Almudena Grandes - EL CORAZÓN HELADO
Здесь есть возможность читать онлайн «Almudena Grandes - EL CORAZÓN HELADO» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:EL CORAZÓN HELADO
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
EL CORAZÓN HELADO: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «EL CORAZÓN HELADO»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
EL CORAZÓN HELADO — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «EL CORAZÓN HELADO», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Mi padre llegó vivo al día siguiente y viviría algunos más, casi dos semanas. Desde entonces, mi madre y mis hermanos me resultaban misteriosamente importantes, hasta necesarios, no sólo por lo que representaban en sí mismos, sino por la parte de mí que encerraba cada uno
de ellos. Y sabía que no era más que un efecto secundario del dolor, una treta de mi memoria exhausta, sobrecargada por la urgencia de la cuenta atrás, la exigencia de fijar cada fecha, cada lugar, cada imagen de aquel hombre a quien ya nunca podríamos rescatar de la muerte, pero ni sabía, ni quería, ni podía eludir mis propias trampas. Recordar a mi padre era pensar en todos nosotros, recién lavados, peinados y vestidos para posar ante una cámara, en la foto de los sucesivos carnés [52] de familia numerosa que mamá guardaba en el mismo altillo donde estaban también las carpetas con las notas y el libro escolar de cada uno. Y en eso pensé mientras conducía sin ganas, casi con miedo, al encuentro de la ausencia de mi padre, los objetos en su mesa todavía, su sillón frente al televisor, su cepillo de dientes quizás, o su huella vacía y aún más temible en el vaso del cuarto de baño. Pero no contaba con Lisette.
—¡Álvaro! —había abierto la verja del jardín con un mando a distancia, pero ella me estaba esperando delante de la puerta, como si hubiera escuchado el ruido del coche a tiempo—. ¡Pero qué gusto verte!
La miré un momento, desde abajo, por el puro placer de mirarla. Luego, mientras salvaba la media docena de escalones que elevaban el porche sobre el nivel del suelo, me pregunté cómo me recibiría. Delante de mi madre, Lisette me trataba de usted y me llamaba «señoriíto Álvaro». Delante de mi mujer, me tuteaba pero no me besaba cuando me veía. Aquella tarde, como siempre que estábamos los dos solos, me besó en las dos mejillas y después me abrazó, balanceándose contra mí como una madre que consuela a su hijo pequeño.
—¿Cómo estás, niño?
—Bien —le contesté, pero mi sonrisa se deshizo al interpretar el sentido de su pregunta—. Bueno…
—Ya… —ella dejó resbalar despacio las palmas de sus manos sobre mi cuello antes de desprenderse del todo de mí—. Me imagino.
Me miró con una expresión tan compungida que me costó trabajo no volver a sonreír, y la seguí al interior de la casa.
—Tu madre me llamó para avisar que venías —dijo, mientras me precedía hasta el salón—. Te he preparado unos sandwichitos, una ensalada…
—Gracias, Lisette, pero he comido en la facultad, antes de salir.
—¡Ah! —parecía decepcionada—. ¿Y no vas a probar un tocino de cielo, ni siquiera, con el trabajo que me ha costado aprender a hacerlos?
—Bueno —sonreí por fin, pese a todo—. Eso sí.
Lisette era pequeña y concentrada, azucarada y brillante, densa y dulce como el postre que me ofrecía. Tenía cara de muñeca exótica, los ojos rasgados, maquillados con sabiduría, los labios gruesos, rojizos, un cuerpo compacto, menudo y esbelto, con las curvas justas, muy acentuadas, y la piel lujosa, mullida, del color que tienen los caramelos de café con leche. ¿Has visto a la muchacha nueva de mamá, esa que se ha traído de Santo Domingo?, me había preguntado Julio en el cumpleaños de uno de sus hijos, y cuando le contesté que no, se sujetó la cabeza con las manos, ¡joder, no veas qué polvo tiene la tía!, y me pasó [53] un brazo por los hombros antes de concluir, ay, qué verano más malo vamos a pasar, Alvarito…
En ese momento me eché a reír, pero no di demasiado crédito a su
profecía, porque mi hermano era tan mujeriego que se tropezaba con un polvo de muerte, o dos, todos los días, aunque sólo saliera de casa a pasear al perro. Sin embargo, cuando vi a Lisette tuve que admitir que, por encima de los indiscriminados y facilones criterios que guiaban su afición, esta vez no había exagerado. Oye, le dije la siguiente vez que nos vimos, cuando mi padre todavía tenía ganas de llevarnos a todos a comer a un restaurante los domingos, que sí, ¿sí de qué?, me preguntó él, de eso que me dijiste del Caribe, le respondí, aunque estábamos solos con Rafa en la barra y ninguna de las mujeres podía oírnos, ¿a que sí?, parecía entusiasmado, yo asentí con la cabeza, la hostia, añadí, ya te lo advertí, replicó él, pero increíble, insistí, acojonante, remachó, ¿queréis dejar de decir gilipolleces?, terció Rafa, al que, según Julio, las mujeres siempre le habían interesado lo justo, o sea, poquísimo, parecéis un par de colegiales salidos, colegiales no, Julio se echó a reír, pero salidos… , y yo me reí con él.
