Daína Chaviano - Casa de juegos

Здесь есть возможность читать онлайн «Daína Chaviano - Casa de juegos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Casa de juegos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Casa de juegos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Siguiendo las instrucciones de su amante, Gaia se encuentra en un parque de La Habana con cierta mujer misteriosa que la conduce a una mansión donde todo cambia continuamente. Pese al desconcierto que le dejará aquella breve visita, la joven regresa al lugar en busca de respuestas que le expliquen algunos fenómenos que comienzan a suceder a su alrededor. Su instinto -o quizá el destino- le indica que la solución del misterio podría estar en la casa. Allí pasará por experiencias surrealistas y aterradoras que, a la manera de los Misterios antiguos, la llevarán a un descubrimiento sobre sí misma. Ceremonias prohibidas, habitaciones mutantes, dioses en cuerpos humanos, humanos con figura de dioses: nada es seguro en ese universo sobrenatural, ni siquiera el amor; pero Gaia se aferrará a él como su última tabla de salvación.
En Casa de juegos, el erotismo permite a los personajes alcanzar niveles místicos que trascienden la experiencia individual. Pero para llegar al fondo de ese conocimiento es necesario atravesar

Casa de juegos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Casa de juegos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Gaia sopesó la posibilidad de dar media vuelta y huir: no se sentía con fuerzas para enfrentar sus pesadillas a la luz del día. Demasiado tarde. Eri agitó un brazo al divisarla.

– Perdona la tardanza -le dijo-. Tuve que recoger a mi hermana.

– ¿Tu hermana?

La mujer llegó junto a ellos.

– Hola -se acercó a Gaia para besarla en una mejilla-. No te hicimos esperar mucho, ¿verdad?

– ¿Es tu hermana? -repitió Gaia, incrédula.

– ¿No es cierto que nos parecemos?

Gaia tuvo que admitirlo, aunque se limitó a asentir ligeramente.

– Si no te importa, me llevo tu auto -dijo la mujer-. Necesito llegarme a casa de madrina.

– Está bien. Nosotros iremos caminando.

– ¿No son bellas? -gorjeó la joven, agitando el ramo ante sus narices a modo de despedida; y al dar media vuelta, su falda tintineó como si llevara cascabeles en el vestido.

– ¿Podemos hablar? -preguntó Gaia, cuando la perdieron de vista.

– A eso vine.

– Y quiero respuestas, no evasivas.

– Muy bien, supongo que ya estás preparada -murmuró Eri, echando a caminar en dirección a la costa-. Espero que me perdones porque lo hice para protegerte.

– ¿Protegerme de qué?

– ¿Sabes que iban a expulsarte?

– ¿De dónde?

– De la facultad.

Gaia se detuvo, desconcertada ante el improbable vínculo entre ese hecho y el misterio de la casa. El hombre también interrumpió la marcha hasta que la joven se recuperó.

– No lo sabía -admitió ella, reanudando el paso-. Aunque, ahora que lo mencionas, alguien me dijo que anduviera con cuidado. ¿Cómo lo supiste?

– Me enteré por un amigo que pertenece a la junta encargada de las depuraciones. El me entregó una lista con los nombres de los que iban a ser expulsados. El tuyo aparecía entre ellos.

– Pero ¿por qué iban a echarme?

– Según el informe, te convertiste en una alumna problemática.

Gaia conocía bien las consecuencias de ese calificativo: era el primer paso para ingresar en las listas de posibles disidentes; un honor que podía costarle la carrera o el trabajo. Intentó recordar lo ocurrido durante las últimas semanas de clases.

– Botaron a varios, pero no a mí.

– Lo sé. No pudimos salvarlos a todos.

– ¿De qué estás hablando?

– Mi grupo tiene colaboradores en los consejos donde se decide la suerte de los estudiantes. Hemos logrado evitar la expulsión de algunos, avisándoles de manera indirecta, pero contigo no funcionó.

Gaia trató de descubrir en sus palabras alguna señal de burla.

– Lo intentamos varias veces -insistió él-, pero no quisiste creernos.

Gaia se detuvo para recostarse en una reja.

– ¿Por qué me cuentas esas cosas? -murmuró casi sin fuerzas-. ¿Y si soy un agente del gobierno?

Eri sonrió con indulgencia.

– Nos conocimos en un restaurante -dijo ella-. ¿Cómo sabías dónde buscarme?

– Soy un estudioso de la mitología.

– ¿Qué quiere decir eso?

– Cuando leí la lista de los que serían expulsados, tu nombre me llamó la atención porque antes sólo lo había visto en libros. A los pocos días, mi hermana me habló de una estudiante que andaba traumatizada por la muerte de su ex amante. En cuanto mencionó tu nombre, supe que debían ser la misma persona.

