– Yo estoy para tocar el acordeón, ¿cómo voy a enterarme de lo que pasa si soy ciego? ¿No ve que soy ciego?
– Sí, hombre, sí, perdona; anda, sigue tocando.
A Micifú no le dieron más que dos puñaladas, una en la garganta y la otra en el pecho, su agresor tenía mucha serenidad. A Pura Garrote, la Parrocha, no le gustó nada el lance.
– O la gente se calma o cierro la puerta por la noche y aquí no se ocupa nadie más que de día, ésta es una casa decente y yo no admito broncas, ¡pues estaría bueno!
El cadáver de Micifú lo dejaron en la calle, algo más lejos, y las baldosas del portal las baldearon para borrar la sangre. Pura Garrote habló a los compungidos cabritos,
– Y ahora todos a callarse, ¿me entienden?, que lo mejor es que esto se olvide cuanto antes.
– Sí, claro.
Anunciación Sabadelle le dijo a Gaudencio,
– Que Dios me perdone pero yo me alegro de que hayan matado a Micifú.
– Y yo, Nunciña, y yo.
– Y además sé quién fue.
– Olvídate del nombre, ni lo pienses siquiera.
El recuerdo de Micifú duró poco porque los acontecimientos se empujaban unos a otros para hacerse sitio en la memoria.
– ¿Me das un café, Nunciña?
– Sí, ahora te lo traigo.
La señorita Ramona mandó ensillar el caballo y salió al monte, en Arenteiro se encontró con la pareja de la guardia civil.
– Buenos días, señorita, ¿a dónde va?
– ¿Cómo que a dónde voy? ¡Voy a donde me da la gana! ¿Es que no puedo salir a dar un paseo cuando quiera?
– Sí, señorita, no se lo decía de malas, puede usted ir a donde quiera, eso es verdad, pero, ¡como está todo tan confundido!
– ¿Y quién lo confundió?
– ¡Ay, yo no le sé decir, señorita! A lo mejor es que todo esto que pasa es de natural confundido.
A la señorita Ramona, cuando volvió a su casa, la estaban esperando Raimundo el de los Casandulfes y Robín Lebozán. Raimundo sonrió para hablar.
– Me han llamado del gobierno civil.
– ¿Para qué?
– No lo sé, me ha llamado el gobernador nuevo, el teniente coronel Quiroga.
– ¿Y vas a ir?
– Tampoco lo sé, eso es lo que quería preguntarte, ¿a ti qué te parece?
– No sabría decirte, habrá que pensarlo con calma.
En momentos así no se sabe nunca cómo acertar. Raimundo era partidario de presentarse pero Robín, no, Robín trataba de quitárselo de la cabeza.
– Meterte en Portugal sería un error por los guardiñas, ya sabes, pero salir de aquí te es fácil, puedes apuntarte en la Bandera Legionaria Gallega de Barja de Quiroga, yo creo que siempre será mejor la guerra que esto.
El teniente coronel don Manuel Quiroga Maciá, gobernador civil de la provincia y delegado de orden público, llamó a Raimundo para nombrarle alcalde de Piñor de Cea.
– Me honra usted, mi teniente coronel, pero yo tenía pensado alistarme en la Bandera Gallega, estaba a punto de salir para La Coruña.
– Bien, su conducta es digna de encomio, ¿podría usted darme algún nombre de confianza para ese cargo?
– No, señor, así de pronto no se me ocurre nadie.
La radio anuncia que el triunfo del alzamiento es irresistible: En Madrid ya no hay gobierno, el último conjunto de mamarrachos y farsantes que nos traicionaba, huyó en avión a Toulouse. Cedió materialmente sus poderes a los comunistas y su última hazaña ha sido el incendio y destrucción del museo del Prado.
– ¡Caray, si esto es así no va a quedar títere con cabeza!
María Auxiliadora Porras, la novia o medio novia que desairó a Adolfito Choqueiro, el primer marido de Georgina, se pasó una semana entera en la cama con Micifú.
– ¿Y no te daba reparo?
– ¿A mí, por qué? Bienvenido era muy hombre, no muy alto pero sí muy hombre, a mí que me quiten lo bailado, eso que dicen por ahí son habladurías, la gente es muy envidiosa y murmura más de la cuenta.