A mí me gustaban las mujeres mucho más que a Rafa, pero me preocupaban mucho menos que a Julio. No las buscaba, no corría detrás de ellas, no las invitaba en los bares ni las perseguía de semáforo en semáforo. Siempre me habían parecido una especie de don, un bien extraordinario que flotaba muy por encima de mi cabeza y de vez en cuando se derramaba sobre mí sin que yo hubiera hecho nada para merecerlo. Jamás he creído merecer la predilección que algunas de ellas han mostrado por mí, aunque sólo sea porque siempre me ha parecido también que, aparte de hermosas, divertidas, suaves, dulces y excitantes, las mujeres son muy raras. Nunca he perdido el tiempo en desentrañar el misterioso mecanismo de sus razonamientos, ni he dudado jamás de que son ellas las que eligen, así que me he limitado a verlas venir, sin lamentarme por las que no están a mi alcance ni considerar que su disposición es un valor en sí mismo, aceptando su existencia como un regalo, con gratitud y sin hacer preguntas. Además, a mí me gustaba mi mujer.
Mai y yo llevábamos nueve años juntos y ninguno de los dos había dado todavía señales de desánimo. Ella seguía siendo alegre, tranquila y paciente, no se metía demasiado en los aspectos de mi vida que no la concernían, y preservaba la independencia de la suya. Yo agradecía su falta de exigencia y celebraba que no echara de menos la exasperación aguda y dolorosa de otros amores, como los que mantenían postradas a algunas de sus amigas antes de propulsarlas hasta el vértice [54] de una montaña rusa que desembocaba sin remedio en una sucesiva postración, su vida entera una tormenta a punto de estallar, el mismo rayo acertando de pleno en el mismo pararrayos para hacer temblar un edificio habituado a sacudirse una y otra vez desde sus cimientos, sin derrumbarse jamás.
—Esto es el colmo, es que es una imbécil, no te vas a creer lo que ha hecho esta vez… —me advertía antes aún de colgar el teléfono, indignada por aquellos excesos que a mí sólo me divertían, porque me parecían increíbles, inverosímiles de puro exagerados.
Luego se recostaba en el sofá del salón para que le acariciara el pelo mientras me ponía al día de cualquiera de aquellas pasiones interminables, celos, broncas, sospechas, súplicas, reconciliaciones, sexo salvaje, viajes de negocios, celos, broncas, sospechas otra vez, y yo dudaba de que ella no sintiera a veces una punzada de extrañeza profunda, más allá de la
razonable incomprensión de los mecanismos que anulan la razón y la experiencia a favor de una felicidad incierta, mítica, escurridiza e incorpórea como el humo. O no. Quizás no.
Yo no lo sabía porque nunca había tenido acceso a esa clase de dolor, o de alegría, y por eso, algunas noches, al escuchar a Mai, me preguntaba si ella no tendría las mismas dudas que yo, si nunca se habría interrogado por el balance de nuestra propia vida, qué nos estábamos perdiendo a cambio de ganar la imagen de pareja ideal, serena, estable, equilibrada, con la que los dos parecíamos igual de conformes. Pero jamás descubrí en mi mujer el menor indicio de insatisfacción, ni siquiera en el plano hipotético, teórico, imaginario, en el que se situaban mis tímidas conjeturas, esa estúpida debilidad mía que cesaba en el instante en que era consciente de ella. Bastaba sólo un instante para hacerme recordar que quería mucho a Mai, que me gustaba, y que éramos felices juntos. Eso siempre había sido suficiente en las situaciones de riesgo, y aunque en algunos momentos raros, aislados, había cedido a la tentación, sólo le había sido infiel lejos de casa y con mujeres casuales que no me gustaban demasiado, o al menos, no lo suficiente como para poner en duda el carácter deportivo y excepcional de una noche tonta. Cuando presentía que cualquier mujer podía llegar a gustarme más que eso, me armaba hasta las cejas.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «EL CORAZÓN HELADO»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «EL CORAZÓN HELADO» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «EL CORAZÓN HELADO» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.