Isabel Allende - La Isla Bajo El Mar

Здесь есть возможность читать онлайн «Isabel Allende - La Isla Bajo El Mar» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Isla Bajo El Mar: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Isla Bajo El Mar»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La isla bajo el mar de Isabel Allende narra la azarosa historia de una esclava en el Santo Domingo del siglo XVIII que logrará librarse de los estigmas que la sociedad le ha impuesto para conseguir la libertad y, con ella, la felicidad.
Esta es la historia de Zarité, una muchacha mulata que a los nueve años es vendida como esclava al francés Valmorain, dueño de una de las más importantes plantaciones de azúcar de la isla de Santo Domingo. A lo largo de la novela viviremos cuarenta años de la vida de Zarité y lo que representó la explotación de esclavos en la isla en el siglo XVIII, sus condiciones de vida y cómo lucharon para conseguir la libertad. Pese a verse obligada a vivir en el ambiente sórdido de la casa del amo y verse forzada a acostarse con él, nunca se sentirá sola. Una serie de personajes de lo más variopinto apoyarán a nuestra protagonista para seguir adelante hasta conseguir la libertad para las futuras generaciones. Mujeres peculiares como Violette, que se dedica a la prostitución o Loula, la mujer que organiza su negocio; Tante Rose, la curandera, Celestine o Tante Matilde, la cocinera de la plantación: personajes con este punto de magia que dan un ambiente y un color especial a la novela. Los amos desprecian y maltratan a los esclavos. Estos a su vez organizan rebeliones, una de las cuales provoca un incendio en la plantación. Valmorain huye de la mano de Zarité. Ella ha criado a Maurice, hijo de Valmorain que crece junto a Rosette la propia hija de Zarité y su amo. Como esclava, también estará al servicio de las dos esposas de Valmorain: dos personajes totalmente distintos pero muy bien caracterizados por la autora. Conforme avanza la novela nuestro personaje alcanza la dignidad que le corresponde. Vivirá su propia historia de amor y conseguirá la libertad.
Isabel Allende le da voz a una luchadora que saldrá adelante en la vida sin importar las trampas que el destino le tiende.

La Isla Bajo El Mar — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Isla Bajo El Mar», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Puede ser, amo.

Su mirada me recorrió de arriba abajo. Se llevó una mano al miembro y lo sostuvo, como pesándolo. Retrocedí con la cara ardiendo. De la vela cayó una gota de cera sobre su mano y lanzó una maldición, enseguida me ordeno ir a dormir con un ojo abierto para velar por el ama. Se tendió en su hamaca, mientras yo me escurría como un lagarto a mi rincón. Esperé que el amo se durmiera y comí con cuidado, sin el menor ruido. Afuera empezó a llover. Así lo recuerdo.

El baile del intendente

Los extenuados viajeros de Saint-Lazare llegaron a Le Cap el día anterior a la ejecución de los cimarrones, cuando la ciudad palpitaba de expectación y se había juntado tanta gente, que el aire hedía a muchedumbre y estiércol de caballos. No había dónde alojarse. Valmorain había enviado a un adelantado al galope para reservar un barracón para su gente, pero llegó tarde y sólo pudo alquilar espacio en el vientre de una goleta anclada frente al puerto. No resultó fácil subir a los esclavos a los botes y de allí al barco, porque se tiraron al suelo chillando de pavor, convencidos de que se repetiría el viaje macabro que los había traído de África. Prosper Cambray y los commandeurs los arrearon a la fuerza y los encadenaron en la cala para evitar que se lanzaran al mar. Los hoteles para blancos estaban llenos, habían llegado con un día de atraso y los amos no tenían habitación. Valmorain no podía llevar a Eugenia a una pensión de affranchis. Si hubiera estado solo no habría dudado en acudir a Violette Boisier, quien le debía algunos favores. Ya no eran amantes, pero su amistad se había fortalecido con la decoración de la casa en Saint-Lazare y un par de donaciones que él le había hecho para ayudarla a salir de sus deudas. Violette se divertía comprando a crédito sin calcular los gastos, hasta que las reprimendas de Loula y Étienne Relais la habían obligado a vivir con más prudencia.

Esa noche el intendente ofrecía una cena a lo más selecto de la sociedad civil, mientras a pocas cuadras el gobernador recibía a la plana mayor del ejército para celebrar por anticipado el fin de los cimarrones. En vista de las apremiantes circunstancias, Valmorain se presentó en la mansión del intendente a pedir albergue. Faltaban tres horas para la recepción y reinaba el ánimo apresurado que precede a un huracán: los esclavos corrían con botellas de licor, jarrones de flores, muebles de última hora, lámparas y candelabros, mientras los músicos, todos mulatos, instalaban sus instrumentos bajo las órdenes de un director francés, y el mayordomo, lista en mano, contaba los cubiertos de oro para la mesa. La infeliz Eugenia llegó medio desmayada en su litera, seguida por Tété con un frasco de sales y una bacinilla. Una vez que el intendente se repuso de la sorpresa de verlos tan temprano ante su puerta, les dio la bienvenida, aunque apenas los conocía, ablandado por el prestigioso nombre de Valmorain y el lamentable estado de su mujer. El hombre había envejecido prematuramente, debía de tener cincuenta y tantos años, pero mal llevados. La panza le impedía verse los pies, caminaba con las piernas tiesas y separadas, los brazos le quedaban cortos para abrocharse la chaquetilla, resoplaba como un fuelle y su aristocrático perfil estaba perdido entre cachetes colorados y una nariz bulbosa de buen vividor, pero su esposa había cambiado poco. Estaba lista para la recepción, ataviada a la última moda de París, con una peluca adornada de mariposas y un vestido lleno de lazos y cascadas de encajes, en cuyo escote profundo se insinuaban sus pechos de niña. Seguía siendo el mismo gorrión insignificante que era a los diecinueve años, cuando asistió en un palco de honor a la quema de Macandal. Desde entonces había presenciado suficientes tormentos como para alimentar de pesadillas el resto de sus noches. Arrastrando el peso del vestido guió a sus huéspedes al segundo piso, instaló a Eugenia en una habitación y ordenó que le prepararan un baño, pero su huésped sólo deseaba descansar.