Tía Emilita se niega a hablar con tío Cleto.
– Yo soy muy señora y no tengo por qué dirigirle la palabra a un marrano sin principios, que Dios me perdone pero mi dignidad me impide hacerlo. ¡Pobre Jesusa, se hubiera merecido una muerte más respetuosa!
Con tía Jesusa aún de cuerpo presente, tío Cleto, acompañándose del jazz-band, pronuncia discursos: ¡Ciudadano gallego, ya ha nacido el nuevo día de la salvación y la independencia de España!
– Yo no sabía que tu tío Cleto era tan patriótico.
– No, no lo es, es según le da.
A la vuelta del cementerio tío Cleto, conmigo y con mi prima Ramona delante, le dijo a tía Emilita,
– Quisiera hablar contigo, Emilia, y pedirte perdón por las ofensas que haya podido hacerte. ¿Me perdonas?
– Claro que te perdono, Cletiño, ¿no perdonó el Señor a los judíos que lo crucificaron?
– Gracias, Emilia, y ahora escucha. No hay que dramatizar demasiado, ¿me entiendes?
– No.
– Bueno, es igual. No hay que dramatizar demasiado, en las familias es mejor confesar la derrota que seguir luchando, ¿confiesas tu derrota y te rindes?
Tía Emilita se puso primero colorada, después pálida y después se cayó al suelo con un desmayo, se dio una costalada cumplida. Mientras mi prima Ramona y yo la atendíamos, tío Cleto subió a su casa y se puso a tocar el jazz-band; antes, según costumbre, ventoseó de modo seco, tajante y prolongado.
Raimundo el de los Casandulfes se alistó en las Banderas Gallegas, en La Coruña había mucho fervor nacional: el niño J. T., un cabrito y cinco latas de calamares en su tinta, es fusilado el gobernador civil don Francisco Pérez Carballo; la Sra. de T., mamá del anterior y admiradora del glorioso ejército español, una salchicha, un salchichón y una docena de chorizos, es fusilado el comandante de las fuerzas de Asalto don Manuel Quesada; don J. T., marido de la anterior y padre del primero, cuatro gallinas, seis docenas de huevos y cuatro hojas de bacalao, es fusilado el capitán de las fuerzas de Asalto don Gonzalo Tejero; I. A., una caja de dulce de membrillo de Puente-Genil, es fusilado el alcalde de La Coruña don Alfredo Suárez Ferrín; una señora amiga de la paz, cinco botellas de vino de Rioja tinto y cinco latas de aceite, es fusilado el almirante don Antonio Azarola Grosillón; A. S., tres conejos y tres pollos, es fusilado el general don Rogelio Caridad Pita; un patriota, una caja de mantecados de Astorga, es fusilado el general don Enrique Salcedo Molinuevo. Raimundo el de los Casandulfes está triste.
– Aquí va a haber muchos crímenes, ya los está habiendo, y mucha estupidez, pero lo peor va a ser la marcha atrás que vamos a dar todos, que va a dar el país, ¡pobre España!, lo peor de estos estallidos es el triunfo de la vulgaridad, hay momentos en los que el hombre se siente orgulloso de su vulgaridad y presume de burro y de ignorante, son los tiempos peores y también los más dramáticos y sangrientos, los mediocres no perdonan y disfrazan a Dios a su imagen y semejanza, lo visten de clown o de alabardero, podemos retroceder cien años pero hay que callar, no merece la pena querer llevarle la contraria a las mareas, nadie pudo jamás llevarle el pulso a la resaca. Que sea lo que Dios quiera.
Hace buen tiempo y el paisanaje anda confundido, el sol revuelve el aire que respiramos y unta la atmósfera de un pringue raro y poco saludable; a la señorita Ramona le preocupa la marcha de Raimundo pero aún más el que los restantes hombres nos quedemos.
– ¿Queréis que tiren al blanco con vosotros? Esto se va a poner inhabitable para los hombres, ¿te acuerdas de aquello que dijo no sé quién de que el hombre es un lobo para el hombre?, parece como si se hubiera levantado la veda del hombre, las mujeres nos defenderemos mejor, ¿por qué no te vas tú también?
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