– ¿Y cómo se enteró de mi problema?

– Por Irene.

Gaia atisbo un rayo de luz.

– ¿La hermana de Lisa?

– Irene y ella son muy amigas -le dio la mano para obligarla a reanudar la marcha-; se conocen desde niñas.

– Lisa me prometió que Irene no diría nada.

– Uno no le oculta ciertas cosas a su mejor amigo. Por esa vía supe de tu visita a la santera, lo que te había dicho y lo que harías… o más bien, lo que esperabas encontrar.

Ella imaginó que su cólera estallaría en plena calle. «Con tres pasos más, le daré un escándalo», pensó. Pero dio cuatro, cinco, diez, muchos pasos, y la ira no afloró por ninguna parte.

– ¿Quiénes son los visitantes?

– ¿Cuáles visitantes?

– Los de la mansión. ¿También son miembros de tu grupo clandestino?

En esa casa nunca hubo nadie más que nosotros.

Gaia se detuvo, atónita ante su desfachatez. Hubiera querido responder de manera apropiada, pero las ideas se arremolinaron en su cabeza y sólo atinó a mirarlo con aire distante.

– Aquello estaba lleno de gente -murmuró por fin.

– Puedo demostrarte lo contrario.

– ¿Cómo?

– Llevándote a la casa.

– ¡Ah, no! Ese perro ya me ha mordido muchas veces.

– Esta vez no podrás decir que estás borracha o que te he drogado.

– ¿Vas a admitir que lo has hecho antes?

– ¡Por supuesto que no! Pero cada vez que te brindo cualquier cosa empiezas a decir que le he puesto cianuro al vaso, o algo parecido. Ahora no me vengas con ese cuento porque no te he dado ni agua.

Estaban cerca. Gaia reconoció en seguida la proximidad del paso que bordeaba aquel cráter lunar en medio de La Habana.

– No acabo de entender para qué montaste este teatro.

– Ya te lo he dicho: para protegerte, para salvarte. Te pasabas todo el tiempo cuestionando esto o aquello como si ésa fuera la única forma de rebelarse, y aquí la rebelión no sirve de nada. Hay que ser cuidadoso… Ese es el único modo de sobrevivir: mintiendo y fingiendo las veinticuatro horas.

– Con decírmelo habría sido suficiente.

– Te repito que lo intentamos… en más de una ocasión; pero eres muy terca y no quisiste entender.

– ¿Qué pinta la casa en todo eso?

Él se detuvo a mirarla.

– No estaba muy seguro de lo que haría hasta que te vi. Me gustaste tanto que decidí matar dos pájaros de un tiro: te curaría ese trauma de la frigidez y te haría cambiar… las dos cosas a un mismo tiempo.

Gaia sintió que la sangre se le subía al rostro.

– Me usaste -fue lo único que pudo decir.

– Sí -convino él-, y no te pongas histérica. Fue por tu bien.

– Eso dijo el gato y se tragó al ratón.

– Eres injusta -le reprochó-. ¿Acaso no terminaste tu carrera? Nadie te expulsó.

– ¿Qué pruebas tengo de que lo evitaste?

– ¿No hiciste algo inusual antes del último semestre?

– ¿Inusual? ¿En qué sentido? -y añadió con amargura-: Hice muchas cosas inusuales en el último semestre.

– Hablo de la universidad.

– No me acuerdo.

– Te daré una clave: papeles a firmar.

Gaia pensó unos segundos y, de pronto, se quedó helada. La escena se reprodujo en su mente con toda claridad. Fue después de su primera experiencia en aquella casa; lo recordaba perfectamente. Había claudicado, silenciado lo que sentía… algo muy raro en ella.

Eri caminaba a su lado, dejándola rumiar lo que su rostro evidenciaba haber descubierto. Un sonido sibilante, como un ejército de grillos que se desplazara velozmente, los obligó a mirar en torno. Sin que ninguno de los dos se percatara, la oscuridad había terminado por desplazar al atardecer. La nube de insectos pareció lanzarse sobre ellos, proveniente de algún escondrijo que sólo permitía adivinar su proximidad por el zumbido que ya se les venía encima… El hombre tiró de ella, a tiempo para evitar que una bicicleta sin luces los atropellara.

– Firmaste aquel primer papel a regañadientes, luego otro y un tercero sin chistar. Esos supuestos compromisos eran trampas: te habían puesto a prueba y tus experiencias te ayudaron a pasarlas.

Ella se desprendió de él.

– Actué así porque me tenían harta.

– No, lo hiciste porque estabas condicionada: una fierecilla en proceso de doma…

– Eso es un disparate. ¿Qué tiene que ver el sexo con mis decisiones políticas?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Casa de juegos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Casa de juegos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Casa de juegos»

Обсуждение, отзывы о книге «Casa de juegos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x