John Hawks - El viajero

Здесь есть возможность читать онлайн «John Hawks - El viajero» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El viajero: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El viajero»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Marcada por un sino implacable, había ocasiones en que Maya hubiera deseado nacer ciega e ignorante. Su infancia no fue la de tantas otras niñas de su edad, y Maya pronto se vio obligada a soportar duras pruebas. Su padre era uno de los últimos Arlequines, superviviente de una estirpe de guerreros protectores de los Viajeros que había sobrevivido a varios intentos de asesinato por parte de los mercenarios de la Tabula. Condicionada por su ascendencia genética, Maya tenía un único objetivo en la vida: proteger, con su propia vida si era necesario, a los Viajeros, seres humanos con la capacidad de saltar hacia mundos paralelos y de retornar a la dimensión terrestre con los conocimientos adquiridos en otros planos de la realidad.
Pero ¿por qué debía ella renunciar a una vida normal? Es más, ¿cómo podía aceptar que su propio padre optara por sacrificarla en nombre de un ideal tan extraño como maldito? ¿Acaso los ciudadanos de a pie, ignorantes de su propio destino, controlados por la Hermandad como si fueran animales condicionados, merecían tal sacrificio por su parte? Las dudas de Maya no la habían dejado en paz desde que se había enterado de una verdad que sólo aceptaría tras la muerte de su padre a manos de la Tabula. Entonces supo que había llegado el momento de actuar. Su misión: viajar a Estados Unidos y proteger a los hermanos Corrigan, los dos últimos Viajeros que quedaban sobre la faz de la tierra, y cuyo destino no era otro que el de cambiar los derroteros de un mundo demasiado corrompido.

El viajero — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El viajero», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Alrededor del vehículo se extendían cactos y matorrales. El camino asfaltado desapareció bajo la arena durante unos cientos de metros y volvió a surgir. A medida que la carretera ganaba altura, empezaron a pasar ante acumulaciones de roca rojiza y bosquecillos de yucas. Los bulbosos arbolillos alzaban sus puntiagudas hojas hacia lo alto como los brazos de un profeta orando al cielo. El calor era intenso y el sol parecía crecer en el firmamento.

Tras veinte minutos de prudente conducción, llegaron a una valla de alambre de espino y una verja medio caída.

– A partir de aquí tendremos que ir a pie -anunció Antonio.

Los tres se apearon del vehículo y, echándose a la espalda las bolsas de provisiones, se colaron por un agujero de la alambrada y siguieron por la carretera.

En la distancia, Gabriel vio uno de los generadores eólicos de Antonio. El calor que subía del suelo hacía reverberar la torre. Antes de que pudiera reaccionar, una serpiente se arrastró atravesando el asfalto. Tenía casi un metro de largo, una cabeza redondeada y el negro cuerpo atravesado por anchas rayas color crema. Maya se detuvo y se llevó la mano al estuche de la espada.

– No es venenosa -dijo Gabriel-. Creo que es una culebra de anillos. Normalmente son bastante tímidas.

– Es una serpiente real -explicó Antonio-. Y las de por aquí no son tímidas en absoluto.

Siguieron caminando y vieron una segunda serpiente entre la arena. Luego, una tercera calentándose en el asfalto. Todas eran negras, pero el color y tamaño de los anillos parecían variar: blanco, amarillo pálido o crema.

Más serpientes empezaron a aparecer en la carretera, y Gabriel dejó de contar. Docenas de reptiles se retorcían y siseaban mirando a su alrededor con sus negros ojillos. Maya parecía nerviosa, casi asustada.

– ¿No te gustan las serpientes?

Bajó los brazos e intentó relajarse.

– No suelen verse demasiadas en Inglaterra.

A medida que se aproximaban al generador eólico, Gabriel vio que había sido construido al lado de una losa de hormigón del tamaño de un campo de fútbol. Parecía un enorme bunker de ametralladoras abandonado por el ejército. Inmediatamente al sur, había una pequeña caravana de aluminio que reflejaba la luz del desierto. Una tela de paracaídas había sido dispuesta sobre unos postes para dar sombra a una mesa de madera y una serie de cajas de plástico llenas de provisiones y herramientas.

El Rastreador se hallaba de rodillas, en la base del generador eólico, soldando una riostra de refuerzo. Vestía vaqueros, una camisa a cuadros de manga larga y gruesos guantes de cuero. Un casco de soldador le ocultaba el rostro, y parecía estar concentrado en la llama mientras unía dos piezas de metal.

Una serpiente real pasó deslizándose, casi rozando la punta de la bota de Gabriel, que vio cientos de negras formas serpentinas a ambos lados de la carretera, señal del paso de reptiles sobre el seco terreno.

A unos diez metros de la torre, Antonio gritó y agitó los brazos. El Rastreador lo oyó, se incorporó y se levantó el casco de soldador. Al principio, Gabriel pensó que el Rastreador era un anciano de blancos cabellos, pero al acercarse se dio cuenta de que iba a encontrarse con una mujer de más de setenta años. Tenía una ancha frente y una recta nariz. Era un rostro de gran fuerza, sin un ápice de sentimentalismo.

– Buenos días, Antonio. Veo que esta vez has venido con algunos amigos.

