadena que le servía de cerrojo y abrió la puerta.

La siguieron por un pasillo oscuro que daba a un salón donde no cabía un mueble más. Una lámpara de pie apenas iluminaba la estancia y Amelia tardó en ver el rostro de la mujer. Tendría unos cincuenta años. Morena, de mediana estatura, con el cabello recogido en un moño. Vestía una falda negra y un jersey gris, y no llevaba ningún adorno.

– Me ha puesto en peligro viniendo aquí -reprochó la mujer al sacerdote.

– Lo siento, pero tengo que encontrar a Marchetti y no sé cómo hacerlo.

– ¿Y pretende que yo le diga dónde encontrarle? -respondió con ironía.

– Si no puede decirnos cómo hacerlo, al menos podrá ponerse en contacto con él y decirle que necesito verle con urgencia.

– Ya me lo ha dicho, ahora márchense.

– Necesitamos que nos ayude a…

La mujer levantó la mano para que el padre Müller no continuara hablando.

– No quiero saberlo. Cuanto menos sepamos los unos de los otros y de las operaciones que tenemos encomendadas, menos peligro correremos. Usted ya ha roto una regla presentándose aquí. No sabía si esta casa continuaba siendo segura o había sido descubierta por las SS. Ha corrido un riesgo innecesario.

– No tenía otra opción.

– En todo caso, no vuelva por aquí. Procuraré que llegue su mensaje, pero no le aseguro cómo ni cuándo, ni si querrán responder. De manera que si no recibe noticias no se impaciente, y sobre todo no vuelva, ¿me ha entendido?

– Sí, desde luego.

Salieron de la casa con paso apresurado y no intercambiaron palabra hasta llegar a la calle.

– Ni siquiera me ha mirado -dijo Amelia.

– Prefiere no ver ni oír lo que no le han ordenado que vea u oiga. No es fácil vivir en la clandestinidad, Amelia.

– Dime, Rudolf, ¿cuánta gente sois en tu organización?

– ¿Mi organización? ¡Ojalá tuviera una organización! No me has entendido bien. Llegué a Roma con la recomendación de mi obispo para trabajar en la Secretaría de Estado. El hecho de que además de alemán, hablo inglés, francés, algo de polaco y un poco de ruso, supongo que me ayudó a que me dieran un puesto de rango menor. Soy un simple oficinista. No tengo ninguna responsabilidad. Por mis manos no pasan secretos, ni documentos importantes. Al poco de llegar me enviaron a San Clemente dos días por semana a confesar. De eso nos encargamos dos sacerdotes, a veces termino yo antes, y otras él. Un día, confesando, me dieron más de las ocho, y cuando terminé y fui a la sacristía, me encontré allí escondidos a un hombre acompañando a una mujer y dos niños pequeños. El hombre se presentó como el doctor Ferratti, médico cirujano, y me explicó que había tenido refugiados en su casa a aquella mujer y a sus dos hijos, a su marido hacía tiempo que lo habían deportado a Alemania.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dime quién soy»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dime quién soy» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Dime quién soy»

Обсуждение, отзывы о книге «Dime quién soy» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x