Un par de horas más tarde comenzaron a llegar los invitados y pronto la mansión se animó de música y voces, que a Eugenia, tendida en la cama, le llegaban en sordina. Las náuseas le impedían moverse, mientras Tété le aplicaba compresas de agua fría en la frente y la abanicaba. Sobre un sofá la esperaban su complicado atavío de brocado, que una esclava de la casa había planchado, sus medias de seda blanca y sus escarpines de tafetán negro con tacones altos. En el primer piso las damas bebían champán de pie, porque la amplitud de las faldas y la estrechez del corpiño les dificultaba sentarse, y los caballeros comentaban el espectáculo del día siguiente en tono mesurado, ya que no era de buen gusto excitarse en demasía con el suplicio de unos negros sublevados. Al poco rato los músicos interrumpieron la conversación con un llamado de corneta y el intendente hizo un brindis por el retorno de la normalidad a la colonia. Todos levantaron las copas y Valmorain bebió de la suya preguntándose qué diablos significaba normalidad: blancos y negros, libres y esclavos, todos vivían enfermos de miedo.

El mayordomo, con un teatral uniforme de almirante, golpeó tres veces el suelo con un bastón de oro para anunciar la cena con la pompa debida. A los veinticinco años ese hombre era demasiado joven para un puesto de tanta responsabilidad y lucimiento. Tampoco era francés, como cabía esperar, sino un hermoso esclavo africano de dientes perfectos, a quien algunas damas ya le habían guiñado el ojo. Y cómo no iban a fijarse en él… Medía casi dos metros y se conducía con más donaire y autoridad que el más encumbrado de los invitados. Después del brindis la concurrencia se deslizó hacia el fastuoso comedor, iluminado por cientos de bujías. Afuera la noche había refrescado, pero adentro el calor iba en aumento. Valmorain, atosigado por el olor pegajoso de sudor y perfumes, vio las largas mesas, refulgentes de oro y plata, cristalería de Baccarat y porcelana de Sèvres, a los esclavos de librea, uno detrás de cada silla y otros alineados contra las paredes para escanciar vino, pasar las fuentes y llevarse los platos, y calculó que sería una noche muy larga; la excesiva etiqueta le producía tanta impaciencia como la conversación banal. Tal vez era cierto que se estaba convirtiendo en un caníbal, como lo acusaba su mujer. Los invitados tardaban en acomodarse en medio de un barullo de sillas arrastradas, crujir de sedas, conversación y música. Por fin entró una doble hilera de sirvientes con el primero de los quince platos anunciados en el menú con letras de oro: minúsculas codornices rellenas con ciruelas y presentadas entre las llamas azules de coñac ardiente. Valmorain no había terminado de escarbar entre los huesitos de su pájaro cuando se le acercó el admirable mayordomo y le susurró que su esposa se encontraba indispuesta. Lo mismo le anunció en ese instante otro criado a la anfitriona, quien le hizo una seña desde el lado opuesto de la mesa. Ambos se levantaron sin llamar la atención en el cotilleo de voces y el bullicio de cubiertos contra la porcelana, y subieron al segundo piso.

Eugenia estaba verde y la habitación hedía a vómito y excremento. La mujer del intendente sugirió que la atendiera el doctor Parmentier, quien por fortuna se encontraba en el comedor, y de inmediato el esclavo de guardia ante la puerta partió a buscarlo. El médico, de unos cuarenta años, pequeño, delgado, con facciones casi femeninas, era el hombre de confianza de los grands blancs de Le Cap por su discreción y sus aciertos profesionales, aunque sus métodos no eran los más ortodoxos: prefería utilizar el herbario de los pobres en vez de purgantes, sangrías, enemas, cataplasmas y remedios de fantasía de la medicina europea. Parmentier había logrado desacreditar al elixir de lagarto con polvos de oro, que tenía reputación de curar la fiebre amarilla de los ricos solamente, ya que los demás no lo podían costear. Pudo probar que ese brebaje era tan tóxico, que si el paciente sobrevivía al mal de Siam, moría envenenado. No se hizo de rogar para subir a ver a madame Valmorain; al menos podría respirar un par de bocanadas de aire menos denso que el del comedor. La encontró exangüe entre los almohadones del lecho y procedió a examinarla, mientras Tété retiraba las jofainas y los trapos que había usado para limpiarla.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Isla Bajo El Mar»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Isla Bajo El Mar» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Isabel Allende - La Suma de los Días
Isabel Allende
Isabel Allende - Zorro
Isabel Allende
Isabel Allende - LOS CUENTOS DE EVA LUNA
Isabel Allende
libcat.ru: книга без обложки
Isabel Allende
Isabel Allende - Island Beneath the Sea
Isabel Allende
Isabel Allende - Ines Del Alma Mía
Isabel Allende
Isabel Allende - Hija de la fortuna
Isabel Allende
Isabel Allende - El Zorro
Isabel Allende
Отзывы о книге «La Isla Bajo El Mar»

Обсуждение, отзывы о книге «La Isla Bajo El Mar» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x