Peter Høeg - La señorita Smila y su especial percepción de la nieve

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La señorita Smila y su especial percepción de la nieve: краткое содержание, описание и аннотация

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Un día, poco antes de Navidad, la señorita Smila de regreso a su casa encuentra muerto en la nieve a su vecino y amigo, el pequeño Isaías. La versión oficial es que debió de resbalar y caerse. Pero Smila, que le cuidaba a veces y sentía especial ternura por él, sospecha que no es así. Los dos pertenecen a la pequeña comunidad de esquimales groelandeses que viven en Copenhague. Y Smila es, además, experta en las propiedades físicas del hielo. La investigación que lleva a cabo en privado acerca de la muerte de Isaías la conduce a la misteriosa muerte del padre de éste en una expedición secreta a Groenlandia, misión encomendada por una poderosa empresa danesa involucrada en una extraña conspiración que se remonta a la segunda guerra mundial.

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Hemos llegado a una meseta plana, alisada por los vientos. Delante de nosotros se abre una hilera de grietas regulares. Debemos de haber llegado a la zona de ablación, el lugar en el que las capas inferiores del glaciar se desplazan hacia la superficie. Aquí hay un nudo rocoso que ha dividido el curso del hielo. No lo vi desde abajo porque es de una clase de piedra blanquecina. Ahora, en la oscuridad creciente, la piedra resplandece.

Donde la base desciende hacia una grieta, la nieve ha sido apisonada. Aquí se han detenido. Desde aquí, Toerk ha vuelto sobre sus pasos para ir a recogerme. Me pregunto cómo ha podido saber que vendría. Nos sentamos. El hielo ha creado una gran cavidad en forma de recipiente, como una enorme concha. Le quita el tapón a su termo. Sigue hablando, como si la conversación no hubiera sido interrumpida y, tal vez, no lo haya sido, tal vez haya continuado en su interior, tal vez nunca se detenga allí dentro.

– La teoría de Gaia es hermosa. Es muy importante que las teorías sean bonitas. Pero está equivocada, naturalmente. Lovelock demuestra que la Tierra y su ecosistema son una máquina compleja. Sin embargo, no demuestra que es algo más que una máquina. Gaia no se diferencia en lo fundamental de un robot. Comparte un fallo con el resto de la ciencia biológica. Le falta explicar el comienzo. Dar cuenta de la primera forma de vida, de su nacimiento, de aquello que precede a las bacterias del cieno. La vida basada en sustancias inorgánicas sería un primer paso de aproximación.

Me muevo cautelosamente, con el fin de mantenerme en calor y probar su atención.

– Loyen llegó hasta aquí en los años treinta. Con una expedición alemana. Iban a realizar estudios preliminares para la construcción de un aeropuerto sobre una estrecha banda llana de la costa, en el lado norte. Trajeron consigo un grupo de esquimales de Tule. No habían conseguido convencer a los groenlandeses occidentales para que los acompañasen, debido a la mala fama de la isla. Loyen empezó la búsqueda siguiendo los mismos métodos que Knud Rasmussen cuando encontró sus meteoritos: tomándose en serio los relatos de los esquimales. Lo encontró. En el 66 volvió a la isla. Él, Ving y Andreas Fine. Pero no sabían lo suficiente como para poder resolver los problemas técnicos. Construyeron una bajada permanente en hormigón para llegar hasta la piedra. Posteriormente, la expedición fue suspendida. Volvieron en el 91. Entonces también fuimos nosotros. Pero tuvimos que dar media vuelta y abandonar.

Su rostro casi ha desaparecido en la oscuridad, lo único que sigue estando presente es su voz. Intento entender por qué habla. Por qué sigue mintiendo, incluso en esta situación que domina tan claramente.

– ¿Y los trozos que fueron cortados?

Su vacilación soluciona el problema. Entenderlo constituye, de alguna manera, un alivio. Sigue todavía pendiente la cuestión de lo que pueda saber y si estoy sola o no. Si alguien lo está esperando, en la isla, en el mar, cuando, en algún momento, vuelva a él. Todavía, por un pequeño instante, hasta que yo haya hablado, seguirá necesitándome.

Simultáneamente a este reconocimiento, me sobreviene otro, decisivo, importante e incomprensible. Si todavía espera, si está obligado a esperar, es porque el mecánico no se lo ha contado todo, no le ha contado que estoy sola.

– Los examinamos. No encontramos nada en particular. Estaban compuestos de una mezcla de hierro, níquel, olivino, magnesio y silicato.

Sé que ésta debe de ser la verdad.

– Entonces, ¿no está viva?

A través de la oscuridad percibo que sonríe.

– No, pero tiene calor. Sin duda, produce calor. En caso contrario, hubiera sido transportada por el hielo. Funde las paredes a su alrededor a un ritmo que corresponde al movimiento del glaciar.

– ¿Radioactividad?

