Array Array - Atlas de geografía humana
Здесь есть возможность читать онлайн «Array Array - Atlas de geografía humana» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на русском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Atlas de geografía humana
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Atlas de geografía humana: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Atlas de geografía humana»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Atlas de geografía humana — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Atlas de geografía humana», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
habría gustado acostarme con él, por eso nunca habría aceptado ninguna de sus ofertas, pero había cogido un taxi y se había largado sin llegar a saberlo.
No me había dado la oportunidad de rechazarle con la sonrisa cómplice de una hermana íntima, y la sangre se me había congelado en aquel trance.
El vestido era rojo, y me tropecé con él aquella misma tarde, casi por azar. No tenía ganas de mirar escaparates, pero aquél estaba en una esquina y me asaltó sin pedir permiso. Entonces, plantada en una acera de la calle Goya, empecé a pensármelo. Me había prometido a mí misma muchas veces no volver a las andadas, pero la imagen de Ramón, bailando solo mientras celebraba que le hubieran abandonado para siempre, se negaba a salir de mi memoria, y pasaban los días, y las semanas, pero mi cuerpo no acababa de recuperar el calor. Casi dos meses después me atreví por fin a entrar en aquella tienda y lo encontré en el mismo sitio, como si llevara toda la vida esperándome. Cuando por fin me atreví a salir a la calle con él, ya había reunido todos los complementos necesarios para sacarle el máximo partido, zapatos negros de salón, bolso a juego, un prendedor de raso rojo para el pelo, un nuevo nombre, un marido inventado, unos hijos encantadores, y hasta una muchacha interna, toda una estupenda historia personal que contar a la primera persona que se acercara a la barra del bar donde pedí el primer whisky de la noche.
Sólo se me olvidaron las agujetas. Una semana antes, cuando anuncié a bombo y platillo que había vuelto a apuntarme en el gimnasio, salí de casa con el equipo completo, malla, sudadera, calentadores, zapatillas blancas con una goma encima del empeine y hasta dos pares de calcetines limpios, todo dentro de un saco de lona que vacié meticulosamente en el cesto de la ropa sucia a la mañana siguiente, mientras terminaba de contarle a Martín cómo había ido la cena. Pero las agujetas se me olvidaron. No acerté a quejarme del menor dolor muscular ni una sola vez en toda la semana, y él se dio cuenta, y me felicitó el jueves siguiente, cuando le avisé de que llegaría tarde, qué bien, ¿no?, parece que estás en forma… Me sentó tan mal haberle mentido desde el principio, me sentí tan tonta por no saber qué decir, que en aquel momento ni siquiera se me ocurrió que su comentario pudiera envolver una segunda intención. Eso empecé a sospecharlo luego, en el trabajo, y aunque en teoría, esa misteriosa teoría que nunca he terminado de comprender muy bien, debería haber celebrado la hipótesis de que Martín sospechara algo turbio en las tardes de mis jueves, en la práctica me vine abajo. Creo que ella lo adivinó apenas me tuvo delante, pero no me dijo nada. Salí del paso largándole el discurso más sofisticado e intimidatorio que pude improvisar, un recurso de distracción que llegué a explotar, semana a semana, hasta su agotamiento, aunque me daba cuenta de que arrastrarme hasta allí cada jueves para enhebrar una docena de obviedades ante una desconocida a la que mi vida le traía básicamente sin cuidado resultaba un método espléndido para hacerme sentir todavía más tonta. Evitaba pensar en aquellas sesiones desde el mismo momento en que salía por la puerta hasta el preciso instante en que la atravesaba de nuevo pero, de todas formas, llegó un día en el que creí haber traspasado ya la primera frontera de la imbecilidad, y me obligué a calcular fríamente antes de adoptar una solución definitiva. Abandonar el análisis en este estado no me reportará ningún beneficio, me dije, así que lo más sensato será tomárselo en serio. Y sin embargo, después de admitirlo, no fui capaz de encontrar una fórmula eficaz para empezar. Quizás ella también lo adivinó esta vez, o quizás, simplemente, mi silencio llegó a pesar en el aire.
—Bueno —dijo, cuando encendí el segundo pitillo consecutivo, después de cinco minutos largos de silencio, los ojos bajos, fijos en la alfombra—, ¿no tiene ganas de hablar?
—No —contesté—. La verdad es que no muchas…
Dejó pasar algunos segundos antes de insistir en un acento ambiguo, dulce pero firme, o tal vez al contrario, más tranquilizador que estimulante en cualquier caso.