– Doctora Briggs, él es Gabriel Corrigan. Es hijo de un Viajero y quiere averiguar si…

– Sí, desde luego. Bienvenido. -La doctora tenía un marcado acento de Nueva Inglaterra. Se quitó uno de los guantes y estrechó la mano de Gabriel-. Soy Sophia Briggs. -Sus dedos eran fuertes, y sus ojos, azul verdoso, poseían un brillo intenso y crítico. Gabriel tuvo la sensación de estar siendo escrutado. Luego, la doctora se apartó de él-. ¿Y usted, es…?

– Me llamo Maya. Soy amiga de Gabriel.

La doctora reparó en el negro estuche de metal que colgaba del hombro de Maya y comprendió lo que contenía.

– Qué interesante. Creía que todos los Arlequines habían muerto, aniquilados tras algún acto autodestructivo. Puede que sea usted demasiado joven para esta tarea.

– Y quizá usted sea demasiado vieja para la suya.

– Noto cierto carácter, cierta rebeldía. Eso me gusta.

Sophia volvió a la caravana y tiró el equipo de soldador en una caja de leche que había en el suelo. Sorprendidas por el ruido, dos grandes serpientes reales salieron de entre las sombras de debajo de la caravana y serpentearon hasta la torre.

– Bienvenidos a la tierra de la Lampropeltis getula , la serpiente real común. Naturalmente, no tienen nada de vulgares. Son valientes, listas y unos reptiles encantadores. Otro de los regalos de Dios a este desdichado mundo. Lo que están viendo es un ejemplar de la subespecie splendida , la serpiente real del desierto de Arizona. Comen víboras y serpientes de cascabel, así como ranas, pájaros y ratas. Les encanta matar ratas, especialmente las grandes y repugnantes.

– La doctora Briggs estudia las serpientes -aclaró Antonio.

– Soy bióloga especializada en reptiles. Durante veintiocho años di clase en la Universidad de New Hampshire, hasta que me echaron. Tendrían que haber visto al presidente Mitchell, un pobre idiota que apenas podía subir las escaleras sin jadear, decirme que yo era demasiado frágil para las clases. Qué tontería. Una semana después de la cena de despedida, me empezaron a llegar mensajes a través de internet de mis amigos que me decían que la Tabula había descubierto que yo era Rastreador.

Antonio dejó las bolsas de lona en la mesa.

– Pero no quiso dejarlo.

– ¿Por qué iba a hacerlo? No soy ninguna cobarde. Tengo tres armas de fuego y sé cómo utilizarlas. Más tarde, Antonio y Martin descubrieron este sitio y me convencieron. Son dos muchachitos muy listos.

– Sabíamos que no se resistiría -dijo Antonio.

– Y tenían razón. Hace cincuenta años, el gobierno invirtió millones de dólares para construir esta ridícula base de misiles. -Sophia fue más allá de la caravana y les mostró el lugar. Gabriel vio tres enormes discos de hormigón encajados en oxidados armazones de hierro-. Justo allí están las tapas de los silos, que se podían abrir y cerrar desde dentro. Ahí es donde se guardaban los cohetes. -Se volvió e indicó un montón de tierra a unos quinientos metros de distancia-. Después de que retiraran los misiles, el condado convirtió esto en una especie de vertedero. Bajo veinte centímetros de tierra y una lona de plástico, se pudren veinticinco años de basuras acumuladas que atraen un ingente número de ratas. Las ratas se comen la basura y se multiplican. Las serpientes reales se comen las ratas y anidan en los silos. Yo estudio las splendida y hasta la fecha he tenido mucho éxito.

– Bien, ¿y qué vamos a hacer? -preguntó Gabriel.

– Almorzar, desde luego. Será mejor comerse el pan antes de que se ponga rancio.

Sophia repartió las tareas, y entre todos prepararon una comida con los alimentos perecederos. Maya fue la encargada de cortar el pan y no pareció gustarle lo romo del cuchillo. La comida fue sencilla pero deliciosa. Tomates frescos con aceite y vinagre. Un sabroso queso de cabra cortado en dados. Pan de centeno. Fresas. Para postre, Sophia sacó una tableta de chocolate belga y dio dos porciones a cada uno.

Las serpientes estaban por todas partes. Si se cruzaban en su camino, Sophia las cogía con firmeza y las llevaba hasta una zona de terreno húmedo que había cerca de la cabaña. Maya se sentó a la mesa con las piernas cruzadas, como si quisiera evitar que una serpiente fuera a treparle por la pierna. Durante la comida, Gabriel conoció algunos detalles más acerca de la doctora Briggs. No tenía hijos. No se había casado. Hacía unos años había aceptado operarse de la cadera, pero, aparte de eso, se había mantenido alejada de los médicos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El viajero»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El viajero» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


John Hawkes - Travesty
John Hawkes
John Hawkes - The Blood Oranges
John Hawkes
John Hawkes - Second Skin
John Hawkes
John Hawkes - The Lime Twig
John Hawkes
John Hawkes - The Beetle Leg
John Hawkes
John Hawkes - The Cannibal
John Hawkes
John Hawks - The Golden City
John Hawks
John Hawks - The Dark River
John Hawks
John Hawks - The Traveler
John Hawks
John Hawks - The GoldenCity
John Hawks
John Hawks - El Río Oscuro
John Hawks
Отзывы о книге «El viajero»

Обсуждение, отзывы о книге «El viajero» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x