– Estuvimos haciendo mediciones, pero no encontramos.

– ¿Y los muertos? -pregunto-. Las radiografías. Las rayas blancas en los órganos internos.

Permanece callado unos instantes.

– ¿No podrías contarme cómo lo sabes? -me dice.

No le contesto.

– Lo sabía -dice-. Tú y yo hubiéramos podido disfrutar mucho el uno del otro. Cuando te llamé aquella noche me dejé llevar por un acto impulsivo, confié en mi intuición, sabía que contestarías al teléfono, te estaba notando, hubiera podido decir: «Pásate a nuestro bando». ¿Lo hubieras hecho?

– No -le contesto.

El túnel empieza al pie de la roca. Se trata de una construcción sencilla. En aquellas partes donde el hielo tiene tendencia a reventar la roca, han abierto un agujero y, posteriormente, han construido enormes caños de hormigón. Los caños bajan oblicuamente en un ángulo muy agudo, los escalones que han hecho en su interior son de madera. En un primer momento, me sorprende pero luego recuerdo lo difícil que puede llegar a ser construir sobre un fundamento permanentemente helado.

Diez metros más abajo, hay algo que arde.

El humo proviene de una estancia que está tocando a la escalera. Es un encofrado de hormigón apuntalado con vigas. Hay unos sacos en el suelo sobre los que arden unas cajas de madera desarmadas en un barril de petróleo.

Contra la pared trasera, sobre una mesa ancha, hay algunos instrumentos y diversos accesorios. Cromatógrafos, microscopios, tubos de cristalización, una incubadora y un aparato que nunca había visto antes, construido como una caja grande de plástico. Debajo de la mesa hay un generador y más cajas de madera, idénticas a las que están ardiendo en el barril. La moda se ha infiltrado en todos los campos, incluso en los equipos de laboratorio, y este instrumental me recuerda los años setenta. Todo está recubierto con una capa de hielo gris. Debieron de abandonarlo en el 66 o en el 91. ¿Qué dejaremos atrás nosotros?

Toerk deposita una mano sobre la caja de plástico.

– Electroforesis. Para separar y analizar proteínas. Loyen la trajo consigo en el 66. Cuando todavía creían que se trataba de una especie de vida orgánica.

Cabecea, con un movimiento apenas apreciable. Todo lo que hace, está envuelto en la seguridad que le confiere el saber que estas pequeñas señales y sus movimientos bastan para que el mundo a su alrededor se ordene según su parecer. Delante de una mesa alta de trabajo está Verlaine trabajando con un microscopio de disección. Me lo enfoca, el ocular en 10 y el objetivo en 20. Acerca una llama de gas.

– Estamos deshelando el generador.

Primero no soy capaz de ver nada, pero entonces enfoco y veo un coco.

– Cyclops Marinus -dice Toerk-, cangrejo de agua salada, éste o sus congéneres se encuentran por todos lados en todos los mares del globo terráqueo. Los hilos son órganos del equilibrio. Le hemos proporcionado un poco de ácido clorhídrico, por eso no se mueve. Fíjate en la parte posterior. ¿Qué ves?

No veo nada. Me aparta suavemente y mira por el microscopio, cambia la cápsula de Petri de posición y vuelve a enfocar.

– El sistema digestivo -digo-, los intestinos.

– No son los intestinos. Es un gusano.

Ahora lo veo. Los intestinos y el estómago son una zona oscura en la parte inferior del animal. En cambio, el canal largo y claro repta por la espalda.

– El grupo principal es el Phylum Nematoda , el helminto, y éste pertenece al subgrupo Dracunculoidea . Su nombre es Dracunculus Borealis , el gusano polar. Conocido y descrito, por lo menos, desde la edad media. Un parásito grande. Se ha hallado en ballenas, focas y delfines, en los que se desplaza desde los intestinos hasta la musculatura. Aquí, los machos y las hembras copulan, el macho muere, la hembra se desplaza hasta la hipodermis, donde se forma un nudo del tamaño de un puño de niño. Cuando el gusano adulto percibe que hay Cyclops en el agua que le rodea, perfora la piel y suelta millones de pequeñas larvas vivas en el mar, donde son devoradas por los cangrejos. Éstos constituyen lo que suele llamarse un huésped intermediario, un lugar donde los gusanos atraviesan un ciclo de desarrollo que dura unas semanas. Cuando el cangrejo, a través del agua de mar, entra en la cavidad bucal o en los intestinos de un mamífero marino mayor, se disuelve y la larva sale, introduciéndose así en este nuevo y mayor huésped, donde madura, copula, se abre camino hasta la hipodermis y completa su ciclo. Aparentemente, ni el cangrejo, ni los mamíferos sufren molestias a raíz de ello. Uno de los parásitos mejor adaptados del mundo. ¿Has pensado alguna vez en el motivo que impide que los parásitos se extiendan?

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