—Ya sé que no le gusta que le haga preguntas muy concretas, pero podría sugerirle por dónde empezar.
Medité rápidamente aquella oferta. No tenía ganas de hablar, pero sí un poco de curiosidad por su elección, el hilo que escogería para tirarme de la lengua.
—Está bien —accedí al final—. Reparta cartas.
—Hábleme de usted en la universidad.
—¿Por qué?—había logrado sorprenderme de verdad.
—El día que nos conocimos, me dijo que aquellos años se le escapaban.
Vino aquella mañana con una camisa roja y el mejor aire de agitador que yo haya visto jamás… Llegué a construir esta frase en mi cabeza, pero mis labios no se decidieron a pronunciarla. No estaba muy segura de querer hablar de aquella época, por más que encerrara el origen de algunas de las mejores cosas de mi vida. Por eso elegí la entrada más oblicua para regresar a aquel tramo del pasado.
—Estudié Letras, por supuesto, concretamente Filosofía. Suponía que todo el mundo esperaba que escogiera algo así, y eso hice, más o menos… Ya sé que no parece una declaración muy inteligente, pero es la verdad. Cuando empecé el bachiller superior, en casa dieron por sentado que
haría Letras. Las Ciencias también me gustaban, sobre todo las Naturales, aunque en Matemáticas me perdía un poco. Recuerdo aquella época como una inmensa confusión. Fui una estudiante discreta, ¿sabe?, o a lo mejor sería más justo decir que fui buena, pero nunca brillante, no sé si me entiende… Yo aprobaba, pero muchas veces no acababa de adivinar por qué, no tenía conciencia de poseer de verdad los conocimientos… la capacidad que mis notas garantizaban. Y cuando suspendía, tampoco comprendía muy bien qué había pasado. El dibujo era una tortura para mí. Creo que sólo por perderlo de vista me afilié al criterio de mi madre, que repetía a cada paso que Filosofía y Letras era una carrera estupenda para una chica. De pequeña era muy dócil, me temo que la docilidad es un rasgo innato en mi carácter. He tenido que aprender a combatirla sin piedad, porque sé que existen pocos genes más peligrosos…
Hice una pausa para mirarla pero, de puro inexpresivo, su rostro permaneció esta vez tan mudo como si hubiera decidido negárselo a mis ojos, y me arriesgué a ser conscientemente sincera, por primera vez.
—Mi madre cambió de religión, cambió de ideología, y hasta de piel, para convertirse en la mujer de mi padre y adorarle sólo a él. Hasta donde yo recuerdo, su docilidad se asomaba al mismísimo borde de la tontería, pero si me hubiera atrevido a decir esto alguna vez en voz alta, nadie habría estado de acuerdo conmigo. Para los demás, mi padre el primero, mi madre ha sido siempre una diosa. Bella, perfecta, misteriosa… Admirable como una estatua. Y silenciosa como el mármol, también, porque no solía opinar en público. Supongo que no tendría gran cosa que decir pero, no sé por qué, la gente interpretaba su permanente ausencia como una muestra más de su ilimitada capacidad de seducción, otra contraseña de un carácter fascinante. No se equivocaba nunca, claro, nunca fallaba, porque sólo intervenía en el preciso segmento de las conversaciones donde su ingenio podía brillar sin ningún riesgo. Estaba específicamente dotada para ironizar acerca de los demás, interpretar maliciosamente cualquier comentario, sugerir el mejor mote, hacer juegos de palabras… Todavía es su gran especialidad. Los dioses, ya se sabe, son crueles, nadie debe reprocharles su naturaleza. Y en definitiva, este rasgo de brillantez estaba al servicio de mi padre tanto al menos como la elegancia de su vestuario o la impecable organización de las fiestas al aire libre que celebraban en verano, en la casa de la playa. Él la había fabricado, y ella parecía feliz en aquel vestido que no acababa de ceñirla del todo, o por lo menos, eso pensaba yo, porque yo conocía también en ella misma a otra mujer que seguramente ninguno de sus adoradores se habría atrevido a sospechar que existiera. Hasta que la decepcioné, y perdió cierta clase de interés en mí para ganar a la vez un determinado tipo de confianza, mi madre me inculcó una educación muy parecida a la que había recibido de su propia madre, una rigidez que no aplicó ni remotamente a mis hermanos varones, aunque ellos también tuvieron ocasiones suficientes para reconocer la silueta del embudo que gobernaba nuestras vidas…
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Atlas de geografía humana»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Atlas de geografía humana» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Atlas de geografía humana» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.